CAPITULO 37: ARGUCIAS
TRADUCCIÓN: Lorena Espinosa.
"Argucias" leyó Emmett.
La guardia
permanecía en el lado norte del claro a la espera de que su líder volviera a
sus filas, pero en vez de eso, Aro les ordenó adelantarse con un ademán de la
mano.
"Por supuesto que sí" se quejó Jasper.
Edward inició una
retirada inmediata, empujándonos a Emmett y a mí.
Emmett se rió. "Me pregunto si le di algún problema."
Retrocedimos a toda
prisa sin apartar la mirada de la amenaza en ciernes. Jacob fue el más lento de
todos a la hora de emprender el repliegue. Tenía erizada la pelambrera de los
hombros y se erguía mientras le enseñaba las fauces a Aro. Renesmee le agarró
del rabo al tiempo que retrocedía y le fue dando tirones para obligarle a
caminar con nosotros.
"Perro malo, ¡no persigas al hombre malo!" gritó Emmett
mientras se reía.
Nos reunimos con
nuestra familia al mismo tiempo que las capas oscuras rodeaban de nuevo a Aro.
La distancia entre
ellos y nosotros se había reducido a cincuenta metros, un espacio que
cualquiera podía salvar con un buen salto en menos de un segundo.
Cayo comenzó a
discutir con Aro de inmediato.
—¿Cómo soportas
semejante infamia? —Se puso con los brazos en jarras y los dedos curvados en
forma de garras—. ¿Por qué permanecemos aquí mano sobre mano ante un crimen tan
espantoso, burlados por una engañifa tan ridícula?
"¿Piensa que lo hemos engañado?" preguntó Emmett.
"Bueno, al parecer, están planeando atacarnos no importa el motivo"
dijo Jasper. "Así que, desde su punto de vista, no tiene sentido esperar.
Si atacan ahora, me gustaría pensar que su razonamiento original, todavía sería
lo suficientemente válido que nadie diría nada en contra de ellos."
"Pero todavía habría algunos que se lo cuestionen" dijo
Edward, pensativo, "y si ese fuera el caso, Aro no querría que... a él le
gusta ser visto como el bueno. No creo que Cayo se preocupe mucho acerca de eso
".
Especulé acerca del
motivo por el cual no tocaba físicamente a Aro para compartir su opinión.
¿Acaso éramos testigos de una división en las filas de los Vulturis? ¿Podíamos
tener tanta suerte?
—Porque es la verdad
hasta la última palabra —respondió el interpelado con calma—. Observa el número
de testigos. Todos ellos están en condiciones de dar testimonio: han visto a
esa niña crecer y madurar en el breve tiempo que la han conocido. Todos ellos
—prosiguió mientras hacía un gesto lo bastante amplio para abarcar desde Amun,
situado en un extremo, hasta Siobhan, ubicada en el opuesto— se han percatado
del calor de la sangre que corre por sus venas.
Cayo reaccionó de un
modo extraño en cuanto su compañero pronunció la palabra «testigos» y su
semblante, dominado por la ira, se serenó hasta convertirse en una máscara fría
y calculadora.
"Parece que estás en lo cierto, Eddy" dijo Emmett.
Lanzó una mirada a
los apoyos de los Vulturis con una expresión un tanto nerviosa.
Le imité y contemplé
a la enojada masa para percatarme de que ya no podía aplicársele ese adjetivo.
El deseo alocado de acción se había convertido en confusión y una oleada de
cuchicheos recorría las filas enemigas, pues intentaban buscar una explicación
a lo sucedido.
"Hm, parece que estaba equivocado" dijo Jasper. "Les vendría
muy mal si nos atacaran sin ser ellos mismos."
Cayo seguía con mala
cara, sumido en sus pensamientos. Lo aplomado de su expresión atizó los
rescoldos de mi antiguo enojo y acabó por avivar las llamaradas de la
preocupación. ¿Y qué ocurría si la guardia avanzaba de nuevo a una señal
invisible, como las que utilizaban mientras marchaban?
"Hm... estoy seguro de que lo haría" dijo Jasper.
"Pero no van a tener éxito esta vez debido a que nuestra pequeña
hermana Bella está en el caso" sonrió Emmett.
Estudié mi escudo
con ansiedad. Lo noté tan impenetrable como antes. Lo curvé hacia abajo en un
domo ancho y bajo para proteger a todo nuestro grupo. Percibía a mis amigos y a
los miembros de mi familia como finas columnas de luz, cada una con una
tonalidad propia. Pensé que sería capaz de identificarlos con un poco de
práctica,
Jasper reflexiono. Sonaba un poco similar a su propia capacidad, al
menos en el sentido de que ella puede sentir a alguien cuando entraba en el
ámbito de su don. "Estoy seguro de que tiene razón en eso" dijo con
una sonrisa.
y de hecho, ya conocía la de Edward, porque
era la más brillante de todas.
Pero me preocuparon
los huecos que existían alrededor de los puntos refulgentes. La cobertura
únicamente me protegería a mí si los habilidosos Vulturis lograban meterse por
debajo. La frente se me llenó de arrugas a causa del esfuerzo mientras
intentaba acercar con sumo cuidado la armadura elástica a mi gente. Carlisle
ocupaba la posición más alejada.
Jasper estaba sonriendo aún más.
"Eso definitivamente va a ayudar" sonrió Edward.
"Es una mujer extraordinaria la que tienes, Eddy," Emmett
sonrió también.
"Gracias" dijo Edward con orgullo.
Retraje el escudo
centímetro a centímetro en un intento de envolverle el cuerpo con la mayor
precisión posible.
El blindaje parecía
predispuesto a cooperar. Aumenté su contorno, y cuando Carlisle cambió de
posición para formar más cerca de Tanya, la protección se estiró con él y se
ciñó a su chispa.
"Lo que significa que probablemente podrían luchar y todavía el
escudo los protegería" dijo Edward.
"Increíble" murmuró Carlisle.
Lancé más hilos de
la tela protectora y los fui situando alrededor de cada silueta iluminada que
correspondía a un amigo o a un aliado.
Sólo había
transcurrido un segundo y Cayo continuaba con las deliberaciones.
—Los hombres lobo
—murmuró al fin.
Me invadió un pánico
repentino cuando comprendí que casi todos los licántropos estaban
desprotegidos. Me disponía a alcanzarles con mi escudo cuando me di cuenta de
que, en realidad, sí que podía sentir su chisporroteo luminoso. Curioso. Retiré
la capa protectora de Amun y Kebi, los dos miembros más alejados del grupo en
ese momento, que se hallaban en compañía de los lobos. Las luces de ambos se
extinguieron, pero no ocurrió lo mismo con los lobos: continuaban siendo
columnas luminosas... o casi, por lo menos la mitad de ellos brillaban. Mmm.
Extendí de nuevo el escudo y en cuanto Sam quedó cubierto, todos volvieron a
brillar.
"Eso es interesante" dijo Carlisle. "Sus mentes
realmente están entrelazadas..."
"No me parece tan interesante" resopló Emmett y empezó a leer
de nuevo.
La interconexión
entre ellos debía de ser mayor de lo imaginado. Si el macho Alfa se hallaba
bajo cobertura, las mentes de los otros miembros de la manada estaban tan
protegidas como la del líder.
"Saben, si no se hubiera descubierto ese control, o la capacidad
de hacer que se formen alrededor a quien ella eligió para proteger, o cómo ella
sólo necesitaba proteger al alfa - los lobos probablemente habrían sido nuestra
primera ofensa" dijo Jasper.
"Eso es un montón de si es, ya sabes" dijo Emmett y comenzó a
leer de nuevo antes de que él o cualquier otra persona, podría decir algo.
—Ah, hermano
—contestó Aro con aspecto apenado ante la afirmación de Cayo.
—¿También vas a
defender esa alianza, Aro? —preguntó Cayo—. Los Hijos de la Luna han sido
nuestros más acérrimos enemigos desde el alba de los tiempos. Les hemos dado
caza hasta prácticamente extinguirlos en Europa y Asia; y a pesar de ello,
Carlisle dispensa un trato de familiaridad a esa inmensa plaga, sin duda en un
intento de derrocarnos más adelante, lo que sea para proteger su corrupto estilo
de vida.
"Una vez más, eso no va a funcionar" dijo Jasper,
"porque no es cierto. Aunque si actuaban rápidamente, estoy seguro que los
testigos no se dieran cuenta de ello. Creo que tenemos bastante suerte de que
Aro quiera aferrarse a su título ".
Edward carraspeó de
forma tan audible que el cabecilla le miró. Aro se cubrió el semblante con una
de esas manos suyas: finas y delicadas. Daba la impresión de estar avergonzado
por el comportamiento del otro anciano.
—Estamos en pleno
mediodía, Cayo —comentó Edward mientras señalaba hacia Jacob.
"Y no, no es demasiado tarde para que eso funcione" Jasper
sonrió.
—resulta claro que
no son Hijos de la Luna. No guardan relación alguna con tus enemigos de allende
los mares.
—Aquí criáis
mutantes —le replicó el anciano de forma abrupta.
—Ni siquiera son
hombres lobo —contestó Edward con voz invariable tras abrir y cerrar las
mandíbulas—. Aro puede explicártelo todo si no me crees.
¿Que no eran hombres
lobo? Miré a Jacob con desconcierto. Él alzó los lomos y los dejó caer, como si
se encogiera de hombros. Tampoco él sabía de qué estaba hablando mi esposo.
Emmett estaba sacudiendo la cabeza, una vez más decepcionado ante el
recordatorio de que no son hombres lobo, pero cambian de forma.
—Mi querido Cayo, te
hubiera avisado de que no tocaras ese punto si me hubieras hecho partícipe de
tus pensamientos —murmuró Aro—. Aunque esas criaturas se consideren
licántropos, en realidad, no lo son. «Metamorfos» les encaja mejor. La elección
de la figura lupina es pura casualidad. Podría haber sido la de un oso, un
halcón o una pantera cuando se realizó la primera metamorfosis.
"Me alegro de que no sean osos" dijo Emmett. "Habría
aspirado ver una enorme y deliciosa mirada del oso y luego tener que ver uno de
los cambiadores de forma. Estoy seguro de que hubiera olido tan mal en esa
forma."
—En verdad te aseguro que estas criaturas no guardan
relación alguna con los Hijos de la Luna. Únicamente han heredado esa habilidad
de sus ancestros. La continuidad de la especie no se basa en la infección de
otras especies, como ocurre en el caso de los hombres lobo.
Cayo fulminó con la mirada a Aro. Estaba irritado y
flotaba en el ambiente algo más, una posible acusación de traición.
—Conocen el secreto de nuestra existencia —espetó el otro
sin rodeos.
Edward parecía a punto de responder a esta acusación, pero
Aro se le anticipó.
—También ellos son criaturas del mundo sobrenatural,
hermano, y tal vez ellos dependan del secreto más que nosotros. Además, es
difícil que nos expongan. Ve con cuidado, Cayo. Los alegatos capciosos no nos
conducen a ninguna parte.
Cayo respiró hondo y asintió; luego, ambos ancianos
intercambiaron una larga y significativa mirada.
Creí comprender la instrucción que se escondía
detrás de la advertencia de Aro. Los cargos falsos no les iban a ayudar en nada
a lograr que sus propios testigos se pusieran de su parte. Aro avisaba a su
compañero de que pasaran a la siguiente estrategia. Me pregunté si la razón
oculta tras esa aparente tensión entre los dos ancianos —representada en la
negativa a tocar a su compañero y compartir sus pensamientos— no sería que a
Aro le interesaban las apariencias mucho más que a Cayo,
"Muy bien observado. En realidad, no le importaría un modo u otro"
suspiró Carlisle. "A él no le importaban demasiado las reglas, aparte de
que representaban el poder que tienen."
a quien la próxima
matanza le parecía de mayor importancia que mantener una reputación intachable.
—Deseo hablar con la
delatora —anunció de pronto Cayo, y se volvió para mirar a Irina.
Esme se estremeció y todo el mundo se tensó.
La vampira no
prestaba atención a la conversación de los líderes de los Vulturis. No apartaba
la vista de sus hermanas y tenía un semblante agónico y crispado por el
sufrimiento. El rostro de Irina dejaba bien a las claras que ella sabía ahora
lo infundado de su acusación.
—Irina —bramó Cayo,
descontento de tener que dirigirse a ella.
Ella alzó la vista,
sorprendida en un primer momento y luego asustada.
Cayo chasqueó los
dedos.
La vampira avanzó
con paso vacilante desde el límite de la formación Vulturis para presentarse de
nuevo ante el anciano caudillo.
—Has cometido un
grave error en tus acusaciones, o eso parece —comenzó Cayo.
Tanya y Kate se
adelantaron, presas de la ansiedad.
—Lo siento
—respondió Irina en voz baja—. Quizá debería haberme asegurado de lo que vi,
pero no tenía ni idea... —Hizo un gesto de indefensión hacia nosotros.
—Mi querido Cayo
—terció Aro—, ¿cómo puedes esperar que ella adivinara en un instante algo tan extraño
e improbable? Cualquiera de nosotros habría supuesto lo mismo.
"No me gusta esto" murmuró Esme miserablemente, y Carlisle
aumentó la presión sobre ella.
Cayo removió los
dedos para silenciar a su homólogo.
—Todos estamos al
tanto de tu error —continuó con brusquedad—. Yo me refiero a tus motivos.
Irina estaba hecha
un manojo de nervios; esperó a que continuara, pero al final repitió:
—¿Mis motivos?
—Sí, para empezar,
¿por qué viniste a espiarlos?
"Ella no estaba espiando..." dijo Esme en voz tan baja que
apenas podían oírla y su voz se interrumpió con un gemido.
La vampira respingó
al oír el verbo «espiar».
—Estabas molesta con
los Cullen. ¿Me equivoco?
—No, estaba enojada
—admitió.
—¿Y por qué...? —la urgió
Cayo.
—Porque los
licántropos mataron a mi amigo y los Cullen no se hicieron a un lado y no pude
vengarle.
—Licántropos, no,
metamorfos —le corrigió Aro.
—Así pues, los
Cullen se pusieron de parte de los metamorfos en contra de nuestra propia especie,
incluso cuando se trataba del amigo de un amigo —resumió Cayo.
Edward profirió por
lo bajinis un refunfuño de disgusto mientras el Vulturis iba repasando una por
una las entradas de su lista en busca de una acusación que encajara.
—Yo lo veo así —replicó
Irina, muy envarada.
Cayo se tomó su
tiempo.
—Si deseas formular
alguna queja contra los metamorfos y los Cullen por apoyar ese comportamiento,
ahora es el momento.
El anciano esbozó
una sonrisa apenas perceptible llena de crueldad, a la espera de que Irina le
facilitara la siguiente excusa.
Con ello demostraba
que no entendía a las familias de verdad, cuyas relaciones se basaban en el
amor y no en el amor al poder. Tal vez había sobreestimado la fuerza de la
venganza.
Jasper, Edward, Carlisle y todos trataron de no reaccionar a esto, ya
que pensaban que Cayo comprendió mejor el amor que compartían. Todos temían lo
que iba a suceder después y no pudieron decirlo en voz alta.
Irina apretó los
dientes, alzó el mentón y cuadró los hombros.
—No deseo formular
queja alguna contra los lobos ni los Cullen. Habéis venido aquí para destruir
al niño inmortal y no existe ninguno. Mío es el error y asumo por completo la
responsabilidad.
Todo el mundo se tensó ante esas palabras.
—Los Cullen son
inocentes y vosotros no tenéis motivo alguno para permanecer aquí. Lo lamento
mucho —nos dijo, volviéndose hacia nosotros, y luego se encaró con los testigos
Vulturis—. No se ha cometido ningún delito, ya no hay razón válida para que
continuéis aquí.
Aún no había
terminado de hablar la vampira y Cayo ya había alzado una mano, sostenía en
ella un extraño objeto metálico tallado y ornamentado.
Se trataba de una
señal,
"¡No!" todos gritaron.
Esme se rompió en sollozos terribles. Carlisle fue a envolver sus manos
alrededor de ella mientras descansaba su cabeza sobre la suya, mirando como si
estuviera llorando también, del modo que sólo un vampiro podía llorar.
Rosalie apretó las manos juntas, ella todavía estaba bastante molesta
de que Irina fuera a los Volturi, en primer lugar, pero esto era demasiado
cruel, no la quería perder como su amiga.
Emmett estaba mirando el libro, mirando muy enojado por lo que había
sucedido.
Jasper sostenía Alice, que sollozaba como Esme, aunque no tan
miserablemente.
Edward parecía tener dolor y su expresión era de noche mientras pensaba
en esto. Sin duda va a tener que asegurarse de que nada como esto realmente
suceda.
Fue algún tiempo después de eso que Emmett recogió el libro de nuevo y
empezó a leer.
y la reacción llegó
tan deprisa que todos nos quedamos atónitos y sin dar crédito a nuestros ojos
mientras sucedía. Todo terminó antes de que tuviéramos tiempo para reaccionar.
Tres soldados
Vulturis se adelantaron de un salto y cayeron sobre Irina, cuya figura quedó
oculta por las capas grises. En ese mismo instante, un horrísono chirrido
metálico rasgó el velo de quietud del claro. Cayo serpenteó sobre la nieve
hasta llegar al centro de la molé grisácea. El estridente sonido se convirtió
en un geiser de centellas y lenguas de fuego. Los soldados se apartaron de
aquel repentino infierno de llamaradas y regresaron a sus posiciones en la
línea perfectamente formada.
Emmett leyó con tanta rapidez que si hubieran sido los seres humanos no
habrían sabido que él había hablado en absoluto, pero con su capacidad mental
mejorada captaron cada palabra.
El anciano líder se
quedó solo junto a los restos en llamas de Irina. El objeto metálico de su mano
todavía chorreaba lenguas de fuego sobre la pira.
Se oyó un débil
chasquido y el surtidor de fuego dejó de vomitar fogonazos. Un jadeo de horror
recorrió la masa de testigos congregada detrás de los Vulturis.
Nosotros estábamos
demasiado consternados para proferir algún sonido. Una cosa era saber que la
muerte se avecinaba a feroz e imparable velocidad y otra muy diferente ver cómo
tenía lugar.
—Ahora sí ha asumido
por completo la responsabilidad de sus acciones —aseguró Cayo con una fría
sonrisa.
"¡Bastardo!" gritó Esme con voz enfadada que estaba empañada
por el dolor que sentía. Todos la miraban. Ella nunca dijo una maldición, pero
nadie dijo nada.
Lanzó una mirada a
nuestra primera línea, deteniéndose brevemente sobre las formas heladas de
Tanya y Kate.
Adiviné en ese
instante que el Vulturis jamás había minusvalorado los lazos de una verdadera
familia. Ésa era la táctica. Nunca tuvo interés en las reclamaciones de Irina,
buscaba su desafío, un pretexto para poder destruirla y prender fuego al
inflamable vaho de violencia que se condensaba en el ambiente. Había arrojado
una cerilla.
"Bueno, no podemos dejar que... no podemos luchar ahora" dijo
Edward con amargura.
"’Tienen que pagar por esto!" dijo Esme entre dientes,
sorprendiendo a todos mientras miraba el libro con fuerza.
"Si peleamos, nuestra familia estaría en peligro" dijo Edward
en voz baja y la cara de Esme se desmoronó.
"Lo sé" Esme suspiró, "pero yo sólo no puedo soportar lo
que hicieron... que puedan salirse con la suya... es tan cruel... tan sin
sentido..."
"Lo sé" Carlisle calmado, meciéndose adelante y atrás,
"pero tenemos que soportar este momento".
Aquella tensa
conferencia de paz se tambaleaba ahora con más vaivenes que un elefante en la
cuerda floja. Nadie iba a ser capaz de detener el combate una vez que se
desatara. La espiral de violencia no dejaría de crecer hasta que un bando
resultara totalmente aniquilado. El nuestro. Cayo lo sabía.
Y también Edward.
Por eso, estaba
atento y gritó:
—¡Detenedlas!
Por eso, saltó de la
fila a tiempo de agarrar por el brazo a Tanya, que se lanzaba vociferando como
una posesa hacia el sonriente Cayo. No fue capaz de zafarse de la presa de
Edward antes de que Carlisle la sujetara por la cintura.
—Es demasiado tarde
para ayudarla —intentó razonar Carlisle a toda prisa mientras forcejeaba con
ella—. ¡No le des lo que quiere!
"No hay razonamiento con esto" dijo Esme.
Fue más difícil
contener a Kate. Lanzó un aullido inarticulado similar al de Tanya y dio la
primera zancada de una acometida que iba a saldarse con la muerte de todos. La
más próxima a ella era Rosalie, pero ésta recibió semejante porrazo que cayó al
suelo antes de tener tiempo de hacerle una llave de cabeza. Por suerte, Emmett
la aferró por el brazo y le impidió continuar; luego, la devolvió a la fila a
codazo limpio, pero Kate se escabulló y rodó sobre sí misma. Parecía imparable.
Garrett se abalanzó
sobre Kate y volvió a tirarla al suelo; luego, le rodeó el tórax y los brazos
en un abrazo y engarfió los dedos alrededor de sus propias muñecas a fin de
completar la presa de inmovilización. El cuerpo de Garrett se estremeció cuando
la vampira empezó a lanzarle descargas. Puso los ojos en blanco, pero se
mantuvo firme y no la soltó.
"Él la ama" dijo Esme; fue bastante claro para ella. Sin
embargo, incluso esas palabras no podían hacer nada por ella, mientras pensaba
en el destino de Irina.
"Vamos a cambiar su destino, Esme" dijo Edward. "No
vamos a permitir que esto suceda."
Esme lo miró y asintió. Ella sabía que tenía razón, Irina no se había
ido realmente, ni tampoco fue a los Volturi. Sin embargo, era difícil en este
momento pensar en eso.
—Zafrina —gritó
Edward.
Kate puso los ojos
en blanco y sus gritos se convirtieron en gemidos. Tanya dejó de forcejear.
—Devuélveme la vista
—siseó Tanya.
De modo desesperado,
pero con toda la delicadeza de la que fui capaz, estiré el escudo hasta cubrir
las llamas de mis amigos. Intenté retirarlo de Kate al mismo tiempo que
envolvía a Garrett a fin de que, al menos, hubiera una fina capa entre ellos.
Para cuando terminé,
Garrett había recuperado el control de sí mismo y la retenía en el suelo
cubierto de nieve.
"Su don realmente funciona más allá de lo que habría esperado"
dijo Jasper, pero su voz era plana, estaba sufriendo demasiado.
—¿Vas a tumbarme
otra vez si dejo que te levantes, Katie? —susurró él.
Ella soltó un
refunfuño por toda respuesta y no cesó de repartir golpes a diestro y
siniestro.
—Escuchadme, Tanya,
Kate —pidió Carlisle en voz baja pero con vehemencia—. La venganza ya no va a
ayudarla. Irina no habría deseado que despilfarrarais la vida de esa manera.
Meditad las consecuencias de vuestros actos. Si atacáis ahora, moriremos todos.
Los hombros de Tanya
se encorvaron bajo el peso del sufrimiento y se echó hacia atrás, sobre
Carlisle, en busca de apoyo. Kate dejó de debatirse al fin. Garrett y Carlisle
continuaron consolando a las hermanas con palabras demasiado precipitadas para
reconfortarlas de verdad.
Centré otra vez mi
atención en la fuerza de las miradas cuya intensidad había menguado durante
aquellos momentos de caos. Con el rabillo del ojo comprobé que Edward y todos
los demás, incluidos Carlisle y Garrett, se habían puesto en guardia de nuevo.
La mirada más
penetrante era la de Cayo, que contemplaba a Kate y Garrett en el suelo nevado
con rabia e incredulidad. También Aro, sabedor de las habilidades y el
potencial de Kate tras haber visto los recuerdos de Edward, observaba a la
pareja con el desconcierto grabado en sus facciones.
¿Comprendía lo
sucedido? ¿Se daba cuenta de que mi escudo había crecido en resistencia y
sutileza más allá de lo que Edward me sabía capaz? ¿O pensaba acaso que Garrett
había aprendido a generar una fuerza de inmunidad por su cuenta?
"Me gustaría pensar que es más probable lo primero" dijo
Jasper, tratando de romper el pesado dolor que estaba en la sala, con sus
palabras y su habilidad. "Sin embargo, dudo que él sería capaz de adivinar
de qué tan fuerte y sutil es."
La guardia Vulturis había
dejado a un lado la contención marcial y todos se inclinaban hacia delante,
prestos para saltar y lanzar un contraataque en cuanto nosotros iniciáramos la
ofensiva.
Los cuarenta y tres
testigos permanecían detrás de ellos con una expresión diferente a la del
comienzo, pues se había pasado de la confusión a la sospecha.
"Parece que van a venir de nuestro lado ahora" señaló Emmett,
mirando como si estuviera tratando de sonreír, pero no pudo manejarlo.
La destrucción
fulminante de Irina los había conmovido a todos. Se preguntaban cuál había sido
el crimen de la vampira y cuál sería el curso de los acontecimientos ahora que
no iba a producirse el ataque inmediato previsto por Cayo para distraer la
atención de la brutal ejecución. Aro miró a sus espaldas. Comprobé cómo las
facciones le delataban y dejaban entrever durante unos instantes su
exasperación. Le gustaba tener público, y ahora le había salido el tiro por la
culata. Stefan y Vladimir hablaban sin cesar y con alegría, para descontento de
Aro.
Era evidente el
interés del anciano líder por no desprenderse de la aureola de integridad de la
que se habían investido los Vulturis hasta ahora, aunque no se me ocurría
pensar que fueran a dejarnos en paz únicamente para salvar la reputación. Lo
más probable es que, con ese fin, aniquilaran al público después de haber
terminado con todos nosotros.
"Probablemente tiene razón" Edward murmuró oscuramente.
Noté una repentina
punzada de piedad por esa masa de desconocidos reunida por los vampiros
italianos para presenciar nuestra muerte. Demetri les daría caza hasta acabar
también con todos ellos.
Demetri debía morir.
Por Jacob y Renesmee, por Alice y Jasper, por Alistair, y también por todos
esos desconocidos, ignorantes del precio que habrían de pagar por este día.
Aro rozó el hombro
de su compañero.
—Irina ha sido
castigada por levantar falsos testimonios contra esa niña.
"¿Y eso es un crimen para morir?" Esme escupió con
vehemencia.
"No, en realidad lo no es" dijo Jasper "y no sería bueno
para los Volturis que la gente piense que es el caso. No es que importe mucho,
porque nadie haría un niño inmortal, pero sería menos problable, que la gente
se convierta en testigo, si el castigo es la muerte si se equivocan ".
de acuerdo, ésa era
su excusa; luego, prosiguió—: ¿No deberíamos volver al asunto principal, Cayo?
El interpelado se
envaró y endureció la expresión hasta resultar inescrutable. Miró hacia delante
con la vista puesta en el infinito. Era extraño, pero su semblante me recordaba
al de una persona que acabara de tomar conciencia de haber sido degradado.
"Aro no estara contento con esto" dijo Carlisle y Esme lo
miró como diciendo "a quién le importa si Aro está disgustado'. "Cayo
no tendrá mucho peso en los procedimientos futuros."
Aro se adelantó.
Renata, Félix y Demetri le siguieron de inmediato.
—Me gustaría hablar
con unos cuantos testigos, por simple perfeccionismo — anunció—. Ya sabes, puro
trámite —agregó mientras le restaba importancia al asunto con un ademán de la
mano.
Acaecieron a la vez
dos hechos. Cayo recuperó ese punto cruel del rictus y Edward siseó y cerró los
puños con tantísima fuerza que se le marcaron los nudillos en esa piel suya
dura como el diamante.
"¿Qué es esta vez?" preguntó Rosalie.
"Sea lo que sea, creo que éste será más difícil de disputar"
dijo Alice con gravedad.
Me moría de ganas de
preguntarle qué iba a pasar, pero Aro se hallaba lo bastante cerca como para
escuchar la más leve voz. Carlisle lanzó una mirada cargada de ansiedad al
rostro de Edward antes de endurecer el semblante.
Mientras Cayo había
ido dando traspiés con acusaciones injustificadas e imprudentes intentos de
provocar una lucha, Aro parecía haber urdido una estrategia de mayor eficacia.
Cruzó el claro nevado con el sigilo de un espectro hasta llegar al extremo
oeste de nuestra línea, deteniéndose a unos diez metros de Amun y Kebi. Los
lobos más cercanos erizaron la pelambrera, pero no abandonaron sus posiciones.
—Amun, mi vecino del
sur... ¡Cuánto tiempo ha pasado desde tu última visita! — dijo Aro con voz
cálida.
El egipcio se quedó
inmóvil a causa de la ansiedad. Kebi permanecía hierática como una estatua a su
lado.
—Poco significa el
tiempo para mí. Apenas noto su tránsito —murmuró Amun sin mover casi los labios.
—Muy cierto —convino
el Vulturis—, pero ¿no hay tal vez otro motivo para ese alejamiento?
"Él ya sabe que hace Amun" dijo Emmett. "No me gusta que
la gente sea más amigable cuando son tipos muy malos."
Amun no respondió,
por lo que el anciano prosiguió—: Organizar a los advenedizos en un aquelarre
consume muchísimo tiempo, bien que lo sé yo. Por suerte, cuento con otros para
hacerse cargo de esa tarea tan tediosa. No sabes cuánto me congratula que tus nuevas
incorporaciones hayan encajado tan bien. Me encantaría que me los presentaras.
Estoy convencido de que tu propósito es visitarme pronto.
—Por descontado
—contestó el egipcio con un tono de voz tan carente de emoción que resultaba
imposible saber si había miedo o sarcasmo en la respuesta.
—Bueno, de todos
modos, ahora estamos todos reunidos... ¿No es maravilloso?
"Sí... Esto es tan malditamente maravilloso" susurró Edward.
el interrogado
asintió con semblante inexpresivo—. Por desgracia, el motivo de vuestra
presencia aquí no es grato. ¿Os ha llamado Carlisle para que oficiéis como
testigos?
—Sí.
—¿Y qué vais a
atestiguar a favor de él?
—He observado a la
niña en cuestión —Amun no dejó de hablar con esa fría inexpresividad en todo
momento—. Fue evidente casi desde un principio que no era una niña inmortal...
—Quizá convendría
redefinir nuestra terminología —le interrumpió el anciano—, ahora que parece
haber nuevas clasificaciones. Por supuesto, con «niña inmortal» te refieres a
una chiquilla humana transformada en vampiro tras ser mordida.
—Sí, a eso me
refiero.
—¿Y qué más has
observado en ella?
—Las mismas cosas
que seguramente habrás apreciado tú en la mente de Edward. La pequeña es hija
biológica suya. Crece. Aprende.
—Sí, sí —repuso Aro
con una nota de impaciencia en la voz por otra parte amistosa—, pero en las
pocas semanas de estancia aquí, ¿qué has visto?
—Crece muy...
deprisa —replicó Amun con el ceño fruncido.
Aro sonrió.
"¿Qué está tratando de decir?" preguntó Esme, apretó sus
dientes y sus ojos estaban clavados en el libro en la mano de Emmett.
"Todos sabemos lo que está tratando de decir" respondió
Edward, su tono era mortal, y nadie dijo una palabra, pero todo el mundo estaba
enfurecido.
—¿Crees que debería
permitírsele vivir?
Se me escapó un
siseo, y no fui la única. La mitad de los vampiros de nuestro grupo se hizo eco
de la protesta y los testigos Vulturis hicieron otro tanto al otro lado del
prado. El rumor flotó en el aire como un tenue chisporroteo. Edward echó un
paso atrás y me rodeó la cintura con una mano a fin de contenerme.
El zumbido de
murmullos no hizo darse la vuelta al Vulturis, pero Amun miró a su alrededor
con manifiesta incomodidad.
—No he acudido para
emitir juicios —argüyó, saliéndose por la tangente.
Aro soltó una
risilla.
—Dame sólo una
opinión.
El testigo alzó el
mentón.
—No veo peligro
alguno en la niña. Aprende más deprisa de lo que crece.
El líder Vulturis
asintió, como si sopesara la cuestión, y echó a andar, pero el vampiro egipcio
le llamó.
—¿Aro?
—Dime, amigo mío.
—He dado mi
testimonio y nada más me retiene aquí. A mi compañera y a mí nos gustaría
marcharnos ahora mismo.
Aro le dedicó la más
amable de las sonrisas.
—Por supuesto. Me
alegra haber tenido la ocasión de conversar contigo, aunque sea sólo un poco, y
estoy seguro de que volveremos a vernos pronto.
"Creo que realmente le gusta, Carlisle" dijo Jasper. "Él
escogió tu lado cuando se refería a Renesmee, incluso cuando estaba claro que
Aro quería que dijera que era peligroso. Y ahora que abandona el combate, en
lugar de unirse en el lado Volturi..."
"¿Y piensas que esto equivale a que le gustaba Carlisle?"
preguntó Emmett, rodando los ojos.
"Sí" respondió Jasper. "Creo que Carlisle ha formado
fuertes lazos de amistad con todos los que vinieron aquí para ser testigos...
más fuerte que la mayoría de nuestra especie" dijo Jasper. "Así que
muchas personas están dispuestas a luchar a nuestro lado, y él no está haciendo
todo lo que sea que les obliga a quedarse."
Amun frunció los
labios con fuerza hasta formar una línea mientras digería la amenaza apenas
disimulada de esas palabras. Tocó el brazo de Kebi y luego ambos echaron a
correr por el confín meridional de la pradera y desaparecieron entre los
árboles. Estaba segura de que no iban a dejar de correr durante mucho, mucho
tiempo.
Aro se deslizó a lo
largo de nuestra línea en dirección este, rodeado por unos guardaespaldas muy
nerviosos. Se detuvo a la altura de la enorme silueta de Siobhan.
—Hola, Siobhan,
estás tan hermosa como de costumbre. —La vampira hizo una inclinación de cabeza
y permaneció a la espera—. Dime, ¿respondes a mis preguntas en el mismo sentido
que Amun?
—Sí, pero tal vez
añadiría algo —replicó ella—. Renesmee comprende los límites y no pone en
peligro a los humanos. Es una mezcla de más calidad que nosotros, y no supone
amenaza alguna para nuestra cobertura.
—¿No se te ocurre
ninguna? —preguntó Aro, sombríamente.
Edward gruñó, un
bajo y desgarrado sonido que surgió de lo más hondo de su garganta.
Los velados ojos
carmesíes de Cayo refulgieron.
Renata tendió los
brazos hacia su señor en ademán protector.
Garrett soltó a Kate
para dar un paso hacia delante, ignorando la mano de ésta, que ahora pretendía
refrenarle a él.
La tensión siguió con todas las reacciones a las preguntas de Aro.
—Creo que no te sigo
—contestó Siobhan con lentitud.
Aro se deslizó hacia
atrás como si tal cosa, pero acabó más cerca de la guardia y con Renata, Félix
y Demetri pegados a su sombra.
—No se ha
quebrantado ley alguna —dijo Aro con tono conciliador, pero todos los
asistentes intuimos que la salvedad estaba al caer. Necesité hacer un gran esfuerzo
para contener la rabia que estaba a punto de subir por mi garganta y salir para
gritar un desafío. Apliqué esa ira a mi escudo, haciéndolo más grueso, y me
aseguré de que todos estuvieran protegidos—. No se ha quebrantado ley alguna
—repitió—. Ahora bien, ¿podemos deducir de eso la ausencia de peligro? No.
—Sacudió la cabeza con suavidad—. Son asuntos diferentes.
No hubo más reacción
"¡Renesmee no es peligrosq!" dijeron Rosalie y Alice juntas.
"Y ella no representa ningún peligro" añadió Edward.
que una mayor
tirantez en unos nervios ya tensos de por sí. Maggie, ubicada en los límites de
nuestro grupo de luchadores, meneó la cabeza para sacarse la rabia de encima.
Aro anduvo con
ademanes pensativos. Parecía levitar sobre la nieve más que pisarla. Cada paso
le acercaba más y más a su guardia, bien que me di cuenta.
—La niña es única,
singularmente única. Sería un despilfarro acabar con una criatura tan adorable,
sobre todo cuando podríamos aprender tanto de ella... — suspiró, simulando una
gran renuencia a continuar—. Pero existe un peligro imposible de ignorar, así
de simple.
Nadie respondió a
esta afirmación. Reinó un silencio sepulcral hasta que decidió retomar el
monólogo. Daba la impresión de estar hablando para sí mismo.
—Resulta irónico que
cuanto mayores son los logros técnicos del ser humano y más afianzan su dominio
del planeta, más lejos estamos de ser descubiertos. Nos hemos convertido en
criaturas más desinhibidas gracias a su incredulidad ante lo sobrenatural, pero
la tecnología ha reforzado a los hombres hasta el punto de que serían capaces
de amenazarnos y destruir a algunos de nosotros en caso de proponérselo.
"¿Qué demonios tiene que ver esto con Renesmee?" preguntó
Emmett con rabia.
"Estoy seguro de que va a ser alguna excusa estúpida" gruñó
Edward.
»El secreto ha sido
durante miles y miles de años una cuestión de conveniencia y comodidad más que
de verdadera seguridad. Este último siglo tan belicoso ha alumbrado armas de
tal potencia que ponen en peligro incluso a los inmortales. Ahora, nuestra
condición de simples mitos nos protege de verdad de las criaturas que cazamos.
«Intuimos el
potencial de esta criatura tan... sorprendente. —Alzó la mano para luego bajar
la palma como si la apoyara sobre el hombro de Renesmee, aunque él se hallaba a
cuarenta metros en ese momento, casi en el seno de la formación Vulturis de
nuevo—. Ella sabe con absoluta certeza que siempre va a poder permanecer oculta
tras el velo de oscuridad que nos protege, pero nosotros nada sabemos sobre qué
clase de criatura va a ser ella en su edad adulta. Hasta sus propios padres
están llenos de dudas.
Edward dejó escapar un silbido, a sabiendas de que sus pensamientos
habían ayudado a Aro a llegar a este método de ataque.
>>No hay forma de conocer cuál será su
naturaleza al crecer —hizo una pausa para mirar primero a nuestros testigos y
luego, y de un modo muy elocuente, a los suyos. Imitaba muy bien el tono de voz
de quien está desgarrado por el contenido de su discurso. Sin apartar los ojos
de su auditorio, prosiguió—: Únicamente lo conocido es seguro y aceptable. Lo
desconocido es... vulnerabilidad.
"¡Y vas a decidir eso, después de darle sólo unos pocos meses de
vida!" gruñó Rosalie. "¡Ni siquiera darle la oportunidad de demostrar
lo que puede hacer!"
La sonrisa de Cayo
se ensanchó de forma maliciosa.
—Ahora estás
mostrando tu juego, Aro —dijo Carlisle con voz sombría.
—Haya paz, amigo. No
nos precipitemos. —Una sonrisa cruzó el rostro de Aro, tan amable como
siempre—. Contemplemos el problema desde todos los ángulos.
—¿Puedo sugerir uno
a vuestra consideración? —solicitó Garrett en voz alta tras adelantarse un
paso.
—Nómada... —dijo
Aro, asintiendo en señal de autorización.
Garrett levantó la
barbilla, miró de frente a los corrillos de testigos situados al final del
prado y dirigió a ellos su alocución.
—He venido aquí a
petición de Carlisle en calidad de testigo, al igual que los demás —empezó—, y
en lo tocante a la niña eso ya resulta innecesario. Todos vemos qué es. »Me he
quedado para ver algo más, a vosotros —señaló con el dedo a los desconfiados
vampiros—. Conozco a dos de vosotros, Makenna y Charles, y compruebo que muchos
otros sois vagabundos y azotacalles, como yo. No respondéis ante nadie. Sopesad
con cuidado mis palabras. »Los antiguos no han venido aquí a impartir justicia
como os han dicho. Muchos lo sospechábamos y ahora ha quedado probado. Fueron
mal informados, cierto, pero acudieron porque tenían un pretexto válido para
desencadenar la ofensiva. Sed testigos ahora de la debilidad de sus excusas a
la hora de continuar su misión. Reparad en sus esfuerzos para encontrar una
justificación a su verdadera intención: destruir a esa familia de ahí.
Garrett abarcó con
el gesto a Carlisle y Tanya.
"Me gusta mucho este tipo" sonrió Emmett.
"Desde luego, dice lo que piensa, y siempre es directo"
Jasper sonrió.
"Él también tiene una habilidad con las palabras" sonrió
Edward.
—Los Vulturis están
aquí con la intención de borrar del mapa a quienes perciben como unos
competidores. Quizá vosotros, como yo, miréis a ese clan de los ojos dorados y
os maravilléis. No es fácil comprenderlos, en verdad, pero los antiguos miran y
ven algo más que esa extraña elección, ven poder.
»He presenciado los
lazos de unión de esa familia, y digo familia, no aquelarre. Estos extraños de
ojos dorados niegan su propia naturaleza, pero ¿acaso no han encontrado algo
más valioso que la simple gratificación del deseo? Los he estudiado un poco a
lo largo de mi estancia en esta zona y me parece que algo intrínseco a esos
vínculos familiares tan intensos, los cuales hacen posible todo lo demás, es el
carácter pacífico de esta vida de sacrificio. No hay entre ellos el menor
atisbo de agresión, a diferencia de lo visto en los grandes clanes sureños,
cuyo número aumentaba y disminuía enseguida durante el transcurso de sus
salvajes venganzas. Nadie se molesta en pensar en la dominación, y Aro lo sabe
mejor que yo.
"Ven... Creo que dio un excelente punto" dijo Edward.
"Estoy seguro de que algunos de los testigos están pensando en eso."
"¿De verdad tiene que llamarnos extraños?" Emmett hizo un
puchero.
Contemplé el
semblante de Aro llena de tensión, esperaba su reacción mientras el errabundo
le lanzaba aquella invectiva. Pero el dirigente Vulturis mostró en sus
facciones esa expresión de amable burla propia de un adulto que confía en que
al niño se le pase el berrinche cuando comprenda que nadie le presta atención.
"No creo que ese sea el caso" dijo Jasper. "Me imagino
que van a ver la verdad en sus palabras después de lo que ha ocurrido hasta
ahora."
—Cuando nos informó
de lo que se avecinaba, Carlisle nos aseguró a todos que no nos llamaba para
luchar. Esos testigos de ahí —dijo mientras señalaba a Siobhan y Liam—
estuvieron de acuerdo en dar testimonio a fin de ralentizar el avance de los
Vulturis con su presencia y que así Carlisle tuviera la ocasión de defender su
causa.
»Pero algunos de
nosotros nos preguntábamos —prosiguió al tiempo que sus ojos se posaban en el
rostro de Eleazar— si a Carlisle le bastaría tener la razón de su parte para
detener la así llamada justicia. ¿Qué han venido a proteger los Vulturis?
¿Nuestra seguridad o su propio poder? ¿Pretenden eliminar a una criatura ilegal
o una forma de vida? ¿Se quedarían satisfechos cuando el peligro resultara ser
un simple malentendido o echarían los restos sobre el tema sin contar con la
coartada de la justicia?
»Ahora tenemos las
respuestas a esas preguntas en las palabras falaces de Aro, alguien provisto
del don de conocer la verdad de las cosas, y en la sonrisa ávida de Cayo. Su
guardia es una simple herramienta sin inteligencia, un instrumento en manos de
sus maestros para lograr su objetivo: la dominación.
»Por eso, ahora se
plantean nuevas preguntas que debéis responder. ¿Quién os gobierna, nómadas?
¿Respondéis ante alguien que no seáis vosotros mismos? Decidme, ¿vais a ser
libres de elegir vuestro camino o van a ser los Vulturis quienes decidan
vuestra forma de vida?
»He venido a prestar
testimonio y me quedo para luchar. A los Vulturis no les importa nada la muerte
de la chica. Persiguen la muerte de nuestro libre albedrío. — Entonces, volvió
la cara a los ancianos—. ¡Sea lo que sea, decidlo! No soltéis más mentiras
elucubradas. Sed consecuentes con vuestras intenciones y los demás lo seremos
con las nuestras. Elegid ahora, y dejad que estos testigos vean cuál es el
verdadero tema del debate.
Emmett estaba asintiendo con la cabeza con este último párrafo, con la
esperanza de que los Volturis bajaran sus pretensiones.
Garrett volvió a
posar una mirada inquisitiva en los testigos de los Vulturis. Sus rostros
reflejaban el efecto evidente de la alocución.
—Podríais considerar
la posibilidad de uniros a nosotros. Si acaso pensáis que los Vulturis os van a
dejar con vida para que podáis contar esta historia, os equivocáis. Tal vez nos
destruyan a todos, pero también es posible que no. —Se encogió de hombros—.
Quizá tengamos una posición más segura de lo que creen. Es posible que los
Vulturis hayan encontrado al fin la horma de su zapato. En todo caso, os
aseguro una cosa: si nosotros caemos, vosotros nos acompañaréis.
Garrett retrocedió y
se situó junto a Kate nada más terminar su acalorado discurso. Luego, se
inclinó hacia delante, medio en cuclillas, dispuesto para lanzarse a la
matanza.
Aro sonrió.
—Un gran discurso,
mi revolucionario amigo.
—¿Revolucionario...?
—gruñó Garrett, que se mantenía listo para atacar—. Si me permites la pregunta,
¿contra quién me sublevo? ¿Acaso eres tú mi rey? ¿Deseas que también yo te
llame amo, como esa guardia tuya tan servil?
—Paz, Garrett
—terció Aro con ánimo tolerante—. Me refería únicamente a tu época de
nacimiento. Veo que sigues siendo un patriota.
Garret le devolvió
una mirada fulminante.
—Preguntemos a
nuestros testigos —sugirió Aro—. Adoptaremos una decisión tras conocer su
opinión. —Nos dio la espalda con despreocupación y se desplazó unos metros en
dirección a las lindes del bosque para estar más cerca de sus nerviosos
espectadores—. Decidnos, amigos míos, ¿qué opináis de todo esto? No es la niña
lo que tememos, os lo puedo asegurar. ¿Corremos el riesgo de dejarla con vida?
¿Ponemos en peligro nuestro mundo para preservar a su familia? ¿O acaso tiene
razón el impetuoso Garrett y os vais a unir a ellos contra nuestra repentina
búsqueda del poder?
"Sería inteligente si lo hicieran" dijo Emmett.
"Pero dudo que vayan a hacer eso" dijo Jasper. "Para
ellos significaría enfrentar una fuerza imparable... Me imagino que es probable
huir".
Los testigos
soportaron el escrutinio del líder Vulturis con la prevención escrita en las
líneas de la cara. Una mujer menuda de pelo negro miró de soslayo a su
compañero, un vampiro de pelo rubio oscuro situado junto a ella.
—¿No tenemos más
alternativa? —le preguntó de pronto, devolviéndole la mirada a Aro— ¿O estamos
de acuerdo con vosotros o luchamos contra vosotros?
—No, por descontado,
mi encantadora Makenna —repuso Aro, fingiendo estar horrorizado de que alguien
hubiera podido llegar a esa conclusión.
"Sí, ¿cómo puede alguien pensar asi?" dijo Emmett con
sarcasmo.
—Podéis ir en paz
tal y como hizo Amun, por supuesto, incluso aunque discrepéis con la decisión
de esta asamblea.
"Oh sí, Amun fue en paz después de que le dio esa amenaza no tan
sutil" señaló Jasper.
Makenna intercambió
otra mirada con su compañero; éste asintió de forma casi imperceptible.
—No hemos venido
aquí a luchar —hizo una pausa, suspiró y agregó—: Acudimos sólo para oficiar de
testigos, y nuestra conclusión es que la familia acusada es inocente. Todo
cuanto afirma Garrett parece cierto.
—Ah, cuánto lamento
que lo veas de ese modo —repuso Aro con tristeza—. Sin embargo, ésa es la
naturaleza de nuestro trabajo.
—No es lo que veo,
pero sí lo que siento —intervino el compañero de Makenna, el vampiro de pelo
color maíz, con voz aguda y nerviosa. Miró a Garrett—. Él mencionó que los
Vulturis tenéis una forma de identificar las mentiras. También yo tengo modo de
saber cuándo oigo la verdad y cuándo no.
Dicho esto, se
acercó un poco más a su compañera con el miedo brillando en los ojos mientras
aguardaba la reacción de Aro.
—No nos temas, amigo
Charles. El patriota se cree su discurso, eso no lo pongo en duda —comentó Aro
riéndose entre dientes.
Charles entornó los
ojos.
"Sí... es testigo de que todos estamos condenados" dijo
Emmett.
—Hemos cumplido
nuestro cometido y ahora nos vamos —anunció Makenna.
Ella y Charles
echaron a andar hacia atrás con paso lento y no se atrevieron a dar la espalda
al claro hasta estar entre los árboles, ocultos de cualquier mirada. Otro
desconocido emprendió una retirada idéntica y tres más le siguieron, corriendo
como balas.
Evalué a los treinta
y siete vampiros restantes. Unos pocos parecían demasiado confusos para adoptar
una decisión, pero la mayoría había tomado buena nota de los derroteros de la
confrontación. Renunciaban a irse en ese mismo momento y tomar ventaja a fin de
saber con exactitud quién iba a darles caza, o eso supuse.
Estaba convencida de
que Aro lo veía como yo. Se alejó de los testigos y regresó con su paso
mesurado de siempre junto a su guardia. Se detuvo y se dirigió a ellos con voz
clara.
—Nos superan en
número, queridos amigos —anunció— y no podemos esperar ayuda exterior. ¿Debemos
dejar sin solucionar esta cuestión para salvar la piel?
—No, amo —susurraron
al unísono.
"No sé por qué se molestaba en hablar con ellos, no es como si ellos
podrían ir en contra de la voluntad de su amo de todos modos" murmuró
Jasper.
—¿Es más importante
la protección de nuestro mundo que algunas bajas en nuestras filas?
—Sí —contestaron en
voz baja—. No tenemos miedo.
"Todos al unísono, estoy seguro" dijo Jasper, sacudiendo la
cabeza.
"Eso es un poco raro si me preguntas" dijo Emmett.
Aro sonrió y se
volvió hacia sus compañeros de ropajes negros.
—Es mucho lo que
debemos considerar, hermanos —afirmó con voz lúgubre.
—Deliberemos —pidió
Cayo con avidez.
—Deliberemos —repitió
Marco con voz de absoluta desidia.
Aro nos dio la
espalda una vez más y se puso de cara a los otros dos ancianos. Los tres se
tomaron de las manos hasta formar un triángulo velado de negro.
Otros dos testigos
de los Vulturis desaparecieron de manera sigilosa por el bosque en cuanto Aro
centró su atención en el silencioso conciliábulo. Deseé por su bien que fueran
de pies rápidos.
Había llegado el
momento. Con cuidado, solté los brazos de Renesmee de mi cuello.
—¿Recuerdas lo que
te dije, cielo?
Esme se estremeció. No creía que pudiera oír hablar de cualquier otra
persona que se pudiera hacer daño, ni creía que pudiera manejar el decir adiós.
Se le llenaron los
ojos de lágrimas, pero asintió.
—Te quiero —me dijo.
Edward nos miraba
con sus ojos de color topacio muy abiertos, y Jacob hacía lo propio con el
rabillo de sus grandes ojos negros.
—Yo también te
quiero —le aseguré. Le acaricié el medallón—. Más que a mi propia vida.
Jacob soltó un
sonido quejumbroso mientras yo besaba la frente de mi hija. Me puse de
puntillas y susurré en la oreja del lobo:
—Espera a que estén
distraídos para huir con ella. Vete lo más lejos posible. Cuando te hayas
distanciado lo suficiente para poder caminar como hombre, Renesmee lleva todo
lo necesario para poder manteneros y escapar.
Los rostros de
Edward y Jacob eran el vivo retrato del horror a pesar de que uno de ellos era
un animal.
"Te ves como un perro callejero, Eddy" Emmett trató de bromear,
y lo hizo al encontrar la imagen divertida, pero su voz era tensa y su corazón
no estaba en ella.
Renesmee alzó las
manos en busca de su padre. Él la tomó en brazos. Se abrazaron el uno al otro
con fuerza.
—¿Era esto lo que me
ocultabas? —me preguntó con un hilo de voz.
—A ti no, a Aro
—susurré.
—¿Fue cosa de Alice?
Asentí.
El dolor y la
comprensión le crisparon el semblante. ¿Había puesto yo la misma cara cuando
uní todas las pistas de Alice?
El lobo gruñó por lo
bajinis. Era un sonido áspero y sin altibajos, continuo como un ronroneo. Tenía
de punta el pelaje del cuello y los colmillos al descubierto.
Edward besó a
Renesmee en la frente y ambas mejillas; luego, la depositó sobre el lomo de Jacob.
La pequeña gateó hábilmente encima del lomo hasta encontrar la hoyada situada
entre las dos enormes paletillas. Allí se aferró con las manos al pelaje para
no caerse.
Jacob se volvió
hacia mí con el dolor refulgiendo en los ojos. El gruñido todavía retumbaba en
su pecho.
—No podría confiarla
al cuidado de nadie más —murmuré—. No podría soportar esto de no saber cuánto
la quieres y tu capacidad para cuidar de ella, Jacob.
El lobo profirió
otro aullido lastimero y agachó la cabeza para frotarme el hombro.
—Lo sé —musité—. Yo
también te quiero, siempre serás mi mejor amigo.
Una lágrima del
tamaño de una pelota de béisbol se deslizó por su pelaje bermejo.
Edward inclinó la
cabeza junto al lomo donde había colocado a Renesmee.
—Adiós, Jacob,
hermano mío..., hijo mío...
Rosalie se tensó, pero no podía decir nada.
Los demás apenas
fueron conscientes de la escena de despedida. Tenían los ojos fijos en el
silente triángulo de brujos, pero habría jurado que algo sí oyeron.
—Entonces, ¿no hay
esperanza? —susurró Carlisle.
La voz no delataba
miedo alguno, sólo resolución y resignación.
—Siempre hay
esperanza —contesté en voz baja.
"Viniendo de ella, eso significa mucho" dijo Emmett.
«Eso podría ser
verdad», dije para mis adentros—. Sólo conozco mi propio destino.
Alice rodó los ojos "Ella no sabe eso."
"Sabes que es tu culpa que ella este pensando de esa manera"
señaló Edward.
"Nessie necesitaba tener una salida... eso no quiere decir que
pensé que todos iban a morir" dijo Alice.
Edward me tomó de la
mano, sabedor de que estaba incluido en él. No hacía falta precisar que me
refería a los dos cuando hablaba de «mi destino». Nosotros éramos dos partes de
un todo.
La respiración de
Esme sonaba entrecortada a mis espaldas. Se adelantó, acariciándonos los
rostros al pasar, para situarse junto a Carlisle. Se tomaron de la mano.
De pronto, nos vimos
rodeados por una sucesión de palabras de despedida y frases de cariño dichas a
media voz.
—Te seguiré adonde
quieras si sobrevivimos a esto, mujer —le aseguró Garrett a Kate con un
susurro.
—A buenas horas me
lo dices... —murmuró ella.
Esme sonrió, a pesar de que todavía sentía dolor por lo ocurrido.
Rosalie y Emmett
intercambiaron un beso rápido, pero cargado de pasión.
Tia acarició el semblante
de Benjamin; éste le devolvió la sonrisa con alegría, le tomó la mano y la
sostuvo junto a su mejilla.
No terminé de ver
todas las manifestaciones de amor y dolor, pues el escudo percibió una
repentina alteración en el aire que atrajo mi atención.
"Han comenzado su ataque" dijo Jasper y todo el mundo se
tensó de nuevo.
"Pero no han tomado una decisión todavía" dijo Emmett.
"Parece que ellos no tienen que hacerlo" dijo Jasper con
frialdad. "La guardia solo ataca mientras están deliberando".
"Eso es injusto" resopló Emmett. "¡bastardos tramposos!”
No era capaz de
determinar su procedencia, pero me percaté de que estaba dirigida a los
extremos de nuestro grupo, en especial a Siobhan y Liam. La presión no causó
daño alguno y luego desapareció.
No se manifestó
ningún cambio en las formas calladas e inmóviles de los ancianos en
conciliábulo, pero tal vez me había perdido alguna señal.
—Preparaos —susurré
a los demás—. Está a punto de empezar.
"Ese es el final del capítulo" dijo Emmett, sosteniendo el
libro.
"No puedo" dijo Esme, moviendo la cabeza.
"Voy a leer" dijo Jasper, y tomó el libro.
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