CAPITULO 24: SORPRESA
Traducción: Lorena Espinosa
“Sorpresa” leyó Esme.
–¡Ah, no! ¡Eso de ninguna
manera! –sacudí la cabeza furiosamente y después lancé una mirada a la
sonrisita de suficiencia que mostraba el rostro de mi marido de diecisite años.
–Eso no cuenta. Hace tres días dejé de cumplir años y tendré dieciocho para
siempre.
“A ver… a esa lógica, puedo hacerla pedazos en dos partes” sonrió
Alice.
–Sea como sea –replicó Alice, despreciando mi protesta con un rápido
encogimiento de hombros, –vamos a celebrarlo, ¿queda claro?
Suspiré. Rara vez tenía
sentido discutir con Alice.
“Me alegra que se haya dado cuenta de eso” se rió Alice.
Cuya sonrisa se agrandó
hasta un punto rayano en lo imposible cuando leyó la rendición en mis ojos.
–¿Estás preparada para abrir
tu regalo? –canturreó ella.
–Regalos –la corrigó Edward,
y sacó otra llave de su bolsillo, más larga y plateada, con un lazo azul menos
aparatoso.
“Hum, es mi turno, Edward. Puedes darle tu regalo más adelante” Alice
hizo un puchero.
Luché por evitar poner los
ojos en blanco. Supe enseguida que esa debía ser la llave de mi coche de
“después”. Me pregunté si tendría que sentirme escitada, porque no parecía que
la conversión a vampiro me hubiera suscitado ningún interes repentino por los
coches deportivos.
“Tienes que conducir una primera vez para conseguirlo” dijo Esme
razonable.
–El mío primero –dijo Alice,
y le sacó la lengua, previendo su respuesta.
–El mio está más cerca.
–Pero mira cómo va vestida
–las palabras de Alice sonaron casi como un gemido. –Estoy sufriendo desde que
la vi por la mañana. Está claro que la mía es una cuestión prioritaria.
“¿Un vestido?” preguntó Emmett. “¿Por qué necesitaría una llave para
vestirse?”
“Ella está todavía en ese horrible vestido arruinado” gimió Alice al
mismo tiempo.
Todo el mundo se ró de la reacción de Alice y la cara que la
acompañaba.
Alcé las cejas mientras me
preguntaba cómo una llave podía proporcionarme ropa nueva.
"Ah... brillante pregunta, Bella" sonrió Emmett.
¿Es que me había comprado un
baúl lleno?
"Oh, lo poco que me ha reconocido" Alice sacudió la cabeza.
"No sería algo tan simple como eso."
–Ya sé qué vamos a hacer…
nos lo jugaremos –sugirió Alice. –Piedra, papel o tijeras.
"Monstruos de la mente" resopló Emmett ante eso.
Jasper se echó a reír entre
dientes y Edward suspiró.
–¿Por qué no nos dices
simplemente quién va a ganar? –inquirió él con ironía.
Alice mostró una sonrisa
deslumbrante.
–Yo, estupendo.
"Pues sí, con una actitud como esa, por supuesto que lo
haría" sonrió Alice.
–De todas formas, será mejor
que yo espere a mañana –convino Edward, que primero me dedicó una sonrisa
esquinada y después asintió hacia Jacob y Seth, que parecía como si fueran a
quedarse a dormir esa noche, me pregunté cuánto tiempo llevarían en pie esta
vez. –Creo que sería mucho más divertido si Jacob estuviera despierto cuando se
produzca la gran revelación, ¿no crees? Quizás así haya alguien que muestre el
nivel adecuado de entusiasmo.
"Parece que es posible que se lleven bien como con el
cachorro", se rió Emmett. "Y estas totalmente en lo correctoa esperar
la revelación"
Edward suspiró; Emmett tenía razón, parecía que le gustaba el perro.
Le devolví la sonrisa. Qué
bien me conocía.
–Hala –canturreó Alice.
–Bella, deja que Rosalie agarre a Ness… a Renesmee.
–¿Dónde suele dormir?
Alice se encogió de hombros.
–En los brazos de Rose, en
los de Jacob o en los de Esme. Ya te puedes hacer una idea. No creo que se haya
acostado en toda su vida. Se va a convertir en la semivampira más malcriada de
la historia.
"Esperemos que no se convierta en un palo de golf" rió
Emmett.
"Creo que va a tener suficiente Bella a continuación" sonrió
Edward.
Edward se echó a reír
mientras Rosalie tomaba a Renesmee con un gesto experto.
–También es la menos mimada
de todas las semivampiras del mundo –replicó Rosalie. –Eso es lo bueno de ser
única en su especie.
Luego, me dedicó una gran
sonrisa. Ese gesto me confirmó que todavá perduraba la camaradería establecida
entre nosotras. Había estado completamente segura de que duraría el tiempo en
que la vida de Renesmee hubiera dependido de mí.
"Parece que incluso Bella no estaba seguro acerca de ti, bebe"
Emmett se rió entre dientes.
"Yo sólo voy a tener que cambiar ese hecho, ahora ¿verdad?"
dijo Rosalie.
"Eh... ¿debería tener miedo?" preguntó Edward con inquietud.
Rosalie miró mientras Emmett se echaba a reír.
Pero quizás habíamos luchado
tanto tiempo en el mismo bando que ahora podríamos ser amigas para siempre. Al
final, yo había hecho la misma elección que ella si hubiera estado en mi lugar,
y eso parecía haber borrado todo su resentimiento por cualquiera de las otras
elecciones que yo pudiera haber tomado en el pasado.
"Las demás opciones no son importantes, esta si lo es" dijo
Rosalie.
Alice pso la emperifollada
llave en mi mano y me tomó del codo, empujándome hacia la puerta trasera.
–Vamos, vamos –gorjeó.
–¿Está afuera?
–Algo así –replicó Alice,
empujándome hacia el exterior.
Alice y Esme sonrieron a esta expectativa, tenían una buena idea de lo
que se venía.
–Disfruta de tu regalo –me
dijo Rosalie. –Es de todos nosotros, de Esme especialmente.
–¿No viene ninguno conmigo?
–me di cuenta de que nadie se había movido.
–Te daremos la ocasión de
que lo disfrutes a solas –replicó Rosalie. –Ya nos dirás que te parece… más
tarde.
Emmett soltó una gran
risotada. Algo en su risa me hizo sentir el deseo de ruborizarme, aunque no
estaba segura del porqué.
Emmett sonrió. A él le gustaba el sonido de eso.
Me percaté del sinnúmero de
cosas que no habían cambiado ni un ápice, como la profunda aversión a las
sorpresas y el disgusto por los regalos en general.
Edward suspiró.
"Supongo que eso es algo que esperabas habría cambiado" se
rió Jasper.
"Tal vez" admitió Edward con una sonrisa, "pero ella
sólo va a tener que acostumbrarse a los regalos."
Era un alivio y una
revelación descubrir cuántos de mis rasgos esenciales habían permanecido
conmigo en este cuerpo nuevo.
Continuaba siendo yo misma,
algo que no había esperado. Sonreí con verdadera alegría.
Alice me empujó el codo, y
no pude dejar de sonreír mientras la seguía a través de la noche de color
púrpura. Solo Edward no acompañaba.
–Ese es el entusiasmo que
buscaba –murmuró Alice con aprobación.
"No se trata sólo de su regalo, Enana" Emmett se rió entre
dientes.
"Hum" resopló Alice.
Entonces soltó mi brazo, dio
dos ágiles saltos y aterrizó al otro lado del río. –Vamos, Bella –me llamó
desde la orilla opuesta.
Edward saltó a la vez que
yo, y fue tan divertido como por la tarde. Quizás un poco más, porque la noche
transformaba todo, aplicándole nuevos y ricos colores.
Alice salió disparada en
dirección norte, y la seguimos. Era más fácil guiarse por el susurro del roce
de sus pasos contra el suelo y por el camino que dejaba su fresco aroma que por
el atisbo de su silueta entre la densa vegetación.
Ante algo que no pude ver,
se dio la vuelta y salió disparada hacia donde me había detenido.
–No me ataques –me previno y
saltó sobre mí.
"No sé si eso es sabio" dijo Jasper preocupado.
"Le dije que no me atacara" Alice se encogió de hombros, y
aunque él todavía estaba preocupado, no dijo más.
–¿Qué estás haciendo? –le
exigí, encogiéndome cuando saltó sobre mi espalda y me puso las manos sobre los
ojos. Sentí la necesidad de sacudírmela de encima, pero la controlé.
"Si no tuviera ese control raro..." murmuró Jasper.
"Pero yo sabía lo que ella hizo" dijo Alice. "Y estoy
segura de que vi que esto funcionaría perfectamente bien."
–Asegurándome de que no
puedes ver nada.
–Puedo ocuparme de esto sin
tanto teatro –ofreció Edward.
–Tú la dejarías hacer
trampas. Tómala de la mano y condúcela hacia adelante.
"Sí, Eddy es un tramposo. Buen punto, Enana" Emmett se rió
entre dientes.
–Alice, yo…
–No fastidies, Bella. Vamos
a hacer esto a mi manera.
Sentí como los dedos de
Edward se entrelazaban con los míos.
–Son solo unos segundos más,
Bella. Después se largará a maltratar a otro.
"Idiota" Alice le sacó la lengua y él se encogió de hombros
con una sonrisa.
Me empujó hacia delante y yo
me dejé llevar sin resistencia. No me daba miedo darme un golpe contra un
árbol, ya que en ese caso, sería el árbol quien sufriera las consecuencias.
–Podías ser un poco más
agradecido –le recriminó ella. –Al fin y al cabo es tanto para ti como para
ella.
–Eso es cierto. Gracias de
nuevo, Alice.
–Vale, vale, está bien –la
voz de Alice repentinamente sel alzó llena de emoción. –Detente aquí. Vuélvela
un poco hacia la derecha. Sí, vale, así. Estupendo, ¿estás preparada? –chilló.
–Sí, lo estoy –se percibían
en aquel lugar nuevos olores que despertaron mi interés y aumentaron mi
curiosidad. No eran aromas propios de l más profundo de un bosque. Madreselva,
humo, rosas y… ¿aserrín? También algo metálico. La riqueza del olor de la
tierra fértil, recién cavada y expuesta al aire. Me incliné hacia el misterio.
"Oh ... Yo sé lo que es" dijo Emmett.
"Eso es bueno, Em... estás finalmente en la misma página que el
resto de nosotros" bromeó Jasper.
Alice saltó bajándose de mi
espalda, y apartó las manos de mis ojos.
Miré fijo hacia la oscuridad
violácea. Allí, acurrucada en un pequeño claro del bosque, había una casita de
campo hecha de piedra gris lavanda que refulgía a la luz de las estrellas.
El chalé pertenecía a aquel
lugar; tanto era así que parecía como si hubiera surgido de la misma roca, como
si fuese una formación natural. La madreselva cubría una de las paredes, una
celosía subiendo hasta llegar a cubrir las gruesas tejas de madera. Unas rosas
tardías de verano florecían en un jardín del tamaño de un pañuelo bajo las
oscuras ventanas profundamente incrustadas en la pared. Había un caminito de
piedras planas que refulgían en la noche con un reflejo de color amatista.
Conducía a la pintoresca puerta de madera en forma de arco.
Esme sonrió. Había estado pensando en eso mientras estaban leyendo y se
acordó de la vieja casa de campo que siempre pasaba. Todo lo que necesitaba era
un poco de trabajo... trabajo que, al parecer, habían hecho.
Cerré la mano en torno a la
llave que sostenía, sorprendida.
–¿Qué te parece? –inquirió
Alice con una voz suave que encajaba a la perfección con la inigualable
serenidad de la escena, como la de un cuento infantil. Abrí la boca, pero no
fui capaz de articular palabra.
–Esme pensó que nos gustaría
tener un lugar para nosotros solos durante un tiempo, pero no quería que nos
fuéramos demasiado lejos –murmuró Edward.
"Definitivamente parece como si necesitaría una después de ese
viaje de caza" Emmett se rió cuando movió las cejas.
–Y ya sabes que le encanta
tener cualquier excusa para renovar cosas. Este sitio, tan pequeño llevaba casi
un siglo cayéndose a pedazos.
Continué con la mirada fija,
con la boca abierta como si fuera un pez.
–¿Te gusta? –la expresión
del rostro de Alice se vino abajo.
"No se preocupes enana... Creo que a ella le gusta" dijo
Emmett.
"Ella no está actuando como si le gustara" se quejó Alice.
–Quiero decir que, si
quieres, podemos arreglarla de otra manera completamente distinta. Emmett
quería que le añadiéramos unos cientos de metros, con un segundo piso, columnas
y una torre, pero Esme pensó que la casa te gustaría más si mantenía el mismo
aspecto que se suponía que debía tener –empezó a alzar la voz y a acelerarse.
–Si estaba equivocaba, podemos ponermos otra vez manos a la obra, no creo que
nos llevara mucho…
–¡Chist! –conseguí exclamar
por fin.
Ella apretó los labios y
esperó. Me llevó varios segundos recobrarme.
–¿Me estás regalando una
casa por mi cumpleaños? –susurré.
–Todos nosotros –me corrigió
Edward. –Y no es más que una cabaña. Creo que la palabra “casa” implica algo
más de espacio.
–No te metas con mi casa –le
susurré.
"Sí… a ella le gusta" Alice aplaudió y Esme sonrió.
La sonrisa de Alice
relumbró.
–Te gusya.
Sacudí la cabeza.
–¿Te encanta?
Asentí.
–¡No puedo esperar a
contárselo a Esme!
"¿Por qué no estabas allí?" preguntó Emmett. "Pensé que
te gustaría haber visto esto."
"Lo haría" dijo Esme "pero creo que es mejor darles un
poco de privacidad."
"Alice está ahí" señaló Emmett.
"Bueno, Alice no sabe cómo dar a nadie privacidad... especialmente
si hay una sorpresa en la que está involucrada" Jasper se rió entre
dientes.
–¿Por qué no ha venido ella?
La sonrisa de Alice se
desvaneció un poco, torciéndose de un modo que expresaba que mi pregunta era
difícil de contestar.
–Bueno, ya sabes… todos se
acuerdan de cómo eres con los regalos. No querían presionarte mucho para que
dijeras que te gustaba.
Todo el mundo se rió de la posibilidad de que realmente esa sea la
razón.
"Todavía pienso que me gustaría darles un poco de privacidad"
dijo Esme, sonriendo.
–Pero si me encanta de
verdad. ¿Cómo podría no gustarme?
–A ellos sí que les va a
gustar –me dio unas palmaditas en el brazo. –De cualquier modo tienes el
armario hasta arriba. Úsalo con la cabeza, y… creo que eso es todo.
Jasper sacudió la cabeza. Tenía una buena idea acerca de lo que el
armario iba a ser.
–¿No vas a entrar?
Ella dio un par de zancadas
hacia atrás como si lo hiciera de forma casual.
–Edward conoce bien todo
esto. Ya me pasaré… más tarde. Llámame si no sabes cómo combinar la ropa.
"Ella no va a llamar" rió Emmett.
"Y no creo que vaya a vestir de la forma que deseas" añadió
Edward.
"Eso sólo significa que voy a tener que trabajar con ella"
dijo Alice. "Tengo el resto de ustedes para vestir adecuadamente,
¿verdad?"
"Creo que Bella podría ser un poco más terca que el resto de
nosotros" señaló Emmett.
"No voy a dejar que nada me detenga" se encogió de hombros Alice. "Disfruto de un
desafío."
Me arrojó una mirada
dubitativa y después sonrió. –Jazz quiere ir de caza. Nos vemos.
Salió disparada entre los
árboles como una grácil bala.
–Qué extraño –comenté en
cuanto se desvaneció del todo el sonido de su carrera. –¿De verdad soy tan
mala? No tendrían que haberse quedado atrás. Ahora me siento culpable. Ni
siquiera le he dado las gracias de forma adecuada. Vamos a volver, a decirle a
Esme…
"Ella es tan dulce" sonrió Esme.
–Bella, no seas tonta. Nadie
piensa que seas tan irrazonable.
"No estoy seguro de eso" dijo Emmett y todo el mundo se rió,
después de haber pensado lo mismo.
–Entonces, que…
–Su otro regalo es que
podamos tener un poco de tiempo para nosotros solos. Alice intentaba sugerirlo
de forma sutil.
"Y eso realmente lo fue" dijo Emmett. "La enana...
siendo sutil!"
"Puedo ser sutil" hizo un puchero Alice.
"En comparación con Em ... sí, se puede" bromeó Edward.
Alice y Emmett hicieron una mueca.
–Ah.
Eso fue todo lo que hizo
falta para que desapareciera la casa. Podríamos haber estado en cualquier otro
lugar. No veía ya ni los árboles ni las piedras ni las estrellas. Sólo a
Edward.
"Agradable" se rió Emmett.
"Me gusta eso" Edward sonrió ampliamente.
"No estoy seguro de lo que haga" dijo Jasper. "No puedo
entender como esto te hace excesivamente feliz Edward."
Edward no dejaría que eso le molestara en este momento.
–Déjame que te enseñe lo que
han hecho –me instó, tirándome de la mano.
¿Acaso no se daba cuenta del
modo en que una corriente eléctrica parecía recorrer mi cuerpo como si tuviera
la sangre llena de adrenalina?
Una vez más sentí que había
perdido el equilibrio, y esperé a que mi cuerpo reaccionara de un modo que ya
era imposible. En circunstancias normales, mi corazón estaría ahora
atronándonos de forma ensordecedora, como si fuera una máquina de vapor a punto
de atropellarnos. Y mis mejillas se habrían puesto de un brillante color rojo.
Edward suspiró, todavía muy feliz, pero lo hizo pensando en su imagen.
Por otro lado, tendría que
haberme sentido agotada. Ese había sido el día más largo de mi vida.
"Y nunca va a terminar" sonrió Emmett.
Me eché a reír, apenas una
pequeña y suave risita de asombro, cuando me di cuenta de que ese día no
terminaría nunca.
Emmett sonrió.
"Es curioso cómo a menudo Em dice algo que hace Bella" dijo
Alice. "Quiero decir, ella es más inteligente y Emmett es .."
"Hey" Emmett puso mala cara y la miró a la vez.
"Yo sé lo que quieres decir" Edward se rió.
–¿Qué tal si me cuentas el
chiste?
–No es muy bueno que digamos
–repliqué, mientras él me conducía hasta la pequeña puerta en arco.
"Pero todavía quiero oírlo" dijo Edward.
"Sí, él quiere oír todo de ti" sonrió Alice.
–Simplemente estaba pensando
que hoy es el primer y último día de la eternidad. Me resulta muy difícil
asumir esa idea, incluso con todo el espacio extra que hay en mi mente –me eché
a reír de nuevo.
Edward y Emmett rieron ante eso.
Él también coreó mis risas.
Luego, con un gesto de invitación, tendió la mano hacia el picaporte para que
yo hiciera los honores de entrar la primera. Metí la llave en la cerradura y le
di la vuelta.
–Te lo estás tomando todo
con tanta naturalidad, Bella, que a veces se me olvida lo nuevo que debe de
resultar todo esto para ti. Me gustaría oírlo –se inclinó y me recogió en
brazos tan rápido que apenas lo vi venir… y mira que eso era difícil.
Edward y Emmett se rieron de nuevo.
–¡Eh!
–Los umbrales son parte de
mi trabajo –me recordó.
“Idiota” le dijo Alice.
–Tengo curiosidad. Dime qué
te ronda por la cabeza en estos momentos.
Abrió la puerta, que chirrió
de forma casi inaudible, y dio un paso hacia el interior del pequeño salón de
piedra.
–Pues le estoy dando vueltas
a todo –contesté –ya sabes, y todo a la vez. A las cosas buenas, a las
preocupantes, a las que son nuevas… y al modo en el que he ido acumulando
superlativos en la cabeza. Justo en estos momentos estaba pensando que Esme es
una artista, ¡todo ha quedado tan perfecto…!
Esme sonrió ante eso; feliz de que Bella estaba contenta con la casa de
campo.
El salón de la cabaña
parecía sacado de un cuento de hadas. El suelo era un desigual edredón de
suaves piedras planas. El techo bajo exponía las vigas de modo que alguien tan
alto como Jacob seguramente se hubiera dado un golpe. Las paredes eran de
cálida madera en algunos lugares y un mosaico de piedras en otros. La chimenea,
colocada en una esquina en forma de colmena, mostraba los rescoldos de un
llameante fuego lento. Lo que se quemaba era madera de deriva, y por eso las
llamas se veían azules y verdes, debido a la sal.
Estaba amueblado de forma
ecléctica, con piezas que no conjuntaban entre sí, pero sin perder por ello la
armonía: una silla tenía un aspecto vagamente medieval, la baja otomana
contigua al hogar era de estilo contemporáneo, y la estantería llena de libros
situada junto a la ventana más lejana me recordaba a algunas películas
realizadas en Italia. De algún modo, cada pieza encajaba con las otras como si
fuera un gran rompecabezas tridimensional. Había unas cuantas pinturas en las
paredes que reconocí como algunas de mis favoritas de la casa grande. Eran
valiosos originales, sin duda, pero también parecían pertenecer a ese lugar,
como todo lo demás.
Cualquiera habría dado por
cierta la existencia de la magia en un paraje donde no hubiera sido sorpresa
alguna vez a Blancanieves con una manzana en la mano o a un unicornio
mordisqueando los rosales.
"¡Sería increíble!" dijo Emmett.
Edward siempre había pensado
que él pertenecía al mundo de los cuentos de terror, pero claro, yo sabía que
estaba del todo equivocado. Era obvio que él correspondía a este lugar, un
cuento de hadas.
"Muy cierto" dijo Esme, Alice y Rosalie le sonrieron.
"Yo no lo llamaría un cuento de hadas" murmuró Edward.
"No, esto es mejor que un cuento de hadas" dijo Alice.
"Esto va a suceder."
"No creo que esto puede suceder... no de esta manera" dijo
Edward.
"No de esta manera, pero de alguna manera, estoy segura de que
esto suceda," dijo Alice. "Vas a encontrar la manera de hacer que
todo esto funcione."
"Voy a tratar" Edward sonrió ante la idea.
Y ahora yo compartía el
cuento con él.
Estaba a punto de aprovechar
el hecho de que él no había vuelto a ponerme sobre mis pies, y de que su rostro,
enloquecedoramente hermoso, estaba a pocos centímetros del mío, cuando dijo:
–Tenemos suerte de que Esme
pensara en añadir una habitación más. Nadie había planeado que apareciera Ness…
Renesmee.
Le puse mala cara, y mis
pensamientos adquirieron un rumbo mucho menos agradable.
–Tú también… –me quejé.
Todo el mundo se rió de eso.
–Lo siento, mi amor. Ya
sabes, lo he estado oyendo en sus pensamientos todo el tiempo. Se me ha pegado.
"Por lo tanto, ¿lo estás culpando?" Emmett miró burlonamente
a su hermano.
"Es mejor que culparme" Edward se encogió de hombros, riendo.
Suspiré. Mira que ponerle a
mi bebé el nombre de una serpiente marina.
Emmett se estaba riendo por eso.
Quizá ya no tenía remedio.
Bueno, de todos modos yo no pensaba rendirme.
"Por supuesto que no" sonrió Edward.
–Estoy seguro de que te
mueres por ver el armario. O al menos, eso será lo que le diga a Alice para que
se sienta bien.
Alice hizo una mueca; aunque también tenía esperanzas (y dudas) de que
Bella viera el armario.
–¿Debería asustarme?
–Más bien aterrorizarte.
Me llevó a lo largo de un
estrecho pasillo de piedra con pequeños arcos en el techo, como si estuviéramos
en nuestro propio castillo en miniatura.
–Es la habitación de
Renesmee –comentó, señalándome con un asentimiento una estancia vacía con un
suelo de madera clara. –No han tenido mucho tiempo de decorarlo, porque con
todos esos licántropos cabreados…
"Estoy segura de que vamos a remediar eso en algún momento"
sonrió Esme.
Me eché a reír entre
dientes, asombrada de cómo ahora todo estaba bien, cuando apenas una semana
antes había sido como una pesadilla.
Maldito fuera Jacob por hacerlo
todo perfecto pero de esta manera.
"Sí ... ¿Cómo se atreve a hacer las cosas perfectas?" dijo
Emmett.
"Se hace más difícil para ella estar enfadada con él" dijo
Edward con frialdad.
–Aquí está nuestro cuarto.
Esme intentó trasladar algo de su isla hasta aquí, supuso que nos traería
buenos recuerdos.
La cama era grande y blanca,
con nubes vaporosas como telarañas flotando del dosel hasta el suelo. El
luminoso suelo de madera armonizaba con el de la otra habitación, y comprendí
que imitaba con notable precisión el color de una playa virgen. Las paredes
eran del blanco casi azulado de un día brillante y soleado y la pared trasera
tenía grandes puertas de cristal que se abrían a un pequeño y recóndito jardín.
Había un pequeño estanque redondo, tan liso como un espejo, rodeado de piedras
relucientes y rosas que escalaban las paredes. Un diminuto océano en calma solo
para nosotros.
–Oh –fue todo lo que pude
decir.
Emmett se rió de eso.
–Lo sé –susuró él.
"¿Cómo sabías que a ella le gustaba?... todo lo que dijo fue oh"
dijo Emmett. "Y no es que ella no te pueda engañar."
"La conozco" sonrió Edward.
Estuvimos allí quietos
durante un minuto, recordando. Aunque aquellos recuerdos eran humanos y por lo
tanto nebulosos, absorbieron mi mente por completo.
El mostró una amplia y
reluciente sonrisa y después rompió en carcajadas.
–El armario está detrás de
esas puertas dobles. Te lo aviso… es más grande que esta habitación.
"Alice" dijo Esme con cariño, sacudiendo la cabeza. "No
creo que vaya con el resto de la decoración."
"¿Y qué?" Alice se encogió de hombros. "Es necesario.”
Ni siquiera eché una ojeada
a las puertas. En esos momentos no había nada en el mundo nada más que él, con
sus brazos doblados debajo de mi, su dulce aliento en mi rostro y sus labios
apenas a centímetros de los míos; y tampoco había nada que pudiera distraerme,
fuera un vampiro neonato o no.
–Le vamos a decir a Alice
que salí disparada a ver los vestidos –le susurré, retorciendo los dedos dentro
de su pelo y acercando mi rostro al suyo, –y también que me pasé jugando a
probármelo todo. Mentiremos.
Todo el mundo se rió de eso, incluso Alice.
"Definitivamente, estoy de acuerdo con eso" sonrió Edward.
"Como si ella podría realmente dejar que me mientas" Alice
puso los ojos en blanco. "Pero esto es una excusa aceptable."
Él captó mi estado de ánimo
al instante, o quizás es que ya estaba de ese humor y que solo estaba
intentando que disfrutara a tope de mi regalo de cumpleaños, como un caballero.
"Estoy seguro de que es lo segundo" sonrió Edward.
Emmett ahora estaba haciendo pucheros y Edward le sonrió; fue uno de
los comentarios que Emmett no llegaría a decir.
Atrajo mi rostro contra el
suyo con una repentina fiereza y un bajo gemido en la garganta. Ese sonido
lanzó una corriente eléctrica a través de mi cuerpo hasta ponerme casi
frenética, como si no pudiera acercarme a él lo suficiente ni lo bastante
rápido.
Escuché como se desgarraba
la tela bajo nuestras manos, y me alegré de que mis ropas, al menos, ya
estuvieran destrozadas. Para las suyas fue demasiado tarde. Me pareció casi
maleducado ignorar la bonita cama blanca, pero no tuvimos tiempo de llegar
hasta allí.
"¡Así se hace, Eddy!" animó Emmett.
Edward rodó los ojos, pero estaba mirando con aire satisfecho.
Esta segunda luna de miel no
fue como la primera.
El tiempo vivido en la isla
había sido el mejor de mi vida humana, el mejor de todos. Había estado
dispuesta a alargar mi vida como humana solo para poder prolongar lo que tenía
con él durante un poco más de tiempo, porque sabía que la parte física de
nuestra relación no iba a volver a ser igual nunca más.
Debería haber adivinado,
después de un día como este, que iba a ser incluso mejor.
La sonrisa de Edward era tan grande; que ni siquiera podía oír los
intentos de su hermano tratando burlarse.
Ahora podía apretarlo de
verdad, ver con propiedad casa una de las líneas de su rostro perfecto, cada
ángulo y plano de su cuerpo esbelto e impecable con la precisión de mis nuevos
ojos. Podía saborear también su puro y vívido olor con la lengua y sentir la
increíble sedosidad de su piel marfileña bajo la sensible punta de mis dedos.
También mi piel mostraba la
misma sensibilidad bajo sus manos.
Era una persona desconocida
por completo la que estrelazaba su cuerpo con el mío, con una gracia infinita,
en el suelo del color pálido de la arena. Sin precaución, sin restricción
alguna. Y también sin miedo, sobre todo, eso. Podíamos hacer el amor juntos,
participando ambos activamente. Por fin, como iguales.
La sonrisa, seguía siendo tan amplia como antes, aunque estaba más
contenido ahora.
Del mismo modo que había
sucedido antes con sus besos, su contacto también era ahora mucho mejor que
aquel al que me había acostumbrado. Edward se había controlado tanto… No podía
creer todo lo que me había perdido.
Intenté no olvidar que era
más fuerte que él, pero resultaba difícil concentrarse con esas sensaciones tan
intensas que, a cada segundo, atraían mi atención en un millón de lugares
distintos de mi cuerpo. Si le hice daño, él no se quejó.
"Sí, bueno, todos sabemos que Eddy le gusta un poco el dolor"
rió Emmett.
Una parte muy, muy pequeña
de mi mente consideró el interesante acertijo que suponía esta situación. No me
iba a sentir cansada jamás, ni él tampoco. No debíamos detenernos para
recuperar el aliento, descansar, comer o incluso usar el baño, puesto que no
teníamos las mundanas necesidades humanas. Edward tenía el cuerpo más hermoso,
más perfecto del mundo y era todo para mí. Y yo no me sentía precisamente como
si pudiera llegar el momento en que se me ocurriera pensar, “bueno, ya he
tenido bastante por hoy”. Siempre iba a querer más y ese día no iba a acabarse
jamás. Así, en una situación como esta, ¿Cómo ibamos a parar?
"Wow, ¿eso es algo en lo que pensar, ah Eddy?" Emmett se rió
entre dientes.
"Supongo que sí" sonrió Edward.
No me molestó en absoluto
desconocer la respuesta.
Me di cuenta (o algo así)
cuando el cielo comenzó a iluminarse. Nuestro pequeño océano de fuera cambió
del negro al gris y una alondra empezó a cantar en algún lugar muy cercano, como
si tuviera su nido entre las rosas.
–¿Lo echas de menos? –le
pregunté cuando terminó de cantar.
No era la primera vez que
habíamos hablado, pero tampoco es que estuviéramos manteniendo una conversación
hilada, ni mucho menos.
"¿En serio? Sonaba como si estuvieran hablando todo el
tiempo" se rió Emmett.
–¿Echar de menos, qué?
–murmuró él.
–Todo eso: el calor, la piel
blanda, el olor sabroso… Yo nada añoro, pero me estaba preguntando si no te
entristecería a ti el haberlo perdido.
"Realmente no pienso que estoy perdiendo algo" dijo Edward.
Se echó a reír, un sonido
bajo y lleno de dulzura.
–Sería difícil encontrar a
alguien menos triste que yo en estos momentos. Te diría que es casi imposible.
No hay mucha gente que consiga todo lo que desea, además de otras cosas con las
que ni siquiera había soñado, y encima en el mismo día.
Edward parecía que estaba de acuerdo con la evaluación de su yo del
libro.
"Ella realmente ha hecho eso" le sonrió Carlisle.
–¿Estás evitando la
cuestión?
Él presionó su mano contra
mi rostro.
–Eres cálida –repuso.
Eso era cierto, al menos en
un sentido. Para mí, su mano también resultaba cálida. No era lo mismo que
tocar la piel ardiente como una llama de Jacob, pero sí más agradable. Más
natural.
Deslizó los dedos muy
lentamente por mi rostro, hacia abajo, siguiendo con levedad el contorno de mi
mandíbula hasta mi garganta y después más abajo aún hasta llegar a mi cintura.
Los ojos casi se me pusieron en blanco otra vez.
–Eres suave.
Sentí sus dedos como satén
contra mi piel, de modo que comprendí lo que quería decir.
–Y en cuanto al olor, bueno,
yo no diría que lo echo de manos. ¿Recuerdas el olor de aquellos excursionistas
cuando salimos de caza?
"Es realmente notable lo que hiciste ..." dijo Jasper.
"O debería decir, lo que vas a hacer. Al estar tan cerca de un ser humano
cuando te debe haber causado un dolor inimaginable."
"Eso va de nuevo a la cosa dolor" se rió Emmett. "Apuesto
a que le encantaría que Bella..."
"Basta" dijo Esme, antes de que Emmett pueda decir algo más.
"Vale la pena" dijo Edward.
–Estoy haciendo un gran
esfuerzo para no recordarlo.
–Imagínate besando eso.
Mi garganta ardió en llama
como si hubiéramos tirado de la cuerda de un globo con aire caliente.
–Oh.
–Precisamente. Así que la
respuesta es no. Estoy lleno de alegría, porque no echo nada de menos. Nadie
tiene más que yo ahora.
Estuve a punto de informarle
de la única excepción a esta afirmación, pero mis labios estuvieron de nuevo
ocupados con rapidez.
Cuando el pequeño estanque
adquirió un tono perlado con el amanecer, pensé en hacerle otra pregunta.
–¿Cuánto durará todo esto?
Quiero decir, Carlisle y Esme, Em y Rose, Alice y Jasper… no se pasan el día
encerrados en sus habitaciones. Tienen una vida pública, vestidos todo el
tiempo –me retorcí para pegarme más a él, lo que era algo parecido a un
cumplido; en realidad, para dejar bien claro de qué estaba hablando. –¿Es que
esta… ansia se acaba alguna vez?
–Eso es difícil de decir.
Todo el mundo es distinto y, bueno, tú eres de lejos la más diferente de todos.
El vampiro neonato medio está demasiado obsesionado con la sed para notar
alguna otra cosa durante un tiempo. Esto no parece aplicarse a ti.
"Ella no quiere volver a ser normal" dijo Emmett, y todo el
mundo se echó a reír.
Volviendo a ese vampiro
medio, después del primer año, aparecen otras necesidades. En realidad, ni la
sed ni cualquier otro deseo desaparecen. Es simplemente cuestión de aprender a
equilibrarlos, a priorizarlos y manejarlos…
–¿Cuánto tiempo?
Él sonrió, arrugando un poco
la nariz.
–Los peores fueron Rosalie y
Emmett. Me llevó una década larga poder soportar acercarme a ellos a menos de
un radio de dos kilómetros.
"Lo siento," dijo Emmett, no lo sentía en absoluto. "A
pesar de que fue sólo una década..."
Edward puso los ojos en blanco.
–Incluso Carlisle y Esme
tenían dificultades para digerirlo. De hecho, expulsaban a la pareja feliz de
vez en cuando. Esme les construyó una casa también. Era más grande que esta, ya
que Esme sabía lo que le gusta a Rose igual que ha adivinado lo que tú preferirías.
"Y los hombres no importan en absoluto" se rió Alice.
–Así que… ¿unos diez años,
entonces? –estaba bastante segura de que Emmett y Rosalie no tenían nada que
ver con nosotros, pero podría haber sonado como una fanfarrona si pretendía
alargar la cosa más de una década.
"En tus sueños, hermanita" rió Emmett.
–¿Después todo el mundo se
vuelve normal? ¿Cómo son ahora?
Edward sonrió de nuevo.
–Bueno, no estoy seguro de
lo que consideras normal. Tú has visto a mi familia desenvolverse en una vida
que casi podríamos considerar humana, pero te has pasado las noches durmiendo
–me guiñó un ojo. –Cuando no tienes que dormir hay una cantidad tremenda de
tiempo disponible, lo cual hace bastante fácil… equilibrar tus intereses.
Existe un motivo por el cual yo soy el mejor músico de la familia, o por el
cual, aparte de Carlisle, soy el que más libros ha leído, o por el que puedo
hablar con fluidez la mayoría de los idiomas. Puede que Emmett te haya hecho
creer que soy un sabelotodo porque leo la mente, pero la verdad es que he
tenido más tiempo libre que el resto.
"Oh" dijo Emmett. "Tienes un punto ahí."
Nos echamos a reír a la vez,
y el movimiento que provocaron nuestras carcajadas tuvo como consecuencia cosas
bastante interesante por el modo en el que nuestros cuerpos estaban conectados.
Y dimos por concluida la conversación de forma muy eficaz.
"Me pregunto..." Emmett comenzó con una enorme sonrisa.
"Ese es el final del capítulo" Esme le dio el libro a Jasper
mientras miraba a Emmett.
aaaaaa¡¡¡¡¡ gracias a las doosss¡¡¡¡¡ vos por publicarlo, y vos lore por traducirlo¡¡ gracias de verdad¡¡¡ me hace mucha ilucion terminarlo¡¡ :-)
ResponderEliminarEstoy desesperada, es estresando leer un capitulo cada tanto tiempo, ya quiero leer el siguiente, y quiero ver como se toma Emmett que Bella le gane enpulso!!!
ResponderEliminarYeyyyyy, gracias por la traducción lore en serio que me moría por leer la continuación y estaré esperando con ansias a la siguiente ente actualizacion
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