CAPITULO 22: PROMESA
Traducción: Lorena Espinosa.
“Promesa”, leyó Edward, deteniéndose
un momento para preguntarse de qué se trataba antes de leer de nuevo.
Pensar en Renesmee condujo a
mi hija a la parte central del escenario en que se había convertido mi extraña,
nueva y espaciosa mente, aunque tan fácil de distraer. Eran muchas las
preguntas que tenía…
–Cuéntame cosas de ella
–insistí cuando me tomó de la mano, ya que el hecho de ir unidos no detenía
nuestro paso.
–No hay nada como ella en el
mundo –me aseguró, y de nuevo sonó en su voz algo parecido a la devoción
religiosa.
“Bueno, por supuesto que lo es. Ella es única” dijo Rosalie sonriendo.
Sentí un agudo pinchazo de
celos por esa extraña. Él la conocía y yo no. No era justo.
“No, pero estoy seguro que eso va a cambiar rápidamente” dijo Edward.
–¿Cuánto se te parece? ¿Y a
mí? O a como yo era, desde luego.
–Mitad y mitad.
–Tiene la sangre caliente
–le recordé.
–Sí, le late el corazón,
aunque va un poco más deprisa que el de los humanos. su temperatura es algo más
alta de lo normal, también. Y duerme.
“¿De verdad?” sonrió Edward. “Me gustaría ver eso”
“A menos de que ella este soñando con el cachorro…” Emmett se echó a
reír, pero se detuvo cuando dos vampiros le gruñeron.
–¿De verdad?
–Bastante bien para un
recién nacido. Somos los únicos padres que no necesitan dormir y nuestra hija
ya duerme toda la noche –se echó a reír entre dientes.
Me gustó la manera en que
decía “nuestra hija”. Las palabras la hacían más real.
Las chicas estaban sonriendo en ese momento, de hecho, todo el mundo
estaba sonriendo a eso.
–Tiene exactamente el mismo
color de tus ojos… así que eso no se ha perdido, menos mal –me sonrió.
“Bien” dijo Edward.
–Son tan hermosos…
–¿Y la parte de vampiro? –le
pregunté.
–Su piel parece tan
impenetrable como la nuestra. Aunque no haya nadie que sueñe con probar si es
así.
“No, no creo que lo hagan” se rió Emmett. “No con ocho vampiros como
protección.”
Pasteñeé, algo sorprendida.
–Claro que nadie se
atrevería –me aseguró de nuevo. –Su dieta… bueno, prefiere beber sangre. Carlisle
continúa intentando persuadirla de que beba alguna fórmula preparada para
bebés, pero ella no tiene mucha paciencia con ese asunto. No puedo decir que la
culpe, eso huele fatal, incluso para ser comida humana.
“Jum” dijo Carlisle, pensando que era lo mejor para tratar de mantener
su nutrición lo más equilibrada posible.
Se me quedó la boca abierta.
Por lo que decía entendí que tenían conversaciones con ella.
Edward se detuvo allí. “Es verdad”
“Parece que ella está muy desarrollada” dijo Carlisle. “Mucho más de lo
que pensaba.”
“Entonces ella es como su madre de lo es de esta manera” se rió Emmett.
–¿Persuadirla?
–Es inteligente, de una
forma sorprendente, y va progresando a un ritmo tremend. Aunque no habla
todavía, se comunica de una manera bastante eficaz.
“¿Habla todavía?” Edward se quedó sin aliento. “¡Ella solo tiene dos
días!”
–No. Habla. ¿Todavía?
Él hizo disminuir el ritmo
de nuestro paso, para permitirme asimilar esta nueva información.
–¿Qué quieres decir con que
se comunica de forma eficaz? –le exigí.
–Creo que será más fácil que
lo… veas por ti misma. Es bastante difícil de describir.
“Eh… ¿Qué significa eso?” Preguntó Emmett desconcertado.
“Estoy seguro de que lo averiguaremos” respondió Edward, un poco
ansioso.
“Ah… Esperaba que ya habías terminado con eso” Jasper suspiró y todo el
mundo lo miraba con extrañeza, a excepción de Edward.
“Lo siento” se encogió de hombros Edward.
Reflexioné sobre el asunto.
Sabía que había un montón de cosas que necesitaba ver por mí misma antes de
convencerme de que eran reales. No estaba segura de saber para cuántas estaba
realmente preparada, así que cambié de tema.
–¿Por qué sigue aquí Jacob?
–le pregunté. –¿Cómo puede soportarlo? ¿Por qué lo hace? –mi voz cantarina
tembló un poco. –¿Por qué ha de sufrir más?
Edward entrecerró los ojos ante eso.
–Jacob no está sufriendo
–respondió con un tono extraño de voz, –aunque ya me gustaría a mí cambiar esa
circunstancia –añadió entre dientes.
–¡Edward! –bufé
No, está bien” dijo Rosalie.
Tirando de él hasta que se
detuvo, y sentí una cierta suficiencia cuando vi que podía hacerlo. –¿Cómo
puedes decir eso? ¡Jacob lo ha dado todo por protegernos! Mira por lo que lo
hemos hecho pasar… –me encogí ante aquel oscuro recuerdo de vergüenza y culpa.
Me parecía muy extraño ahora que lo hubiera necesitado tanto entonces. Esa
sensación de ausencia que sentía cuando él no estaba cerca había desaparecido.
Probablemente debía haber sido algún tipo de debilidad humana.
“Me pregunto si eso es cierto” reflexionó Carlisle.
“¿Qué quieres decir?” preguntó Emmett.
“Bueno, me pregunto si no fue Renesmee desde el principio quien los
unió” dijo Carlisle. “Tal vez una parte de ellos siempre supo que esto iba a
suceder”
Edward dijo entre dientes. “No me gusta esta teoría en absoluto.”
“Bueno, eso significaría que Bella nunca amo al cachorro” señaló Alice.
“Realmente, no”
“Pero eso significa que él estaba jugando con mi vida, tratando de
llevar lejos de mi a mis dos niñas” dijo Edward entre dientes.
“Supongo” Alice le sonrió.
“Ah, Edward” dijo Esme, sonriendo a sus palabras y al amor que brillaba
a través de ellas.
“Aún así, se puede evitar todo el asunto del cachorro, en primer lugar”
señaló Rosalie.
“Sí… me gusta ese plan” sonrió Edward.
“No sé si eso es correcto” dijo Carlisle, y dos vampiros lo estaban
mirando mal y todos los demás lo miraban con diversos grados de irritación. “En
primer lugar, Jacob era amigo de Bella, y tal vez le gustaría conocerlo… ¿es
correcto que te lleves esa amistad, Edward?”
“Supongo que no” admitió Edward a regañadientes. “Pero si nunca se
reunió con él… si yo nunca me fui como lo hice en Luna Nueva, esta cuestión no
se plantea nunca”
“Tal vez no” dijo Carlisle. “Pero aún así sería equivocado tratar de
controlar sus relaciones. En segundo lugar, no es solamente el destino de Jacob
el que está involucrado con la impronta”
El enojo de Edward y Rosalie se intensificó, pero Carlisle continuó.
“Yo sé que no quieres oír esto” dijo Carlisle. “sobre todo tan pronto
después de su nacimiento, pero el amor que se describe en relación con la
imprimación… ¿no se le puede prohibir a tu hija encontrar un amor asi?
Edward estaba mirando peor que nunca. Él realmente no quería oír eso
ahora… antes de que naciera su hija.
“Lo siento” suspiró Carlisle, leyendo su cara. “No debería haber dicho
esto, ahora.”
“Lo he oído de todos modos” dijo Edward con voz dura y enojado.
“Entonces sabes qué más estoy pensando” dijo Carlisle. “Que Bella y su
destino estan más entrelazados que cualquier otra cosa, porque nada de esto
hubiersa sido posible sin eso”
“Sí” dijo Edward, su tono estaba más claro, pero aún estaba molesto.
–Ya verás por qué lo digo
–masculló Edward. –Le prometí que lo dejaría que te explicara, pero dudo que lo
veas de forma diferente a como lo veo yo. Aunque claro, a menudo me equivoco en
lo que respecta a tus ideas, ¿no? –frunció los labios y me lanzó una mirada.
“Dudo que sea así esta vez” dijo Rosalie. “¿Y por qué después de todo
le hiciste una promesa?”
Edward no respondió, estaba demasiado enfadado para responder en este
momento, por lo que comenzo a leer de nuevo.
–¿Explicarme, qué?
Edward sacudió la cabeza.
–Se lo prometí. Aunque no sé
si en realidad le debo algo…
Apretó aún más los dientes.
Rosalie asintió con la cabeza de acuerdo.
–Edward, no entiendo nada.
La frustración y la
indignación invadieron mi cabeza. Me acarició la mejilla y entonces sonrió con
ternura cuando mi rostro se suavizó en respuesta, mientras el deseo barría
momentáneamente el disgusto.
–Es más duro para ti de lo
que muestras, lo sé. Lo recordaré.
–No me gusta sentirme
confusa.
–Lo sé. Así que mejor que
regresemos a casa, de modo que puedas verlo todo por ti misma –sus ojos
recorrieron los restos de mi vestido mientras hablaba de volver a casa y puso
mala cara. –Mmm –después de pensárselo durante medio segundo, se desabotonó su
camisa blanca y me la pasó para que metiera los brazos dentro.
“Realmente debe estar arruinado el vestido” rió Emmett y Alice lo miró
mal.
–¿Tan mala pinta tengo?
Sonrió con ganas.
Deslicé los brazos dentro de
las mangas y después la abroché rápidamente sobre mi corpiño desgarrado. Esto,
claro, lo dejó a él desnudo de cintura para arriba y era imposible no
distraerse con el espectáculo.
–Te echo una carrera –le
dije, y después le previne, –y ¡nada de dejarme ganar esta vez!
Me soltó la mano y sonrió.
–A la línea de salida…
Entontrar el camino de
regreso a mi nueva casa fue más sencillo que andar por la calle de Charlie
hasta donde vivía antes. Nuestro olor había dejado un rastro claro y fácil de
seguir, incluso corriendo a la máxima velocidad.
Edward me ganó antes de
llegar al río, pero aproveché mi oportunidad y salté primero, intentando usar
mi fuerza mayor para adelantarlo.
“Ah… una estrategia inteligente” sonrió Jasper, a pesar de que estaba
tratando sobre todo de aligerar el ambiente, en más de una forma.
–¡Ja! –exclamé exultante
cuando oí cómo mis pies tocaban la hierba en primer lugar.
Al atender a su aterrizaje,
escuché algo que no esperaba. Algo que sonaba con fuerza y muy cerca, el sonido
del latido de un corazón.
Al mismo tiempo Edward
estuvo a mi lado, con las manos aferradas con firmeza a la parte superior de
mis brazos.
–No respires –me advirtió de
forma urgente.
“Si es el perro, no le debería advertir” siseó Rosalie.
“¡Rosalie!” dijo Esme entre dientes. “sé que no te gusta, pero él no se
merece que le hagan daño.”
“Y ella no sería capaz de vivir con esto si va demasiado lejos” dijo
Edward de mala gana, “aún cuando sepa todo el asunto de la imprimación.”
Intenté no entrar en pánico
mientras me quedaba en la mitad de una inspiración. Lo único que se movía en mi
rostro eran los ojos, girando de forma instintiva para encontrar la fuente de
aquel sonido.
Jacob estaba en la línea
donde el bosque tocaba el prado de los Cullen, con los brazos cruzados sobre el
cuerpo y la mandíbula apretada con fuerza. Invisibles detrás de él, escuché dos
grandes corazones más y el ligero crujido de los helechos bajo unas patas
enormes, que caminaban impacientes de un lado para otro.
–Ten cuidado, Jacob –le
advirtió Edward. Un rugido se alzó en el bosque para corear la preocupación que
denotaba su voz. –Quizás esta no sea la mejor manera…
–¿Crees que es mejor dejarla
que se acerque primero al bebé? –le interrumpió Jacob.
“No” dijo Rosalie de mala gana, “pero ya sabemos que ella no va a
encontrar apetitosa su sangre… no con su hedor.”
“Eso es verdad” dijo Carlisle. “Sin embargo, una prueba de este tipo
nunca podría hacer daño.”
“Creo que el hecho de que ella no mató a los excursionistas es una
prueba mejor” dijo Jasper. “Estoy seguro de que estará bien con el bebé.”
–Es más seguro ver cómo se
las apaña Bella conmigo. Me curo rápido.
¿Era esto una prueba? ¿Para
ver si no mataba a Jacob antes de encontrarme con Renesmee? Me sentí
extrañamente mareada… pero esto no tenía nada que ver con mi estómago sino solo
con mi cerebro. ¿Había sido esto idea de Edward?
“No lo creo” dijo Edward sacudiendo su cabeza.
Le eché una ojeada a su
rostro lleno de ansiedad. Edward pareció deliberar durante un momento, pero entonces
su expresión se torció para preocuparse por algo más. Se encogió de hombros y
una corriente sumergida hostilidad tiñó su voz cuando replicó:
–Es tu cuello lo que te
juegas, supongo.
“Lo descubrí… quieres que ella lo ataque también” dijo Rosalie con aire
de suficiencia, y Edward sonrió.
“Tal vez un poco”
El gruñido del bosque se
volvió más furioso esta vez: Leah, sin lugar a dudas.
¿Qué pasaba con Edward?
Después de todo por lo que habíamos pasado, ¿no debería haber sentido un poco
de afecto por mi mejor amigo? Pensé, quizás estúpidamente, que Edward y Jacob
ahora se llevaban mejor. Debía de haberlos malinterpretado.
“¿Creía que eras su amigo?” Cuestionó Emmett.
“El libro lo había sugerido” dijo Edward, pero había estado demasiado
preocupado por el futuro de la imprimación y la seguridad de Bella para pensar
en lo que sentía por el perro. “Y hay momentos en los que no parece demasiado
malo” añadió, pensando en cómo habí ayudado a Bella en los otros libros.
Intentó dejar de pensar en eso, él no quería recibir al perro en ese momento,
estaba demasiado enojado.
Pero, ¿Qué estaba haciendo
Jacob? ¿Por qué se ofrecía como una prueba para proteger a Renesmee?
Nada de esto tenía sentido
para mí. Incluso aunque nuestra amistad hubiera sobrevivido…
Y cuando mis ojos se
encontraron con los de Jacob, pensé que quizás así había sido.
“Su amistad aún está en el aire” se rió Emmett. “Es posible que no
quiera que siga después de saber la verdad”
Todavía parecía mi mejor
amigo, pero él no era el que había cambiado. ¿Qué aspecto tendría yo ahora para
él?
Entonces dejó salir su
sonrisa familiar, la sonrisa de un alma gemela y estuve segura de que nuestra
amistad estaba intacta. Era como antes, cuando nos pasábamos las horas muertas
en su garaje artesanal, solo como dos amigos echando un rato. Todo fácil y
normal. De nuevo me di cuenta de que la extraña necesidad que sentía por él
antes de que yo cambiara había desaparecido por completo. Era solo mi amigo, de
la manera en que todo debía ser.
Carlisle estaba pensando que era como la forma en que estaban antes de
que Jascob se transformará, y Edward frunció el ceño.
Sin embargo, aún no le veía
sentido a lo que estaba haciendo. ¿De verdad era tan poco egoísta que
intentaría protegerme?
“Oh, sabemos que el chucho no es tan desinteresado” siseó Rosalie.
“Todo su pensamiento gira en sí mismo”
“No todos sus pensamientos” argumentó Esme. “Él nos estaba
protegiendo.”
“Lo que sea” siseó Rosalie.
¿A riesgo de su vida, de
hacer algo que lamentaría para siempre? Esto iba mucho más allá de la mera
tolerancia por mi nueva naturaleza, o una milagrosa manera de poder mantener
nuestra amistad. Jacob era una de las personas que mejor conocía, pero esto
resultaba escesivo para aceptarlo de cualquiera
“Esta bien, ella tiene que dejar de alabarlo” dijo Rosalie con los
dientes apretados.
“No, ella no lo hace. Esto sólo va a hacer que su ira sea mayor cuando
descubra la verdad” se rió Emmett.
Su sonrisa se amplió, y se
estremeció ligeramente.
–Tengo que decirlo, Bells.
Eres un verdadero espectáculo para friquis.
Le devolví la sonrisa,
recobrando con facilidad nuestra vieja camaradería. Esta era la parte de él que
comprendía mejor.
Edward gruñó.
–Ándate con ojo, chucho.
Emmett se rió de eso y de como el Edward de la habitación estaba más
molesto.
El viento sopló a mis
espaldas y pude llenar rápidamente los pulmones con aire limpio de modo que
logré responderle.
–Qué va, tiene razón. Los
ojos sí que lo son, ¿verdad?
–Realmente espeluznantes,
pero no tienes tan mala pinta como pensé.
–Oye… ¡Gracias por ese
cumplido tan asombroso”
“En realidad, viniendo de él, lo es” dijo Jasper.
El puso los ojos en blanco.
–Ya sabes lo que quiero
decir. Todavía pareces tú, más o menos. No es tanto el aspecto que tienes como
que… sigues siendo Bella. No creía que me sintiera como si siguieras aún aquí
–me sonrió otra vez sin rastro de amargura ni resentimiento en ninguna parte de
su rostro. Entonces se echó a reír entre dientes y dijo: –De todas formas,
supongo que pronto me habré acostumbrado a los ojos.
–¿Seguro? –le pregunté
confundida. Era maravilloso comprobar que aún eramos amigos, pero no tenía yo
claro que fueramos a pasar mucho tiempo juntos.
“Lo desea” se quejó Edward.
La más extraña de las
miradas cruzó su rostro, borrando la sonrisa. Parecía… ¿culpabilidad?
“Bueno al menos él lo sabe” murmuró Alice, en realidad tampoco le
gustaba esta idea.
Sus ojos se movieron hacia
Edward.
–Gracias –le dijo. –No sabía
si serías capaz de callar, lo hubieras prometido o no. Como siempre le das todo
lo que ella quiere…
“Él tiene un punto” rió Emmett.
–Quizás es que no he perdido
la esperanza de que se enfade tanto que te arranque la cabeza –sugirió Edward.
“Y lo mismo ocurre con Edward” sonrió Rosalie.
Jacob bufó.
–Pero, ¿qué pasa aquí? ¿Es
que me están guardando algún secreto? –les exigí, incrédula.
–Te lo explicaré más tarde
–dijo Jacob de forma casi inconsciente, como si en realidad no lo hubiera
planeado así. Entonces cambió de tema. –Primero, que empiece el espectáculo –su
sonrisa era un reto tan pronto como comenzó a avanzar lentamente.
Hubo un gruñido de protesta,
y entonces el cuerpo gris de Leah salió de detrás de él. Seth, más grande y de
color arena, estaba justo a su espalda.
–Tomenlo con calma –comentó
Jacob. –Apartense de esto.
Me alegré de que no lo
escucharan, aunque lo siguieron con mayor lentitud.
El viento se había calmado
ahora y no alejaría su olor de mí. Se me acercó tanto que pude sentir el calor
de su cuerpo en el aire que había entre nosotros. La garganta me ardió en
respuesta.
–Vamos, Bells, pórtate mal.
“Por favor” declaró Rosalie.
“¡Rosalie!” reprendió Esme.
Leah gruñó.
No quería respirar. No
estaba bien aprovecharse de este modo tan peligroso de Jacob, aunque hubiera
sido él quien se ofreciera, no me importaba. Además, no podía apartarme de la
lógica. ¿En qué me ayudaría esto? ¿Acaso me aseguraba que no le haría daño a
Renesmee?
–Me van a salir canas, Bella
–me provocó Jacob. –Bueno, no técnicamente, pero creo que has captado la idea
¿no? Vamos, pilla el olorcillo.
–Sujétame –le pedí a Edward,
pegándome a su pecho.
Sus manos se aferraron a mis
brazos.
Coloqué los músculos en
posición, esperando ser capaz de mantenerlos inmóviles. Estaba decidida a
hacerlo tan bien, por lo menos, como lo había hecho durante la caza. En el peor
de los casos, dejaría de respirar y echaría a correr. Nerviosa, aspiré un poco
de aire por la nariz, preparada para lo que fuera.
Solió un poco, pero mi
garganta ya ardía sordamente de todas formas. Jacob no olía más humano que el
puma.
Emmett se rió de eso. “Su olor es mucho peor que el del puma”
Había un matiz de animal en
su sangre que me repelía de forma instantánea, aunque el sonido húmedo, fuerte,
de su corazón resultaba atractivo, el olor que lo acompañaba me hizo arrugar la
nariz. En realidad, su olor me facilitaba el atemperar mi reacción al sonido y
el calor de su sangre pulsante.
Inspiré de nuevo y me
relajé.
–Vaya, veo que todo sigue
exactamente igual por aquí, apestas, Jacob.
Edward estalló en
carcajadas, sus manos se deslizaron de mis brazos para enredarse en torno a mi
cintura. Seth ladró una baja risotada que armonizó con la de Edward y se acercó
un poco más mientras que Leah se alejaba varios pasos. Y entonces fui
consciente del resto de la audiencia cuando escuché el bajo y diferente
carcajeo de Emmett, sofocado por la pared de crital que había entre nosotros.
“Por supuesto que estamos viendo. ¿Qué otra forma de entretenimiento
tenemos?” Emmett se rió.
–Mira quien habla –replicó
Jacob, aprtándose la nariz de modo teatral.
Su rostro lobuno no se
retorció cuando Edward me abrazó, ni siquiera cuando se compuso y me susurró
“te quiero” al oído. Jacob continuó sonriendo como si nada. Esto me hizo
recobrar las esperanzas de que las cosas fueran bien entre nosotros, del mismo
modo que había ido durante tanto tiempo. Tal vez ahora pudiéramos ser amigos de
verdad, ahora que tanto le disgustaba físicamente, porque así no podría amarme
y celarme como antes.
“Oh, no es por eso que el cachorro no está celoso en absoluto” se rió
Emmett.
“En serio, Em, esto es bastante malo sin tus comentarios sobre el
perro” gruñó Edward.
“Lo siento, Edward” dijo Emmett en serio. “Pero ya se sabe que no lo
pudo parar… yo podría ser capaz de no decirlo… pero no de pensarlo”
“Argh” gruñó Edward. “Sí lo sé.”
Quizás eso era todo lo que
hacía falta.
–Vale, pues ya ha pasado,
¿no? –repuse. –¿Y ahora me van a contar cuál es el gran secreto?
La expresión de Jacob se
tornó muy nerviosa.
–No es nada de lo que debas
preocuparte por el momento…
“Cobarde” se rió Emmett.
Escuché otra vez la risita
de Emmett… un sonido anticipatorio.
Emmett sonrió a eso, sí definitivamente estaba anticipando algo.
Debería haber presionado
más, pero mientras escuchaba a Emmett, percibí también otros sonidos. La
respiración de siete personas y un juego de pulmones que se movía con mayor
rapidez que los otros. Y un solo corazón que latía como las alas de un pájaro,
ligero y rápido.
Me distraje por completo. Mi
hija estaba justo al otro lado de aquella fina pared de cristal. No podía
verla, porque la luz se reflejaba en los cristales reflectantes, como si fueran
un espejo. Solo podía verme a mi misma, con aquel aspecto tan extraño, tan
blanca y tan inmóvil. Comparada con Jacob. O comparada con Edward que era
igual.
–Renesmee –susurré. La
tensión me convirtió de nuevo en una estatua. Ella seguro que no olería como un
animal. ¿La pondría en peligro?
“Vas a estar bien” dijo Esme en tono alentador. “Eres su madre… no vas
a hacerle daño.”
–Ven y lo vemos –me murmuró
Edward. –Sé que lo vas a hacer muy bien.
“Sí… si sabe que haría lo mejor para ella” dijo Jasper.
–¿Me ayudaras? –le susurré a
través de los labios inmóviles.
–Claro que sí.
–¿Y también Emmett y
Jasper…? Solo por si acaso.
–Cuidaremos de ti, Bella. No
te preocupes, estaremos preparados. Ninguno de nosotros pondría en peligro a
Renesmee. Creo que te sorprendería lo rápido que se ha metido a todos en un
puñito de los suyos.
“Ah, yo sabía que era de todos nosotros” sonrió Jasper.
–Estará totalmente a salvo,
no importa lo que pase.
Mi anhelo de verla, de
comprender la adoración que destilaban los labios de Edward, rompió la
inmovilidad de mi postura. Di un paso hacia adelante.
Y entonces Jacob me
interceptó, con el rostro convertido en una máscara de preocupación.
Edward leyó eso entre dientes.
“¡Sal del camino perro callejero!” gritó Rosalie.
“No tienes derecho a pararla” dijo Edward con una voz mortal, odiando
más que nunca a ese perro callejero que cree tener un reclamo sobre su hija,
¡su hija de dos días!
–¿Estás seguro,
chupasangres? –le exigió a Edward, con la voz casi suplicante. Nunca lo había
oído hablar a Edward de esa manera. –Esto no me gusta nada. Quizá debería
esperar…
–Ya has tenido tu prueba,
Jacob.
¿La prueba había sido idea
de Jacob?
“Eso es lo que pensé” murmuró Carlisle.
–Pero… –comenzó él de nuevo.
–Pero nada –replicó Edward,
de repente exasperado. –Bella necesita ver a nuestra hija. Quítate de en medio,
ya.
Jacob me lanzó una mirada
extraña, frenética, y después se volvió y casi echó a correr hacia la casa
delante de nosotros.
Edward gruñó.
No le veía sentido a su enfrentamiento,
pero tampoco podía concentrarme en él. Solo podía pensar en el bebé borroso de
mis recuerdos y luchar contra la vaguedad de esa imagen, intentando recordarla
con exactitud.
–¿Vamos? –me dijo Edward,
con su voz dulce de nuevo.
Asentí con nerviosismo.
Me tomó la mano con fuerza y
me guió camino a la casa.
Me esperaban en una línea
sonriente que era a la misma vez amigable y defensiva. Rosalie estaba varios
pasos detrás de los demás, cerca de la puerta principal. Estaba sola hasta que
se le unió Jacob, que se colocó delante de ella, más cerca de lo normal.
Rosalie estaba enojada ante eso y por el hecho de que ella sabía que
ella lo quería, no sólo por el caso de que Bella era peligrosa.
No había nada casual ni
cómodo en esa cercanía, por el contrario, ambos parecían encogerse ante esa
proximidad.
“Por supuesto que no” dijo Rosalie con disgusto, no podía siquiera
pensar que eso era posible.
Alguien muy pequeño se
inclinaba en los brazos de Rosalie, intentando ver algo alrededor de Jacob. De
inmediato captó toda mi atención, todos mis pensamientos, de una manera que
nada había conseguido desde el momento en que abrí los ojos.
Esme estaba radiante.
–Pero ¿no tiene solo dos
días? –pregunté en un jadeo, incrédula.
El extraño bebé recostado en
los brazos de Rosalie parecía tener semanas, si no meses.
“Está creciendo rápidamente” dijo Edward, su tono era un poco
preocupado, pero continuó leyendo antes de que alguien pudiera expresar sus
preocupaciones… y es de esperar antes de que pudieran pensar en ellos.
Era dos veces más grande que
el bebé de mi vaga memoria, y alzaba su torso con facilidad mientras se
estiraba hacia mi. Su brillante cabello del color del bronce caía en rizos más
allá de sus hombros, y sus ojos del color del chocolate me examinaban con un
interés que tenía muy poco de infantil. Con un aire adulto, consciente y lleno
de inteligencia.
“Suena adorable” dijo Esme.
“Sí” Carlisle estuvo de acuerdo. “E inteligente.”
Alzó una mano, moviéndola en mi dirección
durante un momento, pero luego se volvió para tocar la garganta de Rosalie.
Si su rostro no hubiera sido
tan asombroso en su belleza y perfección, no me habría creído que era el mismo
bebé. Mi bebé.
Pero los rasgos eran los de
Edward y las mejillas y el color de sus ojos eran míos. Incluso Charlie tenía
su lugar en los espesos rizos, aunque fueran del color del pelo de Edward.
“¡Aw!” todas las chicas arrullaban.
“Quiero conocerla también” se quejó Rosalie y Alice asintió con la
cabeza.
Debía ser nuestra.
Imposible, pero cierto.
De todos modos, la visión de
esta personita inesperada no la hacía más real; si acaso, más fantástica.
Rosalie palmeó la manita que
tenía contra el cuello y murmuró.
–Sí, es ella.
Carlisle levantó una ceja; era un extraño comentario…
Los ojos de Renesmee se
engarzaron en los míos y entonces, como hizo a los pocos segundos de su
violento alumbramiento, me sonrió. Un rayo brillante de diminutos dientes
blancos y perfectos.
Temblando en mi interior, di
un paso vacilante hacia ella.
Todo el mundo se movió a
gran velocidad.
Emmett se rió de eso. “Hombre, estamos siendo muy protectores.”
“Por supuesto que lo estamos” dijo Rosalie. “Lo tenemos que ser.”
Emmett y Jasper se situaron
justo enfrente de mi, hombro con hombro y las manos preparadas. Edward me
sujetó por atrás, con los dedos tensos sobre la parte superior de mis brazos.
Incluso Carlisle y Esme se movieron para cubrir los flancos de Emmett y Jasper,
mientras Rosalie retrocedía hacia la puerta, con los brazos fieramente
apretados en torno a Renesmee. Jacob se movió también, manteniendo su postura
protectora delante de ellas.
Alice fue la única que se
quedó en su sitio.
“Ja, al menos tengo algo de fe en ella” dijo Alice con aire de
suficiencia.
“Y puedes ver el futuro” señaló Edward.
“Por eso” se encogió de hombros de Alice.
–Oh, vamos, denle una
oportunidad –los reprendió. –No le va a hacer nada. Solo quería mirarla un poco
más de cerca.
Alice tenía razón. Estaba
bajo control. Me habían sujetado para nada, porque su olor no era en absoluto
igual que el de los humanos del bosque. La tentación no se le podía comparar.
La fragancia de Renesmee equilibrada perfectamente el olor del más hermoso de
los perfumes con el de la comida más deliciosa. Había suficiente del dulce
aroma vampírico para que contrapesara la parte humana.
“Bien” dijo Edward. “Sin embargo, yo podía hacer que ella hula un poco
menos humano…”
“Bella no va a hacerle daño” Alice rodó los ojos.
“Yo sé” se encogió de hombros Edward.
Podía manejarlo. Estaba
segura.
–Estoy bien –les prometí,
palmeando la mano de Edward sobre mi brazo. Entonces dudé y añadí. –De todas
formas mantenganse cerca, solo por si acaso.
Los ojos de Jasper estaban
entrecerrados, concentrados. Sabía que estaba testando mi clima emocional y yo
me empeñaba en mantener una firme calma. Sentí como Edward liberaba mis brazos
y leí el asentimiento de Jasper, pero aunque este lo sabía de primera mano, no
parecía tenerlas todas consigo.
“¿Qué pasa, Jazz?” preguntó Alice.
“Ella debe estar demasiado controlada” Jasper se encogió de hombros.
“Ella no se está comportando como un neófito en absoluto… supongo que es
demasiado difícil para mi creer eso.”
Cuando ella escuchó mi voz,
aquella criatura demasiado lista para su edad, luchó por desprenderse de los
brazos de Rosalie, extendiéndolos en mi dirección. De alguna manera se las
apañó para que su expresión mostrara impaciencia.
–Jazz, Em, dejenla. Bella
puede con ello.
–Edward, el riesgo… –comenzó
Jasper.
–Es mínimo. Escucha, Jasper,
cuando estábamos de caza, captó el olor de unos excursionistas que se encontraban
en el lugar equivocado y la hora inoportuna…
Oí como Carlisle tragaba
aire con una inspiración de asombro.
“Te detuviste ahí a propósito, ¿verdad?” preguntó Emmett, sabiendo que
es lo que pasó.
“Probablemente” Edward se rió. “Me gustaría conseguir el efecto
dramático.”
“Sí, hará que lo que nos digas de lo que sucedió, mucho mejor” se rió
Emmett.
El rostro de Esme se llenó
de pronto de un interés cariñoso mexclado con compasión. A Jasper se le
pusieron los ojos como platos, pero asintió ligeramente, como sí las palabras
de Edward hubieran respondido a alguna pregunta en su cabeza.
“¿Y eso es?” preguntó Edward.
“Si ella tiene sangre humana… estaría más controlada que si tenía
sangre animal” respondió Jasper en voz baja, aunque sabía que Edward ya sabía
la respuesta. “Ella tendría menos sed.”
La boca de Jacob se torció
en una mueca disgustada. Emmett se encogió de hombros. Rosalie mostró aún menos
interés que su compañero, ya que estaba intentando sujetar al bebé que luchaba
en sus brazos.
La expresión de Alice me
dijo que a ella no la engañaba. Sus ojos entrecerrados, concentrados con una
intensidad ardiente en mi camisa prestada, parecía más preocupada por lo que le
había hecho a mi vestido que por ninguna otra cosa.
Todo el mundo se río de eso.
“Por supuesto que sí” dijo Alice. “Yo he visto que ella decidió no
hacerlo.”
–¡Edward! –le recriminó
Carlisle. –¿Cómo has podido ser tan irresponsable?
–Ya lo sé, Carlisle, ya lo
sé. Simplemente me he comportado como un estúpido. Debería haberme tomado mi tiempo
para comprobar que estábamos en una zona segura antes de dejarla suelta.
–Edward –mascullé,
avergonzada por la forma en la que me miraban. Era como si intentaran encontrar
un rojo más brillante en mis ojos.
“Edward, más vale que nos digas ya la verdad” dijo Esme con severidad.
“No debes dejar que ella sienta vergüenza por esto”
“Lo siento” dijo Edward, “pero estoy tan orgulloso de ella.”
–Tiene toda la razón del
mundo para reñirme, Bella –repuso Edward con una mueca. –He cometido un error
terrible. El hecho de que tú hayas mostrado más fortaleza que nadie que haya
conocido no lo cambia.
Alice puso los ojos en
blanco.
–Un chiste de buen gusto,
Edward.
“Gracias Alices” sonrió Edward.
“Idiota” Alice puso los ojos en blanco de nuevo.
–No era un chiste. Le estaba
explicando a Jasper por qué sé que Bella puede apañarsélas bien con esto. No es
culpa mía que todos se hayan precipitado en sus conclusiones.
–Espera –lo interrumpió
Jasper con un jadeo. –¿Es que ella no cazó a los humanos?
“Eres más cuidadoso con eso, ¿verdad?” Emmett se rió entre dientes.
“Probablemente” Jasper también se rió entre dientes.
–Empezó a seguirlos –replicó
Edward, disfrutando a las claras de la historia. Yo apreté los dientes. –Estaba
concentrada por completo en la caza.
–¿Y qué ocurrió? –intervinó
Carlisle. De repente sus ojos brillaban, mientras una sonrisa asombrada
comenzaba a formarse en su rostro. Me recordó a otros momentos, cuando me
preguntaba por los detalles de la experiencia de mi transformación. La emoción
de la nueva información.
“Me gusta mucho esa sonrisa” sonrió Esme.
“Entonces te deben haber gustado realmente estos libros” sonrió Emmett.
“Sí, pero esa no es la única razón” dijo Esme. “Hay muchas razones.”
Edward se inclinó hacia él,
animado.
–Me escuchó ir detrás de ella
y reaccionó a la defensiva. Tan pronto como mi persecución interrumpió su
concentración, la abandonó bruscamente. Nunca había visto nada igual. Se dio
cuenta de lo que estaba pasando… y entonces, contuvo el aliento y huyó.
–Guau –comentó Emmett. –¿En
serio?
“Sí” se respondió asi mismo.
–No lo está contando bien
–refunfuñé yo entre dientes, aún mas avergonzada que antes. –Se ha dejado la
parte en la que le gruñí.
Todo el mundo se rió de eso.
“Ella realmente esta molesta por eso, ¿verdad?” Alice se rió entre
dientes.
“No parece darse cuenta de que con solo un gruñido muestra su control
aún más claro” sonrió Jasper.
“En realidad, no pareces estar reaccionando como si estuvieras en el
libro” señaló Alice.
“No, pero es porque he aceptado el hecho de que Bella va a hacer las
cosas que yo pensaba que eran imposibles” Jasper se encogió de hombros. “¿Por
qué preocuparse por eso?
–¿Y no le diste un par de
buenos sopapos? –me preguntó Emmett con alegría.
–¡No! Claro que no.
–¿No? ¿De verdad que no? ¿De
verdad que no lo atacaste?
–¡Emmett! –protesté.
–Ah, vaya, que lástima
–gruñó el. –Eres la única persona del mundo que podría haberlo conseguido,
porque no estaría en sus cabales para evitarlo, y además tenías una excusa
perfecta –suspiró. –Me muero por ver cómo se las apañaría sin esa ventaja.
“Sí” estuvo de acuerdo Emmett.
“Idiota” Rosalie rodó los ojos.
Lo miré con cara de muy poco
amigos y ojos helados.
–Ni se me ocurriría.
El ceño fruncido de Jasper
captó mi atención, ya que parecía incluso más molesto que antes.
Edward tocó con su puño
ligeramente el hombro de Jasper, con un ademán burlón.
–¿Te das cuenta de lo que
quiero decir?
–Esto no es natural –rezongó
Jasper.
–Podría haberse vuelto
contra ti… Solo tiene horas –lo reprendió Esme, poniéndose la mano sobre el
corazón. –Oh, deberíamos haber ido contigo.
Yo no estaba prestando mucha
atención, ahora que Edward ya había disfrutado lo suficiente de su broma.
Seguía mirando al precioso bebé que estaba al lado de la puerta, todavía
pendiente de mí. Sus pequeñas manos llenas de hoyuelos se alzaban hacia mi como
si supiera exactamente quién era yo. De forma automática las mías se alzaron
también imitando las suyas.
–Edward –le dije,
inclinándome hacia un lado de Jasper para verla mejor. –¿Por favor?
Jasper tenía los dientes
encajados con firmeza y no se movió.
“Oh, superalo Jazz” dijo Alice “Ella estará bien.”
–Jazz, esto no es nada
parecido a lo que hayas podido ver antes –le comentó Alice en voz tranquila,
–confía en mi.
Sus ojos se encontraron
durante un breve segundo, y después Jasper asintió. Se apartó de mi camino,
pero puso una mano sobre mi hombro y me siguió mientras avanzaba lentamente.
Pensaba cada paso antes de
darlo, analizando mi estado de ánimo, la quemazón de mi garganta y la posición
de los demás a mi alrededor, y qué fuerte me sentía yo contra lo capaces que
serían ellos de contenerme. Fue una procesión muy lenta.
Y entonces el bebé que
estaba en brazos de Rosalie, luchando y lanzando los brazos en mi dirección
todo el tiempo, mientras su expresión se mostraba cada vez más irritada, soltó
un aullido agudo y cantarín. Todo el mundo reaccionó como si nunca hubiera
escuchado su voz antes.
“Tal vez no la hemos escuchado” sonrió Carlisle.
Se reunieron a su alrededor
en un segundo, dejándome allí sola, de pie, paralizada en mi lugar. El sonido
del llanto de Renesmee me atravesó, clavándome al suelo. Los ojos me picaban de
la manera más extraña, como si quisieran llorar.
Parecía como si todo el
mundo quisiera ponerle la mano encima, palmeándola e intentando consolarla.
Todos menos yo.
“Definitivamente envuelto alrededor de su mano” se rió Edward.
“Espero que no lo estropeen” murmuró Esme.
–¿Qué pasa? ¿Está herida?
¿Qué ha ocurrido?
La voz de Jacob era la que
sonaba más alta, y se alzaba llena de ansiedad sobre las de las demás. Observé
horrorizada que la agarraba y luego, con un horror aún más profundo, cómo
Rosalie se rendía y la dejaba en sus brazos sin luchar.
“Rose parece horrorizada por eso también” rió Emmett.
“No horrorizada” dijo Rosalie entre dientes, aunque era evidente que
sentía algo fuerte.
–No, esta bien – le aseguró
Rosalie.
¿Rosalie dandole
explicaciones a Jacob?
“Ahora si tienes mirada de horror” rió Emmett.
Renesmee se fue con Jacob
con bastantes ganas, empujando su mejilla con su mano diminuta pero después
retorciéndose de nuevo para estirarse en mi dirección.
–¿Lo ves? –le dijo Rosalie. –solo
quiere a Bella.
–¿Ella quiere venir conmigo?
–susurré.
“Por supuesto que lo hace” sonrió Esme.
Los ojos de Renesmee (mis
ojos) se clavaron en mi con impaciencia.
Edward salió disparado hacia
atrás hasta llegar a mi lado. Puso las manos con suavidad en mis brazos y me
empujó hacia adelante.
–Te ha estado esperando
durante casi tres días –me dijo.
Estabámos ahora apenas a
unos cuantos pasos de ella. Llegaban hasta mi temblorosas columnas de calor que
parecían surgir de su cuerpo.
O quizás era Jacob el que
estaba temblando. Vi cómo se sacudían sus manos conforme yo me acercaba. A
pesar de ello, y de su obvia ansiedad, su rostro permanerció más sereno de lo
que lo había visto en mucho tiempo.
Edward silbó toda la última frase, molesto de nuevo pero siguió
leyendo.
–Jake… estoy bien –le dije.
Me estaba entrando pánico de ver a Renesmee en sus manos temblorosas, pero
procuré mantenerme bajo control.
Me puso mala cara, con los
ojos entrecerrados, como si él tuviera justo el mismo pánico de dejar a
Renesmee en mis manos.
“Él no tiene derecho” se quejó Edward antes de leer de nuevo.
La niña gimoteaba con
impaciencia y seguía estirándose, cerrando sus pequeñas manos en forma de puños
una y otra vez.
En ese momento, algo en mí
se encajo en su lugar. El sonido de su llanto, la familiaridad de sus ojos, la
forma en que parecía más impaciente que yo en reunirse conmigo… Todo ello se
entretejió en el más natural de los patrones mientras ellaa intentaba agarrar
el aire que había entre nosotras. De repente, fue absolutamente real. Y por
supuesto que la conocía. Encontré de lo más normal que yo diera el último paso
para recogerla, poniendo mis manos en el lugar exacto, donde encajarían mejor,
mientras la acercaba a mi cuerpo con ternura.
Jacob dejó que sus largos
brazos se extendieran de modo que pudiera acunarla, pero no la soltó del todo.
Temblaba un poco cuando nuestras pieles se rozaron. Su piel, que siempre me
había parecido tan cálida, la sentía ahora como una llama. Tenía casi la misma
temperatura que Renesmee, con quizás un par de grados de diferencia.
La niña pareció totalmente
indiferente a la frialdad de mi piel, o al menos muy acostumbrado a ella.
Emmett se rió de eso.
Alzó la mirada y me sonrió
de nuevo, mostrando sus pequeños dientes cuadrados y sus dos hoyuelos.
Entonces, de forma muy deliberada, me tocó la cara.
En el momento en que ella
hizo eso, todas las manos que me sujetaban se tensaron, anticipándose a mi
reacción. Yo apenas me di cuenta.
Estaba jadeando, aturdida y
asustada por la extraña y alarmante imagen que llenaba mi mente. Lo sentía como
un recuerdo muy fuerte, tanto, que me parecía estar viéndolo a través de mis
ojos mientras lo observaba en mi cerebro, aunque me resultaba completamente
desconocido. Miré a través de la expresión expectante de Renesmee, intentando
comprender lo que estaba pasando, luchando con desesperación por aferrarme a mi
calma.
“¿Está poniendo ese recuerdo en su cabeza?” Carlisle se quedó sin
aliento.
“Me parece que sí” dijo Edward. “Pero has estado pensando que esto era
probablemente lo que iba a pasar desde que tocó a Rose… ¿Por qué estás tan
sorprendido?”
“¡En la cabeza de Bella!” enfatizó Carlisle.
“Oh” Edward se quedó sin aliento, sus ojos se ampliaron. “Es a través
de su barrera” agregó y luego comenzó a hacer pucheros. “¿Por qué no puedo
hacer eso?”
“Eso no es importante” dijo Carlisle con voz excitada.
“Sí, Eddy, eso no importa en absoluto” bromeó Emmett.
“Lo siento” Carlisle inclinó su cabeza. “No, me refiero a que de esa
manera…”
“Lo entiendo” dijo Edward. “Tienes curiosidad de saber por qué Renesmee
puede hacerlo.”
“Sí” dijo Carlisle. “Sin embargo, creo que antes de que venga con
alguna teoría, tendría que oír que es exactamente lo que está haciendo.”
“Bueno” Edward estuvo de acuerdo, comenzando a leer sin demora.
Además de ser chocante y
desconocida, la imagen tenía algo incorrecto, ya que casi podía reconocer mi
propio rostro en ella, mi viejo rostro, pero la veía desde fuera, al revés.
Comprendí con rapidez, que estaba viendo mi rostro como lo veían otros, más que
si fuera un reflejo.
“Wow… Nunca pensé en eso” dijo Emmett. “Nuestra cara no es exactamente
lo que pensamos que es.”
“Me di cuenta de ello” dijo Edward, que había visto su rostro en los
pensamientos de otros antes.
El rostro de mi recuerdo
estaba contrahecho, destrozado, cubierto de sangre y sudor. A pesar de ello, mi
expresión era la de una sonrisa de adoración. Mis ojos marrones relucían sobre
unos profundos círculos. La imagen se agrandó, y mi rostro se acercó desde un
punto de vista desconocido, y después, se desvaneció abruptamente.
La mano de Renesmee cayó
desde mi mejilla. Sonrió más aún, luciendo de nuevo sus hoyuelos.
Salvo por los latidos de los
corazones, se hizo un silencio profundo en la habitación. Solo respiraban, en
realidad Jacob y Renesmee. El silencio se alargó, parecía como si estuvieran
esperando a que yo dijera algo.
–¿Qué… ha sido… eso?
–¿Qué es lo que has visto?
–me preguntó Rosalie con curiosidad, inclinándose a un lado de Jacob, que
parecía estar tanto como no estar en ese lugar y en ese momento.
“Definitivamente fuera de lugar” estuvo de acuerdo Rosalie.
–¿Qué es lo que te ha
mostrado?
–¿Qué ella ha sido la que me
lo ha mostrado? –susurré yo.
–Ya te conté que era difícil
de explicar –murmuró Edward en mi oído, –pero bastante efectivo como medio de
comunicación.
–¿Qué ha sido? –preguntó
Jacob.
Pestañeé rápidamente varias
veces.
–Mmm. A mi. Creo. Pero tenía
un aspecto horrible.
“No fue horrible” dijo Esme, pensando sólo en la sonrisa y la necesidad
que Bella tuvo de sostener a su bebé… eso era un buen aspecto.
“Ella…” comenzó Emmett, mirando con incredulidad a Esma, pero Edward
negó con la cabeza. Estaba de acuerdo con los pensamientos de su madre.
–Es el único recuerdo que
tiene de ti –explicó Edward. Era obvio que él también había visto lo que ella
me había mostrado cuando lo pensaba. Todavía estaba encogido, con la voz áspera
al revivir el recuerdo. –Quiere que sepas que ya ha hecho la conexión y que
sabe quién eres.
–Pero, ¿Cómo hace eso?
Renesmee parecía indiferente
a mis ojos pasmados. Sonreía levemente y me tiraba de un mechón de pelo.
–¿Cómo puedo escuchar yo los
pensamientos de otros? ¿Cómo ve Alice el futuro? –preguntó Edward de modo
retórico, y después se encogió de hombros. –Ella tiene un don.
“Ella ciertamente lo tiene” dijo Rosalie.
–Es un giro interesante –le
dijo Carlisle a Edward, –como si ella hiciera justo lo opuesto a lo que tú eres
capaz de hacer.
“Sí, eso es lo que estaba pensando” dijo Carlisle con entusiasmo y todo
el mundo se rió de eso.
–Interesante –admitió
Edward, –me pregunto…
Yo sabía que ellos se habían
puesto a especular, pero no les presté atención. Yo estaba mirando el rostro
más hermoso del mundo. La sentía caliente entre mis brazos, recordándome el
momento en el que la oscuridad casi había vencido, cuando no quedaba nada en el
mundo a lo que aferrarse. Nada lo suficientemente fuerte que me empujara a
salir de aquella oscuridad que me aplastaba. El momento en que pensé en
Renesmee y encontré algo que nunca dejaría ir.
–Yo también te recuerdo –le
dije en voz baja.
Me pareció de lo más natural
inclinarme y presionar los labios contra su frente. Olía de maravilla. El aroma
de su piel me dejó ardiendo la garganta, pero fue fácil de ignorar. Nada me
quitaría la alegría de ese momento, porque Renesmee era real y al fin la
conocía. Ella era la misma por la cual yo había luchado desde el principio. Mi
pequeña pateadora, auqella que había amado desde que estaba en mi interior. La
mitad de Edward, perfecta y adorable. Y mitad mía también, lo que,
sorprendentemente, la hacía algo mejor y no peor.
“Por supuesto que la hizo mejor” dijo Edward.
Yo había tenido razón todo
el tiempo. Ella había merecido la pena.
“Definitivamente” dijo Rosalie.
–Está bien –murmuró Alice,
creo que a Jasper. Aunque los vi mantenerse atentos, aún sin confiar en mí.
–¿No hemos hecho ya
suficientes experimentos para un día? –preguntó Jacob, con la voz algo más
aguda de lo normal debido a la tensión. –Vale, es verdad que Bella lo está
haciendo genial, pero no llevemos las cosas demasiado lejos.
“No tienes derecho a decir nada” dijo Edward entre dientes, con ira de
nuevo.
Le eché una mirada
malintencionada de pura irritación. Jasper se removió inquieto a mi lado. Todos
estábamos apiñados tan cerca unos de otros que cualquier movimiento, por
pequeño que fuera, parecía muy grande.
–¿Cuál es tu problema,
Jacob? –le exigí. Tiré ligeramente de Renesmee y él dio un paso hacia adelante.
Ahora estaba apretado contra mí, con Renesmee tocando nuestros pechos.
Edward le siseó.
–No te echo a la calle,
Jacob, porque lo entiendo, pero Bella lo está haciendo extraordinariamente
bien, así que no le arruines el momento.
“Eres el menos indicado para hablar de arruinar el momento” murmuró
Alice.
–Y yo le ayudaré a echarte,
perro –prometió Rosalie, con la voz firviendo de indignación. –Te debo una
buena patada en las tripas.
Resultaba obvio, no había
habido ningún cambio en esa relación, a menos que consideráramos el empeoramiento
como cambio.
“Apuesto a que si” se rió Emmett.
Le eché una mirada
envenenada a la ansiosa expresión casi enfadada de Jacob. Tenía los ojos
clavados en el rostro de Renesmee. Con todo el mundo apretado a su alrededor,
debía estar en contacto físico con al menos seis vampiros diferentes en ese
momento, pero eso ni siquiera parecía molestarle.
¿De verdad estaba dispuesto
a pasar por todo esto solo para protegerme de mi misma? ¿Qué habría ocurrido
durante mi tranformación, mi cambio en algo que odiaba, que le hubiera
ablandado tanto respecto a la razón que lo había convertido en necesario?
Me rompí la cabeza sobre ese
asunto, observándole mirar a mi hija. Mirándola como si fuera un ciego que
viera el sol por primera vez.
–¡No! –jadeé.
“Creo que ya lo sabe” se rió Emmett, al igual que Cullen más jóvenes.
Los dientes de Jasper se
juntaron y los brazos de Edward se cerraron en torno a mí pecho como boas
constrictor. Jacob había sacado a Renesmee de mis brazos en el mismo segundo y
yo intenté retenerla. Porque lo sentí venir, el ataque que todos ellos habían
estado esperando.
Emmett se echó a reír más fuerte por la anticipación de lo que se
venía.
–Rose –le dije entre
dientes, con lentitud y precision. –Llévate a Renesmee.
“Por supuesto” sonrió Rosalie.
Rosalie ectendió los brazos
y Jacob le pasó a mi hija sin dudarlo. Ambos se apartaron de mi, andando hacia
atrás.
–Edward, no quiero hacerte
daño, así que por favor, suéltame.
Él vaciló.
“Vamos Eddy… suéltala” rió Emmett.
–Ve y ponte delante de
Renesmee –le sugerí.
Él deliberó y después me
dejó ir.
Me incliné hasta adoptar mi
posición de ataque, agazapada, y di dos pasos lentos hacia Jacob.
–Tú… ¡no! –le rugí.
Él retrocedió, con las
palmas de las manos hacia arriba, intentando razonar conmigo.
–Ya sabes que es algo que no
puedo controlar.
–¡Tú, chucho estúpido! ¿Cómo
has podido hacerlo? ¡Es mi bebé!
Emmett y Jasper ahora estaban riendo tan fuerte, que si todos los demás
no habrían sido vampiros, no habrían sido capaces de escuchar la lectura de
Edward.
Salió de espaldas por la
puerta principal mientras yo lo acosaba, casi corriendo por las escaleras.
–¡Bella, no ha sido idea
mía!
–Yo la he tenido en mis
brazos una sola vez y ¿ya te crees con derecho a no se qué estúpida reclamación
lobuna? ¡Es mía!
“Tú lo has dicho, hermana” dijo Emmett y Rosalie animó moviendo la
cabeza de acuerdo.
–Podemos compartirla –me
dijo con voz suplicante, mientras se retiraba a través del prado.
“¿A quién diablos le importa lo que podría hacer?” dijo Edward entre
dientes.
–A pagar –escuché decir a
Emmett a mis espaldas. Una parte pequeña de mi cerebro se preguntó quién habría
apostado en contra de este resultado.
Se rieron con más fuerza.
No desperdicié mucha
atención en él. Estaba demasiado furiosa.
–¿Cómo has osado imprimar a
mi bebé? ¿Has perdido la cabeza?
–¡Ha sido involuntario!
–insistió él, entrando entre los árboles de espaldas.
Y en ese momento dejó de
estar solo. Reaparecieron los dos enormes lobos, que lo flanquearon por ambos
lados. Leah me gruñó.
Un rugido terrorífico surgió
de entre mis dientes dirígido a ella. El sonido me molestó, pero no lo
suficiente para detener mi avance.
“No hubo suerte para ti, perrito” dijo Emmett con voz ahogada.
–Bella, ¿te importaría
escucharme solo un segundo? ¿Por favor? –suplicó Jacob. –Leah, lárgate –añadió.
Leah curvó su labio superior
en mi dirección y no se movió.
–¿Por qué tengo que
escucharte? –bramé. La furia dominaba mi cabeza, nublando cualquier otra cosa.
–Porque tú fuiste la que me
dijo esto. ¿No te acuerdas? ¿Tú no dijiste que nuestras vidas nos pertenecían
el uno al otro?, ¿a que si? Que eramos familia. Tú dijiste que era así como se
suponía que teníamos que ser. O sea que… aquí estamos. Es lo que tú deseabas.
Edward ahora estaba riendo, aunque su risa no era de tan buen humor
como la de sus hermanos. “Esto no es lo que quería decir.”
“Esto realmente tiene que subir su temperamento” insistió Emmett.
Le lancé una mirada feroz,
aunque realmente recordaba aquellas palabras. Pero mi nuevo y rápido cerrebro
iba dos pasos por delante de aquel sin sentido.
–Y pretendes formar parte de
mi familia, ¡cómo mi yerno! –le chillé.
Edward se entremeció ante eso.
Mi voz cantarina repiqueteó
ascendiendo dos octavas pero aun así siguió sonando como música.
Emmett se echó a reír.
–Detenla, Edward –murmuró
Esme, –porque ella será infeliz si le hace daño.
Pero yo no sentí que nadie
saliera en mi persecución.
“Edward” dijo Esme decepcionada.
“Puedo decir que no va a sucede en este momento” dijo Edward. “Sin
embargo, no voy a dejar que haga algo que le duela.”
–¡No! –insistía Jacob al
mismo tiempo. –¿Cómo puedes mirarlo de esa manera? ¡Por favor, es solo un bebé!
Rosalie estaba entre dientes; el argumento de él era exasperante.
–¡Pues eso es lo que yo
digo! –aullé.
–¡Tú sabes que no pienso en
ella de esa manera! ¿Es que crees que Edward me habría dejado vivir tanto si
eso fuera así? Todo lo que quiero es que ella esté a salvo y sea feliz… ¿Es tan
diferente de lo que tú quieres? –me gritó en respuesta.
Más allá de las palabras, le
lancé un rugido.
–¿A que es sorprendente? –oí
murmurar a Edward.
–N se le ha tirado a la
garganta ni una sola vez –admitió Carlisle, que sonaba extrañado.
“Eso es verdad” Emmett hizo un puchero. “Ella ya lo debería estar
atacando.”
–Vale, esta la ganas tú
–reconoció Emmett a regañadientes.
–Te vas a mantener apartado
de ella –le siseé yo a Jacob.
–¡No puedo hacer eso!
Le respondí entre dientes:
–Inténtalo, y empieza ahora
mismo.
–Eso no es posible. ¿Acaso
no recuerdas lo mucho que querías que estuviera a tu lado hace tres días? ¿Lo
difícil que nos resultaba permanecer separados? Todo eso no significa nada para
ti, ¿verdad?
Lo miré con mala cara, sin
estar segura de lo que pretendía con eso.
–Era por ella –me dijo él.
–Desde el mismo principio de todo. Teníamos que estar juntos, incluso entonces.
Edward ahora silbaba.
Lo recordé y de repente lo
comprendí. Una pequeñísima parte de mí se sintió aliviada de que aquella locura
tuviera explicación, pero ese alivio solo me hizo sentirme más furiosa. ¿Es que
acaso él esperaba que aquello fuera suficiente para mí? ¿Qué esa pequeña
aclaración haría que me pareciera bien?
–Huye mientras puedas –lo
amenacé.
–¡Venga, Bells! Yo también
le gusto a Nessie –insistió él.
“¿Nessie?” preguntó Emmett.
“¡El perro callejero la apodó Nessie!” dijo Rosalie entre dientes.
“A mí como que me gusta” dijo Alice. “Y hay que admitir que Renesmee no
es precisamente fácil de decir.”
“¡Ella no es un monstruo mítico, está loco!” gruñó Rosalie.
“Pero ella lo es” dijo Alice. “O por lo menos parte de ella lo es.”
“Argh” gruñó Rosalie. “¿Qué opinas sobre esto, Edward?”
“Estoy seguro que va a hacerse popular” admitió Edward, no estando
seguro de si le gustaba o no.
“Pero ¿Qué pasa con pequeña pateadora?” Emmett hizo un puchero. “Me
gustaba ese nombre.”
“Sólo Bella lo sabe” señaló Alice.
“Cierto” suspiró Emmett. “Creo que estoy bien con Nessie.”
Me quedé helada y se me
detuvo la respiración. Detrás de mi sentí un silencio repentino, una ansiosa
reacción de los que estaban en la casa.
–¿Cómo… la has llamado?
“No suena como que a Bella le guste” se rió Emmett.
Jacob dio un paso más hacia
atrás, intentando parecer avergonzado.
–Bueno –masculló entre
dientes, –ese nombre que le has puesto es un trabalenguas y…
–¿Le has puesto a mi hija de
apodo el nombre del monstruo del lago Ness? –chillé.
Y después le salté a la
garganta.
“Así me gusta, mucho mejor ahora” se rió Emmett.
“Espero que no le dulea” se preocupó Esme.
“Ese fue el final del capítulo” dijo Edward, entregandole el libro a
Emmett.
Da igual las veces que lea este capitulo que siempre acabo con sonrisa!!! Gracias por los dos capitulos!
ResponderEliminar