DISCLAMIER

Nada de esto es propiedad mía, solo son traducciones realizadas a partir del fanfic creado por ChoicesHP, la saga Crepúsculo y todos sus personajes pertenece a Stephanie Meyer. No nos adjudicamos ningún crédito de autoría de las historias.

viernes, 30 de septiembre de 2016

CAPITULO 35. FIN DE PLAZO.


CAPITULO 35: FIN DE PLAZO  
TRADUCCIÓN: Lorena Espinosa.

"Fin de plazo" leyó Alice.

—¿Te vas? —preguntó Edward, imperturbable.

Aquella compostura suya era totalmente artificial. Estrechó a Renesmee un poco más contra el pecho.

—Sí, sólo faltan unas cosillas de última hora... —contesté con despreocupación.

Me dedicó una sonrisa, mi favorita.

—Vuelve pronto.

—Siempre.

"No me gusta guardar secretos" dijo Esme.

"Toda nuestra vida se mantiene en secreto de todos" señaló Emmett.

"Me refería a la familia" Esme frunció el ceño. "Mira lo difícil que es en ellos."

"¿Qué? Parecen bastante felices para mí" dijo Emmett y Esme rodo los ojos.

Tomé su Volvo de nuevo, preguntándome si había echado un vistazo al cuentakilómetros después de mi último viajecito. ¿Había sacado ya las conclusiones pertinentes? Era manifiesto que yo tenía un secreto, pero ¿habría deducido la razón por la cual no confiaba en él? Aro no tardaría en estar al tanto de todo cuanto él supiera. Pensaba que Edward podía haber llegado a esa presunción, y eso explicaría por qué había dejado de pedirme explicaciones.

"Estaba pensando lo mismo" dijo Carlisle. "Pensaba que le habrías preguntado sobre esto antes, si no tienes una razón para no hacerlo."

Supuse que era un intento de no pensar ni especular demasiado a fin de apartar de su mente mi conducta. ¿Había relacionado esto con mi extraño comportamiento la mañana siguiente a la marcha de Alice, cuando quemé en el fuego mi libro? Ignoraba si había sido capaz de atar esos cabos.

"Probablemente no" dijo Edward, "y espero que no este tratando de averiguarlo... haría que todo esto no tenga mucho sentido si se demasiado".

Era deprimente el cielo del atardecer, ya coloreado con la oscuridad del crepúsculo. Atravesé el velo de tinieblas con los ojos fijos en los nubarrones. ¿Iba a nevar esa noche lo suficiente para cubrir el suelo y recrear un paisaje como el de la visión de Alice? Nos quedaban unos dos días según las estimaciones de mi esposo. Luego, nos desplegaríamos en el claro para atraer a los Vulturis hasta el escenario elegido para el encuentro.

Le estuve dando vueltas a mi último viaje a Seattle mientras cruzaba el bosque en penumbra. Tenía la impresión de saber cuál había sido el propósito de Alice al hacerme ir a ese punto de contacto de mala muerte adonde J. Jenks enviaba a sus clientes dudosos. ¿Habría sabido siquiera qué pedir de haber acudido a alguna otra de sus oficinas de aspecto menos sospechoso? ¿Habría descubierto a J. Jenks, proveedor de documentación ilegal, si le hubiera conocido como Jason Jenks o Jason Scott, un abogado de verdad? Debía elegir lo opuesto al buen camino. Ésa era mi pista.

"¿Cómo sabías que iba a averiguarlo?" preguntó Emmett.

"Bella siempre resuelve las cosas... a su manera" sonrió Alice con un encogimiento de hombros.

Era noche cerrada cuando, tras ignorar a los obsequiosos aparcacoches de la entrada, dejé el vehículo en el estacionamiento del restaurante con unos minutos de antelación.

"Bueno, ella es definitivamente para nada buena, abandonando a su marido y al bebé para cenar con otro hombre" dijo Emmett, que le valió un golpe de Edward y una mirada de todos los demás.

Me puse las lentillas y me dirigí al interior del local para esperar a J. Aunque yo tenía una prisa enorme por solucionar aquel deprimente menester y regresar con mi familia, J se mostraba meticuloso y se tomaba su tiempo para no verse involucrado con sus clientes más inadecuados. En lo más oscuro del aparcamiento tenía una entrega de lo más ofensiva para su sensibilidad.

"Sí, tendría" Jasper se rió entre dientes. "Si ese fuera el caso, habría tenido a alguien como Max que realice la operación."

Facilité el apellido Jenks en el recibidor y el solícito maitre me condujo escaleras arriba hasta un saloncito privado caldeado por un fuego chispeante antes de hacerse cargo de mi gabardina; la prenda de color marfil me llegaba por debajo de la rodilla, pues la había elegido con el fin de ocultar mi traje de cóctel, un atuendo satinado de color gris ostra acorde al canon de Alice.

"Sí, muy bien” aprobó Alice.

Fue superior a mis fuerzas: me sentí halagada cuando se quedó boquiabierto. No me hacía a la idea de ser hermosa para todo el mundo, y no sólo para Edward.

"Ella tenía al menos otros cuatro admiradores y esos son sólo algunos de los que sabemos de cuando era humana" Edward rodo los ojos, pensó que su cara estaba un poco triste cuando dijo eso. "Creo que ella era hermosa para más personas que sólo para mi."

El maitre balbuceó un elogio inarticulado mientras salía de la estancia con paso inseguro.

Permanecí junto a la chimenea y sostuve los dedos cerca de las llamas a fin de calentarlos un poco antes del inevitable apretón de manos. J estaba muy al tanto de que algo pasaba con los Cullen, pero se trataba de todos modos de un buen hábito.

"Es cierto" dijo Jasper moviendo la cabeza en señal de aprobación y estaba contento de que ella había pensado en ello.

Estuve especulando durante unos instantes con los posibles efectos y las sensaciones de poner la mano en el fuego hasta que la entrada de J me distrajo de mi mórbida fascinación.

Edward se estremeció.

El maitre se llevó también su abrigo, y evidenció que yo no era la única en haberse camuflado un poco para asistir a aquel encuentro.

—Lamento el retraso —se excusó J en cuanto estuvimos a solas.

—En absoluto. Es usted muy puntual.

Me ofreció la mano y noté sus dedos mucho más cálidos que los míos al estrechársela. La gelidez no pareció molestarle.

—Si me permite el atrevimiento, está usted despampanante, señora Cullen.

—Gracias. Llámeme Bella, por favor.

—Debo decir que trabajar con usted es una experiencia muy diferente a hacerlo con el señor Jasper —sonrió, indeciso—. Resulta... menos turbador.

—¿De veras?... Siempre he encontrado la presencia de Jasper de lo más... tranquilizadora.

"Puedo tener la presencia que quiero tener" dijo Jasper, sonriendo, y Esme lo miró.

"¿Qué has hecho con él?" dijo Esme bruscamente.

"Nada" respondió Jasper, tan inocentemente que era difícil estar enfadado con él.

—No me diga... —murmuró con extrema amabilidad mientras fruncía el ceño en señal manifiesta de desacuerdo. ¡Qué extraño! ¿Qué le habría hecho Jasper a aquel hombre?

Emmett y Jasper se rieron.

—¿Le conoce hace mucho?

Mi interlocutor suspiró con gesto incómodo.

—Hemos tenido negocios durante cerca de veinte años, y mi antiguo socio le conocía desde hacía quince... —J se encogió del modo más discreto posible—. Jamás cambia.

—Sí, se divierte lo suyo de ese modo.

"Sí, estamos todos un poco  divertidos de esa manera" corrigió Emmett.

J meneó la cabeza como si de esta manera fuese a librarse de sus inquietantes ideas.

—¿No desea tomar asiento, Bella?

—De hecho, tengo algo de prisa. Me espera un largo trayecto al volante hasta volver a casa —contesté mientras sacaba del bolso un grueso sobre blanco con su dinero.

Se lo entregué.

—Vaya —repuso con una nota de desencanto en la voz. Se guardó el sobre en un bolsillo de la americana sin molestarse en contar el importe del mismo.

"Hey, es una ventaja. No importa si es suficiente o no" se encogió de hombros Emmett.

—Confiaba en que tuviéramos la ocasión de hablar un minuto.

—¿Sobre qué...? —pregunté con curiosidad.

—Bueno, deje que le entregue primero su encargo. Deseo asegurarme de que queda satisfecha.

Se dio rápidamente la vuelta, recogió un maletín y lo depositó encima de la mesa para abrir los cierres con más facilidad. Extrajo un sobre amarillento del tamaño del papel de oficio.

No tenía la menor idea de qué debía buscar, pero aun así abrí el sobre y examiné por encima los documentos. J había rotado la foto de Jacob y había cambiado la coloración para que no fuera evidente al primer golpe de vista que las fotografías del carné y del pasaporte eran la misma.

"Y probablemente no sería evidente para la mayoría de los seres humanos para averiguar incluso si lo hicieran mirar a ellos" dijo Jasper. "Sin embargo, habría sido mejor si ella tenía dos fotos de él."

Examiné la imagen del pasaporte de Vanessa Wolfe durante una fracción de segundo y luego la aparté enseguida, con un nudo en la garganta.

—Gracias —le dije.

Entrecerró los ojos de forma imperceptible. Noté su decepción. Esperaba un estudio más concienzudo de su trabajo.

—Puedo asegurarle que los documentos son perfectos. Pasarán con éxito el examen de cualquier experto.

—Estoy segura de ello. Aprecio de veras lo que ha hecho por mí, J.

—Es un placer, Bella. Siéntase libre de contactar conmigo en el futuro para cualquier necesidad relacionada con la familia Cullen.

No había la menor indirecta, por supuesto, pero aquello tenía toda la pinta de ser una invitación para que sustituyera a Jasper como enlace de la familia.

"No podría imaginar por qué él lo querría así" sonrió Jasper.

"No pareces demasiado molesto por eso" dijo Emmett.

"¿Por qué lo estaría?" Jasper se encogió de hombros. "No necesito estar allí para infundir miedo en él para asegurarme de que él hace su mejor trabajo. La amenaza que iba a comenzar a venir de nuevo si trataba de engañar a Bella sería suficiente."

—¿Deseaba hablarme de algo?

—Eh, sí, es un poquito delicado...

Señaló la chimenea de piedra con la mano y me invitó a sentarme con la expresión del semblante. Me apoyé en el borde y él se paseaba a mi lado, sacando un pañuelo del bolsillo para secar, el sudor que le perlaba la frente de nuevo.

—¿Es usted la hermana de la esposa del señor Jasper o está casada con su hermano? —preguntó.

—Soy la esposa de su hermano —le aclaré, preguntándome adonde podría conducir aquello.

—En tal caso, usted es la mujer del señor Edward.

—Sí.

Esbozó una sonrisa a modo de disculpa.

—He leído esos nombres muchas veces, ya sabe. Acepte mis felicitaciones... con retraso. Es una alegría saber que el señor Edward ha encontrado una pareja tan adorable después de todo este tiempo.

"La mejor" sonrió Esme.

—Muchas gracias.

Hizo una pausa con el rostro bañado en sudor.

—He llegado a apreciar y respetar mucho al señor Jasper y al resto de la familia con el transcurso de los años, como podrá imaginar.

"O un nivel muy saludable de miedo" corrigió Emmett.

Asentí de forma cauta.

Inspiró hondo y espiró sin despegar los labios.

—Haga el favor de decir lo que desee, J.

Tragó otra bocanada de aire y empezó a farfullar las palabras a toda prisa y de forma atropellada.

—Dormiría mucho más tranquilo esta noche si me pudiera asegurar que no planean arrebatarle la niña a su padre.

"Sí, puedo ver realmente el respeto allí" se rió Emmett.

"Estoy muy sorprendido que tuvo el valor de preguntar eso" dijo Jasper.

"No se" dijo Rosalie. "Apuesto a que está preocupado por lo que Edward le haría a él cuando se entere de que su hija había desaparecido y él ayudó a que sea posible."

—Vaya —solté un tanto asombrada. No comprendí la conclusión a la que había llegado hasta pasado un minuto largo—. Oh, no, no tiene nada que ver con eso —le dediqué una ligera sonrisa intentando tranquilizarle—. Únicamente busco un lugar seguro para ella en el caso de que nos sucediera algo a mi esposo y a mí.

—¿Y espera que eso ocurra? —preguntó, entornando los ojos; luego, se puso colorado y se disculpó—: No es de mi incumbencia.

Observé el modo en que se extendía el rubor debajo de la piel de las mejillas. Me alegré, como tantas otras veces, de no ser un neófito medio. Si dejábamos a un lado la naturaleza delictiva de su actividad, J parecía un hombre agradable y matarle hubiera sido una lástima.

—Nunca se sabe.

Suspiré.

Él frunció el ceño.

—En tal caso, le deseo la mayor de las suertes. Y por favor, no se moleste conmigo, querida, pero si el señor Jasper acudiera a mí y me preguntara por los nombres elegidos en esos documentos...

—Debería informarle de inmediato. Nada me gustaría más que poder tener al tanto de toda la transacción al señor Jasper.

"Por supuesto, sería bueno si algo sucede, que esten con Renesmee" dijo Esme con tristeza. Se está acercando la lucha y era más difícil no imaginar lo que iba a venir.

La sincera franqueza de mis palabras pareció suavizar un tanto la tensión del momento.

—Muy bien —repuso—. ¿Seguro que no puedo convencerla para que se quede a cenar?

—Lo lamento, pero voy con el tiempo justo.

"Y dudo que el restaurante atienda a nuestra versión del vegetarianismo" dijo Emmett riendo.

—En tal caso, le deseo de nuevo salud y felicidad. Por favor, no vacile en contactar conmigo para cualquier nueva necesidad de la familia Cullen, Bella.

—Gracias, J.

Me marché con mi adquisición. Al mirar hacia atrás, vi a J contemplarme fijamente con una expresión en la que se entremezclaban la ansiedad y el pesar.

Invertí menos tiempo en realizar el viaje de vuelta. La noche estaba muy oscura, por lo que apagué las luces para no llamar la atención y pisé a fondo el acelerador.

"Ah, ella ya sabe del placer de conducir más rápido" dijo Edward, sonriendo.

La mayoría de los coches habían desaparecido cuando llegué a casa, incluyendo mi Ferrari y el Porsche de Alice. Los vampiros de dieta más tradicional se habían marchado a fin de saciar la sed lo más lejos posible. Hice un esfuerzo por no pensar en sus correrías nocturnas, acobardada ante la imagen mental de sus víctimas.

"Sí, es desagradable pensar en ello" Carlisle hizo una mueca.

En el cuarto de estar sólo quedaban Kate y Garrett, discutiendo de modo juguetón sobre el valor nutritivo de la sangre animal. El vampiro intentaba probar el estilo de vida vegetariano por lo que logré deducir y al parecer lo encontraba difícil.

"Hmm... están juntos de nuevo" sonrió Esme, imaginandolos en la búsqueda de la felicidad.

Edward debía de haberse marchado para acostar a la niña y Jacob estaba rondando no muy lejos de allí, sin duda. El resto de mi familia había salido también de caza, quizás en compañía de los otros miembros del aquelarre de Denali.

Todo aquello me dejaba la casa para mí sola, y me apresuré a sacarle partido a la situación.

El sentido del olfato me indicó que nadie había entrado en la habitación de Alice y Jasper en mucho tiempo, tal vez desde la noche misma de su marcha. Me metí a fondo en el profundo ropero hasta hallar el tipo de bolsa que buscaba. Debía de ser de Alice. Una especie de pequeña mochila de cuero negro, de las que se usan habitualmente como cartera, lo bastante diminuta como para que Renesmee la llevara sin desentonar. Acto seguido me apropié de todo el dinero que allí guardaban para gastos imprevistos, una cantidad equivalente al doble de los ingresos anuales de una familia media.

"Hmm... No creo que eso sea suficiente" dijo Alice seria.

Pensé que ese hurto pasaría desapercibido con mucha más facilidad en aquel dormitorio que en cualquier otro, pues todos se entristecían al pasar por allí.

"Sí, pero Edward va a saber que fuiste, si va a cualquier lugar cerca de nuestra habitación" dijo Alice.

Metí en la mochila el sobre con el carné de conducir y los pasaportes falsos encima del dinero. Luego, me senté en la esquina de la cama de Alice y Jasper y contemplé el insignificante paquete. Eso era cuanto podía darles a mi hija y a mi mejor amigo para que salvaran la piel. Me dejé caer hacia el poste de la cama, vencida por la impotencia.

Pero ¿qué otra cosa podía hacer?

Permanecí sentada y con la cabeza gacha durante varios minutos antes de que se me ocurriera el atisbo de una idea.

Si...

Si daba por bueno que Jacob y Renesmee iban a escapar, eso equivalía a asumir que Demetri tenía que morir. Y este hecho concedía un cierto respiro a los posibles supervivientes, Alice y Jasper incluidos.

"Sí, te estoy siguiendo" dijo Emmett con entusiasmo, esperando a que fuera al grano.

En tal caso, ¿por qué no iban a ayudar a Jacob y a mi hija? Renesmee gozaría de la mejor protección imaginable si se reunían y no había motivo alguno para que eso no ocurriera, salvo por el hecho de que Renesmee y el licántropo era puntos ciegos para Alice. ¿Cómo podía ella empezar a buscarlos?

Alice entrecerró los ojos; Le irritaba "ese punto ciego" y sentía que podía haber algo más allá.

"Er... ¿vas a leer?" preguntó Emmett después de pasado diez segundos de silencio.

"Lo siento" dijo Alice y luego comenzó a leer de nuevo.

Le estuve dando vueltas durante unos segundos antes de salir de la estancia en dirección al dormitorio de Carlisle y Esme. Como de costumbre, el escritorio de Esme estaba abarrotado de planos y guías, todo apilado en cuidados y altos montones. Encima de la superficie de trabajo tenía varios compartimentos, uno de los cuales estaba destinado a los útiles de papelería. Tomé del mismo una hoja en blanco de papel y un bolígrafo.

Entonces me quedé mirando a la marfileña página en blanco durante sus buenos cinco minutos, concentrándome en mi decisión. Alice no podía ver a Jacob o a Renesmee, pero sí podía verme a mí. La visualicé contemplando este momento, esperando con nerviosismo que no estuviera demasiado ocupada para prestar atención.

Lenta, deliberadamente, escribí las palabras «RÍO DE JANEIRO» ocupando toda la página.

"Estoy segura de que lo tengo" dijo Alice. "Y fue muy inteligente de su parte pensar que..."

"¿Vas a entender lo que significa?" preguntó Jasper.

"Depende de lo que vea..." dijo Alice, mirando pensativa y luego añadió "Probablemente no."

Río me parecía el mejor lugar para indicarles: estaba muy lejos de aquí, Alice y Jasper ya se encontraban en Sudamérica según nuestras últimas informaciones y no es que nuestros viejos problemas hubieran dejado de existir porque los de ahora fueran peores: todavía quedaba el misterio del futuro de Renesmee, el terror de la celeridad de su crecimiento. Nosotros nos habríamos dirigido hacia el sur de todas formas. Ahora el trabajo de Jacob, y con suerte el de Alice, sería rastrear las leyendas.

"Me quedé con ganas de escuchar más sobre esas leyendas" suspiró Carlisle.

Alice se quedó pensativo, pero no estaba segurz de cómo que realmente funcionan.

Incliné la cabeza ante una necesidad repentina de sollozar, apretando los dientes. Era mejor que Renesmee continuara sin mí, pero ya la echaba tanto de menos que apenas podía soportarlo.

Inhalé un gran trago de aire y puse la nota al fondo de la mochila donde pronto la podría encontrar Jacob.

Crucé los dedos para que Jake al menos hubiera escogido el castellano como asignatura optativa, ya que era poco probable que en su instituto se impartiera el portugués.

"Sí, claro, sería más probable que Renesmee aprenda el idioma antes que el perro callejero" dijo Rosalie.

No quedaba ya nada, salvo esperar.

Durante dos días, Edward y Carlisle permanecieron en el claro donde Alice había visto llegar a los Vulturis. El mismo lugar donde se produjo la matanza de los neonatos de Victoria. Me pregunté si Carlisle sentiría la situación como algo repetitivo, como un déja-vu. Para mí, todo sería nuevo. Esta vez Edward y yo permaneceríamos al lado de nuestra familia.

"Sabes, nuestro campo de béisbol no parece ser un lugar tan feliz nunca más" dijo Emmett.

"Estoy sorprendido de escuchar eso" dijo Jasper. "Quiero decir, pensé que amabas luchar."

"Si" sonrió Emmett.

Imaginábamos que los Vulturis estarían rastreando a Edward o a Carlisle. Me preguntaba si les sorprendería que su presa no huyera. ¿Les haría esto comportarse de un modo más cauteloso? No se me pasaba por la cabeza que los Vulturis sintieran ni siquiera una necesidad lejana de ser prudentes.

Aunque yo era invisible para Demetri, o eso esperaba, me quedé con Edward. Claro. Sólo nos restaban unas cuantas horas para permanecer juntos.

Edward y yo no habíamos tenido una gran escena de despedida, ni habíamos planeado ninguna, ya que ponerlo en palabras habría supuesto convertirlo en algo definitivo. Habría sido como mecanografiar la palabra «Fin» en la última página de un manuscrito. Así que no nos dijimos adiós y nos mantuvimos uno muy cerca del otro, casi tocándonos. Cualquiera que fuera el final que nos aguardaba, no nos encontraría separados.

Colocamos una tienda para Renesmee a unos cuantos metros dentro del bosque para protegerla, y tuvimos una sensación más de deja-vu cuando nos vimos de nuevo acampando en aquel ambiente frío con Jacob.

Edward hizo una mueca ante el recuerdo de ese día.

Todo el mundo se estremeció al pensar en lo devastado que estaba Edward después de todo lo que había sucedido.

Era casi imposible creer cómo habían cambiado las cosas desde el pasado junio. Hacía siete meses, nuestro triángulo amoroso parecía no tener solución, tres clases diferentes de corazones rotos que no se podían evitar. Ahora todo estaba equilibrado a la perfección. Resultaba terriblemente irónico que las piezas del rompecabezas hubieran encajado por fin justo a tiempo de ser destruidas para siempre.

"Creo que es horrible pensar en eso ahora" dijo Rosalie. "Como si necesitara más razones para sentirse mal."

Comenzó a nevar de nuevo la noche anterior a Noche-vieja. Esta vez, los pequeños copos de nieve no se disolvieron en el suelo pedregoso del claro. Mientras Jacob y Renesmee dormían, con el primero roncando tan sonoramente que me preguntaba cómo era que la niña no se despertaba, la nieve creó primero una delgada película de hielo sobre la tierra y luego fue engrosándose capa tras capa. Cuando el sol se alzó, la escena de la visión de Alice se mostró al completo. Edward y yo, cogidos de la mano, miramos a través del relumbrante campo blanco y ninguno de los dos dijo una palabra.

A lo largo de la mañana, temprano, los demás fueron reuniéndose. Llevaban en los ojos una muestra muda de sus preparativos, unos de un claro color dorado, otros de un escarlata intenso. Justo después de que nos reuniéramos todos, escuchamos a los lobos desplazándose por el bosque. Jacob salió de la tienda, dejando a Renesmee dormir un poco más, para encontrarse con ellos.

Edward y Carlisle estaban disponiendo a los otros en una formación abierta, con nuestros testigos alineados a los lados, como si estuvieran en un museo.

Yo lo observaba todo a distancia, esperando al lado de la tienda a que se despertara Renesmee. Cuando lo hizo, la ayudé a vestirse con las ropas que había preparado cuidadosamente dos días antes. Vestidos que parecían recargados y femeninos, pero que tenían la suficiente resistencia como para no estropearse; incluso aunque alguien los fuera a llevar montado encima de un hombre lobo gigante a través de un par de estados.

"Hmm... esa debería ser la línea de etiqueta de la ropa" rió Emmett. "Estoy seguro de que todo el mundo querría comprarlos."

Sobre la chaqueta, le puse una mochila de cuero negro con los documentos, el dinero y mis notas de cariño para ella y Jacob, Charlie y Renée. Ya tenía suficiente fuerza para que no le molestara y pudiera llevarla con comodidad.

Abrió los ojos como platos cuando leyó la agonía que mostraba mi rostro. Pero ella ya había adivinado lo suficiente para no preguntarme qué estaba haciendo.

"Pobre niña" suspiró Esme. "Ella tiene que entender lo terrible que es todo."

—Te quiero —le dije—, más que a nada en el mundo.

—Yo también te quiero, mamá —contestó ella, y tocó el guardapelo que llevaba al cuello, en el que había una pequeñísima foto suya, con Edward y conmigo—. Siempre estaremos juntos.

—Sí, siempre estaremos juntos en nuestros corazones —le corregí con un susurro tan bajo como un suspiro—, pero cuando hoy llegue el momento, tienes que dejarme.

Sus ojos se abrieron aún más y me puso la mano en la mejilla. Su silenciosa negativa fue más fuerte que si la hubiera proclamado a gritos.

Esme se acostó en el pecho de Carlisle, mirando absolutamente miserable.

Rosalie agarró la mano de Emmett, también. Puso sus brazos alrededor de ella y la abrazó con fuerza. No era algo que normalmente hagan frente a todos. Ella simplemente no podía manejar la angustia de Renesmee, junto con todo lo demás.

Edward bajó la cabeza. No podía soportar ver a cualquiera de ellos sufriendo y era difícil cuando ambos estaban de esa manera.

Yo luché para tragar saliva, pero sentía la garganta hinchada.

—¿Lo harás por mí? ¿Por favor?

Ella apretó los dedos con más fuerza contra mi cara.

¿Por qué?

—No te lo puedo decir —le susurré—, pero pronto lo entenderás. Te lo prometo.

En mi cabeza vi el rostro de Jacob.

Rosalie ni siquiera se sentía amargada por eso.

Y yo asentí, y después le aparté los dedos.

—No lo pienses —le susurré al oído—. Y no le digas nada a Jacob hasta que te pida que huyáis, ¿vale?

Esto sí que lo entendió. Y asintió, también.

Saqué del bolsillo el último detalle.

Mientras empaquetaba las cosas de Renesmee, una chispa inesperada de color había captado mi atención. Un rayo casual de sol a través de una claraboya incidió sobre las joyas de aquella antiquísima y preciosa caja que había colocado en lo más alto de una estantería, en una esquina protegida. Lo consideré durante un momento y luego me encogí de hombros. Una vez recogidas y ordenadas las pistas de Alice, no podía esperar que la confrontación que se avecinaba pudiera resolverse de forma pacífica.

"Porque eres una pesimista y todo tiene que terminar mal para ti" dijo Emmett. "No se preocupen, que todo saldrá bien al final."

Pero... «¿Por qué no intentar empezar las cosas lo más amigablemente posible? —me pregunté—. ¿Es que podía eso hacer daño?». Así que debía de atesorar aún algo de esperanza, una esperanza ciega y sin sentido, porque subí por las baldas de la estantería hasta recoger de allí el regalo de Aro.

Y ahora me estaba abrochando la gruesa cadena de oro alrededor del cuello y sentí el peso del enorme diamante anidado en el hueco de mi garganta.

"Sí, ayudaría al ego de Aro" dijo Carlisle.

—Qué bonito —susurró Renesmee y entonces deslizó los brazos alrededor de mi cuello como un torno de banco. La estreché contra mi pecho y entrelazadas de esta manera, la saqué de la tienda hacia el claro.

Edward alzó una ceja cuando me aproximé, pero no hizo comentario alguno sobre mi accesorio ni el de Renesmee. Sólo pasó los brazos a nuestro alrededor y nos abrazó con fuerza durante un momento muy largo, y luego, con un profundo suspiro, nos soltó. No pude distinguir ningún tipo de adiós en sus ojos. Quizá tenía más esperanza de que hubiera algo después de esta vida de la que había sentido hasta ahora.

"O, tal vez tenía más esperanza de que lograríamos salir de esto" dijo Edward.

"No, eso no puede ser verdad... eso no suena como ella en absoluto, Eddy" rió Emmett.

Nos colocamos en nuestros puestos, y Renesmee subió ágilmente hasta mi espalda para dejarme las manos libres. Yo estaba a unos cuantos pasos detrás de la línea frontal compuesta por Carlisle, Edward, Emmett, Rosalie, Tanya, Kate y Eleazar. Muy cerca de mí estaban Benjamin y Zafrina, ya que mi trabajo consistía en protegerles tanto como fuera capaz: eran nuestras mejores armas ofensivas. Si los Vulturis no podían verlos, aunque fuera durante unos cuantos momentos, eso podría cambiarlo todo.

"Sí, Zafrina... dales un poco de su propia medicina" se rió Emmett.

Zafrina mostraba un aspecto rígido y fiero, con Senna casi como una imagen especular a su lado. Benjamin estaba sentado en el suelo, con las palmas presionando el suelo y mascullando en silencio sobre líneas de falla. La última noche había acumulado pilas de losas de piedra en posiciones que parecían naturales, y que ahora estaban cubiertas por la nieve en toda la parte de atrás del prado. No eran suficientes para herir a un vampiro, pero sí para distraerlos.

Los testigos se arracimaban a nuestra izquierda y derecha, unos más cerca que otros, ya que los que se habían declarado a nuestro favor tenían posiciones más próximas. Noté cómo Siobhan se frotaba las sienes, con los ojos cerrados en plena concentración, ¿le estaba siguiendo la corriente a Carlisle? ¿O intentaba visualizar una solución diplomática?

"Eso espero" murmuró Carlisle.

En los bosques a nuestras espaldas, los lobos invisibles estaban quietos y preparados; sólo escuchábamos su pesado jadeo y el latido de sus corazones.

Las nubes se espesaron, difundiendo una luz que tanto podía ser de la mañana como de la tarde. Los ojos de Edward se entrecerraron y mientras sometía a escrutinio lo que teníamos delante, estaba segura de que visualizaba esta escena por segunda vez, ya que la primera había sido cuando leyó en la mente de Alice. Todo debía de tener el mismo aspecto que cuando llegaron los Vulturis, así que sólo nos quedaban minutos o segundos.

Nuestra familia y aliados se prepararon.

Un enorme lobo Alfa de pelaje rojizo apareció de entre el bosque y se colocó a mi lado. Debía de haber sido demasiado duro para él mantenerse a esa distancia de Renesmee cuando ella estaba en un peligro tan inmediato.

La niña se inclinó para entrelazar los dedos en el pelo sobre su enorme paletilla y su cuerpo se relajó un poco. Se encontraba más tranquila cuando Jacob estaba cerca, y yo también me sentí algo mejor. Todo saldría bien mientras Jacob estuviera junto a Renesmee.

Rosalie hizo una mueca, odiando este hecho, pero sabiendo que después de todo lo sucedido, Renesmee tenía que estar bien.

Sin arriesgarse a echar una mirada a sus espaldas, Edward se volvió hacia donde yo estaba. Yo alargué mi brazo para coger su mano y él me apretó los dedos.

Pasó lentamente otro minuto y me descubrí aguzando el oído para escuchar el sonido de alguien aproximándose.

Y entonces Edward se envaró y siseó bajo entre sus dientes apretados. Sus ojos se concentraron en el bosque justo al norte del sitio en el que estábamos.

Seguimos la dirección de su mirada y clavamos allí los ojos. Esperamos de esa guisa a que transcurrieran los últimos segundos.

"Ese es el final del capítulo" dijo Alice, entregandole el libro a Edward.

CAPITULO 34. DECLARACIÓN.


CAPITULO 34: DECLARACIÓN  
TRADUCCIÓN: Lorena Espinosa.

"Declaración" leyó Rosalie.

Escuché la música cuando apenas había salido del vehículo. Edward no había tocado el piano desde la noche en que se fue Alice. Ahora, cuando cerré la puerta del coche, oí la canción transformarse en una sintonía transitoria hasta convertirse en mi nana. Edward me daba la bienvenida a casa.

"Aw" dijo Esme, sonriendole a Edward.

Me moví con lentitud mientras sacaba a Renesmee del Volvo, profundamente dormida, ya que habíamos pasado todo el día fuera. Jacob se había quedado en casa de Charlie, porque había dicho que se iba a dar una vuelta con Sue. Me pregunte si estaba intentando llenarse la cabeza con suficientes trivialidades para expulsar la expresión que debía de tener en mi rostro cuando crucé la puerta de Charlie.

"O tal vez sólo quiere ver a su propia familia... Me pregunto cuánto tiempo ha pasado con ellos últimamente" murmuró Esme.

Mientras caminaba con lentitud hacia el hogar de los Cullen reconocí que la esperanza y la exaltación que percibía casi como un aura visible alrededor de la gran casa blanca y que había sentido por la mañana ahora me parecían como algo ajeno.

"¿Qué tal si permites que el aura sobresalga de nuevo, Bella" dijo Emmett. "Creo que a todos nos gustaría eso."

Me entraron ganas de llorar otra vez al escuchar a Edward interpretar una pieza para mí, pero me recompuse. No quería que sospechara nada y tampoco dejar ningún tipo de pista en su mente que pudiera encontrar Aro.

Edward volvió la cabeza y sonrío cuando atravesé la puerta, pero siguió tocando.

—Bienvenida a casa —dijo, como si fuese un día cualquiera y como si no hubiera otros doce vampiros en la habitación dedicados a actividades distintas y una docena más esparcidos por ahí—. ¿Lo has pasado hoy bien con Charlie?

"Bueno, parece que Eddy tiene el aura, al menos" dijo Emmett. "Actuando como si no pasara nada."

"Me gusta" declaró Esme. A ella le gustaba la imagen de ellos, que son capaces de ser ellos mismos... para ser felices.

—Sí, siento haber tardado tanto. Salí para comprar algunos regalos de Navidad para Renesmee. No sé si será una celebración que merezca la pena, pero... Me encogí de hombros.

Las comisuras de los labios de Edward se volvieron hacia abajo. Dejó de tocar y le dio la vuelta al banquillo de modo que me enfrentó con su cuerpo. Me puso una mano en la cintura y me acercó a él.

—No he pensado mucho en eso. Si de verdad deseas que lo celebremos...

"Eddy, ¿cómo podrías no saber que Bella quiere realizar un gran evento de un día de fiesta que se trata de dar regalos?" dijo Emmett, sacudiendo la cabeza. "Ya pues."

"Cállate" susurró Edward.

—No —le interrumpí y me encogí internamente ante la idea de intentar simular algún tipo de entusiasmo más allá del mínimo necesario—. Pero tampoco me apetecía que se pasase sin darle algo.

—¿Me dejas verlo?

—Si quieres... Es una fruslería sin importancia.

La niña estaba por completo inconsciente, roncando con delicadeza contra mi cuello. La envidiaba. Habría sido una maravilla poder escapar de la realidad, aunque hubiera sido durante sólo unas horas.

"Sí, a menudo me siento de esa manera" dijo Emmett. "Y ni siquiera podemos soñar, así como lo hacen los humanos, nuestra mente nos mantiene muy consciente de todo lo demás."

Con cuidado, pesqué la bolsita de terciopelo de joyería en mi bolso, pero sin abrirlo demasiado para que Edward no pudiera ver el dinero en metálico que aún llevaba conmigo.

—Lo encontré por casualidad en el escaparate de una tienda de antigüedades mientras conducía por ahí.

Puse el pequeño guardapelo dorado en la palma de su mano. Era redondo, con una esbelta guirnalda de pámpanos grabada alrededor del borde exterior del círculo. Edward abrió el pequeño pestillo y miró dentro. Había un espacio para una foto pequeña y en el lado opuesto una inscripción en francés.

—¿Sabes lo que dice? —me preguntó en un tono diferente, más contenido que antes.

—El dependiente me explicó que ponía algo así como «Más que mi propia vida».

"Hmm... parece apropiado" dijo Carlisle, sonriendo, pero sus ojos estaban un poco triste. Todas las mujeres parecían tener la misma reacción al regalo.

—¿Es correcto?

—Sí, tiene razón.

Alzó sus ojos hacia mí, sondeándome con su mirada del color de los topacios. Me encontré con ella durante un momento, y después simulé haberme distraído con la televisión.

—Espero que le guste —murmuré.

—Claro que sí —repuso él con ligereza, casi de forma casual, y estuve segura en ese segundo de que sabía que le ocultaba algo. También estaba segura de que no tenía idea de los detalles.

"Yo sé por qué tiene que hacerlo, pero debe ser realmente molesto justo ahora" Edward frunció el ceño.

—Vamos a llevarla a casa —sugirió, poniéndose en pie y pasándome el brazo por los hombros.

Yo vacilé.

—¿Qué? —me preguntó, exigente.

—Quería practicar un poco con Emmett... Había perdido todo el día en mi vital recado y me sentía como si me hubiera retrasado en algo.

Emmett, que estaba en el sofá, con Rose y en posesión del mando a distancia, claro, elevó la mirada y sonrió con anticipación.

—Excelente. El bosque necesita una buena tala.

"Idiota" dijo Rosalie, mirando a su marido.

"Eh... yo no he dicho nada" Emmett hizo un puchero.

Edward miró a Emmett con cara de pocos amigos y luego a mí.

—Habrá tiempo de sobra mañana —replicó.

—No seas ridículo —me quejé—. Precisamente lo que no tenemos es tiempo. Ese concepto ya no existe. Tengo un montón que aprender y...

Él me cortó de forma radical.

—Mañana.

Y su expresión era tal, que ni siquiera Emmett discutió.

"Creo que Bella podría haber realmente perdido, Eddy" se rió Emmett.

Me sorprendió ver lo difícil que resultaba regresar a una rutina que, después de todo, también era nueva, pero arrojar a la basura la pequeñísima esperanza que había estado atesorando hasta ese momento hacía que todo me pareciera imposible.

Intenté concentrarme en los aspectos más positivos. Había una buena posibilidad de que mi hija sobreviviera a lo que se avecinaba, y Jacob, también. Si tenían algún tipo de futuro, eso ya era en sí mismo una especie de victoria, ¿no? Nuestro pequeño bando sabría defenderse si Jacob y Renesmee contaban con la oportunidad de huir en primer lugar.

"Vamos a hacer algo más que mantener nuestro bando" dijo Emmett. "¿No podías pensar que Alice solo podría estar haciendo esto como medida de precaución y no como una señal de que todo está condenado?"

Sí, la estrategia de Alice sólo tendría sentido si en realidad íbamos a desarrollar una buena lucha. Así que también había allí una especie de victoria, considerando que los Vulturis no habían sido desafiados en serio durante milenios.

"Es que no lo parece, Em" dijo Jasper.

Emmett comenzó a hacer muecas. "Eso no es lo único que tendría sentido."

No iba a ser el fin del mundo, sólo el de los Cullen. El final de Edward y el mío, también.

Edward y Esme se estremecieron.

Yo lo prefería así, al menos la última parte, de cualquier modo. No quería vivir otra vez sin Edward; si él tenía que abandonar este mundo, yo iría justo detrás de él.

Me preguntaba de vez en cuando si habría algo para nosotros al otro lado. Sabía que Edward en realidad no lo creía así, pero Carlisle sí. Yo misma no podía imaginarlo.

"¡Pensé que si lo creía!" exclamaron Edward y Carlisle.

Por otro lado, no era capaz de pensar que Edward dejara de existir en algún lugar o de algún modo. Si lográbamos estar juntos en algún sitio, el que fuera, entonces eso sería para mí un final feliz.

Y así continuó el patrón de mis días, sólo que mucho más duro que antes.

Edward, Renesmee, Jacob y yo fuimos a ver a Charlie el día de Navidad. La manada de Jacob al completo estaba allí, además de Sam, Emily y Sue. Era una gran ayuda tenerlos en las pequeñas habitaciones de Charlie, con sus cuerpos grandes y cálidos rebosando los asientos y atestando las esquinas alrededor del árbol escasamente decorado (se podía ver con exactitud dónde mi padre se había aburrido de colgar cosas y lo había dejado). Siempre se podía contar con los licántropos para que se pusieran a trajinar cuando se acercaba una lucha, no importaba lo suicida que fuera.

"Mi tipo de personas" dijo Emmett. "Nada de esto es pesimismo, aunque este en la cabeza de Bella."

La electricidad que desprendía su excitación ofrecía una corriente agradable capaz de disimular mi profunda falta de ánimos. Edward era, como siempre, mucho mejor actor que yo.

Renesmee llevaba puesto el guardapelo que le había dado al amanecer y en el bolsillo de su chaqueta el reproductor de MP3 que Edward le había regalado, una cosa diminuta capaz de albergar cinco mil canciones, con todas sus favoritas.

"Eso es molesto" resopló Emmett.

"¿Qué?" preguntó Carlisle y le hizo gracia cuando vio a Edward rodar los ojos.

"Llenar el reproductor de MP3 con su música favorita" dijo Emmett. "Ella debe escoger sus propias canciones."

En la muñeca llevaba la versión quileute intrincadamente trenzada de un anillo de compromiso. Edward había apretado los dientes al verlo, pero a mí no me molestó.

"Por supuesto que no" se quejó Edward.

Pronto, demasiado pronto, se la tendría que entregar a Jacob para que la pusiera a salvo. ¿Cómo podía incomodarme un símbolo del compromiso en el que tanto confiaba?

"Ahora ves lo que has hecho, Alice" Edward le espetó a su hermana.

"Lo siento, Edward, pero esto es lo mejor que puedo hacer" dijo Alice. Estaba sonriendo y ella pudo ver que Edward no estaba tan molesto con ella... o incluso con el regalo... sólo se estaba descargando.

Edward nos había salvado el día encargando un regalo para mi padre también. Había aparecido la jornada anterior, con un correo especial urgente veinticuatro horas, y Charlie se había pasado toda la mañana leyendo el grueso manual de instrucciones de su nuevo sistema de sonar para pesca.

"Algo que sin duda quisiera" sonrió Carlisle.

"No sé, es una especie de trampa si sabe dónde están los peces" dijo Emmett.

Por el modo en que zampaban los hombres lobo, el almuerzo que había preparado Sue debía de estar muy bueno. Me pregunté qué aspecto habría tenido la reunión para alguien que la contemplara desde fuera. ¿Estábamos representando cada uno nuestro papel de manera lo bastante convincente? ¿Habría pensado un extraño que éramos un feliz círculo de amigos, disfrutando el día de vacaciones con la alegría normal en estos casos?

Creo que tanto Edward como Jacob se sintieron la mar de aliviados cuando llegó la hora de marcharse. Me pareció extraño gastar energía en mantener la fachada aparente de humanidad, cuando había tantas otras cosas mucho más importantes que hacer. Me costaba trabajo concentrarme. Al mismo tiempo, ésta era quizá la última vez que vería a Charlie y a lo mejor era algo positivo que estuviera demasiado aturdida para ser totalmente consciente de ello.

"Oh, querida" suspiró Esme.

No había visto a mi madre desde la boda, pero comprendí que sólo podía alegrarme del distanciamiento gradual que se llevaba produciendo desde hacía dos años. Ella era demasiado frágil para el mundo en el que yo vivía ahora, y no quería que participara en él de ninguna manera. Charlie era más fuerte.

Quizá lo bastante fuerte para soportar ahora una despedida; yo, no.

Había mucho silencio en el coche; fuera, la lluvia apenas se cernía como una neblina, justo en el borde entre el estado líquido y el hielo. Renesmee estaba sentada en mi regazo, jugando con el guardapelo, abriéndolo y cerrándolo. Mientras la observaba, imaginaba las cosas que me habría gustado decirle a Jacob sí no hubiera tenido que mantener mis palabras fuera de la cabeza de Edward.

«Si alguna vez vuelve a estar segura, llévasela a Charlie. Cuéntale a mi padre toda la historia. Dile lo mucho que lo he querido y que no pude soportar dejarle ni siquiera cuando había terminado mi vida humana. Dile que fue el mejor de los padres. Dile que le haga llegar mi amor a Renée, con todas mis esperanzas de que esté feliz y contenta...»

En este punto Carlisle envolvió su brazo alrededor de Esme, que parecía a punto de llorar, sentía empatía por todos ellos.

Tendría que pasarle los documentos a Jacob antes de que fuera demasiado tarde, y quería dejarle también una nota a Charlie. Y una carta para Renesmee, algo que ella pudiera leer cuando yo no estuviera para decirle por mí misma cuánto la quería.

No había nada inusual en el exterior de la casa de los Cullen cuando aparcamos en el prado, pero se podía escuchar alguna clase de tenue alboroto en el interior: muchas voces murmuraban y gruñían a la vez. Sonaba con intensidad y de forma parecida a una discusión. Pude distinguir la voz de Carlisle y la de Amun con más frecuencia que las de los demás.

"Esto no suena bien" Jasper hizo una mueca. "Definitivamente no necesitamos, ni queremos luchar entre nosotros."

"Eso es cierto, pero es casi inevitable teniendo en cuenta cómo muchos vampiros están ahí" dijo Carlisle.

Edward dejó el coche enfrente de la casa en vez de dar la vuelta e ir al garaje. Intercambiamos una mirada cautelosa antes de salir del vehículo.

La postura de Jacob cambió. Su rostro se tornó serio y precavido. Adiviné que ahora estaba en pleno estado Alfa. Obviamente, algo había ocurrido e iba a intentar conseguir la información que Sam y él podrían necesitar.

—Alistair se ha ido —murmuró Edward conforme se apresuraba subiendo los escalones.

Carlisle suspiró.

Dentro del salón se estaba produciendo una confrontación que tenía incluso apariencia física. Había un círculo de espectadores alineados contra las paredes, todos los vampiros que se nos habían unido menos Alistair y los tres implicados en la pelea. Esme, Kebi y Tia eran las más cercanas a los tres vampiros del centro; en mitad de la habitación, Amun siseaba a Carlisle y Benjamín.

Edward endureció la mandíbula y se movió con rapidez para situarse al lado de Esme, arrastrándome de la mano. Yo apreté a Renesmee fuerte contra mi pecho.

—Amun, si quieres marcharte, nadie te obliga a quedarte —decía Carlisle con tranquilidad.

—¡Me estás robando la mitad de mi aquelarre, Carlisle! —chillaba Amun, apuntando con un dedo a Benjamín—. ¿Ha sido por eso por lo que me has hecho venir? ¿Para robármelo?

Carlisle hizo una mueca, y los demás chirriaron los dientes.

"Carlisle nunca haría tal cosa" dijo Rosalie con rabia. "¿Cómo podía creer que lo haría... se suponía que era su amigo?"

"Sí, pero después de que guardara este secreto durante tanto tiempo, sería correcto concluir que otros, incluido yo mismo, podría tener planes para llevar a Benjamin lejos de él" respondió Carlisle con calma.

Carlisle suspiró, y Benjamín puso los ojos en blanco.

—Sí, claro, Carlisle emprende una lucha contra los Vulturis, pone en peligro a toda su familia, sólo para arrastrarme a mí a la muerte —repuso Benjamín con sarcasmo— . Sé razonable, Amun. Yo siento la obligación de hacer lo correcto quedándome aquí y no me estoy uniendo a ningún otro aquelarre. Y tú puedes hacer lo que quieras, claro, como te ha señalado Carlisle.

—Esto no va a terminar bien —gruñó Amun—. Alistair es el único cuerdo de esta reunión. Todos deberíamos huir.

"Alistair, el vampiro que estaba murmurando para sí mismo en el ático, es el cuerdo" rió Emmett.

—Mira a quién estás llamando cuerdo —murmuró Tia en un aparte en voz baja.

"Me gusta" anunció Emmett.

—¡Nos van a masacrar a todos!

—No va a haber ninguna lucha —afirmó Carlisle con voz decidida.

—¡Eso es lo que tú dices!

—Si eso sucede, siempre puedes cambiarte de bando, Amun. Estoy seguro de que los Vulturis apreciarán tu ayuda.

Amun lo miró desdeñosamente

—Tal vez eso sea lo correcto.

"¿Va a hacer eso?" preguntó Edward, de repente.

"Él va a sobrevivir de cualquier forma que pueda" respondió Carlisle después de pensar por un momento. "Pero no creo que Benjamin se una a él y no le gustaría luchar contra su hijo."

"¿Hijo?" cuestionó Edward. "¿No quieres decir su creación?"

"Puede que no tengan un vínculo tan poderoso como el nuestro, pero no lo subestimes" dijo Carlisle.

La respuesta de Carlisle fue cariñosa y sincera.

—Yo nunca te tomaría esto en cuenta, Amun. Hemos sido amigos durante mucho tiempo, pero jamás te pediría que murieras por mí.

La voz de Amun se mostró ahora más controlada.

—Pero te estás llevando a mi Benjamín contigo.

Carlisle puso su mano sobre el hombro de Amun y él se la sacudió de un tirón.

—Me quedaré, Carlisle, pero irá en contra tuya. Me uniré a ellos si ése es el único camino para poder sobrevivir. Sois todos unos majaderos si pensáis que podéis enfrentaros a los Vulturis —los contempló con cara de pocos amigos, y después suspiró, nos miró a Renesmee y a mí de mala manera y añadió en tono exasperado—: Atestiguaré que la niña ha crecido, porque eso no es más que la verdad. Cualquiera podría verlo.

—Es lo único que hemos pedido.

Amun hizo una mueca.

—Pero no va a ser eso lo único que consigas, según parece. —Se volvió hacia Benjamín—. Te he dado la vida y la estás desperdiciando.

"Sí, puedo ver definitivamente la unión entre padre-hijo" rió Emmett.

El rostro de Benjamín se volvió más frío de lo que jamás lo había visto y su expresión contrastó de forma extraña con sus rasgos juveniles.

—Es una pena que no pudieras sustituir mi voluntad con la tuya durante el proceso. Quizás entonces por fin habrías estado satisfecho conmigo.

Los ojos de Amun se entrecerraron. Le hizo un gesto brusco a Kebi y pasaron dando largas zancadas a nuestro lado en dirección a la puerta principal.

—No se va a marchar —me confió Edward en voz baja—, pero mantendrá aún más las distancias de aquí en adelante. No estaba marcándose un farol cuando hablaba de unirse a los Vulturis.

—¿Por qué se ha ido Alistair? —le susurré.

—No todo el mundo ve la situación en forma positiva. No ha dejado ni siquiera una nota. De sus rezongos cabe imaginar que considera inevitable la lucha. A pesar de su comportamiento, la realidad es que Carlisle le importa demasiado para alinearse con los Vulturis. Supongo que ha terminado decidiendo que era un peligro demasiado grande —explicó Edward.

Aunque nuestra conversación sólo se había desarrollado entre nosotros, era evidente que todos habían podido escucharla. Eleazar contestó al comentario de Edward como si se hubiera estado dirigiendo a todos.

—Lo que se podía deducir de sus quejas era algo más que eso. No hemos hablado mucho de la agenda de los Vulturis, pero a Alistair le preocupaba que los Vulturis no nos escucharían, con independencia de lo bien que fuéramos capaces de demostrar vuestra inocencia. Está convencido de que encontrarán una excusa para salirse con la suya.

"No me gusta decirlo, pero estoy de acuerdo con él" dijo Jasper. "Por lo que hemos visto en estos libros y por lo que dijo Eleazar hace unos capítulos, está claro que no van a parar".

"Pues bien, yo apuesto a que no conseguirán su objetivo. ¿Me apoyas, enana?" sonrió Emmett.

"No van a conseguir cualquiera de sus objetivos" Alice le devolvió la sonrisa " y se van a ir corriendo a casa con el rabo metido entre sus piernas cuando sigamos en pie."

"Me gusta el sonido de eso" Emmett sonrió ampliamente.

Los vampiros se miraron incómodos unos a otros. La idea de que los Vulturis pudieran manipular su propia ley sacrosanta para obtener sus objetivos no era una idea que les agradara. Sólo los rumanos mantuvieron la compostura, con sus medias sonrisas irónicas. Parecían divertidos de ver el esfuerzo que hacían los otros para pensar bien de sus viejos enemigos.

"Por supuesto que si" dijo Jasper. "Ellos saben lo despiadados que los Volturi son, mejor que los demás."

Comenzaron a la vez muchas discusiones en voz baja, pero yo escuché la de los rumanos. Quizá porque Vladimir, el del pelo claro, continuaba lanzando miradas en mi dirección.

Edward miró el libro en ese comentario.

—Tengo la gran esperanza de que Alistair tenga razón en esto —le murmuraba Stefan—. No importa el resultado de la contienda, el rumor se extenderá. Ya es hora de que nuestro mundo vea en lo que se han convertido los Vulturis. Nunca caerán mientras todos se crean esa tontería de que ellos son los custodios de nuestra forma de vida.

"Es cierto" Jasper estuvo de acuerdo y Emmett se rió ante el comentario.

—Al menos cuando nosotros gobernábamos, éramos honrados sobre lo que éramos —replicó Vladimir.

Stefan asintió.

—Nunca nos hicimos pasar por puros ni nos hicimos llamar santos.

—Creo que ya ha llegado la hora de luchar —añadió Vladimir—. ¿Cuándo crees que volveremos a encontrar unas fuerzas como las de ahora para resistir de verdad? ¿O una oportunidad mejor que ésta?

—Nada es imposible. Quizás algún día...

—Hemos estado esperando ya quince siglos, Stefan, y lo único que han hecho ha sido fortalecerse más y más con los años. —Vladimir hizo una pausa y me miró de nuevo. No mostró sorpresa alguna cuando vio que yo también le observaba—. Si los Vulturis ganan este conflicto, se marcharán más poderosos de lo que han venido, con nuevas conquistas que añadir a sus fuerzas. Piensa sólo en lo que esa neófita podría aportarles —apuntó hacia mí con su barbilla—. Y apenas está descubriendo su don.

"Hum... espero que no esten buscando conquistar" murmuró Edward.

"Están en posición de no hacer nada de eso" respondió Carlisle, que no parecía agradarle a Edward demasiado.

—Y luego está el que mueve la tierra —Vladimir asintió en dirección a Benjamín, que se envaró. Casi todos estaban prestando atención a los rumanos, igual que yo.

"No creo que realmente esten hablando a escondidas" se rió Jasper.

"Sí, estoy bastante seguro de que quieren que todos oigan esto" estuvo de acuerdo Edward.

—Con sus gemelos brujos no tendrían necesidad de la ilusionista ni de la que lanza descargas. —Y sus ojos se movieron hacia Zafrina y Kate.

"Pero eso no quiere decir que no serían de valor..." comenzó Emmett.

"Em, no creo que la gente quiera ser vista como algo valioso para los Volturi" señaló Rosalie.

"Quiero decir que sería de valor para nosotros..." dijo Emmett. "Estoy seguro de que voy a mostrarle a los gemelos brujos una cosa o dos."

Stefan miró en dirección a Edward.

—Y tampoco necesitan exactamente al lector de mentes, pero ya veo por dónde vas. La verdad es que obtendrían mucho si ganaran esta vez.

—Más de lo que podemos permitir que consigan, ¿no estás de acuerdo?

Stefan suspiró.

—Creo que estoy de acuerdo. Y eso significa...

—Que debemos plantarles cara mientras todavía quede esperanza.

—Con que sólo los diezmáramos, incluso, si les pusiéramos al descubierto...

—Entonces, algún día, otros terminarían el trabajo.

—Y nuestra larga venganza podría cumplirse. Al fin. Sus ojos se encontraron durante un momento y entonces murmuraron al unísono.

—Parece la única manera.

—Así que combatiremos —finalizó Stefan.

"Sí, eso es dos más que se mantendrán en nuestro grupo interno" dijo Emmett.

"Y estoy seguro que más están a punto de ser voluntarios" dijo Jasper "o al menos se declaran, como el título del capítulo sugiere."

Aunque podía percibir que se sentían divididos entre el instinto de supervivencia y la venganza, la sonrisa que intercambiaron estaba llena de anticipación.

—Lucharemos —remató Vladimir.

 Supuse que eso era algo bueno, ya que como Alistair, yo estaba segura de que no se podía evitar la batalla. En ese caso, la presencia de dos vampiros más en nuestro lado podría ayudar, pero aun así la decisión de los rumanos me hacía temblar.

—Nosotros también tomaremos parte en la batalla —anunció Tia, con su voz habitualmente grave más solemne que nunca—. Creemos que los Vulturis se sobrepasan en el ejercicio de su autoridad y no albergamos deseo alguno de pertenecerles. Sus ojos se dirigieron a su compañero.

Benjamín sonrió con amplitud y lanzó una mirada picara hacia los rumanos.

—Por lo que parece, soy una mercancía de interés, así que tendré que luchar por ganar el derecho a ser libre.

Emmett se rió de eso. "Creo que sería bueno si volvemos a visitar Egipto."

—Ésta no será la primera vez que haya peleado para defenderme del dominio de un rey —comentó Garrett en tono de broma. Caminó hacia delante y le dio una palmada en la espalda a Benjamín—. Aquí hablamos de defender la libertad contra la opresión.

—Nosotras estaremos al lado de Carlisle —expuso Tanya—. Y combatiremos con él.

El pronunciamiento de los rumanos parecía haberles hecho sentir a los demás la necesidad de hacer sus propias declaraciones.

"Que vino como una sorpresa total para ellos, estoy seguro" se rió Emmett.

—Nosotros no nos hemos decidido —admitió Peter. Miró hacia abajo, hacia su pequeña compañera; la expresión de los labios de Charlotte era de insatisfacción. Parecía como si ya hubiera tomado su decisión. Me pregunté cuál era.

Todo el mundo miró expectante a Jasper. Los conocía el mejor, después de todo, pero él sólo se encogió de hombros.

—Lo mismo digo —dijo Randall.

—Y yo —añadió Mary.

—Las dos manadas lucharán junto a los Cullen —aseguró Jacob de repente—. No nos dan miedo los vampiros —agregó con una sonrisita de suficiencia.

"No creo que nadie ponga en duda que estarían en la pelea" dijo Emmett.

—Qué niños —murmuró Peter.

—Infantiles —le corrigió Randall.

Emmett se rió aún más fuerte.

Jacob sonrió de forma provocadora.

—Bueno, yo estoy en ello, también —dijo Maggie, desprendiéndose con una sacudida de la mano de Siobhan, que la sujetaba—. Sé que la verdad está del lado de Carlisle, y eso no lo puedo ignorar.

Siobhan miró fijamente al miembro más joven de su aquelarre con ojos preocupados.

—Carlisle —dijo ella como si estuvieran a solas, ignorando el ánimo de repente formal de la reunión, y el arrebato imprevisto de declaraciones—, no quiero que esto termine en lucha.

—Ni yo tampoco, Siobhan. Ya sabes que es lo último que deseo —se sonrió a medias.

"¿Por qué sonríes?" cuestionó Emmett.

"Ya vas a ver" dijo Carlisle con una sonrisa en su cara similar.

"¿Tiene algo que ver con el don que creo que tiene?" supuso Emmett.

"Ya vas a ver" repitió Carlisle.

—Quizá podrías concentrarte en mantener la paz.

—Ya sabes que eso no ayudaría —dijo ella.

Recordé la discusión de Rose y Carlisle sobre la líder irlandesa. Carlisle creía que Siobhan tenía un sutil pero poderoso don para hacer que las cosas sucedieran según su voluntad, aunque ella fuese la primera en no creérselo.

—No hará daño —dijo Carlisle.

Siobhan puso los ojos en blanco.

—¿Que visualice el resultado que deseo? —preguntó ella con sarcasmo.

Carlisle sonreía ahora de forma abierta.

—Si no te importa.

"Eso sería definitivamente una ayuda" dijo Carlisle, y parecía que algo de la tensión había aflojado un poco.

"Realmente crees que ella tiene ese poder, ¿verdad?" reflexionó Jasper.

—Entonces no habría necesidad de que mi aquelarre se pronunciara, ¿no? — replicó ella—. Ya que no habría posibilidad de lucha.

"Ah, ella te tiene ahí, Carlisle" rió Emmett. "Debe haber pensado en eso."

"Creo que tener que visualizar un buen resultado es más importante que declarando si iban a unirse a la lucha" dijo Carlisle; y no añadió que él pensaba que si realmente había una pelea, Siobhan probablemente les ayudara al final.

Puso la mano en el hombro de Maggie, acercando a la niña hacia sí. El compañero de Siobhan, Liam, permaneció en silencio e inexpresivo.

Casi todo el mundo en la habitación pareció confundido por el intercambio claramente jocoso entre Carlisle y Siobhan, ya que no se lo explicaban.

Ése fue el final dramático de los discursos por esa noche. El grupo se dispersó poco a poco, algunos para cazar, otros para pasar el tiempo con los libros, las televisiones o los ordenadores de Carlisle.

Edward, Renesmee y yo fuimos a cazar y Jacob nos acompañó.

"Hump" se quejó Edward. Él hubiera preferido oír hablar de su tiempo a solas con sus niñas.

—Estúpidas sanguijuelas —masculló para sí mismo cuando salimos de la casa—. Se creen tan superiores... —y resopló.

—Se van a quedar pasmados cuando los «infantiles» les salven sus vidas superiores, ¿no? —dijo Edward. Jake sonrió y le dio un puñetazo amistoso.

—Diablos, sí, ya lo creo.

"Parece que a su yo del libro ya no le importa estar cerca de él" bromeó Emmett.

"Ha tenido más tiempo para acostumbrarme a esto" se encogió de hombros Edward.

Ésa no fue nuestra última cacería. Salimos de caza una vez más, cerca ya de la fecha en la que se esperaba la llegada de los Vulturis. Como el momento definitivo no era nada preciso, estábamos planeando quedarnos unas cuantas noches fuera, sólo por si acaso, en el gran claro, el que usaban para jugar al béisbol y Alice había distinguido en su visión. Todos sabíamos que vendrían el día en que la nieve cubriera el suelo por primera vez. No queríamos que los Vulturis se acercaran mucho a la ciudad y Demetri los llevaría con facilidad adonde nos encontrábamos. Me pregunté a quién rastrearía, y adiviné que sería a Edward, ya que no podía ser a mí.

"Hm... él podría realizar un seguimiento de Carlisle" dijo Jasper pensativo. "Él es la cabeza de nuestra familia después de todo."

"O simplemente podría llegar a Forks, porque saben que es donde vivimos" dijo Emmett.

"No, estoy seguro de que nos esten siguiendo" dijo Jasper. "Aro debió darse cuenta de que Alice iba a ver a su decisión. Algo tan grande, tendría que verlo, y Aro sabría eso. Me imagino que se está preguntando por qué estamos todavía en Forks si sabemos lo que viene. Incluso podría estar cuestionando si Alice vio esto en absoluto... "

"Er... Te estas saliendo por la tangente" dijo Emmett.

"Lo siento" sonrió Jasper con timidez. "El punto es que estoy seguro de que Demetri seguiría a una persona."

Pensé en Demetri mientras cazaba, prestándole poca atención a mi presa o a los copos de nieve volantes que finalmente habían aparecido pero que se derretían antes de tocar el suelo rocoso. ¿Se daría cuenta Demetri de que no podía rastrearme? ¿Qué decisión tomaría al respecto? ¿Y Aro? ¿O es que Edward estaba equivocado? Había esas pequeñas excepciones a las que podía resistir, aquellos caminos alrededor de mi escudo. Todo cuanto estaba fuera de mi mente era vulnerable... abierto a las cosas que Jasper, Alice y Benjamín podían hacer. Quizá también el talento de Demetri trabajaba de una forma algo distinta.

Y entonces pensé algo que me hizo caer en la cuenta. El alce medio consumido que tenía entre las manos se me cayó al suelo pedregoso. Los copos de nieve se vaporizaron a unos cuantos centímetros del cuerpo caliente con pequeños sonidos siseantes. Me quedé mirando mis manos ensangrentadas con la mente en blanco.

"¿Sus manos todavía se ensucian con sangre?" Alice hizo una mueca.

"Estoy más preocupado por lo que la está conmocionado" dijo Edward.

"Eso no es sorprendente" dijo Emmett y todos los Cullen se rieron.

Edward vio mi reacción y se apresuró a mi lado, dejando también su caza a medias.

—¿Qué te ha pasado? —me preguntó en voz baja, con los ojos barriendo el bosque que nos rodeaba, buscando aquello que había precipitado mi reacción.

—Renesmee —exclamé con voz ahogada.

—Está justo entre esos árboles —me tranquilizó él—. Puedo escuchar sus pensamientos y los de Jacob. Se encuentra bien.

—No es eso —le dije—. Estaba pensando en mi escudo...

"Oh, por supuesto" dijo Edward. "Que ella se preocupe por eso."

"Sabes, que yo he pensado un poco en eso, desde que llegó por primera vez" dijo Carlisle.

"Sí, lo sé" sonrió Edward.

"Sabe-lo-todo estúpido" murmuró Emmett y luego añadió, "¿y de qué estás hablando?"

"Sobre el don de Nessie trabajando en Bella también, duh" bromeó Jasper.

"No fue tan obvio" murmuró Emmett.

"Sí, lo fue" dijeron todos los demás.

"Lo que sea" hizo un puchero Emmett.

"Entonces, ¿por qué crees que sucede?" Carlisle llevó la conversación de vuelta al punto principal.

"Creo que..." comenzó Edward.

"Vamos a leer, es probablemente que lo digas en unas pocas líneas de todos modos" Emmett se quejó y Rosalie empezó a leer, sobre todo debido a la cara ofendida de Edward.

—en que tú piensas que vale algo, que ayudará de alguna manera. Sé que los otros esperan que sea capaz de proteger a Zafrina y Benjamín, incluso si sólo puedo mantenerlo alzado unos dos segundos por vez. Pero ¿qué pasa si hemos cometido un error? ¿Qué pasa si tu confianza en mí es la causa de nuestra caída?

Mi voz se iba aproximando a la histeria, aunque mantuve el suficiente control para mantenerla en un tono bajo. No quería que Renesmee se alterara.

—Bella, ¿a qué viene esto? Claro que es maravilloso que puedas protegerte, pero no tienes la responsabilidad de salvar a nadie más. No te estreses sin necesidad.

—Sin embargo, ¿y si no puedo proteger a nadie? —susurré entre jadeos—. ¡Esto que yo hago es defectuoso, y errático! Va y viene sin ton ni son ni razón que lo explique. Quizá no puede hacer nada contra Alec.

—Chist —intentó calmarme—. No te dejes llevar por el pánico, y no te preocupes por Alec. Lo que él hace no es diferente a lo de Zafrina o Jane. Es sólo una ilusión... y no puede entrar en tu cabeza al igual que yo.

—¡Pero sí Renesmee! —siseé frenéticamente entre dientes—. Parecía tan natural que nunca me lo había cuestionado antes. Lo consideraba como parte de lo que ella es, pero pone sus pensamientos en mi cabeza igual que los pone en la de los demás. ¡Mi escudo tiene agujeros, Edward!

"Oh, vamos, ya di la teoría" suspiró Emmett con impaciencia.

"Estoy seguro de que va a venir un momento a otro" dijo Edward.

Le miré con fijeza, con desesperación, esperando que él comprendiera mi terrible revelación. Frunció los labios, como si estuviera intentando encontrar las palabras, pero su expresión era del todo relajada.

"Oh, por que sabe la respuesta" dijo Emmett con rabia.

—Tú ya habías pensado en esto hace mucho tiempo, ¿a que sí? —le pregunté con exigencia, sintiéndome como una idiota por todos esos meses en los que había dejado pasar lo obvio.

Él asintió, con una ligera sonrisa alzándole una de las comisuras de la boca.

—La primera vez que ella te tocó.

Suspiré ante mí propia estupidez, pero su calma me había tranquilizado algo.

—¿Y eso no te molestó? ¿No lo ves como un problema?

—Tengo dos teorías, una más probable que la otra.

—Cuéntame primero la menos probable.

"¿Por qué?" Emmett se quejó. "Eso probablemente sólo va a ser malo."

"Debido a que ella sabía de alguna manera que esto iba a torturarte, y es una venganza por todo lo que has hecho con ella" dijo Alice.

"Er... eso no parece muy probable" dijo Edward.

"Es algo que me gustaría hacer" dijo Alice, encogiéndose de hombros.

—Bueno, ella es tu hija —señaló él—. Genéticamente es mitad tuya. Solía gastarte bromas sobre cómo tu mente trabajaba en una frecuencia diferente al resto de nosotros. Quizás ella también.

"Ves... malo" dijo Emmett, pero él se reía.

Sin embargo, eso no me convencía.

—Pero tú oyes su mente con toda claridad, igual que todo el mundo. ¿Y si Alec funciona en una frecuencia distinta? ¿Y qué si...?

Me puso un dedo en los labios.

—Ya he considerado todo eso, razón por la que creo que esta otra teoría es más probable.

Apreté los dientes y esperé.

—¿Recuerdas lo que Carlisle me dijo sobre ella después de que te mostrara su primer recuerdo?

Claro que lo recordaba.

—Dijo: «Es un giro interesante, como si ella hiciera justo lo opuesto a lo que tú eres capaz de hacer».

"Oh" dijo Emmett. "Eso es interesante."

"En realidad ¿ya sabes lo que Edward va a decir?" dijo Rosalie con voz sorprendida.

Emmett le sacó la lengua a su esposa y le dijo: "Él piensa que si Bella puede mantener a todos fuera entonces nadie puede bloquear Nessie. Me pregunto si eso significa que ella podría atacar si a Aro, Reneta lo está protegiendo o no ..."

"¡Emmett! ¡Mi hija no va a atacar a nadie!" gritó Edward.

"Relajate, Eddy, no estaba diciendo que debería. Me estaba preguntando si podía" explicó Emmett.

—Sí. Y yo pensé lo mismo. Quizá tenga también tu talento y lo haya invertido.

Reflexioné sobre el tema.

—Tú mantienes a todo el mundo fuera... —comenzó él.

—¿Y ella no deja salir a nadie? —completé de forma vacilante.

—Ésa es mi teoría —dijo Edward—. Y si ella es capaz de meterse dentro de tu cabeza, dudo que haya un escudo en este planeta que pueda mantenerla a raya. Eso ayudará. Teniendo en cuenta lo que he visto, nadie se atreve a dudar sobre la verdad de sus pensamientos una vez que ha dejado que se los muestre. Y creo que nadie logra evitar que lo haga, si se acerca lo suficiente. Si Aro permite que le explique...

"Eso significaría que Nessie tendría que estar cerca de Aro..." Esme se estremeció, causando que todos temblaran.

"Sí, pero eso es lo que estamos realmente esperando" dijo Carlisle en su voz calma. "Esa es la única manera de que todo pueda ser resuelto de manera pacífica."

"Pero aún así, la pequeña pateadora es irresistible" dijo Emmett. "Y ella es única... que podrían impedirle hacer nada..."

Rosalie lo cortó por la lectura.

Me estremecí al pensar en acercar tanto a Renesmee al codicioso Aro de ojos lechosos.

—Bueno —siguió él, frotando mis hombros rígidos—, al menos no hay nada que pueda evitar que conozca la verdad.

—Pero... ¿la verdad será suficiente para detenerle? —murmuré.

Para eso, Edward no tenía respuesta alguna.

"Ese es el final del capítulo" dijo Rosalie, entregandole el libro a Alice.