CAPITULO
17.
¿Qué
pinta tengo? ¿Es que parezco el Mago de Oz? ¿Qué es lo que quieres, mi cabeza o
mí corazón? Pues hala, tómalos, llévate todo lo que es mío.
TRADUCCIÓN: Alejandra Morales Rueda (BFF).
-“¿Cómo me veo? ¿Parezco el Mago de Oz? ¿Necesitas un cerebro? ¿Necesitas
un corazón? Anda, toma el mío, toma todo
lo que tengo.” Leyó Esme.
-¿Es ese todo el título del capítulo?- preguntó Emmett y Esme asintió con la cabeza,
frunciendo el ceño.
-Título corto,
entonces- agregó.
-¿Qué va a quitarle
entonces? -Preguntó Esme- pero nadie supo la respuesta de eso.
Tenía algo similar a un plan mientras corría hacia el
garaje de los Cullen. La segunda parte del mismo se centraba en el coche del
chupasangre durante mi viaje de vuelta.
Edward se estremeció por eso, pero
solo era un auto… un buen auto que él amaba… pero un auto al fin de cuentas… era mucho mejor estar lejos de Bella y él
bebe, si él estaba a punto de explotar.
-“No deberías”, Rosalie susurró, no era solamente un auto para ella.
Pulsé el botón del mando a distancia del vehículo y me
quedé a cuadros cuando me di cuenta de que el automóvil de luces parpadeantes
del que procedían los pitidos no era el Volvo de Edward, sino otro coche, uno
que destacaba y sobresalía en la larga hilera de vehículos que te hacían
babear, cada uno a su manera. ¿Perseguía algún propósito especial al entregarme
las llaves de un Aston Martin VI2 Vanquish o era pura casualidad?
Edward tragó saliva.
-Parece una casualidad
para mi - Emmett rio entre dientes.
No me detuve a considerarlo para no cambiar la segunda
parte de mi proyecto, por lo que me limité a dejarme caer sobre el suave
asiento de cuero y puse en marcha el motor mientras me peleaba con el volante,
que me rozaba en las rodillas. Cualquier otro día habría gemido de gusto al oír
el ronroneo de ese motor, pero en aquel instante lo único que podía hacer era
concentrarme a tope para ser capaz de conducirlo.
Encontré el botón de ajuste del asiento y me hundí hacia
atrás mientras le metía un pisotón al acelerador. El deportivo salió hacia
delante rápido como una bala.
Recorrí el estrecho y sinuoso camino en un periquete, pues
el coche respondía de tal modo que daba la impresión de que estuviera
conduciendo con la mente en vez de con las manos.
Atisbé durante unos instantes el lobuno rostro gris de Leah
asomado con desasosiego entre los helechos cuando salí del camino flanqueado
por la frondosa vegetación y me desvié hacia la autovía.
Me pregunto qué hará al
respecto la pequeña loba- Emmett dijo
entre dientes.
Durante unos segundos me pregunté qué pensaría y luego comprendí
que me importaba un comino.
-Hey, yo también.
Emmett dijo con orgullo.
-Eso no es nada para
estar orgulloso – Rossalie volteó los ojos.
Conduje hacia el sur, porque no tenía humor ni paciencia
para soportar tráfico, transbordadores o cualquier otra cosa que me exigiera levantar
el pie del acelerador. Aquél era mi maldito día de suerte, si se entiende por
fortuna tomar a doscientos por hora una autovía espaciosa sin indicios de un
solo poli ni de zonas de control de velocidad, de los que hay siempre en las inmediaciones
de los núcleos urbanos, donde no se puede rebasar los cincuenta por hora.
-No debería manejar tan
rápido- Esme dijo
-Si, sus reflejos no
son tan buenos como los nuestros, Emmett agregó. Él podría chocar.
Menudo bajonazo. Me habría venido bien una pequeña
persecución policial, por no mencionar que la licencia del coche estaba a
nombre de la sanguijuela.
Nah, pensaríamos en una
forma de acusar a alguien más- Emmett soltó
Seguro que se las habría arreglado para salir bien librado,
pero quizá le habría ocasionado algún que otro inconveniente. La única señal de
vigilancia con que me topé fue un pelaje marrón vislumbrado entre los bosques
que corrió en paralelo a mí durante unos pocos kilómetros en el área meridional
de Forks. Tenía toda la pinta de ser Quil. Y también debió de verme, ya que
desapareció al cabo de un minuto sin dar la voz de alarma. Me pregunté qué
habría sido de él antes de que me invadiera de nuevo una absoluta indiferencia.
-De él deberíamos preocuparnos- dijo Edward preocupado- Solo hay dos de
nosotros en casa.
Recorrí la larga autovía en forma de «u» de camino a la
ciudad, la de mayor tamaño que había podido pensar. Ésa era la primera parte de
mi plan.
Aquello parecía no acabar jamás, probablemente porque
seguía dando vueltas en un lecho de cuchillos afilados, pero la verdad es que
ni siquiera necesité dos horas antes de estar conduciendo por esa expansión
urbana descontrolada que era en parte Tacoma y en parte Seattle. Levanté en ese
momento el pie del acelerador, ya que no deseaba atropellar a ningún viandante.
El plan era una auténtica sandez y no iba a funcionar, pero recordaba las
palabras de Leah cada vez que me devanaba los sesos en busca de una solución a
mi dolor.
-¿Qué dijo Leah? - Emmett
preguntó
-El perro callejero
tratará de imprimarse en alguien, Rosalie dijo, su voz casi denotaba la esperanza de que él en realidad lo
hiciera.
«La imprimación te alejaría de ella, ya sabes, y ya no tendrías
que sufrir por su causa». Al parecer, lo peor del mundo no era quedarte sin
opciones. Lo peor que podía pasarle a uno era sentirse así.
-No... Te aseguro que
eso no es lo peor. Dijo Edward. Además, deberías saber que cualquier forma de
amor es tomar tus propias decisiones. No es decisión tuya imprimarte.
-Sí, toma como ejemplo
tu fijación por Bella, no es como que tengas mucha decisión a cerca de eso. Emmett
rio entre dientes y a Edward y a Rosalie no pareció gustarles mucho su comentario.
Pero yo había visto a todas las chicas de La Push y de la
reserva de los Makah y de Forks. Necesitaba ampliar el campo de acción de la
caza. Pero ¿cómo encontrar a tu alma gemela por azar en medio del gentío?
Bueno, para empezar necesitaba una multitud. Por eso estaba dando un garbeo en
coche a la búsqueda de un lugar adecuado. Pasé por delante de un par de centros
comerciales que probablemente habrían sido lugares estupendos para encontrar
chavalas de mi edad, pero no tuve cuerpo para detenerme. ¿De veras quería
experimentar la imprimación con una chica que se pasara todo el día metida en
un centro comercial?
-Entonces, no solamente quieres imprimarte en alguien rápido, también
eres exigente respecto al tema. Jasper
comentó entre risas.
-¿Qué hay de malo con
salir al centro comercial?, Alice resopló indignada.
Continué hacia el norte, donde había más y más gente. Al
final, encontré un enorme parque atestado de niños, familias, aficionados al
monopatín, ciclistas, chavales jugando a hacer volar una cometa, gente de
picnic y un poco de todo lo demás. Hacía un día estupendo, pero no me había
dado cuenta hasta ese momento. Brillaba el sol, y la gente había salido a
disfrutar de un día despejado. Dejé el deportivo en medio de dos plazas de
minusválidos, sólo mientras iba en busca de un ticket, y me uní a la multitud.
-Imbécil- Rosalie murmuró.
-… ¿y si alguien minusválido
viene y tú has tomado su lugar?- Esme frunció el ceño.
-Estoy seguro que no lo
hubiera hecho si hubiera pensando al respecto- Emmett comentó entre risas.
Estuve caminando por la zona un tiempo indefinido, pero se
me hizo eterno. Di tantas vueltas que el sol pudo cambiar de lado en el cielo.
Estudié la cara de todas las chicas que pasaron cerca de mí y me obligué a
mirarlas de verdad, a advertir cuál era guapa, cuál tenía ojos azules, a cuál
le favorecía el top de tirantes, y cuál se había maquillado en exceso. Hice un
gran esfuerzo para encontrar algo interesante en cada rostro, quería estar
seguro de que lo había intentado de verdad, y estuve pensando en cosas de este
estilo: «Esa chica tiene una nariz bien bonita»; «ésa debería apartarse el pelo
de los ojos»; «ésa de ahí, si tuviera un rostro tan bonito como los labios,
podría protagonizar anuncios de pintalabios...».
-No deberías notar nada
de eso- Carlisle dijo. Por lo menos, desde mi punto de vista, tan pronto ves a la chica, lo sabes, sin
importar como luce.
De un modo u otro, el resultado fue el de siempre: nada, no
sentí absolutamente nada ni siquiera cuando mis ojos se encontraron con los de
la tía más buena del parque (y probablemente de la ciudad) y ella me contempló
con un gesto especulativo que quizá fuera interés. Bueno, sí sentí algo, la
misma urgencia de buscar una salida a mi dolor.
-Porque belleza no es
lo que estás buscando- Carlisle dijo. Ni es la razón correcta para salir a
buscar tu alma gemela.
Comencé a percibir ciertos defectos en los semblantes a medida
que transcurría el tiempo, entendiendo por tales todo cuanto me recordaba a
Bella. Una tenía el mismo color de pelo. El parecido de los ojos de esa otra
era excesivo. Los pómulos de aquella otra se le marcaban en el rostro del mismo
modo. El ceño de la de ahí delante era igualito, lo cual me llevaba a
preguntarme cuál era su preocupación... Fue entonces cuando me rendí. Era una
estupidez rayana en la locura pensar que había elegido el lugar y el momento
oportunos y que iba a topar con mi alma gemela mientras daba un paseo sólo
porque estaba desesperado.
De todos modos, encontrarla allí iba contra la lógica. Si
Sam estaba en lo cierto, el mejor lugar para encontrar a mi compañera genética
era La Push, donde tenía más que claro que ninguna daba el tipo. Y si era Billy
quien tenía razón, entonces ¿quién sabía qué haría de mí un lobo más fuerte?
-"OH!" –Exclamó
Emmett al momento que ladeo su cabeza. ¿Es por
eso que no quieres estar con a una chica?
Edward ladeo la cabeza
al momento que Alice, Jasper y Esme se sorprendieron de la pregunta.
-No puedo creer que no
lo haya visto, murmuró Alice, por encima de todos aquellos comentarios que
pudiesen haber figurado. Eran fáciles de distinguir... ya que Edward siempre
tenía algún tipo de reacción
a ellos.
-Puedo ver porque te
sentirías de esa manera- Jasper susurró.
Anduve distraído de vuelta al coche. Me apalanqué sobre el
capó y estuve jugueteando con las llaves. Es posible que yo fuera eso que Leah
pensaba de sí misma, un punto muerto genético, algo que no debía pasar a la
siguiente generación
-Estoy de acuerdo, Rosalie mofó.
O también podía ser que mi vida fuera una broma macabra y
cruel y no hubiera forma de escapar al colofón de la misma.
—Eh, tú, el del coche robado, hola, ¿estás bien?
-Me agrada esta chica,
Emmett dijo con risas bajas.
Una chica de aspecto normal me estudiaba con la mirada.
Parecía un pelín ansiosa. Lo sabía porque reconocía su rostro, ya lo había
catalogado después de toda una tarde de mirarlas a todas: chica de piel blanca,
pelo rojo áureo y ojos color canela, con la nariz y las mejillas llenas de
pecas rojas.
—Si sientes remordimientos por haber mangado ese coche,
siempre puedes entregárselo a la poli — continuó ella, con una sonrisa tan
grande que se le formó un hoyuelo en la barbilla.
—No lo he robado, me lo han prestado —le espeté con una voz
espantosa, como si hubiera estado llorando o algo así. Patético, colega.
—Seguro que puedes alegarlo delante del juez.
Emmett rio a causa de
ese último comentario.
-No deberíamos dejarlo
ir al juzgado por esto, Esme dijo bruscamente.
— ¿Necesitas algo?
—En realidad, no. Oye, tío, que estaba de broma con lo del
coche. Es sólo que... Tienes pinta de estar preocupado y... Ah, perdona, me
llamo Lizzie —me tendió la mano y yo la contemplé hasta que la bajó—. De todos
modos, me preguntaba si podía ayudarte... —continuó, bastante más cortada—.
Antes, parecías estar buscando a alguien.
La chica señaló el parque con un gesto y se encogió de
hombros.
-Si, él buscaba a
alguien entre las chicas - Emmett contestó.
—Sí.
Ella esperó.
—No necesito ayuda alguna —suspiré—. Ella no está aquí.
-Interesante manera de plantearlo,
Jasper dijo. Lo hace sonar como que te levantaste a echar
un vistazo.
—Vaya, lo siento.
—También yo —murmuré.
Le dirigí una segunda mirada. Lizzie. Era mona y lo
bastante amable como para intentar echarle un cable a un desconocido gruñón con
pinta de estar como una regadera. ¿Por qué no podía ser ella? ¿Por qué tenía
que ser todo tan complicado? Una chica guapa, agradable y con aspecto de ser
divertida. ¿Por qué no?
—Es un deportivo precioso —comentó—. Es una auténtica
vergüenza que los hayan dejado de fabricar. Me refiero a que el diseño del
Vantage también es estupendo, pero hay algo que sólo lo tiene el Vanquish...
-"Vantage...lo que
sea," Rosalie volteó los ojos.
-"Vamos cachorro...
las chicas también saben de autos," Emmett comentó. "Es el tipo de
chicas que quieres mantener cerca."
Una chica agradable. Y encima entendía de coches. La caña.
La miré a la cara con más intensidad, muñéndome de ganas de saber cómo hacer
que funcionara lo de la imprimación. Vamos, Jake, imprímala ya...
-“Se le llama invitarla
a salir," Jasper dijo a tono bajo. No
tienes que imprimarla.
-Pero es lo único que
le ayudará con el dolor. Esme suspiró.
— ¿Qué tal se conduce...? —quiso saber.
—Mejor de lo que puedas imaginar —le aseguré.
Me dedicó una de esas sonrisas amplias adornada con un hoyuelo,
claramente complacida de haberme logrado sacar una respuesta medio civilizada.
A regañadientes, pero al final acabé por devolverle la sonrisa.
Pero la sonrisa de Lizzie no conseguía mitigar el dolor
infligido por los cuchillos afilados. No importaba lo mucho que lo intentara;
no iba a juntar los pedazos de mi existencia de ese modo.
Yo no era capaz de alcanzar ese estadio más sereno y cuerdo
en el que se hallaba Leah. Tampoco iba a ser capaz de enamorarme de una chica
normal, no cuando bebía los vientos por otra persona.
-No, en realidad no.
Esme susurró. No fue mi mejor viaje.
-Pero él debe de
limpiar su cabeza, levantar su orgullo después de la tradición de Eddy.
Emmentt dijo.
-Sigo sin entender cómo
es que podría pensar que Edward aceptaría a su familia como una tradición.
Alice puso los ojos en blanco.
Tal vez habría sido capaz de sobreponerme a toda la
aflicción y haber recompuesto mi vida si el corazón de Bella hubiera dejado de
latir diez años atrás. En tal caso, quizás habría podido invitar a Lizzie a dar
una vuelta en un deportivo y hubiéramos hablado de marcas y de modelos para
saber algo más sobre ella y descubrir si me gustaba como persona. Pero eso no
iba a suceder, ahora no.
La magia no iba a salvarme. Iba a tener que soportar el suplicio
como un hombre. Me tocaba aguantar.
Lizzie esperó, tal vez con la esperanza de que le ofreciera
dar esa vuelta, o tal vez no.
—Más vale que le devuelva el coche a quien me lo prestó
—murmuré.
—Me alegra saber que vas a ir por el buen camino —repuso
con una sonrisa. —Sí, me has convencido.
Me vio entrar en el coche, todavía con la preocupación
cincelada en el semblante, pues yo debía de tener la pinta de quien se va a
tirar por un barranco.
Edward se tensó ante
tal pensamiento. El no podía dejar de recordar el salto de Bella de aquel
acantilado.
Y quizá lo habría hecho si eso hubiera servido para un
hombre lobo. Ella se despidió con la mano mientras seguía el coche con la
mirada.
Conduje de manera mucho más prudente durante los primeros
kilómetros, pues no tenía prisa ni un destino adonde ir. Volvía a esa casa y a
ese bosque, al dolor del que había escapado. Regresaba a la angustia de pelear
a solas con esa criatura.
Vale, me estaba poniendo en plan folletín. No iba a estar
solo del todo, pero la cosa se presentaba chunga. Leah y Seth iban a tener que
pasarlo conmigo. Me alegraba que no fuera a durar mucho, porque el chaval no se
merecía que le arruinara la paz de espíritu para los restos; ni tampoco Leah,
claro, pero al menos se trataba de algo que ella comprendía. El padecimiento no
era ninguna novedad para ella.
Suspiré con fuerza al recordar lo que la joven Clearwater
quería de mí, sobre todo porque sabía que se iba a salir con la suya. Seguía
mosqueado con ella, pero no podía dar la espalda al hecho de que estaba en mi
mano hacerle la existencia más fácil, y ahora que la conocía mejor, pensaba que
de estar las tornas al revés, probablemente ella sí lo hubiera hecho por mí. Al
menos, sería tan interesante como extraño tener a Leah como compañera, y como
amiga, pues una cosa era segura, nos íbamos a meter el uno en la piel del otro,
y un montón. Ella no iba a dejar que me revolcara por los suelos de autocompasión,
y eso yo lo valoraba positivamente. Lo más probable era que yo necesitara a
alguien que me pateara las tripas de vez en cuando, pero a la hora de la
verdad, ella era la única amiga que tenía alguna oportunidad de comprender por
lo que yo estaba pasando.
Pensé en la caza matutina y en la proximidad de mentes que
habíamos alcanzado durante un momento.
No había estado mal. Era algo diferente. Asustaba un poco y
daba algo de corte, pero aunque fuera raro, no había resultado desagradable.
-¿Por qué no
simplemente te acercas a ella? -Edward murmuró. Algo que había estado pensando
pero no había querido decir en voz alta antes. ….-Gracias Emmett ahora todos saben
de su miedo.
Yo no tenía por qué estar solo del todo. Y también sabía
que a Leah le sobraban redaños para encarar conmigo los meses venideros. Meses
y años. Me cansaba sólo de pensarlo. Me invadía una sensación similar a la del
nadador que contempla el océano que ha de cruzar de una orilla a otra antes de
poder descansar otra vez. Con tanto tiempo por delante, y aun así, qué poco
faltaba antes de que comenzara todo. Quedaban tres días y medio antes de
empezar, antes de arrojarme a ese océano, y ahí estaba yo, malgastando el
escaso tiempo restante.
-Entonces, ¿alguien cree
que dudará sus tres y medio días?- Emmett preguntó. Apuesto a que solamente aguanta una hora más.
-¿Te das cuenta de que
estás hablando de la salud Bella justo ahora?-Edward siseo hacia él.
-"Er... olvídalo,"
Emmett exclamó.
Volví a conducir a toda pastilla.
Vi a Sam y Jared apostados como centinelas, uno a cada lado
del camino, mientras subía por la carretera que conducía a Forks. Se habían
escondido a conciencia entre el denso ramaje del sotobosque, pero les estaba
esperando y sabía qué buscaba. Los saludé con un asentimiento de cabeza cuando
pasé entre ellos sin que me preocupara lo más mínimo qué habrían hecho durante
mi día de viaje. También envié un saludo a Leah y a Seth cuando circulé a velocidad
moderada por el camino de acceso a la casa de los Cullen. Empezaba a oscurecer
y a este lado del estrecho los nubarrones eran espesos, pero fui capaz de ver
el brillo de sus ojos cuando reflejaron las luces de los faros. Más tarde se lo
explicaría todo. Me iba a sobrar tiempo.
Los pensamientos de
Emmett rondaban cerca de su comentario anterior y Edward no dejaba de mirarlo
por eso.
Me sorprendió que Edward me esperase en el garaje. No le
había visto separarse de Bella en días. Pero a ella no le había pasado nada
malo a juzgar por la expresión de su rostro. De hecho, su semblante era mucho
más tranquilo que los días de atrás. Se me formó un nudo en el estómago cuando
recordé de dónde procedía esa paz.
A pesar que las
palabras de Jacob fueron muy lúgubres, todos sonreían cosa que le hizo sentir
mayor paz a Edward.
Se me había olvidado la segunda parte del plan: estampar el
coche. ¡Qué mal! Bueno, probablemente tampoco habría tenido narices para
destrozar ese coche tan estupendo, y tal vez él se lo había imaginado, de ahí
que me lo hubiera prestado.
—Debemos hablar de un par de cosas, Jacob —me soltó en
cuanto apagué el motor.
Inspiré hondo y aguardé cerca de un minuto antes de salir
del coche y lanzarle las llaves.
—Gracias por el préstamo —contesté con acritud; al parecer,
debía devolver el favor- Cosa por la que Edward frunció el ceño, estaba seguro
que no era lo que él pensaba, sin embargo, era obvio que tenía algo en mente.
—En primer lugar, sé cuánto te revienta imponer tu
autoridad en la manada, pero...
-¿Que con su mandada?
Jasper preguntó. Entrecerrando sus ojos.
-No se… eso fue
inesperado, dijo Carlisle.
Pestañeé atónito. ¿Cómo se le ocurría hablar de eso ahora?
— ¿Qué...?
—Si no puedes o no quieres controlar a Leah, entonces yo...
-Leah! - Emmett rio. Me
pregunto que hizo ella… oh, Eddy, No podría haber sido tan malo viendo que solo
estas irritado. Él tuvo que agregar esa última parte puesto que Edward lo está
observando de Nuevo.
— ¿Leah? —Le interrumpí, hablando entre dientes—. ¿Qué ha
sucedido?
—Se presentó en casa para averiguar por qué te habías
marchado tan de repente —contestó con rostro severo—. Intenté explicárselo.
Supongo que no podía haber acabado bien.
— ¿Qué hizo?
—Cambió de fase y se convirtió en mujer para...
— ¿De veras? —le interrumpí, francamente sorprendido
-Debiste haberla
enfadado realmente, Emmett comentó entre risas.
¿Que Leah había bajado la guardia en la guarida del
enemigo? No daba crédito a mis oídos.
—Quería hablar con... Bella.
Todos los hermanos de
Edward rieron al respecto.
— ¿Con Bella?
—No voy a dejar que vuelva a desquiciarla —ahora sí, Edward
sacó toda la mala leche y el cabreo acumulados—. Me da igual que ella se crea
cargada de razones. No le hice daño, por supuesto, pero la expulsaré de la casa
si esto vuelve a suceder. Pienso tirarla de cabeza al río...
Hombre, en realidad desearía saber lo que ella acaba
de decir. Emmett rio.
Realmente debió haber
sido algo bueno. Jasper se unió a las risas.
—Aguarda. ¿Qué dijo?
Nada de aquello tenía sentido. Edward aprovechó que inspiraba
hondo para recobrar la compostura.
—Leah empleó un tono de innecesaria crueldad. No voy a
fingir que comprendo las razones por las que Bella no te deja ir, pero sé que
no se comporta de ese modo con el propósito de hacerte daño. Ella sufre por el
dolor que nos inflige a ti y a mí, al pedirte que te quedes. Las
recriminaciones de Leah estaban fuera de lugar y de tono, y Bella rompió a
llorar...
—Espera un momento... ¿Me estás diciendo que Leah se puso a
pegarle gritos a Bella por mí?
Ciertamente esto se está
volviendo una telenovela. Emmett dijo. No puedo esperar por ver lo que pasará
en seguida.
El vampiro asintió una
sola vez con brusquedad.
—Tuviste en ella una defensora de lo más vehemente. Vaya.
—Yo no se lo pedí.
—Lo sé.
Puse los ojos en blanco. Por supuesto que lo sabía, el telépata
estaba al tanto de todo lo que se cocía.
-Estúpido sabelotodo. Susurró Emmett
-Él se refiere a que lo sabe todo, excepto lo que piensa Bella. Alice
sonrió.
-Una Buena novela, una
corta. Emmett se emocionó inmediatamente.
Pero esto tenía que ver con Leah. Ver para creer. ¿Quién se
la habría imaginado metiéndose con su forma humana en la madriguera de los
chupasangres para quejarse por el mal trato que me daban?
—No puedo prometerte que vaya a controlar a Leah —repuse—.
No pienso hacerlo, pero sí tengo intención de hablar con ella muy en serio,
¿vale? Y no creo que se repita. Leah no es de las que se muerden la lengua y se
lo guardan dentro, así que probablemente lo habrá soltado todo hoy.
—Eso puedo asegurártelo.
—De todos modos, también hablaré con Bella. No ha de
sentirse mal, pues esto sólo tiene que ver conmigo.
—Ya se lo he dicho.
—Ya lo creo que se lo habrás dicho. ¿Se encuentra bien?
—Ahora duerme. Rose está con ella.
De modo que la psicópata ahora se llamaba «Rose». Él se había
pasado completamente al lado oscuro.
Todos, excepto Rosalie claro,
rieron al respecto.
Creo que es más como un
“se acercó al lado de la luz”, Alice sonrió.
Ignoró ese pensamiento y continuó enrollándose a gusto a la
hora de contestar a mi pregunta.
—En cierto modo, ahora se encuentra mejor, si dejamos a un
lado el ataque de culpabilidad que le provocaron las diatribas de Leah — ya mejor.
Los dos tortolitos estaban acaramelados ahora que Edward
podía oír al monstruo. Qué bonito—.
Eso ciertamente hace
mejor las cosas para ella. Dijo Rosalie
Es algo más que eso —continuó él con un hilo de voz—. Ahora
que puedo oír los pensamientos del bebé, sabemos que él, o ella, goza de unas
facultades mentales muy desarrolladas. Nos entiende, bueno, hasta cierto punto.
-"Wow,"
Carlisle dijo emocionado. -Me pregunto que significará eso.
-Significa que criar al
bebé a nuestra manera será probablemente fácil. Rosalie comentó.
-Talvez, sin embargo,
no sabemos qué tan desarrollado se encuentre el bebé. Carlisle dijo.
Me quedé boquiabierto.
— ¿Hablas en serio?
—Sí. Parece tener una vaga noción de lo que le hace daño a
la madre e intenta evitarlo lo máximo posible. El bebé ya la ama.
Edward esbozó una gran
sonrisa por eso, ¿Qué más podría pedir?
-Oh, Edward, Esme
sonrió como anticipo a un escalofrío que recorrió todo su cuerpo. Ella estaba
muy feliz por su hijo.
Le lancé una mirada fulminante, parecía que los ojos
estaban a punto de salírseme de las cuencas.
Debajo de ese escepticismo, identifiqué de inmediato el
factor clave. Edward había cambiado de opinión cuando el feto le había
convencido del amor que sentía hacia la madre. Él no podía odiar a lo que amaba
a Bella, y ésa era la razón por la que probablemente tampoco me odiaba a mí,
-Ese es uno de los
factores, dijo Edward. Sin embargo, yo no habría sido tentado a odiarte en
primer lugar, si no hubiese sido por Bella. "
Aunque, sin embargo, había una diferencia sustancial: yo no
la estaba matando.
-… Es que acaso, ¿no
puedes verlo de esa manera?, que probablemente el bebé este bien… que no es un monstro,
Esme gimió.
-No... él no está permitiéndose
verlo de esa manera. Dijo Carlisle.
El vampiro siguió a su bola, haciendo caso omiso de todos
aquellos pensamientos míos.
—El desarrollo es mayor de lo estimado, o eso creo. En
cuanto regrese Carlisle...
— ¿No ha vuelto el grupo de caza...? —le atajé de forma
abrupta mientras pensaba de inmediato en las siluetas de Sam y Jared, de guardia
en los arcenes de la carretera. ¿Tenían curiosidad por saber qué estaba
pasando?
—Alice y Jasper, sí. Carlisle envía toda la sangre conforme
la adquiere, pero esperaba conseguir más... Al ritmo que le crece el apetito,
Bella habrá consumido este suministro en otro día más a lo sumo.
Carlisle se ha quedado a fin de probar suerte con otro
vendedor. Yo lo considero innecesario, pero él desea cubrir cualquier
eventualidad.
— ¿Y por qué es innecesario? ¿Y si necesita más?
Vigilaba y estudiaba todos los detalles de mi reacción
cuando me lo soltó:
—Voy a intentar convencer a Carlisle para que saque al bebé
en cuanto regrese.
-Y ahí van sus tres y
medio días,… y la salud de bella es Buena. Emmett dijo con apenas el aire
suficiente.
— ¿Qué...?
—El pobre parece hacer todo lo posible por evitar
movimientos bruscos, pero le resulta muy difícil debido a lo mucho que ha
crecido. Esperar es una locura, pues el feto se ha desarrollado mucho más de lo
que había supuesto Carlisle. Bella es demasiado frágil para esperar.
El anuncio me dejó fuera de combate y tuve suerte de que no
se me doblaran las piernas. Antes había contado con que jugara a mi favor el
aborrecimiento que Edward le tenía a la cosa. Ahora, me daba cuenta de que
había considerado el plazo de cuatro días como algo hecho y seguro. Contaba con
ellos
-El obviamente no sabe
absolutamente nada acerca del embarazo. Esme susurró.
Edward esperó. Identifiqué otro cambio en su semblante
mientras me esforzaba por normalizar la respiración.
—Crees que va a conseguirlo —murmuré.
—Sí, de eso también quería hablar contigo —no logré
articular palabra, por lo que él siguió al cabo de un minuto—.
Edward ser encontraba sonriendo… sonriendo de verdad esta vez.
-¿Qué vas a
preguntarle? Emmett preguntó.
-En realidad no importa,
Edward frunció el ceño y continúo sonriendo.
-Sí —repitió—. Hemos esperado a que el feto se hubiera
formado del todo, lo cual ha sido una verdadera locura a juzgar por los
peligros... Cualquier dilación podría resultar fatal en este momento, pero no
veo razón para que todo acabe mal si adoptamos las medidas oportunas con
antelación y actuamos con rapidez. Conocer los pensamientos del bebé es de una
ayuda inestimable. Por suerte,
Bella y Rose están de acuerdo conmigo. Nada nos impide
actuar ahora que las he convencido de que el pequeño está a salvo si
procedemos...
— ¿Cuándo volverá Carlisle? —inquirí, todavía en voz baja,
pues no había recuperado el aliento.
—Mañana al mediodía.
Las piernas se me doblaron y me hubiera metido una galleta
contra el suelo si no me hubiera agarrado al coche. Edward hizo ademán de
tenderme las manos, pero luego se lo pensó mejor y bajó los brazos.
—Lo lamento de veras, Jacob, lamento el dolor que esto te
causa. Aunque me odies, he de admitir que no siento lo mismo hacia ti. Te
considero como un... pariente en muchos sentidos
-¿De verdad lo ves como
un hermano? Le preguntó Emmett a Edward
Pero Edward no le
escuchaba. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral cuando escuchó aquellas
palabras.
-Al menos, un hermano de armas, finalmente contestó Edward.
-Me apena tu sufrimiento más de lo que percibes, pero Bella va a sobrevivir
—añadió con una nota fiera e incluso violenta en la voz—, y yo sé lo mucho que
eso te importa...
Lo más probable es que tuviera razón. Era difícil de saber.
La cabeza me daba vueltas.
—Por eso, detesto hacer esto en el preciso momento en que
has de hacer frente a tantas cosas, pero hablando claro: se nos acaba el
tiempo. He de pedirte algo, suplicártelo si es preciso.
-Suenas tan dramático siempre cuando le hablas al cachorrito- Dijo
Jasper- demasiado formal.
—Ya no me queda nada —repuse con voz ahogada.
Alzó una mano de nuevo con la aparente intención de
ponérmela en un hombro, pero luego volvió a dejarla caer como antes y suspiró.
—Soy consciente de lo mucho que nos has dado —continuó—,
pero hay algo que tú y sólo tú puedes hacer. Le pido esto al verdadero Alfa de
la manada, Jacob, se lo ruego al heredero de Ephraim.
Callé, claro, como si estuviera yo para contestarle.
—Solicito tu permiso para desviarnos de los términos del
tratado sellado con Ephraim. Deseo tu permiso para hacer una excepción. Pido tu
autorización para salvar la vida de Bella. Sabes que lo haré de todos modos,
pero no quiero romper tu confianza si existe una forma de evitarlo. Jamás hemos
tenido intención de echarnos atrás en la palabra dada y no vamos a hacerlo
ahora, al menos, no a la ligera. Apelo a tu comprensión, Jacob, porque tú sabes
exactamente las razones que me impulsan a obrar. Deseo que la alianza entre
nuestros clanes sobreviva cuando esto concluya.
-Di que sí, cachorrito.
No quiero mudarme. Dijo Emmett.
Intenté tragar saliva.
Sam, pensé, necesitas a Sam.
—No. Sam ostenta una autoridad usurpada. La tuya es
auténtica. Nunca se la vas a arrebatar, lo sé, pero sólo tú puedes concederme
en buena ley lo que te estoy pidiendo
-Y de repente serás la autoridad sobre el funcionamiento de la mandad.
Comenzó Jasper.
-Aparentemente, dijo Edward mientras frunció el ceño.
Esa decisión no es cosa mía.
—Lo es, Jacob, y tú lo sabes. Tu palabra en este asunto nos
absolverá o nos condenará a todos. Eres el único capaz de concederme esto.
No lo sé. Soy incapaz de hilvanar dos ideas seguidas.
—No tenemos mucho tiempo —volvió la vista atrás, en
dirección a la casa.
No, no lo había. Mis días habían menguado hasta convertirse
en horas.
No sé. Déjame pensar. Dame un respiro, ¿de acuerdo?
—Sí.
Eché a andar en dirección a la casa y él me siguió. La
ligereza con la que me había puesto a caminar en la oscuridad con un vampiro
pisándome los talones se me antojó una locura, pero aun así, no me sentía incómodo,
la verdad. La sensación se parecía a caminar con cualquier otra persona, bueno,
cualquier persona que oliera mal.
-Justo atrás de ti - Emmett
dijo entre risas.
Se produjo un movimiento de ramas en los matojos del
lindero del bosque con el prado y luego sonó un aullido lastimero. Seth se
contorsionó para pasar entre los helechos y se acercó corriendo a grandes zancadas.
—Hola, chaval —murmuré.
Agachó la cabeza y yo le di unas palmadas en el lomo.
—Todo va de película —le mentí—. Luego te lo cuento.
Perdona que haya salido pitando de ese modo. Me dedicó una gran sonrisa.
—Ah, y le dices a tu hermana que se relaje un poco, ¿vale?
Ha sido suficiente.
Seth asintió una vez.
-No es como que te vaya
a hacer ningún bien. Emmett susurró.
—Vuelve al tajo —esta vez le empujé un poco en el lomo—.
Enseguida te lo explico con detalle.
Seth se frotó contra mis piernas y luego dio media vuelta
para salir disparado entre los árboles.
—Tiene una de las mentes más puras y sinceras que he leído
jamás —musitó Edward cuando el lobo hubo desaparecido—. Eres afortunado de
compartir sus pensamientos.
-Si, él es realmente un buen chico. Dijo Edward. Y un “mente abierta”.
—Lo sé —refunfuñé.
Reanudamos la caminata hacia el edificio. Alzamos la cabeza
en cuanto oímos el gorgoteo de alguien mientras bebía a través de una pajita. A
mi acompañante le entraron todas las prisas del mundo y se precipitó por las
escaleras del porche antes de perderse en el interior de la residencia.
—Bella, cielo, pensé que dormías —le oí decir—. Lo siento.
No me habría ausentado de haberlo sabido.
—No te preocupes. Me he despertado por culpa de la sed. Es
estupendo saber que Carlisle va a traer más sangre. El niño va a necesitarla
cuando esté fuera.
-Es cierto, Dijo
Carlisle. Necesitará algo así, sin embargo me pregunto si el podrá comer comida
humana también.
-El probablemente lo
hará, Dijo Edward, pero juzgando por lo que Bella está pasando creo que la
sangre será la parte más importante de su dieta.
—Cierto, bien pensado.
—Me pregunto si va a precisar de algo más.
—Supongo que no tardaremos en averiguarlo.
Traspasé el umbral.
—Al fin —dijo Rosalie.
Bella volvió los ojos hacia mí de inmediato y su rostro
quedó dominado por esa sonrisa suya tan irresistible, pero duró sólo un
instante; luego, le temblaron los labios y desapareció la alegría. A continuación,
apretó la boca, como si intentara no llorar.
-"Leah realmente
trabajó un buen número con ella. Emmett dijo.
-Argh, solamente está
estresando más a Bella. Rosalie gruñó.
Me entraron ganas de meterle un bofetón a Leah en esa
estúpida bocaza suya. —Hola, Bella —me apresuré a decir—. ¿Cómo va todo?
—Estoy bien —contestó.
—Ha sido un gran día, ¿no? Hay un montón de novedades.
—No tienes que hacerlo, Jacob.
—No sé de qué me hablas —repuse.
Me encaminé hacia el sofá y me senté en el brazo más
cercano a su cabeza. Edward ya se había sentado en el suelo. Bella me dirigió
una mirada de reproche.
—Lo siento t... —comenzó a decir.
Hice un gesto a modo de pinza con los dedos índice y pulgar
y le pellizqué los labios
Edward puso los ojos en blanco y Rosalie volvió a gruñir.
La intentona tuvo tan poca fuerza que me costó creer que lo
pretendiera de verdad. Negué con la cabeza.
—Te dejaré hablar cuando no seas estúpida.
—Vale, no lo diré —logró responder entre dientes.
Retiré la mano.
— ¡... tanto! —se apresuró a decir, y luego sonrió.
Edward y Alice soltaron
la carcajada a base de tal comentario.
Puse los ojos en blanco, pero le devolví la sonrisa, y
cuando le miré a los ojos, vi en ellos todo lo que había estado buscando en el
parque.
Mañana sería otra persona diferente pero, si las cartas
venían bien dadas, seguiría viva, y al fin y al cabo, eso era lo importante, ¿o
no? Ella me miraría con los mismos ojos, o casi. Sonreiría con los mismos
labios, más o menos.
-Bueno, ella no lo hará mañana….especialmente la parte de sonreír. Dijo
Emmett
Edward ladeo con tristeza su cabeza al respecto, no había nada que él
pudiese hacer respecto al dolor.
Ella seguiría conociéndome mejor que nadie, salvo los
telépata capaces de leerme la mente. Puede que Leah resultara una compañía
interesante e incluso una amiga de verdad, alguien dispuesto a dar la cara por
mí, pero no era mi mejor amiga, no del mismo modo que Bella. Si dejábamos a un
lado mi amor imposible hacia ella, existía también el vínculo de la amistad, y
me salía de lo más hondo.
Mañana podía ser mi enemiga o tal vez mi aliada, y por cómo
pintaba el asunto, una u otra cosa iba a ser decisión mía.
-Supongo que todos sabemos lo que dirá. Emmett dijo.
Suspiré.
De acuerdo, pensé, entregando lo último que me quedaba por
dar. Adelante, sálvala. Aquello me hizo sentir vacío. El heredero de Ephraim te
da su permiso y tienes mi palabra de que esto no va a ser considerado como una
vulneración del tratado. Los demás van a tener que echarme la culpa, pero
tienes razón, nadie puede negar que esté en mi derecho de dar esta aprobación.
-"Er... ¿Por qué
no lo entiendo? ¿No ese so lo que Sam dijo al principio del primer capítulo
sobre el punto de vista del cachorro? Preguntó Jasper. Él no pensó que la
transformación de Bella violara el tratado.
-Si pero, mucho ha
pasado desde aquella ocasión. Carlisle dijo. Es difícil decir lo que la otra
manada piensa justo ahora.
—Gracias —respondió Edward en voz tan baja que Bella no
pudo oírle.
Pero pronunció esa palabra con tal fervor que pude ver por
el rabillo del ojo cómo el resto de los vampiros se volvían a mirar.
—Bueno, ¿y qué tal te ha ido el día? —inquirió Bella,
haciendo un esfuerzo por que la pregunta sonara lo más informal posible.
—Estupendo. Di una vuelta en coche y luego estuve paseando
por un parque. —Suena bien.
—De primera.
De pronto, hizo un mohín.
— ¿Rose...?
— ¿Otra vez? —la Barbie soltó una risa nerviosa.
—Creo que me he bebido dos litros en la última hora —me
explicó Bella.
Edward y yo nos quitamos de en medio mientras Rosalie
acudía para alzar a Bella del sofá y llevarla al servicio.
— ¿Me dejáis caminar? —pidió Bella—. Tengo las piernas
agarrotadas.
— ¿Estás segura? —le preguntó su marido.
—Rose me sostendrá si me tropiezo, y es muy posible, porque
no me veo los pies con esta tripa.
-Y pasaba todo el
tiempo, incluso antes del embarazo. Emmett
rio.
Rosalie la incorporó con sumo cuidado y no retiró las manos
de los hombros de la embarazada, que alargó los brazos hacia delante e hizo una
ligera mueca de dolor.
—Qué bien me sienta... —suspiró—. Uf, estoy enorme —y era
cierto: estaba tremenda. La tripa parecía un continente propio e independiente
de Bella—. Aguanta un día más —dijo mientras se daba unas palmaditas en el
vientre.
De pronto, me abrumó una oleada de mortificante congoja, no
pude evitarlo, pero hice de tripas corazón para eliminar de mi rostro toda
huella de sufrimiento. Podía ocultarlo un día más, ¿no?
-Un día suena a demasiado tiempo para el también. Emmett sonrió
—De acuerdo, entonces. Yupi... Oh, no.
Bella había dejado el vaso encima del sofá, y acababa de
volcarse hacia un lado en ese mismo momento, derramando la sangre de intenso
color rojo sobre la tela blanca del asiento.
A pesar de que tres manos intentaron impedirle cualquier
movimiento, ella se encorvó inmediatamente y alargó la mano para recogerlo.
Se escuchó en la estancia una débil rasgadura de lo más
extraño. Provenía del centro del cuerpo de Bella. — ¡Oh! —jadeó. Entonces,
Bella perdió el equilibrio y se precipitó hacia el suelo
-¡No!, Edward jadeó, su vos denotaba pánico y él
se veía peor que en cualquier otra parte de este libro.
-Está bien, la tenemos.
Rosalie murmuró. Todo va a estar bien.
Rosalie reaccionó en el acto y la cogió, impidiendo su
caída. Y su esposo también estaba allí, con las manos tendidas por si acaso.
Todos habían olvidado el manchurrón del sofá.
— ¿Bella? —preguntó Edward con los ojos desorbitados y las
facciones dominadas por el pánico.
Bella soltó un grito medio segundo después.
Edward se puso tenso de
nuevo, y todos cayeron en pánico.
En realidad, no era un grito, era un alarido de dolor que
helaba la sangre en las venas. Un gluglú sofocó aquel horrísono bramido. Las
pupilas de sus ojos giraron hasta acabar mirando hacia el interior de las
cuencas mientras su cuerpo se retorcía y se doblaba en dos sobre los brazos de Rosalie.
Entonces, Bella vomitó un torrente de sangre.
-Ahí está, Dijo Esme, entregándole
el libro a Jasper y el rápidamente lo tomó y comenzó leer.
Gracias x el capítulo
ResponderEliminarmuy bueno, ojalá sigan con la continuación de los demás capítulos
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