ALERTA, EXCESO DE
INFORMACIÓN.
“Alerta, exceso de información” leyó Emmett.
Me había pegado un buen madrugón y llevaba
mucho tiempo en pie cuando despuntó el alba. Apenas si había dado unas cuantas
cabezadas recostado de mala manera sobre un lateral del sofá, pues Edward me
había despertado cuando le subió la fiebre a Bella, que tenía coloretes en las
mejillas, y ocupó mi lugar a fin de hacer descender la calentura con su baja
temperatura corporal. Me desperecé y decidí que ya había descansado lo
suficiente como para ponerme a hacer algo.
—Gracias —me dijo Edward en un susurro al
leerme las intenciones—.
Saldrán hoy si la ruta está despejada.
—Te tendré al tanto.
Fue una gozada volver a mi naturaleza
animal. Tenía el cuerpo agarrotado después de haberme tirado sentado tanto
tiempo. Troté a buen paso para sacarme de encima los calambres.
¾ Buenos días, Jacob, me saludó Leah.
¾ ¿Estás levantada? Guay. ¿Cuánto hace que se marchó Seth?
¾ Todavía sigo aquí, contestó él, soñoliento. Ya me iba. ¿Qué necesitas?
¾ ¿Te queda gasofa en el cuerpo para otra horita?
“Oh…
deberías dejarlo ir a dormir,” Esme se preocupó.
“Realmente
sería mejor que nos fuéramos cuanto antes,” dijo Carlisle.
“Es
un mal momento para salir,” dijo Jasper. “La velocidad es el factor clave.”
¾ Cuenta con ello, sin problema.
Seth se puso en pie de inmediato y se
sacudió la pelambrera.
¾ Vamos a hacer la ruta larga, le informé a Leah. Seth, encárgate del perímetro.
¾ Trabaja perímetro.
El joven Clearwater inició un trote muy
ligero y se marchó.
¾ Salimos a hacerles otro recadito a los vampiros, ¿no?, se quejó su hermana.
¾ ¿Te supone eso un problema?
¾ No, por supuesto. No veas cómo me pone mimar a nuestras
apreciadas sanguijuelas.
¾ Bien, veamos lo rápido que somos capaces de correr.
¾ Estupendo, eso me ha animado del todo.
Leah se hallaba en el extremo más oriental
del perímetro. No quiso avanzar todo recto y acortar el camino para evitar
cualquier cercanía a la casa de los vampiros y se mantuvo pegada a la línea
mientras marchaba a mi encuentro. Yo eché a correr hacia el este; sabía que, como
me relajara un segundo, ella acabaría adelantándome incluso aunque ahora le
llevara ventaja.
¾ Arrima la nariz al suelo y olfatea, Leah. Esto no es una
carrera, sino una misión de reconocimiento.
¾ Soy capaz de hacer ambas cosas y de darte un cabezazo.
“Bien,
ella definitivamente tiene la actitud arrogante de los lobos abajo,” Emmett se rió entre
dientes.
“Correcto,
¿y que hubieras dicho en su posición?” preguntó Jasper.
“Ehhhh…”
Emmett sonrió.
Eso debía concedérselo.
¾ Lo sé.
“No…
no le concede nada,” Emmett resopló.
Ella se echó a reír.
Seguimos un sendero zigzagueante a través
de las montañas orientales. Conocíamos la zona como la palma de la mano, pues
la incorporamos a nuestra zona de patrulla para proteger mejor a la gente del lugar
cuando los Cullen se marcharon, hacía cosa de un año,
“Ja,
rompieron el tratado de una forma diferente, también,” dijo Emmett.
“En
realidad, el tratado solo es válido mientras estamos en la zona de Forks,”
corrigió Carlisle. “Tenían todo el derecho de patrullar su tierra.”
aunque nos vimos obligados a retrasar la línea
tras la vuelta de los vampiros. Según el tratado, esa tierra era suya, lo cual
ahora no tenía valor alguno para Sam, para quien el acuerdo ya no existía. La
cuestión a día de hoy era hasta qué punto estaba dispuesto a extender sus
fuerzas.
¿Tenía intención de acosar a algún miembro
de la familia Cullen y darle caza en su tierra?, ¿Había dicho Jared la verdad o
se estaban aprovechando del silencio existente entre las dos manadas?
Nos adentramos más y más en la sierra sin
hallar rastro alguno de los otros lobos; sólo encontramos alguna pista antigua
de vampiros, pero ahora que me pasaba todos los santos días respirando sus
efluvios me resultaban muy familiares esos aromas.
Me topé con una fuerte concentración de
señales recientes en un camino en particular por el cual habían ido y venido
todos los Cullen, salvo Edward. Un motivo para reunirse que debía de haber
pasado a la historia cuando Edward regresó con su esposa, embarazada y
agonizante. Rechiné los dientes. Fuera lo que fuera, no tenía nada que ver
conmigo.
“¿Me
pregunto de qué se trataba?”, dijo Alice.
“Tengo
un par de ideas,” dijo Esme pensativa, permitiendo a su mente imaginar algo que
ella querría darle a Edward y su nueva esposa. Ella sonrió ante eso y ella estaba a
punto de entrar en modo de planificación cuando Emmett comenzó a leer de nuevo.
Leah no me adelantó, aunque podía haberlo
hecho perfectamente. Yo prestaba más atención a cualquier posible olor nuevo
que a una carrera. Caminó a mi costado derecho, me acompañó sin echarme ningún
sprint.
¾ Nos hemos alejado bastante, comentó.
¾ Cierto. Si Sam ha merodeado en busca de algún vampiro
desprevenido y solo, deberíamos habernos cruzado ya con su rastro.
¾ Ahora mismo tiene más sentido que se atrinchere ahí abajo,
en la reserva, opinó Leah.
“Estoy
de acuerdo,” dijo Jasper. “Sin la sorpresa de su parte, esta es su mejor
estrategia por el momento,”
¾ Es consciente de que estamos dando a las sanguijuelas un refuerzo
tal que no va a ser capaz de sorprenderlos. En realidad, esto no pasa de ser
una simple precaución. No queremos que nuestros preciosos chupópteros se
arriesguen sin necesidad.
“Y
lo aprecio,” Emmett se rio entre dientes.
¾ Pues no, admití al tiempo que hacía caso omiso al sarcasmo.
¾ Hay que ver, cómo has cambiado, Jacob, ¡qué giro de ciento
ochenta grados!
“Si,
él parece haber cambiado mucho en estos últimos capítulos,” señaló Esme.
“Mucho
más maduro,” Jasper estuvo de acuerdo.
“Excepto
cuando le está lanzando cuencos a Rose,” se rió Alice.
¾ Tampoco tú eres la misma Leah de siempre, la que conocí y
tanto quise.
¾ Cierto. ¿Te resulto menos molesta que Paul?
¾ Sorprendentemente, sí.
¾ Ah, qué dulce es el éxito.
¾ Felicidades.
Continuamos el avance en silencio. Lo más
probable era que hubiera llegado el momento de dar media vuelta, pero la idea
del regreso no nos seducía a ninguno de los dos, ya que nos sentíamos muy a gusto
correteando sin rumbo por el bosque; estábamos hasta las narices de andar
olfateando el mismo círculo todo el rato. Poder estirar las patas por un
terreno escarpado era un gustazo. Se me ocurrió que quizá podríamos cazar algo
durante la vuelta, pues no teníamos prisa alguna.
“Excepto
que estas impidiendo ir a dormir a Seth,” dijo Esme bruscamente.
“Y
sería bueno tener claro a donde ir,” dijo Jasper impacientemente.
Leah estaba muerta de hambre.
¾ Nam, ñam, pensó la loba con amargura.
¾ Eso son manías tuyas, le repliqué.
“Si,
si dejaras de ser tan mental, estaría bien,” Emmett se rio silenciosamente.
“Actualmente,
eso está más o menos bien,” dijo Edward, “pero no mental como en locura, sino
mental como en ella está pensando demasiado.”
“Aburrido,”
dijo Emmett y comenzó a leer de nuevo.
¾ Los lobos se alimentan de la caza. Es lo natural y además
sabe bien. Si no te emperrases en verlo desde una perspectiva humana...
¾ Corta el sermón, Jacob. Si hay que cazar, cazaré, pero no
tiene por qué gustarme.
“Ah…
pero debes tomar el sabio consejo de tu fiel líder,” se rió Emmett.
¾ Claro, claro, acepté sin complicarme la vida. Si le
apetecía sufrir, ése era su problema.
Ella no comentó nada durante algunos
minutos, hasta que me empezó a rondar por la sesera la posibilidad de
volvernos.
¾ Gracias, me espetó Leah sin venir a cuento. Su tono era diferente.
¾ ¿Por...?
¾ Por dejar que me quede, por aceptarme. Te has portado
conmigo mejor de lo que tenía derecho a esperar, Jacob.
¾ Eh, vale. En realidad, tu presencia no me ha fastidiado
tanto como yo pensaba.
“Ciertamente
tiene facilidad de palabra, ¿no?,” Emmett se rió entre dientes.
Ella soltó un bufido, pero había en él una
nota traviesa.
¾ ¡Menuda recomendación...!
¾ Que no se te suba a la cabeza.
¾ Vale, si tú no dejas que se te suba a ti lo que voy a
decirte.
“Sea
lo que sea no se lo digas,” dijo Rosalie, “porque eso es exactamente lo que
pasará.”
Hizo una pausa de un segundo. - Creo que eres un buen Alfa. No te
desenvuelves como Sam, tienes un estilo propio, pero eres digno de ser seguido,
Jacob.
Me quedé a cuadros, y tardé un momento en
recobrarme lo suficiente como para ser capaz de contestar.
¾ Vaya, gracias. No sé si seré capaz de contener la euforia.
¿Cómo se te ha ocurrido todo eso?
La loba no respondió en ese momento, por
lo que tuve que seguir el hilo de sus pensamientos. Leah cavilaba sobre el
futuro y recordaba lo que yo había dicho a Jared la mañana anterior, cuando le
aseguré que este lío iba a terminarse enseguida. Le había prometido que, tras
la marcha de los Cullen, mi intención era regresar a los bosques y que ella y
Seth regresaran a la manada.
“¿Actualmente
vamos a dejarlos?” preguntó Emmett.
“No
parece como si fuéramos a ser bienvenidos nunca más,” dijo Carlisle con
tristeza. “Por supuesto, siempre existe la posibilidad de que suceda algo que
cambie eso.”
“¿Cómo
qué?” preguntó Emmett.
Carlisle
miro a Edward y sabía que este era un pensamiento que su hijo no quería que la
gente supiera, él estuvo preocupado sobre esto. “No puedo estar seguro.”
“Pero
tienes teorías,” dijo Emmett a sabiendas.
“No
siempre,” sonrió Carlisle y Emmett rodó los ojos, pero dejó pasar el tema.
¾ Querría quedarme contigo, me dijo.
“Ah…
justo lo que querías, ¿eh perrito?” Emmett se rió, ignorando totalmente la gravedad de hace
unos segundos.
“Aun
así, puedo ver a donde se dirige,” dijo Jasper. “El ambiente de la otra manada
no era adecuado para ella. Puede oírse en el tono… ser parte de la manada del
perro le ha ayudado tremendamente,”
El estupor me corrió patas abajo y me
encasquilló las articulaciones. Ella continuó avanzando hasta que se percató de
que me había dejado atrás, momento en que echó el freno y regresó con paso
lento hacia mi posición.
¾ Prometo no ser un incordio. No pulularé a tu alrededor. Tú
irás adonde te venga en gana y yo haré otro tanto. Sólo deberás soportarme
pacientemente cuando ambos seamos lobos. Leah caminaba de un lado para otro,
moviendo la larga cola gris con nerviosismo. Además, es posible que eso no
ocurra a menudo, pues planeo dejarlo tan pronto como consiga dominarlo...
“Me
preguntó cuánto tiempo tomaría,” dijo Carlisle, pensando que tendrían que ser
un par de años, por lo menos, pero más como cinco a diez años. Por supuesto él
lo estaba juzgando por el hecho de que ella era nueva todavía con el cambio,
solo habían pasado unos pocos meses desde que sucedió, después de todo. Se
necesitaría más tiempo para aprender primero como controlar el cambio y luego
tratar de detenerlo…
Carlisle
continuó pensando en esto, pero Emmett había comenzado a leer de nuevo en ese
punto.
No supe qué responderle.
¾ Soy más feliz ahora que formo parte de tu manada de lo que
lo he sido en años.
¾ Yo también quiero quedarme contigo, pidió Seth.
Emmett
se rió entre dientes. “Sí, mantén al cachorro también… él es un buen chico para
tener alrededor.”
Hasta ese momento no me había fijado en
cuánta atención nos estaba prestando mientras corría por el perímetro.
¾ Me gusta esta manada.
¾ Eh, un momento. Esto no va a continuar siendo una manada
por mucho tiempo, Seth. Intenté poner en orden las ideas a fin de que le sonaran
convincentes. Ahora tenemos un objetivo,
pero yo voy a llevar una existencia de lobo cuando todo esto acabe.
“Él
tiene razón en eso,” dijo Emmett. “No importa que desalentadora sea la manada
de Sam, regresará.”
¾ Eres un tío legal, la clase de persona que siempre tiene un
propósito por el que luchar, una cruzada. Pero ahora no tienes forma de
marcharte de La Push. Vas a terminar el instituto
“Él
no se ha graduado,” dijo Esme. “¿Qué fecha es…, no deberían estar en la escuela
en este momento?”
“Ehhh…
tal vez,” Emmett se encogió de hombros. “No creo que dijeran la fecha de la
boda.”
¾ y hacer algo con tu vida. Debes hacerte cargo de Sue. Mis
problemas no pueden fastidiarte el futuro.
¾ Pero...
¾ Jacob tiene razón, me secundó Leah.
¾ ¿Estás de acuerdo conmigo?
¾ Por supuesto que sí, pero nada de eso se aplica a mí.
Emmett
resopló.
¾ De todos modos, yo ya tengo mis propios planes: voy a
conseguir un curro en algún sitio lejos de La Push y quizá haga algún curso. Me
meteré en clases de yoga y de meditación hasta ser capaz de controlar mi genio.
No veas lo bien que le sienta a mi coco formar parte de esta manada. ¿Le ves el
sentido, no, Jacob? Ni tú ni yo nos incordiamos el uno al otro y todo el mundo
es feliz.
Me di la vuelta y eché a andar despacio
hacia el oeste.
¾ Esto es mucho para mí, Leah. Déjame pensarlo, ¿vale?
¾ Claro, tómate tu tiempo.
El viaje de regreso duró más que el de
ida. No hice esfuerzo alguno en apretar el paso, pues tenía puestos los cinco
sentidos en no abrirme la cabeza contra la rama de algún árbol. Seth no dejaba
de refunfuñar en un rincón de mi mente, pero yo le ignoraba. El chaval sabía
que yo tenía razón. No podía abandonar a su vieja. Seth regresaría a la reserva
y protegería a la tribu como era su obligación.
Pero no era ése el caso de Leah. Y, la
verdad, me asustaba lo suyo.
¿Una manada de dos lobos? La distancia
física era irrelevante a la hora de evaluar la intimidad de la situación. Yo no
podía ni imaginarlo, y me preguntaba si ella se lo había pensado de veras o
simplemente estaba como loca por sentirse libre.
“Probablemente
solo desesperada,” dijo Emmett. “Y la intimidad no da demasiado miedo,” añadió,
meneando las cejas.
La loba no metió baza mientras yo buscaba
el modo de hincarle el diente a semejante problemón.
Leah parecía querer indicarme con esa
actitud lo fácil que iba a ser todo si estábamos a solas ella y yo.
Nos tropezamos con un grupo de ciervos de
cola negra poco después de que apareciera el sol, iluminando levemente las
nubes situadas a nuestra espalda. Leah suspiró en su fuero interno, pero no vaciló.
Su arremetida fue limpia y eficiente, incluso grácil. Se lanzó a por el macho,
el más grande del grupo, y lo abatió antes de que el sorprendido mamífero se
hubiera percatado del peligro.
Para no ser menos, me abalancé a por el
siguiente más grande la manada,
“Bueno,
fuiste superado… eres segundo,” Emmett se burló.
una hembra a la que le partí en dos el
cuello para no hacerla sufrir de forma innecesaria. Percibí cómo en Leah se
enfrentaban el asco y el hambre, por lo cual intenté ponérselo más fácil y dejé
salir al lobo que habitaba en mí. Había vivido bajo la forma lupina el tiempo
suficiente para saber cómo comportarme en todo igual que un lobo, pensar y
verlo todo como él. Dejé aflorar los prácticos instintos de depredador para que
también los sintiera ella. Al principio, vaciló, pero luego pareció relajar sus
defensas e intentó verlo igual que yo. Fue de lo más raro cuando nuestras
mentes se unieron en una sola, más cerca de lo que lo habían estado jamás, porque
ambos habíamos intentado pensar juntos y en sintonía.
“Eh…
eso suena interesante,” dijo Edward.
Y por extraño que parezca, funcionó. La
loba rasgó con los dientes la pelambrera del lomo de su víctima y desgarró un
trozo de carne chorreante de sangre. En vez de hacerle ascos, como habría correspondido
a los instintos humanos que tanto apreciaba, se dejó llevar por su lado lobuno.
Fue como un sopor, un aletargamiento que le permitió comer en paz.
Me resultó muy fácil hacer lo mismo, y me
alegró un montón no haber olvidado ese instinto, ya que así iba a ser mi vida
al cabo de poco tiempo.
¿Y si Leah formaba parte de esa
existencia? La idea hubiera resultado horrorosa hacía apenas una semana y se me
hubiera antojado insoportable, pero ahora la conocía mejor, y con independencia
de que siguiera siendo un grano en el culo, Leah no era ni la misma loba ni la
misma chica.
Nos pegamos una panzada de comer y no
paramos hasta encontrarnos ahítos.
¾ Gracias, me dijo después de haberse limpiado el hocico y las patas
sobre la hierba húmeda. Yo ni me molesté en contestar, pues había empezado a
caer un fino calabobos y estaba pensando en que debíamos vadear el río durante
el viaje de vuelta. - No está tan mal si
lo ves desde tu punto de vista.
¾ De nada.
Seth iba dando tumbos de fatiga cuando
llegamos al perímetro, por lo que le indiqué que se fuera a dormir mientras
Leah y yo le hacíamos el relevo. El joven Clearwater se quedó roque en cuestión
de segundos.
“Eso
debe ser agradable,” murmuró Jasper.
¾ ¿Vas a volver a la casa de los vampiros?, inquirió Leah.
¾ Tal vez.
¾ Se te hace duro estar allí y lo pasas mal cuando no estás.
Sé cómo te sientes.
¾ Mira, Leah, quizá deberías replantearte otra vez tú futuro,
pensar en lo que quieres de verdad. Mi sesera no es el lugar más alegre del
mundo y vas a tener que soportarlo conmigo.
Esme
suspiró ante eso.
“Estoy
seguro de que va estar bien,” dijo Jasper, “de alguna manera.”
La loba meditó la respuesta.
¾ Uf, quizá te parezca mal, pero siendo francos, será más
fácil afrontar tus penas que las mías.
¾ Está bien.
¾ Sé que vas a pasarlo mal, Jacob. Lo entiendo (quizás mejor
de lo que tú crees). Bella no es de mi agrado, pero... ella es tu Sam. Es todo
lo que tú deseas y todo cuanto no puedes tener.
¾ No fui capaz de
responderle.
¾ Sé que para ti es peor, pues Sam, cuando menos, es feliz.
“¡Bella
es feliz!” dijo Alice, “¡Está bien, en este momento está luchando por su vida,
pero ella va a mejorar y ser muy feliz después de eso!”
¾ Está sano y salvo. Le amo lo bastante como para desearle lo mejor. Suspiró. Yo lo único que quiero es no estar cerca de él y tener que verlo.
“Yo
no creo que pueda hacer eso,” dijo Alice, mirando a Jasper.
“Nunca
tendré que averiguarlo,” Jasper le sonrió.
Edward, por su parte, mantuvo sus características
neutrales mientras pensaba en lo que se acaba de decir. Si las cosas no
funcionaron en este libro… decidió que lo mejor era dejar que Bella viviera su
vida sin que se viera afectada por él. ¿Podría verla?, ¿debería pasar a verla,
sin decir nada, de vez en cuando para ver cómo estaba?
“Lo
que sea que estás pensando, Edward, es estúpido y debes parar,” pensó Alice
para él.
Edward sonrió ante eso. Fue capturado in fraganti.
¾ ¿Es necesario hablar de esto?
¾ A mi entender, sí, ya que mi deseo es hacerte comprender
que yo no voy a empeorarte las cosas.
¾ Demonios, tal vez incluso te sirva de ayuda. No nací para
ser una arpía despiadada, antes era una tía de lo más legal, y tú lo sabes.
¾ La memoria no me llega tan atrás.
Nos echamos a reír al mismo tiempo.
¾ Lamento todo esto, Jacob. Siento que estés dolido, me
fastidia que las cosas vayan a ir a peor y no a mejor.
¾ Gracias, Leah.
Ella se detuvo a contemplar las imágenes
más negras de mi mente, mientras yo intentaba evitarlas.
Leah era capaz de verlo todo con cierta
distancia, con perspectiva, y tuve que admitir que eso era de gran ayuda, pues
me hacía suponer que, tal vez, también yo fuera capaz de analizarlo de ese modo
en cuestión de pocos años.
También vio el lado divertido de mi
fastidioso trato diario con los vampiros.
Le gustaban mis rifirrafes con Rosalie, se
partía de risa, e incluso me proporcionó varios chistes sobre rubias para que
yo pudiera usarlos. Pero de pronto, sus pensamientos adquirieron un cariz serio
y se demoraron sobre el rostro de Rosalie de un modo que me dejó confuso.
¾ ¿Sabes cuál es la mayor locura de todas?, me preguntó.
“La
idea de tener una manada con solo ustedes dos,” respondió Emmett.
“Ella
no va a decir eso,” dijo Jasper.
“No…
pero es un idea un poco loca,” Emmett se encogió de hombros.
¾ Bueno, en este momento, casi todo es una locura, pero ¿a
qué te refieres?
¾ No sabes hasta qué punto puedo ponerme en el lugar de la
vampira rubita que tan mal te cae.
“¿En
serio?” dijo Rosalie sorprendida, al igual que todos los demás en la
habitación.
“Ella
sí que no ha demostrado eso,” murmuró Alice.
Pensé por un momento que intentaba
contarme un chiste, de pésimo gusto, por cierto, pero luego, cuando pillé la
seriedad de sus palabras, me invadió una rabia tan grande que me costó
controlarla. Qué bien me vino que nos hubiéramos distanciado un poco para ir de
patrulla, porque de haberla tenido cerca, no veas el mordisco que le hubiera
atizado...
¾ ¡Aguarda, tiene una explicación!
“Él
realmente tiene que trabajar con su temperamento,” dijo Carlisle. “No siempre
escucha a la gente y eso le causa problemas.”
¾ No deseo oírla. Me las piro.
¾ ¡Espera, espera!, me suplicó cuando me hube recuperado lo
suficiente para cambiar de fase. ¡Vamos, Jake!
¾ Leah, ésta no es la mejor forma de persuadirme para que en
el futuro pase horas y horas en tu compañía.
¾ ¡Jacob! Te estás pasando. Ni siquiera sabes a qué me
refiero.
¾ Bueno, pues dime, ¿a qué te refieres?
¾ Ella se vio abrumada
por un dolor que venía del pasado.
¾ Te estoy hablando de ser un punto muerto genético, Jacob.
Carlisle
frunció el ceño por un segundo antes de comprender a que se refería.
La nota cortante de sus palabras me hizo
titubear. No esperaba que su comentario venciera mi mala leche.
¾ No te entiendo.
¾ Me comprenderías si no fueras como los demás, si no
salieras por piernas como un macho estúpido ante la mención de mis «asuntos
femeninos».
“Ugh,
asuntos femeninos,” Emmett hizo una mueca. “Es por eso que tienes que elegir a
una vampiro como compañera… no tienen asuntos femeninos.”
“Idiota,”
Rosalie le gruñó. “Esto no es algo sobre lo que se debe bromear.”
“¿Qué…?”
preguntó Emmett, sorprendido por su tono, pero su expresión lo decía todo. Ella
era simpática… con el lobo… esto solo podía significar una cosa. “Lo siento,”
murmuró.
El sarcasmo presidió sus pensamientos al
hacer mención a esas dos palabras.
¾ Por lo menos ahora podrías prestarme un poco de atención...
¾ Oh.
Cierto, a ninguno nos gustaba darle
vueltas a ese asunto. ¿A quién iba a apetecerle? Por supuesto, me acordaba del pánico
de Leah durante el mes posterior a su incorporación a la manada, y también de
mi predisposición para escurrir el bulto, como todos los demás. Porque ella no
podía quedarse embarazada, no a menos que se pusiera en marcha alguno de esos
artificios religiosos al estilo de la inmaculada concepción, pero a lo bestia.
Emmett se detuvo sólo una fracción de segundo. Él habría
querido hacer un comentario, pero Rosalie tenía razón, esto no era algo sobre
lo que bromear… cuando ella estaba presente.
Leah no había estado con nadie, salvo con
Sam, y con el paso de las semanas, cuando vio que nada sucedía, comprendió que
su cuerpo no iba a seguir los patrones biológicos normales.
Entonces, llegó el temor de preguntarse en
qué se había convertido. ¿Había cambiado su cuerpo por culpa de la licantropía?
¿O era una loba porque su cuerpo estaba mal? Se trataba de la única mujer lobo de
la historia. ¿Y si eso se debía a que no era una mujer como es debido?
“Ehhh…”
Emmett comenzó a decir algo.
“¡No!”
dijo Rosalie con firmeza y él hizo un puchero antes de continuar leyendo.
Ninguno de nosotros quería tener nada que
ver con aquella anomalía, y resultaba obvio que no éramos capaces de ponernos
en la piel de Leah.
“Así
que solo lo ignoras… estúpidos chuchos,” Rosalie siseó.
¾ Ya sabes cuál es la razón de las imprimaciones, según Sam, pensó, ahora mucho más
sosegada.
“¡Suficiente
de la estúpida impronta ya!” siseó Rosalie.
¾ Claro. Perpetuar el linaje.
¾ Exacto, asegurar otra camada de lobeznos. Este rollo va de
la supervivencia de la especie, y se reduce a puro control genético. Te sientes
atraído por la persona con mayores posibilidades de transmitir el gen de la
licantropía.
Permanecí a la espera de que me dijese
adonde quería llegar con todo aquello.
¾ Yo habría atraído a Sam de haber sido válida.
“Yo
no creo que sea tan simple como eso,” dijo Carlisle, pero se detuvo ahí,
incluso trato de dejar de pensar en ello.
Su dolor resultaba tan tangible que
interrumpí mi caminar.
¾ Pero no le atraigo. Algo falla en mí. No puedo transmitir
el gen, a pesar de mi maravillosa línea de ascendencia, y eso hace de mí un
monstruo. Me he convertido en la chica lobo de un espectáculo sólo para
hombres,
“Chica
lobo de un espectáculo para hombres,” repitió Emmett, riendo.
¾ alguien que no vale para nada. Soy un punto muerto genético
y ambos lo sabemos.
¾ No lo sabemos, le repliqué. Eso es una teoría de Sam. La
imprimación es un hecho sin motivo conocido. Billy sospecha que hay algo más.
¾ Lo sé, lo sé. Tu padre cree que sirve para hacer lobos más
fuertes, monstruos descomunales como tú y Sam, que sois mayores que vuestros
padres; pero eso da igual de todos modos, porque sigo sin ser candidata apta.
Soy menopáusica, con sólo veinte años tengo la menopausia...
Rosalie suspiró ante eso. Ella sabía exactamente cómo se
sentía... cuánto le dolía a darse cuenta de eso.
Puaj. Con razón no quería yo mantener esta
conversación.
“Estúpido
chucho,” siseó Rosalie, más venenosamente a causa de su propio dolor… algo que
había estado en la superficie desde que habían aprendido sobre el embarazo de
Bella.
¾ No lo sabes, Leah. Lo más probable es que todo se deba al
asunto ese de la suspensión en el tiempo. Estoy seguro de que las cosas irán
mejor cuando se acabe lo de ser lobo y envejezcamos de nuevo; sí, entonces
todo... eh... mejorará.
“Eso
tiene la posibilidad de ser cierto,” dijo Carlisle.
Y ceño de Rosalie se hizo aún más pronunciado debido a esa
posibilidad nunca sería cierta para ella.
¾ Tal vez aceptara esa posibilidad si no fuera porque no
despierto la imprimación en nadie, sin importar mi impresionante pedigrí.
¿Sabes que Seth sería el macho con mejores opciones para ser el Alfa si no
estuvieras tú en medio?, comentó pensativa. Bueno, al menos por cuestión de
linaje. A mí nadie me tomaría en cuenta, por supuesto...
¿De
veras quieres imprimar a alguien, o recibir la imprimación, o lo que sea?,
inquirí. ¿Qué hay de malo en salir y enamorarse como las personas normales, eh?
La imprimación no es más que una forma de alejar de ti a quien eliges.
“No
podría estar más de acuerdo,” dijo Edward; Había un fuego en sus ojos que duro
medio segundo.
¾ A Sam, Jared, Paul y Quil no parece importarles ni pizca.
¾ Ninguno de ellos tiene ni pizca de personalidad.
¾ ¿No deseas la imprimación?
¾ ¡Diablos, no!
¾ Dices eso porque estás enamorado de Bella, pero la
imprimación te alejaría de ella, ya sabes, y ya no tendrías que sufrir por su
causa.
¾ ¿Acaso quieres tú olvidar lo que sientes por Sam?
Ella le estuvo dando vueltas durante unos
instantes.
¾ Eso creo.
“Eso
es un poco triste,” dijo Esme. “No creo alguna vez que quiera olvidar.”
“Si,
bueno, nunca lo harías,” se rió Emmett.
Suspiré. Su mente era un lugar mucho más
saludable que la mía.
¾ Pero volviendo a mi afirmación del principio, Jacob,
comprendo a la perfección por qué tu Barbie es tan fría (en un sentido
figurado, claro está). Ella está obcecada. Tiene los ojos puestos en el trofeo,
¿no lo ves? Lo que más quieres es lo que nunca puedes tener.
Rosalie
comprendió bastante eso, y sabía que la loba estaba de acuerdo con ella, pero
no pudo evitar sentirse molesta por esa frase.
¾ ¿Te comportarías como Rosalie? ¿Llegarías al asesinato?,
porque lo que hace
“Mira
en tus simples pensamiento, chucho,” dijo Rosalie. “El hecho de que no se pueda
imaginar que algo suceda no significa que no es posible.”
¾ con Bella no tiene otro nombre, está garantizando su muerte
al impedir toda interferencia. ¿Llegarías a ese extremo para tener un bebé?
- Sólo
deseo lo que no puedo tener, Jacob. Quizá jamás habría pensado en ello si no
hubiera algo mal en mi cuerpo.
LAMENTO ESTO CHICAS, MI HERMANO ENFERMO DE REPENTE Y TENGO QUE CUIDAR A MIS OTROS HERMANOS, YA QUE MI HERMANO CONTAGIO A MI MADRE Y AHORA AMBOS TIENEN HEPATITIS A, LO ÚNICO BUENO ES QUE PROBABLEMENTE Y A PESAR DE ESTO SI PUEBLICARE EL RESTO DEL CAPITULO MAÑANA POR LA NOCHE, AUNQUE SEA TARDE. PERDON CHICAS DE VERDAD.
No hay comentarios:
Publicar un comentario