CAPITULO 20. COMPLETO
CAPITULO
20. NUEVO.
“Nuevo”, leyó Rosalie.
Se percibía todo con una inusitada claridad.
Esa es una experiencia
interesante, ¿verdad?, dijo Emmett.
Los contornos eran precisos y definidos.
Encima de mi cabeza refulgía una luminosidad cegadora,
a pesar de lo cual todavía era capaz de ver los hilos incandescentes de los
filamentos dentro del globo de la bombilla y distinguía todos los colores del
arco iris en la luz blanca, y al borde mismo del espectro, un octavo color cuyo
nombre no conocía.
“Lo llamamos Yamon
", dijo Emmett. (En esta parte no estoy muy segura como se traduce Yamon).
“No lo hacemos",
Edward rodó los ojos.
“Debe tener un
nombre", Emmett hizo un puchero.
"No ese el nombre",
dijo Edward.
"¿Por qué
no?" preguntó Emmett.
“No voy a tener esta
conversación contigo otra vez", se quejó Edward. "Especialmente no
ahora".
"Tienes razón...
quiero saber qué pasa con Bella", dijo Emmett.
Más allá de la luz pude distinguir los granos
individuales de la madera oscura en el techo que nos cubría. Debajo de él, veía
las motas de polvo flotar en el aire y aquellos lugares a los que llegaba la
luz, distintos y separados de los oscuros. Giraban como pequeños planetas,
moviéndose unos alrededor de los otros en un baile celestial.
El polvo era tan hermoso que inhalé sorprendida. El
aire se deslizó silbando por mi garganta, haciendo girar las motas de polvo en
un embudo. Me pareció que algo iba mal.
“Uno se acostumbra a
ella ", dijo Emmett.
“¿Es realmente tan
raro?", preguntó Alice. En realidad no se acuerda de la respiración... o
cualquier otra cosa acerca de ser humana, por lo que todo lo que hacía como un
vampiro sólo se sentía natural.
“Si”, dijo Edward.
Reflexioné y me di cuenta de que el problema era que
no sentía ningún alivio al respirar. No necesitaba el aire, y mis pulmones no
me lo pedían ya. Es más, reaccionaban de forma diferente al llenarse.
No necesitaba el aire, pero me gustaba, porque me
permitía saborear la habitación que me rodeaba, aquellas encantadoras motas de
polvo, la mezcla del aire viciado con el flujo de una brisa ligeramente más
fresca que venía de la puerta abierta. Probé también un olorcillo suntuoso a
seda. De igual modo percibí el gusto tenue de algo cálido y deseable, algo que
podría ser húmedo, pero que no lo era...
Rosalie frunció el ceño,
no le gustaba cómo sonaba eso.
Ese olor hizo que la garganta me quemara por la
sequedad, un eco ligero del ardor de la ponzoña, aunque estuviera teñido del
tufo penetrante del cloro y el amoníaco.
“Hm... así que está
sintiendo la sangre que estaba en la otra habitación", dijo Emmett. “Una
persona no limpia lo suficiente".
Y por encima de todo, pude saborear un aroma mezcla de
miel, lilas y sol
“Edward” dijeron todos.
que era el que predominaba sobre todos, el de aquello
que tenía más cerca.
Escuché el sonido de los demás, que volvían ahora a
respirar de nuevo ya que yo también lo había hecho. Su aliento se mezcló con el
de miel, lilas y luz de sol, mostrando otros ingredientes. Canela, jacinto,
pera, agua salada, pan recién hecho, pino, vainilla, cuero, manzana, musgo,
lavanda, chocolate... Necesité usar más de
una docena de comparaciones en mi mente, aunque ninguna de ellas le
encajaba a la perfección. Era algo tan dulce y agradable.
La televisión del piso inferior estaba apagada, y
escuché a alguien, ¿Rosalie?, cambiar su peso de un pie a otro en el primer
piso.
“No necesito cambiar mi
peso", dijo Rosalie.
"Pero si estás
sosteniendo al bebé, tal vez sea posible" propuso Esme.
También distinguí un tenue ritmo de golpeteo mientras
una voz replicaba con enfado al sonido. ¿Música rap? Me sentí desconcertada
durante un momento, y después el sonido se desvaneció como si fuera el de un
coche que pasara con las ventanillas bajadas.
Pegué un respingo, me di cuenta de que seguramente era
eso mismo. ¿Acaso podía oír la autovía desde allí?
“Pues bien, parece que
todos sus sentidos están trabajando muy bien", se rio Emmett.
No caí en la cuenta de que alguien me sujetaba la mano
hasta que ese alguien me la apretó con dulzura. Del mismo modo que antes había
tenido que ocultar el dolor, mi cuerpo se cerró de nuevo debido a la sorpresa.
Ése no era el contacto que había esperado. La piel era del todo suave, pero con
una temperatura equivocada, porque no estaba fría.
“No voy a estar frío
para ti nunca más”, sonrió Edward.
“Pero tiene sentido que
reaccione de esa manera", dijo Jasper. "En vista de que es a lo que
está acostumbrada”.
Después de ese primer segundo paralizado por la
sorpresa, mi cuerpo respondió al tacto poco familiar de un modo que aún me
chocó más.
El aire siseó por mi garganta, salió disparado por
entre mis dientes apretados con un sonido sordo y amenazante, como el de un
enjambre de abejas. Antes de que el sonido se apagara, mis músculos se
agruparon y arquearon, retorciéndose para apartarse de lo desconocido. Salté
sobre mi espalda con un giro tan rápido que debería haber convertido la
habitación en un borrón incomprensible, pero no fue así. Seguí viendo cada una
de las motas de polvo, cada astilla de las paredes cubiertas de paneles de
madera, cada hilo suelto con detalles tan microscópicos que mis ojos giraron a
su vez.
Reaccioné a la defensiva y me agazapé, pegada a la
pared, hasta que comprendí qué me había asustado unas décimas de segundo más
tarde y por qué había tenido una reacción tan desmedida.
Sí... pero no eres el
único que reacciona de forma exagerada en esta familia", se rió Emmett.
Oh. Claro. Edward ya no me daría la sensación de estar
frío. Ambos teníamos ahora la misma temperatura.
Mantuve la postura durante una décima de segundo más,
adaptándome a la escena que tenía delante de mí.
Edward estaba inclinado sobre la mesa de operaciones
que se había convertido en mi pira, con la mano extendida hacia mí, y la
expresión llena de ansiedad.
El rostro de Edward era lo más importante para mí,
pero mi visión periférica catalogó todo lo demás, sólo por si acaso. Algún
extraño instinto defensivo se había disparado en mí, y automáticamente busqué
algún signo de peligro.
Mi familia de vampiros esperaba llena de cautela
contra la pared más alejada de la puerta, con Emmett y Jasper en la parte
delantera. Como si realmente hubiera algún peligro.
"Er... sí... pero
ninguno para ti", dijo Jasper.
Las aletas de mi nariz se agitaron, buscando la
amenaza. No podía oler nada que estuviera fuera de lugar. El tenue resto del
aroma de algo delicioso, pero estropeado por el olor de fuertes productos
químicos, hormigueó de nuevo en mi garganta, dejándola ardiente y dolorida.
Alice estaba mirando desde detrás del codo de Jasper
con una gran sonrisa en el rostro; la luz brillaba en sus dientes, como un arco
iris de ocho colores.
Aquella sonrisa me tranquilizó y entonces todas las
piezas encajaron. Jasper y Emmett estaban delante de todos los demás para
protegerlos, como había supuesto. Lo que no había captado a la primera era que
el peligro era yo.
“Ese pensamiento es
divertido ", dijo Emmett.
“Pero cierto... ¿quién
sabe cómo va a reaccionar?," dijo Jasper. "Ella parece estar haciendo
bien hasta ahora”.
Pero todo esto resultaba algo secundario. La mayor
parte de mis sentidos y mi mente estaban concentrados todavía en el rostro de
Edward.
Nunca le había visto así antes de ese momento.
¿Cuántas veces me había quedado mirando a Edward y me
había maravillado de su belleza? ¿Cuántas horas, días, semanas de mi vida había
pasado soñando con lo que yo entonces había considerado perfección? Creía que
conocía su rostro mejor que el mío propio. Había pensado que ésta era la única
certeza física de mi mundo entero: la perfección absoluta del rostro de Edward.
“Y ahora veo que es
defectuoso. No puedo creer que me casé con ese idiota ", se rio Emmett.
"Shh... "
Esme lo hizo callar, mirándolo.
Pero era como si en realidad hubiese estado ciega.
Por vez primera, ya eliminadas de mis ojos las sombras
borrosas y las debilidades limitadoras de mi humanidad, vi su rostro. Jadeé y
después luché con mi vocabulario porque era incapaz de hallar los términos
apropiados. Necesitaba palabras mejores para ello.
Llegados a este punto, la otra parte de mi mente había
comprobado que no había allí ningún otro peligro que no fuera yo, así que me
erguí, abandonando mi postura agazapada. Había pasado casi un segundo entero
desde que aún estaba sobre la mesa de operaciones.
Me preocupó un momento la forma en la que mi cuerpo se
movía. Al instante en que había considerado la idea de ponerme derecha, ya
estaba erguida. No había un fragmento de tiempo entre concebir la idea y
realizarla: la transición se producía de forma instantánea.
Continué mirando con fijeza el rostro de Edward, de
nuevo inmóvil.
“Vamos, Eddy... tienes
que sonreír un poco más", se rio Emmett.
Dio la vuelta a la mesa lentamente y cada uno de sus
pasos le llevó apenas medio segundo, fluyendo de forma sinuosa, como el agua de
un río sobre las piedras de contornos suaves del fondo. Su mano aún extendida.
Observé la gracia de su avance, absorbiéndola con mis
nuevos ojos.
—
¿Bella? —preguntó con
un tono de voz bajo, calmante, aunque la preocupación teñía mi nombre de
tensión.
“No es tan tranquilo si
le preocupa," sonrió Emmett.
No pude contestar de forma inmediata, perdida como
estaba en las capas de terciopelo de su voz. Era la sinfonía más perfecta, una
de un solo instrumento, el más profundo creado jamás por el hombre...
“Pues bien, parece que
ella todavía está pensando en ti mucho", dijo Alice.
“Es verdad. Cuando yo
era tan joven, el único pensamiento que tenía era la sed que yo tenía",
dijo Jasper con aire de suficiencia. "Estoy seguro que voy a ganar nuestra
apuesta, Em."
"Lo que sea,"
hizo un puchero Emmett. "Esto no ha terminado todavía."
—
¿Bella, amor? Lo
siento, sé que se siente uno desorientado, pero estás bien, y luego todo va a
ir mejor.
¿Todo? Mi mente giró, volviéndose en una espiral
cerrada a mi última hora como humana. El recuerdo parecía ya tenue, como si se
contemplara a través de un espeso velo oscuro. Mis ojos humanos habían estado
medio ciegos y aquello se veía ahora tan borroso...
Cuando él decía que todo iba a ir bien, ¿incluía eso a
Renesmee? ¿Dónde estaba ella?
“Estoy seguro que eso
incluye a nuestra hija,” dijo Edward.
¿Con Rosalie? Intenté rememorar su rostro. Sabía ya
que era muy hermoso, pero resultaba irritante contemplarlo a través de mis
recuerdos humanos. Un rostro envuelto en la oscuridad, tan pobremente
iluminado...
Esme frunció el ceño,
pensando en los recuerdos casi desvanecidos de su hijo. Podía identificarse con
ella, pero al menos Bella sería capaz de ver a su hijo de nuevo.
¿Y qué pasaba con Jacob? ¿Se encontraba bien? Mi mejor
amigo, después de haber sufrido tanto, ¿me odiaba?
"No, pero es
posible que lo odies", se rio Emmett.
¿Había regresado con la manada de Sam? ¿Y Seth y Leah,
también?
¿Estaban los Cullen a salvo o mi transformación había
encendido una guerra con la manada?
“Se trata de “manadas” ahora, y una vez más, yo no lo
creo", sonrió Emmett.
¿La completa seguridad en sí mismo que mostraba Edward
era en realidad una tapadera? ¿Estaba simplemente intentando calmarme y nada
más?
¿Y Charlie? ¿Qué le iba a decir ahora? Debía de haber
estado llamando mientras yo ardía sobre aquella cama. ¿Qué le habían contado?
¿Qué pensaba él que me había ocurrido?
Mientras yo deliberaba en una centésima de segundo qué
pregunta formular en primer lugar, Edward alzó la mano con vacilación y me
acarició la mejilla con las yemas de los dedos. Era suave como el satén, suave
como una pluma y ahora se ajustaba exactamente a la temperatura de mi piel.
Su tacto parecía atravesar en un barrido la superficie
de mi piel, justo hasta los huesos de mi cara. La sensación era de cosquilleo,
eléctrica y saltaba a través de mis huesos, bajándome por la columna hasta
alojarse temblando en mi estómago.
“Sí... definitivamente
ella todavía te quiere", se rio Emmett.
“Supongo que soy
irresistible", dijo Edward con aire de suficiencia.
“Eh... en realidad estás
sonriendo, Eddy," dijo Emmett. "Creo que no te he visto tan feliz
desde que Crepúsculo."
"Lo que sea,"
se encogió de hombros Edward.
«Espera», pensé cuando el temblor floreció
convirtiéndose en una calidez, un anhelo. ¿No se suponía que esto tenía que
perderse? ¿No era el desprenderse de estas sensaciones una parte del trato?
"Supongo que
no," sonrió Edward. "Este es un buen progreso".
"Wow... una
respuesta normal de Eddy " dijo Emmett. "Este libro es una locura.”
Yo era un vampiro neonato; de hecho, la sequedad, el
dolor abrasador que sentía en la garganta suponían una prueba suficiente de
ello. Y sabía lo que conllevaba serlo. Las emociones y deseos humanos
regresarían para formar parte de mí en algún momento posterior, de alguna
forma, pero yo había aceptado que no las sentiría desde el principio. Sólo sed.
Ése era el trato, el precio a pagar que yo había aceptado.
Pero cuando la mano de Edward se curvó hasta adoptar
la forma de mi rostro como acero cubierto de raso, el deseo corrió por mis
venas resecas, cantando desde el cráneo hasta las puntas de los dedos de mis
pies.
Él arqueó una ceja perfecta, esperando a que dijera
algo.
Yo arrojé los brazos en torno a su cuerpo.
Edward se rio de eso.
Nuevamente, me pareció que no se había producido
ningún movimiento. En un momento yo estaba erguida e inmóvil como una estatua y
en el mismo instante, lo tenía entre mis brazos.
Mi primera percepción fue de calor, o al menos eso me
pareció. Y luego aquel dulce aroma delicioso que nunca había sido capaz de
disfrutar en toda su realidad con mis débiles sentidos humanos, pero que era el
uno por ciento de Edward. Presioné el rostro contra su pecho suave.
Y entonces él cambió la distribución de su peso,
incómodo, y se apartó de mi abrazo. Me quedé mirándole con fijeza la cara,
confusa y asustada por su rechazo.
—
Mmm... Ve con cuidado,
Bella. Ay.
"Aw... ¿esta Bella
aplastándote un poco Eddy?" Emmett se rio, y todos los demás se reían,
también.
“Hmmm... Tengo la
sensación de que podrías ser aplastado unas cuantas veces más," dijo
Jasper. “Con la forma en que Bella siempre parece reaccionar a ti".
Aparté los brazos y los doblé detrás de la espalda tan
pronto como lo comprendí.
Ahora yo era demasiado fuerte.
—
Oops —dije sin hacer
sonido apenas, sólo con un movimiento de labios.
"Aw... su primera
palabra como un vampiro," Alice vario.
Él esbozó esa clase de sonrisa que me hubiera detenido
el corazón si aún hubiera seguido latiendo.
—
Que no te dé un ataque
de pánico ahora, amor —repuso, alzando la mano para tocar mis labios, separados
en una mueca horrorizada—. Simplemente eres algo más fuerte que yo en este
momento.
Fruncí las cejas hasta que se unieron. Esto también
estaba previsto, pero me parecía de lo más surrealista, aún más que cualquier
otra cosa igual de increíble de las que me estaban ocurriendo en ese momento. Era
más fuerte que Edward. Había hecho que exclamara «ay».
Emmett se rio entre
dientes.
"Supongo que es
diferente cuando se sabe de antemano lo que viene", dijo Jasper. "Tú
sabes y sin embargo no estás preparado para lo que viene".
Su mano acarició de nuevo mi mejilla y yo olvidé por
completo mi angustia porque otra ola de deseo recorrió mi cuerpo inmóvil.
Estas emociones eran mucho más intensas que aquellas a
las que estaba acostumbrada y resultaba difícil concentrarse en un solo hilo de
pensamientos a pesar del espacio extra que había en mi cabeza. Cada nueva
sensación me embargaba por completo. Recordé que Edward me había dicho alguna
vez, aunque su voz en este caso era una sombra débil de la claridad cristalina
y musical de la de ahora, que su especie, «nuestra» especie, se distraía con
facilidad. Ahora podía comprender por qué.
“Ese comentario no, al
menos, no era realmente cierto cuando lo dije," dijo Edward, "o al
menos no lo decía en serio".
"Sí, pero nosotros
nos distraemos con facilidad," dijo Emmett.
Hice un esfuerzo coordinado para concentrarme. Había
algo que quería decir, lo más importante.
Muy cuidadosamente, con tanta cautela que el
movimiento apenas fue discernible, saqué el brazo derecho de mi espalda y alcé
la mano para tocar su mejilla. No me permití que el color perlado de mi mano,
la seda suave de su piel o la descarga eléctrica que silbaba en las puntas de
mis dedos desviaran mi atención.
Clavé mis ojos en los suyos y escuché mi voz por
primera vez.
—
Te amo —le dije, pero
sonó como si lo hubiera cantado. Mi voz repicaba y resplandecía como la de una
campana.
"Así que Bella
tiene una voz como de campana," Emmett se rio, y todos los demás rodaron
sus ojos hacia él.
Su sonrisa en respuesta me encandiló mucho más que
cuando era humana, porque ahora podía verle de verdad.
—
Como yo a ti —contestó
él.
Tomó mi rostro entre las manos e inclinó el suyo hacia
el mío, con la lentitud suficiente para recordarme que debía tener cuidado. Me
besó, con la suavidad de un suspiro al principio y después con una fuerza
repentina, con fiereza. Intenté recordar que debía ser cuidadosa con él pero
era un trabajo muy duro hacer memoria de nada bajo el asalto de la sensación,
muy difícil mantener ningún tipo de pensamiento coherente.
"Así se hace,
Eddy," animó Emmett.
"No puedo creer
que haya hecho esto delante de todos ustedes," se quejó Edward.
“No debes haber sido
capaz de controlarte a ti mismo cuando estaba tan cerca de ti," sonrió
Jasper.
"Después de todo
preocuparte es lo que has estado haciendo," añadió Alice.
Era como si no me hubiera besado nunca antes, como si
fuera nuestro primer beso. Y la verdad era que jamás me había besado así.
"No se retiene
más", se rio Emmett y Edward estaba empezando a sentirse un poco incómodo,
pero al mismo tiempo estaba sonriendo.
Casi me hizo sentirme culpable. Seguramente estaba
rompiendo alguna cláusula del contrato, porque se suponía que tampoco podría
tener esto.
“¿Ella se siente
culpable por eso?" Emmett se rio. "¿Ella se siente culpable por ser
feliz?".
"¿Y te sorprende
porque?" preguntó Jasper.
"No sé", se
encogió de hombros Emmett. "Es una cosa estúpida sentirse culpable por
eso, sin embargo."
Aunque ahora no necesitaba oxígeno, mi respiración
cobró velocidad, se aceleró tanto como cuando me estaba quemando, aunque éste
era un tipo distinto de fuego.
Alguien carraspeó. Emmett. Reconocí el sonido profundo
a la primera, burlón y enojado a la vez.
"Eso es correcto...
pero yo hubiera dicho molesto en primer lugar," Edward se rio.
Se me había olvidado que no estábamos solos. Y
entonces me di cuenta de que la forma en la que mi cuerpo se incrustaba en el
de Edward no era el apropiado cuando se está en compañía.
Emmett y Jasper estaban
riendo tanto que Edward se sintió aún más incómodo.
Avergonzada, di un paso hacia atrás con otro
movimiento instantáneo.
Edward se echó a reír entre dientes y dio el paso
también conmigo, manteniendo sus brazos firmemente apretados en torno a mi
cintura. Su rostro relucía, como si hubiera una llama blanca detrás de su piel
diamantina.
Inhalé un trago de aire innecesario para recuperarme.
¡Qué diferente era esta forma de besar! Leí su
expresión mientras comparaba mis confusos recuerdos humanos con esta sensación
clara, intensa. Él parecía... un poco pagado de sí mismo.
“Por supuesto que esta
pagado de sí mismo. Edward finalmente consiguió lo que siempre ha
querido", sonrió Alice.
—
Te has estado
conteniendo antes por mí —le acusé con mi voz cantarina y los ojos un poco
entrecerrados.
“Bueno,
obviamente," Edward rodó los ojos.
"Pero ya no, ah Eddy,"
Emmett se rió.
Él soltó una carcajada, radiante de alivio porque todo
había pasado: el miedo, el dolor, las inseguridades, la espera, aquello estaba
ya a nuestras espaldas.
—
Entonces era necesario
—me recordó él—. Ahora es tu turno de no hacerme pedazos —y se echó a reír de
nuevo.
“Buena suerte con
eso," dijo Emmett, tratando de no reírse... no funcionó, por supuesto.
Puse mala cara cuando pensé en ello y entonces no fue
sólo Edward el que se echó a reír.
"No imagino
porque," dijo Jasper mientras todos se reían.
Carlisle dio un paso alrededor de Emmett y caminó
hacia mí con rapidez; sus ojos tenían una ligera expresión precavida, pero
Jasper se movió detrás de él como si fuera su sombra. Nunca había visto
realmente el rostro de Carlisle antes, al menos no de verdad. Sentí una extraña
necesidad de pestañear, era como mirar al sol.
—
¿Qué tal te sientes,
Bella? —me preguntó Carlisle.
Lo consideré durante una milésima de segundo.
—
Abrumada. Hay
demasiado... —mi voz se desvaneció, atenta ahora a su tono como de campanillas.
"Bueno, si tú te
desvanecieras, no se oiría más", dijo Emmett, y todo el mundo lo miró con
extrañeza. "¿Qué? Es verdad."
—
Sí, puede llegar a ser
bastante confuso.
Asentí con un rápido movimiento de cabeza, nervioso.
—
Pero sigo sintiéndome
yo misma, o al menos algo parecido. No esperaba esto.
Los brazos de Edward se apretaron un poco más
alrededor de mi cintura.
—
Ya te lo dije —me
susurró.
—
Estás muy controlada
—reflexionó Carlisle—. Mucho más de lo que yo esperaba, incluso contando con
todo el tiempo que has tenido para prepararte mentalmente para esto.
“Y creo que va a encontrar
que está más controlada de lo que cree que esta", dijo Carlisle.
“Er... ¿encontrarás eso
fuera de lugar?" Emmett cuestionó.
"Sí", dijo
Carlisle. "Sus pensamientos son mucho más... Edward tu estas más cerca que
otros... tú debes notar una diferencia”.
"Por supuesto que
sí," dijo Edward. "Todo el mundo es diferente, pero lo que es notable
acerca de ella es que no está pensando en la sangre... no todo el tiempo, es
decir. O tal vez debería decir que no es ella... Pero no puedo decir que no me
gusta este desarrollo...".
“Sin embargo me
pregunto por qué será”, dijo Carlisle.
"Espera un
segundo... ¿quieren decir que los dos están pensando que jazz tiene razón sobre
ella?" Emmett hizo un puchero.
"Por supuesto que sí," Jasper sonrió.
“Nunca hubo una persona que pasara por lo que paso
Bella," dijo Edward, haciendo caso omiso de sus hermanos completamente.
"Eso debe haber hecho algo en ella que lo hace más fácil para ella."
"Tal vez," Carlisle concedido.
“Pero hay que admitir que Bella tenía algunas características
de vampiro antes del cambió," dijo Emmett. No iba a dejar que lo ignoraran
en este momento. "La más singular es su habilidad para bloquear la gente
hacia fuera."
Carlisle sonrió ante eso, tratando de adivinar lo que cual
sería su capacidad ahora, "Pero eso no impidió que Edward pasara por la
etapa de recién nacido... No sé sobre Jasper o Alice, pero era difícil...".
"Y, sin embargo esperó diez años antes de rebelarse,"
Jasper dijo pensativo.
“Esto no quiere decir que no pasaran a través ello",
dijo Edward. "Lo hice, y sé que lo hice", dijo apuntando a su cabeza.
"Buen punto," dijo Jasper. "Y sé que yo era
igual que cualquier otro recién nacido, también."
"Sí, bueno, no es como si tuviste elección," dijo
Alice. “Fuiste colocado con otros recién nacidos y tenías que sentir lo que
hacían...”.
"¿Pero qué hay de ti?" preguntó Rosalie.
"Realmente no... Vi a Jasper de forma correcta",
dijo Alice. "Yo no vivía exactamente virtuosamente, pero no sé si yo era
un recién nacido normal tampoco. Por otra parte, nunca he visto un recién
nacido que forme parte de una familia como la nuestra... ¿Alguno de nosotros es
normal?"
"No... yo nunca nos llame normales", dijo Emmett,
diciendo la última palabra como si fuera una maldición.
"Sin embargo, yo creo que tiene que ser algo más que
eso", dijo Carlisle, volviendo al punto.
"Estoy seguro de que vamos a llegar a algo muy pronto,"
dijo Edward, pero le indicó a Rosalie para que siguiera leyendo.
Pensé en los violentos cambios de humor, la dificultad
en concentrarme y murmuré.
—
No estoy tan segura de
eso.
"Bueno, nosotros
lo estamos", dijo Emmett.
"Sí, lo
estamos", Jasper estuvo de acuerdo y Emmett gimió.
"La apuesta aún no
ha terminado ", dijo entre dientes Emmett.
Él asintió con seriedad y sus ojos como joyas
relumbraron interesados.
—
Me parece que esta vez
hicimos algo bien con la morfina. Dime, ¿qué es lo que recuerdas del proceso de
transformación?
"Da por hecho
quedarse quieto y montones y montones de dolor", dijo Emmett.
“De alguna manera, no creo que eso sea lo que va a
decir," dijo Alice.
Yo dudé, muy consciente de cómo el aliento de Edward
me rozaba la mejilla, enviando chispas eléctricas por toda mi piel.
—
Lo recuerdo... muy borroso.
Me acuerdo de que el bebé no podía respirar...
Miré a Edward de repente asustada por la imagen.
—
Renesmee está sana y
muy bien —me prometió, con un resplandor que jamás había visto en sus ojos. La
nombró con un sencillo fervor, como con reverencia. Del mismo modo que la gente
devota habla de sus dioses—.
“Te lo dije... envuelto
alrededor de sus dedos diminutos," rio Emmett.
“Oh, yo quiero verla", dijo Esme y
Rosalie asintió con la cabeza de acuerdo.
¿Qué recuerdas después de aquello?
Me concentré en mantener cara de póquer. Los embustes
nunca habían sido mi fuerte.
—
No es fácil acordarse.
Había una completa oscuridad. Y entonces... abrí los ojos y pude verlo todo.
"Una completa
oscuridad... Eso suena un poco exagerado para mí," dijo Emmett.
—
Sorprendente —musitó
Carlisle, con los ojos iluminados.
"Pero, evidentemente,
Carlisle no lo cree así," bromeó Jasper.
“Espero que ella le
diga que este no era el caso en algún punto del tiempo," Carlisle frunció
el ceño.
El disgusto me invadió y esperé que el calor inundara
mis mejillas y me dejara en evidencia. Luego recordé que nunca volvería a
ruborizarme. Tal vez eso sirviera para proteger a Edward de la verdad.
“Tal vez lo haría y tal vez no, pero que nunca lo hará
ahora", dijo Emmett.
Pero tenía que encontrar la manera de avisar a
Carlisle. Algún día, por si necesitaba crear algún nuevo vampiro. Esa
posibilidad parecía muy lejana, lo que me hizo sentir mejor a pesar de la
mentira que acababa de contar.
—
Quiero que pienses, que
me cuentes todo lo que recuerdes —me presionó Carlisle, entusiasmado, y no pude
evitar la mueca que recorrió mi rostro. No quería seguir mintiéndole, porque lo
más probable es que terminara pillándome. Y además no deseaba pensar en la
quemazón. A diferencia de mi memoria humana, esa parte estaba muy clara y
encontré que podía recordarla con una precisión más que indeseada.
“Sí... ¿no
succiona?" dijo Emmett.
“No realmente",
dijo Alice con aire de suficiencia.
—
Oh, lo siento tanto,
Bella —se disculpó Carlisle con rapidez—. Seguro que tienes que sentirte muy
incómoda con la sed. Esta conversación puede esperar.
“Er... ella no estaba
pensando en eso", dijo Emmett.
"Ella debe
hacerlo," dijo Edward.
Hasta que él no lo mencionó, la sed no me pareció
particularmente difícil de manejar. Había tanto espacio en el interior de mi
cabeza. Una parte separada de mi cerebro vigilaba el ardor de mi garganta, casi
como un acto reflejo. Del mismo modo que mi viejo cerebro se las había apañado
con la respiración y el pestañeo.
Pero la suposición de Carlisle trajo esa quemazón a la
parte central de mi mente.
“Lo siento," dijo
Carlisle, divertido. "Ella es simplemente increíble."
De pronto, no fui capaz de pensar más que en el dolor
y la sequedad, y cuanto más lo contemplaba, más me dolía. Mi mano voló hacia mi
garganta, donde se pegó, adaptándose a ella, como si pudiera sofocar de ese
modo las llamas desde el exterior. Sentía la piel del cuello extraña bajo mis
dedos, tan suave que parecía blanda, pero sin embargo era dura como la piedra.
Edward dejó caer los brazos y me cogió de una mano,
tirando de ella con ternura.
—
Vamos a cazar, Bella.
Los ojos se me abrieron como platos y el dolor de la
sed cedió, mientras la sorpresa lo sustituía.
¿Yo? ¿Cazando? ¿Con Edward? Pero... ¿cómo? No sabía
qué hacer.
“Vendrá a ti
naturalmente," dijo Jasper. "A pesar de que toma un tiempo tener las
piezas en sintonía”.
“Y por supuesto que vas
a ir a cazar conmigo," sonrió Edward.
Él leyó la alarma en mi expresión y sonrió dándome
ánimos.
—
Es muy fácil, amor,
casi instintivo, así que no te preocupes, yo te enseñaré cómo. —Al ver que no
me movía, compuso esa sonrisa torcida suya y alzó las cejas—. Siempre tuve la
impresión de que te hubiera gustado verme cazar.
“Y ella estaba bajo la
impresión de que sería peligroso para ella estar en torno a ellos," Alice dijo.
"Parece que es difícil para ella llegar a un acuerdo con el hecho de que
ella es un vampiro ahora.”
Me eché a reír con una súbita explosión de buen humor
(parte de mí aun atendiendo maravillada al sonido como de repique de campanas)
mientras sus palabras me recordaban una nube brumosa de conversaciones humanas.
Y me llevó todo un segundo recorrer en mi mente aquellos primeros días con
Edward, el verdadero comienzo de mi vida, de modo que no los olvidara nunca. No
había esperado que me resultara tan incómodo recordar. Era como intentar buscar
algo a través del agua cenagosa. Ya sabía por la experiencia de Rosalie que si
pensaba a menudo en mis recuerdos humanos, no los perdería con el paso del
tiempo.
Rosalie pensó que Bella
estaba creando mejores recuerdos que ella, pero ella no iba a cambiar los suyos.
No quería olvidar ni uno solo de los minutos que había
pasado con Edward, ni siquiera ahora, cuando la eternidad se extendía ante
nosotros. Debía buscar la manera de asegurarme de que aquellos recuerdos
humanos quedaran pegados con cemento a mi infalible mente de vampira.
—
¿Vamos? —me preguntó
Edward, y alzó la mano para coger la mía, que aún reposaba en mi cuello. Sus
dedos repasaron mi garganta—. No quiero que le hagas daño a nadie —añadió en un
murmullo sordo. Un murmullo que antes nunca hubiera logrado escuchar.
“Me pregunto si quería
que me escuchara o no", reflexionó Edward. Tendría que acostumbrarse a su
ser vampiro.
—
Estoy bien —le contesté
para no faltar a mi hábito humano—. Espera. Primero hay algo...
En realidad no era «algo», sino tantas cosas. No había
podido hacer mis preguntas, y había cosas más importantes que el dolor.
“Sólo tú, Bella, sería
capaz de pensar eso", sonrió Edward.
Fue Carlisle el que habló ahora.
—
¿Sí?
—
Quiero verla, a
Renesmee.
Era extrañamente difícil decir su nombre. «Mi hija»,
estas palabras resultaban incluso complicadas de pensar. Todo parecía tan
lejano. Intenté recordar cómo me había sentido hacía tres días, y de modo
automático mi mano se liberó de la de Edward y se posó sobre mi barriga.
Estaba plana, vacía. Aferré la seda pálida que me
cubría la piel, sintiendo pánico de nuevo, mientras una parte insignificante de
mi mente registraba el hecho de que Alice debía de haberme cambiado de ropa.
“Por supuesto que sí.
Podría dejarte llena de sangre, ¿podría?" preguntó Alice. "Y ¿qué
quiere decir con insignificante?"
"Ella realmente
necesita ver a su hija..." Esme dijo, "lo más rápido posible”.
“Lo hará, pero creo que
lo mejor es que ella haga la caza primero por lo menos," dijo Carlisle.
“Sí... tienes razón,"
Esme acepto, pero ella podía entender el dolor de Bella en esta parte.
Sabía que ya no había nada en mi interior y recordaba
lejanamente la escena de la sangrienta extracción, pero la prueba física
resultaba todavía difícil de asumir. Todo lo que sabía hacer era seguir amando
a la pequeña pateadora que había estado dentro de mí. Pero en el exterior
parecía un producto de mi imaginación. Una fantasía elusiva, un sueño que era a
medias una pesadilla.
"¿Mitad pesadilla?"
Emmett cuestionó.
“Debido a que ella no
puede recordar... a pesar de que ella está tratando, no puede," dijo Esme
en voz baja.
Edward y Carlisle intercambiaron una mirada de
prevención mientras yo luchaba por salir de mi confusión. Los pillé.
—
¿Qué? —les exigí al
preguntar.
—
Bella —comenzó Edward
con voz tranquilizadora—, ésa no es una buena idea. Ella es medio humana, amor.
Su corazón late y corre sangre por sus venas. No querrás ponerla en peligro
hasta que tengas controlada de verdad tu sed, ¿a qué no?
Puse mala cara. Claro que no quería eso.
¿Es que estaba fuera de control? Confundida, puede que
sí. Me desconcentraba con facilidad, eso también, pero ¿peligrosa? ¿Para ella?
¿Para mi hija?
No estaba segura del todo de que la respuesta fuera
exactamente «no», así que tendría que ser paciente. Parecía difícil, porque
hasta que la viera de nuevo, no sería algo real para mí, sólo un sueño que se
desvanece... de una extraña...
“Estoy seguro de que va
a verla pronto," Carlisle dijo tranquilizadoramente mientras envolvía un
brazo alrededor de Esme.
—
¿Dónde está?
Escuché con atención y entonces pude percibir el
corazón que latía en el piso de abajo.
Podía oír la respiración de más de una persona,
silenciosas, como si ellos estuvieran escuchando a su vez. También se oía el
sonido de un fuerte latido, como el de un tambor, que no conseguía situar...
Y el sonido del latido de aquel corazón sonaba tan
húmedo y atractivo que la boca comenzó a hacérseme agua.
“Pero sin duda sería
mejor esperar un poco", dijo Emmett.
Así que sin duda tendría que aprender a cazar antes de
ver a mi bebé, mi extraña bebé.
“No, no me gusta ese apodo
en absoluto", dijo Emmett.
“Eso no era un
apodo," Rosalie dijo rodando los ojos.
—
¿Está con Rosalie?
—
Sí —respondió Edward en
tono cortante y me di cuenta de que había pensado en algo que le había
molestado.
Yo creía que Rosalie y él habían superado sus
diferencias, aunque, ¿había vuelto la animosidad que sentía el uno por el otro?
"¿Que ha pasado
ahora?" Esme preguntó, tratando de sonar normal, maternal. "Es mejor
para ustedes dos no estar luchando".
“Yo podría estar
molesto por el perro," dijo Edward con rigidez.
"Oh... bien
entonces," dijo Esme. Ella no iba a decir nada sobre eso.
Antes de que pudiera preguntar, él apartó las manos de
mi barriga plana, tirándome de ellas cariñosamente otra vez.
—Espera —protesté de nuevo, intentando concentrarme—.
¿Y qué pasa con Jacob? ¿Y con Charlie? Contadme todo lo que me he perdido.
¿Cuánto tiempo he estado... inconsciente?
Edward no pareció darse cuenta de la vacilación que
había experimentado en mi última palabra. En vez de eso, estaba intercambiando
otra mirada preocupada con Carlisle.
—
¿Qué es lo que va mal?
—
No es que algo vaya mal
—contestó Carlisle, enfatizando la última palabra de un modo extraño—. Nada ha
cambiado de modo sustancial, la verdad, y tú sólo has estado sin consciencia
durante unos días.
“Bueno, por lo menos
era una transformación rápida," murmuró Edward.
—
Ha sido bastante rápido
si se tiene en cuenta lo que suelen llevar estas cosas. Edward ha hecho un
trabajo excelente, bastante innovador: inyectar la ponzoña directamente en el
corazón ha sido idea suya. —Hizo una pausa para sonreír con orgullo a su hijo y
después suspiró—. Jacob sigue por aquí, y Charlie cree que aún sigues enferma.
Le hemos dicho que estás en Atlanta en estos momentos, realizándote algunas
pruebas en el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades. Le dimos un
número equivocado y se siente frustrado. Ha estado hablando con Esme.
“El pobre hombre,"
suspiró Esme.
—
Debería llamarle...
—murmuré para mis adentros, pero al escuchar mi propia voz, comprendí la
dificultad que esto supondría, porque no la reconocería y no lo tranquilizaría.
Y entonces se inmiscuyó la otra sorpresa anterior—. Espera un momento... ¿Jacob
está todavía aquí?
Edward y Rosalie
fruncieron el ceño.
Se intercambiaron otra mirada.
—
Bella —intervino Edward
con rapidez—. Hay muchas cosas en que pensar, pero tenemos que ocuparnos de ti
lo primero. Debes de estar pasando un mal rato...
“¿Por qué no hablarle
del perro?" preguntó Rosalie.
“Número Uno... ahora no
es el momento para eso," dijo Edward.
"¿Y numero
dos?" Alice cuestionó.
“No sé," dijo
Edward. "Pero estoy seguro de que mi yo del libro tiene otra razón."
Cuando señaló ese hecho, recordé la quemazón en mi
garganta y tragué de forma convulsiva.
—
Pero Jacob...
—
Tenemos todo el tiempo
del mundo para las explicaciones, cariño —me recordó con dulzura.
Claro. Podía esperar un poco para obtener las
respuestas, y me resultaría más fácil escuchar cuando el fiero dolor que me
producía aquella sed ardiente no dispersara mi concentración.
—
Vale.
—
Espera, espera, espera
—gorjeó Alice desde el umbral. Bailoteó avanzando dentro de la habitación,
graciosa y con aspecto soñador. Como me había sucedido con Edward y Carlisle,
me quedé atónita al verla realmente por primera vez. Era tan encantadora...
“Gracias, Bella",
sonrió Alice.
—
¡Me prometiste que yo
estaría presente la primera vez! ¿Y qué pasa si corréis cerca de algo que sea
reflectante?
“Alice... no es el
momento para esto", dijo Edward.
"Vamos, Edward.
Sólo le tomará un segundo," Alice puso los ojos.
"Lo que sea,"
suspiró Edward.
—
Alice... —protestó
Edward.
—
¡Sólo me llevará un
segundo! —y con esa afirmación, Alice salió disparada de la habitación.
Edward suspiró.
“Bueno, es bueno saber
que no cambiamos mucho, ¿verdad?", Bromeó Alice.
"Habla por
ti," Edward sonrió, y todo el mundo se rio de eso... Edward realmente
había cambiado mucho en el libro... y en esta habitación también.
—
¿De qué está hablando?
Pero Alice ya estaba de vuelta, acarreando un espejo
enorme de marco dorado desde la habitación de Rosalie que tenía casi dos veces
su tamaño y varias veces su anchura.
Apenas había notado la presencia de Jasper hasta este
momento. Había permanecido tan inmóvil y silencioso que no había vuelto a
reparar en él desde el momento en que le había visto seguir a Carlisle. Se
movió alrededor de Alice con idéntico sigilo sin apartar los ojos de la
expresión de mi rostro. Yo era el peligro allí.
"Vamos, Jazz,
relájate un poco," Alice rodo los ojos.
"Tu sabes que yo
no puedo hacer eso", se encogió de hombros Jasper.
Supe que estaría también comprobando el estado de
ánimo a mí alrededor, de modo que debió de percibir el sobresalto que experimenté
mientras estudiaba su rostro, mirándolo atentamente por primera vez.
Jasper suspiró ante
eso.
"Es una cosa
chocante de ver," dijo Rosalie, "pero uno se acostumbra."
“No lo hizo más fácil
para nosotros la primera vez que apareciste sin embargo," dijo Emmett.
"Yo estaba bastante disgustado cuando me di cuenta de que no estaban allí
para una pelea".
Las cicatrices de su vida anterior entre los ejércitos
de neófitos en el sur habían sido casi invisibles a mis imperfectos ojos
humanos. Sólo usando una luz intensa para darles relieve había podido
percibirlas.
Ahora que podía ver de verdad, las cicatrices eran el
rasgo dominante de Jasper. Resultaba difícil apartar la mirada de su cuello y
su mandíbula destrozados, y era difícil creer que incluso un vampiro hubiera
podido sobrevivir a todas aquellas marcas de dientes que le destrozaban la
garganta.
Alice se estremeció
ante eso, y Jasper envolvió un brazo para calmarla a su alrededor.
De forma instintiva, me tensé para defenderme.
Cualquier vampiro que viera a Jasper por primera vez habría experimentado la
misma reacción. Las cicatrices eran como una valla publicitaria que anunciaba
«¡Peligro!». ¿Cuántos vampiros habían intentado matar a Jasper? ¿Cientos,
miles? El mismo número que, sin duda, había muerto en el empeño.
“No, en realidad, no he
matado a cada uno de ellos," dijo Jasper. "Algunos fueron asesinados
por los vampiros con los que luchaba".
Jasper vio y sintió mi evaluación, mi cautela y sonrió
irónicamente.
—Edward me calentó la cabeza por no haberte puesto
delante de un espejo antes de la boda —dijo Alice, distrayendo mi atención de
su aterrador amante—. Y esta vez no me va a regañar.
—
¿Regañar? —preguntó
Edward con escepticismo, alzando una ceja.
—
Quizás estoy exagerando
un poco —murmuró ella de forma ausente, mientras volvía el espejo para que
pudiera mirarme.
“Y tal vez está
haciendo esto porque quiere verla ella por sí misma", se rio Emmett.
—
Yo diría más bien que
esto sólo tiene que ver con tu propia satisfacción de voyeur —contraatacó él.
“Sí... lo que
dijo," Emmett se rio más fuerte.
Alice le guiñó un ojo.
Sólo fui consciente de esta conversación con la parte
menor de mi cerebro. La parte más importante estaba absorta en la persona del
espejo. La criatura extraña que había en el cristal era indescriptiblemente
hermosa, tanto como Alice o Esme en todos sus detalles. Su contorno era fluido
incluso en reposo, y su rostro impecable era pálido como la luna contra el
marco de su pelo espeso y oscuro.
Tenía las extremidades esbeltas y fuertes, y su piel
relucía con sutileza, luminosa como una perla.
Edward estaba sonriendo
a esto. Ella decía cosas hermosas... por supuesto siempre hacía a él.
Mi segunda reacción fue de horror.
¿Quién era ella? A primera vista no podía reconocer mi
rostro en los suaves planos perfectos de sus rasgos.
¡Y sus ojos! Aunque hubiera debido esperarlo, esos
ojos todavía hacían que me atravesara un escalofrío de terror.
Edward trato de no
estremecerse un poco ante la idea de los ojos rojos de la sangre que tendría.
Mientras yo me estudiaba en el espejo y reaccionaba de
este modo, su rostro se mantuvo perfectamente sereno, como la talla de una
diosa. Sin que mostrara nada de la agitación que se revolvía en mi interior. Y
entonces se movieron sus labios llenos.
—
¿Y estos ojos?
—susurré, sin la más mínima gana de decir «mis ojos»—. ¿Cuánto tiempo estarán
así?
—
Se oscurecerán en unos
cuantos meses —repuso Edward con una voz dulce, consoladora—. La sangre animal
diluye el color con más rapidez que con una dieta de sangre humana. Primero se
volverán de color ambarino y más tarde, dorados.
¿Que mis ojos centellearían con esas despiadadas
llamas rojas durante meses?
“Oh... no te preocupe
por los ojos", dijo con un puchero Alice.
—
¿Meses?
El tono de mi voz se había elevado una octava a causa
de la tensión.
En el espejo, aquellas cejas perfectas se enarcaron
con incredulidad sobre los relumbrantes ojos escarlatas, más brillantes de lo
que había visto jamás.
Jasper dio un paso hacia delante, alarmado por la
intensidad de mi repentina ansiedad. Lo cierto es que conocía a los jóvenes
vampiros demasiado bien, así que, ¿presagiaría esta emoción algún mal paso por
mi parte?
"Yo no diría que
paso en falso," dijo Jasper. "Pero es un aumento de la emoción y que
podría ir por el camino equivocado."
Nadie contestó a mi pregunta. Yo retiré la mirada,
hacia Edward y Alice. Ambos tenían los ojos ligeramente desenfocados, en
reacción a la inquietud de Jasper, pendientes de lo que la había causado,
escaneando el futuro inmediato.
Inhalé otro profundo trago de aire, del todo
innecesario.
—
No, me encuentro bien
—les prometí. Mis ojos se desplazaron desde la extraña del espejo hacia ellos y
nuevamente hicieron el mismo recorrido—. Es sólo que... cuesta mucho hacerse a
la idea.
“Así que tiene el control
de sí misma," murmuró Jasper. "¿Me pregunto cómo lo está haciendo?".
Jasper frunció el ceño, poniendo de relieve las dos
cicatrices que tenía sobre el ojo izquierdo.
—
No lo sé —murmuró
Edward.
La mujer del espejo puso mala cara.
—
¿Qué pregunta es la que
me he perdido?
Edward sonrió ampliamente.
—
Jasper se pregunta cómo
lo haces.
Todo el mundo se rio de
eso.
—
¿Cómo hago qué?
—
Controlar tus
emociones, Bella —respondió Jasper—. Nunca había visto a un neonato hacer esto,
frenar una emoción en seco de ese modo. Estabas molesta, pero cuando viste
nuestra preocupación, la controlaste y recobraste el dominio de ti misma. Yo
estaba preparado para ayudar, pero no lo has necesitado.
"Es tan
increíble", dijo Jasper.
“Y, sin embargo, es tan
Bella," Alice terminó por él.
—
¿Y eso está mal?
—pregunté.
"Hablando de ser
Bella," Edward se rio.
Mi cuerpo se envaró de forma automática esperando el
veredicto.
—
No —repuso, pero su voz
era insegura.
Edward pasó su mano a lo largo de mi brazo, como si
intentase animarme a que me relajara.
—
Es admirable, Bella,
pero no lo entendemos. No sabemos cuánto durará.
Reflexioné durante una milésima de segundo. ¿Es que en
cualquier momento podría morder a alguien? ¿Convertirme en un monstruo?
No lo veía venir por ninguna parte. Tal vez no había
manera de anticiparse a una cosa como ésa.
—
Pero ¿qué es lo que
piensas? —preguntó Alice, algo impaciente ahora, señalando el espejo.
—
No estoy segura
—repliqué intentando evitar la cuestión y sin querer admitir lo muy asustada
que estaba.
"Oh, vamos,
piensas que eres hermosa," dijo Alice. "He oído que pensó eso en un
primer momento."
Me quedé mirando a aquella hermosa mujer con esos ojos
tan terroríficos, tratando de encontrar en ella algún rastro de mí. Había algo
en la forma de sus labios, si apartabas la belleza mareante, y era cierto que
el labio superior estaba algo desequilibrado, demasiado lleno para encajar
perfectamente en el inferior. Hallar este rasgo familiar me hizo sentir un
poquito mejor. Quizá también se encontraba allí el resto de mi persona.
Alcé la mano de forma experimental, y la mujer del
espejo copió mi movimiento, tocándose también el rostro.
"Er... sí sabe lo
que es un espejo, ¿verdad?" Emmett se rio entre dientes.
Sus ojos de color escarlata me observaban con cautela.
Edward suspiró.
Trasladé la mirada de ella a él, alzando una ceja.
—
¿Decepcionado? —le
pregunté, con mi voz cantarina impasible.
Él se echó a reír.
—
Sí —admitió.
"¡Edward!"
las tres chicas le gritaban.
"¿Cómo puedes
decir eso?" Esme gruñó. Fue una ocurrencia tan inusual que proviniera de
él que Edward se encogió un poco.
"No sé," dijo
Edward, levantando las manos.
“Eres un idiota",
susurró Alice.
"Lo siento,"
dijo Edward.
Sentí que la conmoción quebraba la máscara compuesta
de mi rostro, seguida inmediatamente del dolor de la herida.
Alice rugió. Jasper se inclinó de nuevo hacia delante,
esperando que saltara para morder.
Pero Edward les ignoró y envolvió apretadamente en sus
brazos mi nueva forma paralizada, presionando sus labios contra mi mejilla.
—
Esperaba que sería
capaz de leerte la mente, ahora que se parece más a la mía — murmuró.
“Argh," Alice
gimió y Rosalie y Esme continuaron mirándolo mal. "Eres el idiota más
grande".
—
Y aquí estoy, frustrado
como siempre, preguntándome qué será lo que anda fraguándose dentro de tu
cabeza.
De repente me sentí mucho mejor.
—
Ah, bueno —repuse con
ligereza, aliviada de que mis pensamientos continuaran siendo sólo míos—.
Supongo que mi cerebro nunca funcionará bien, pero al menos soy bonita.
Emmett se rio en voz
alta de eso.
Me iba resultando cada vez más fácil bromear con él
mientras me adaptaba, y también pensar de forma correcta. Volver a ser yo
misma.
Edward gruñó en mi oreja.
—
Bella, tú nunca has
sido sólo bonita.
“Ahora dices eso,"
se quejó Rosalie. "Después de hacerle pensar que estabas decepcionado en
su apariencia."
Entonces, su rostro se apartó del mío y suspiró.
—
Vale, vale —le replicó
a alguien.
—
¿Qué? —pregunté.
—
Estás poniendo a Jasper
más nervioso a cada minuto que pasa. No se relajará un poco hasta que hayamos
ido de caza.
“¿Por qué estás tan
nervioso, Jazzy?," preguntó Emmett.
“Debido a que Bella no
es normal..." se encogió de hombros Jasper. "Creo que eso me ha
puesto nervioso."
Observé la expresión preocupada de Jasper y asentí. No
quería morder a nadie aquí, si es que el momento se estaba acercando. Mejor
estar rodeada de árboles que de familia.
—
Vale, vámonos de caza
—acepté, mientras mi estómago se estremecía con un escalofrío producido por los
nervios y la anticipación.
Me solté de los brazos de Edward, que me envolvían,
tomé una de sus manos y le volví la espalda a la extraña beldad del espejo.
"Eso es
todo," dijo Rosalie, entregando el libro de Alice.