CAPITULO 29: DESERCIÓN
TRADUCCIÓN: Lorena Espinosa
"Deserción" leyó Edward y luego miró a Alice, que inclinó la
cabeza. Los dos estaban pensando acerca de su comportamiento extraño.
Nos sentamos allí la
noche entera, como estatuas llenas de pavor y pena, pero Alice no regresó.
Todos estábamos al
límite, frenéticos en nuestra absoluta inmovilidad. Carlisle apenas había sido
capaz de mover los labios para explicárselo todo a Jacob. La repetición de la
historia únicamente sirvió para que nos pareciera aún peor, incluso Emmett se
quedó en silencio y quieto a partir de ese momento.
No fue hasta que
amaneció y pensé que pronto Renesmee comenzaría a removerse bajo mis manos
cuando me pregunté por primera vez que era lo que le estaría llevando a Alice
tanto tiempo. Esperaba saber un poco más antes de verme obligada a enfrentar la
curiosidad de mi hija, tener algo con lo que contestarle, y también alguna
diminuta y minúscula porción de esperanza de modo que pudiera sonreír y evitar
que la verdad la aterrorizara.
"¿Por qué no has vuelto todavía?" preguntó Esme preocupada.
"No debería haberte tomado toda la noche."
Alice no podía mirarla a los ojos.
"¿Dónde estás?" repitió Rosalie, pero su tono era enojado.
"No sé" dijo Alice con amargura.
"Te fuiste, ¿verdad?" dijo Rosalie entre dientes.
"No sé" repitió Alice.
Edward empezó a leer a continuación, necesitaban escuchar la verdad.
Mi rostro permaneció
paralizado en la máscara fija que había llevado puesta toda la noche. No estaba
segura de recuperar la capacidad de sonreír nunca más.
Jacob estaba roncando
en una esquina, como una gran montaña de pelo en el suelo, retorciéndose con
ansiedad en su sueño. Sam lo sabía todo… y los licántropos se estaban
preparando para lo que se nos avecinaba, pero esa preparación no serviría de
nada; los asesinarían junto con el resto de mi familia.
La luz del sol
irrumpió a través de las ventanas traseras, arrancando chispas en la piel de
Edward. Yo no había movido los ojos de los suyos desde que Alice se había
marchado. Nos habíamos pasado toda la noche mirándonos el uno al otro, con la
vista fija en lo que ninguno de los dos podía soportar perder: al otro.
En ese momento, los ojos de Alice parpadearon hacia Jasper, pero sus
pensamientos se hicieron eco de que tenía que ser mucho más que eso.
Mi reflejo relucía
en sus ojos llenos de agonía conforme el sol tocaba mi propia piel.
Sus cejas se
movieron de forma infinitesimal, y después sus labios.
–Alice –dijo.
El sonido de su voz
fue como el del hielo al fracturarse cuando se derrite. Todos nosotros nos
rompimos y nos ablandamos un poco también. Y nos pusimos de nuevo en
movimiento.
–Lleva fuera mucho
tiempo –murmuró Rosalie, sorprendida.
–¿Dónde estará? –se
preguntó Emmett, dando un paso hacia la puerta.
Esme le puso la mano
en el brazo.
–No queremos
molestar…
–Nunca había tardado
tanto –dijo Edward. Una nueva preocupación hizo añicos la máscara en que se
había convertido su rostro. Sus rasgos volvían a parecer vivos, los ojos
repentinamente abiertos por un miedo añadido, un pánico extra. –Carlisle, ¿no
crees que pueda ser algo… preventivo? ¿Habrá tenido Alice tiempo de ver si han
enviado a alguien por ella?
Sí, pensó Alice, pero no lo expresó.
El ceño de Edward se hizo más prominente pero continuó leyendo.
El rostro de piel
traslúcida de Aro llenó mi mente. Aro había recorrido todos los recovecos de la
mente de Alcie y estaba al tanto de todo lo que ella era capaz…
Alice se estremeció ante esa idea, pero aún estaba segura de que nadie
podría sorprenderla... al menos ningún vampiro podría.
Emmett comenzó a
despotricar en voz tan alta que Jacob se puso en pie con un rugido. En el
patio, su bramido tuvo el eco de su manada. Mi familia se había convertido ya
en un borrón en movimiento.
–¡Quédate con
Renesmee! –le grité a Jacob conforme salía disparada hacia la puerta.
Yo todavía era más
fuerte que el resto de ellos, y usé esa fuerza para impulsarme hacia delante.
Sobrepasé a Esme en unos cuantos saltos y a Rosalie en unas cuantas zancadas
más. Aceleré a través de lo más espeso del bosque hasta que me situé justo
detrás de Edward y Carlisle.
–¿Habrán sido
capaces de sorprenderla? –inquirió Carlisle, su voz tan monótona como si
siguiera inmóvil más que corriendo a toda velocidad.
–No veo cómo
–respondió Edward, –aunque Aro la conoce mejor que nadie. Desde luego mejor que
yo.
"¿Ni siquiera me vas a mencionar?" preguntó Jasper, tratando
de aflojar la animosidad que ahora estaba en la habitación.
"Sé que su mente es mejor" dijo Edward con sequedad y luego
se puso a leer de nuevo.
–¿Es una trampa?
–gritó Emmett destrás de nosotros.
–Tal vez –replicó
Edward, –pero por aquí no hay otro olor que el de Alice y Jasper. ¿Adónde
habrán ido?
El rastro de Alice y
Jasper se curvaba en un amplio arco; se extendía primero al este de la casa,
pero luego se dirigía hacia el norte al otro lado del río, y después de nuevo
hacia el oeste durante unos cuantos kilómetros. Volvimos a cruzar el río,
saltando los seis que íbamos a un segundo unos de otros. Edward corría el
primero, totalmente concentrado.
–¿Has captado ese
efluvio? –gritó Esme hacia delante, unos cuantos momentos después de que
saltáramos el río por segunda vez. Era la que iba más lejos, en el extremo
izquierdo de nuestra partida de caza. Hizo unos gestos señalando hacia el
sudeste.
–Sigan el rastro
principal… Estamos ya cerca de la frontera con los quileute –ordenó Edward de
modo conciso. –Mantenganse juntos. Miren si han girado al norte o al sur.
Yo no estaba tan
familiarizada con la línea del tratado como todos ellos, pero percibía el
ligero olor a lobo en la brisa que soplaba desde el este. Edward y Carlisle
disminuyeron el ritmo y pude ver cómo movían sus cabezas de lado a lado,
esperando que el rastro volviera a aparecer.
Entonces el olor a
lobo se hizo de pronto más fuerte, y Edward alzó la cabeza bruscamente. Se
detuvo de forma repentina y los demás también nos quedamos inmóviles.
–¿Sam? –preguntó
Edward en voz monótona. –¿Qué pasa aquí?
"Parece que él nos está esperando" dijo Emmett. "¿Por
qué si no iba a estar allí ahora?"
"No sé" murmuró Edward, y la tensión en la sala se hacía más fuerte.
El líder de la otra
manada apareció entre los árboles a unos cientos de metros, caminando con
celeridad hacia nosotros en forma humana, flanqueado por dos grandes lobos,
Paul y Jared. Sam tardó un poco en llegar hasta nosotros, y su ritmo humano me
impacientó. No quería tiempo para pensar en lo que estaba pasando. Deseaba
estar en movimiento, haciendo algo.
"Hm... suena como yo" sonrió Emmett.
Quería poder poner
mis brazos alrededor de Alice, saber sin lugar a dudas que se encontraba a
salvo.
Observé cómo el
rostro de Edward se ponía blanco cuando leyó lo que Sam estaba pensando. Él lo
ignoró, mirando directamente a Carlisle cuando se detuvo y comenzó a hablar.
–Justo después de
medianoche, Alice y Jasper vinieron hasta este lugar y pidieron permiso para
cruzar nuestras tierras hasta el océano. Les concedí el permiso y los escolté
hasta la costa yo mismo. Entonces se metieron en el agua y no han regresado.
Mientras viajábamos, Alice me dijo que era de la mayor importancia que no le
contara nada a Jacob de que los había visto hasta que hablara contigo. Yo debía
esperar aquí a que vinieras a buscarla y entonces tenía que darte esta nota. Me
dijo que la obedeciera como si todas nuestras vidas dependieran de ello.
Todo el mundo estaba mirando a Alice, que estaba mirando reflexiva.
Ella estaba tratando de averiguar lo que estaba haciendo su yo del libro,
sabiendo que iba a tener que explicarse pronto. Jasper también estaba incómodo.
No le gustaba la apariencia o sentimientos del resto de su familia hacia Alice
en este momento.
El rostro de Sam
mostraba una expresión sombría cuando le tendió un papel doblado e impreso
entero con un pequeño texto en negro. Era una página arrancada de un libro y mi
vista aguda leyó las palabras cuando Carlisle lo desdobló para leer el otro
lado. La página que daba hacia mi era una copia de El Mercader de Venecia; de ella se desprendió aldo de mi propio
olor cuando Carlisle estiró el papel. Me di cuenta de que era un página
arrancada de uno de mis libros. Me había traído unas cuantas cosas desde la
casa de Charlie a la cabaña: conjuntos de ropa normal; todas las cartas de mi
madre, y mis libros favoritos, entre los cuales figuraba mi baqueteada
collección de libros en rústica de Shakespeare, que hasta ayer por la mañana
había estado en la estantería de la pequeña sala de estar de la casita…
–Alice ha decidido
dejarnos –susurró Carlisle.
Rosalie y Edward gruñeron.
Esme gimió y miró a Alice miserablemente.
"No puedo creer que te vayas" dijo Emmett, pero él estaba
mirando a Jasper. "¿Le tienes miedo a los Volturi...?"
Jasper no sabía qué decir, pero él no quería que su familia mirara a
Alice de esa manera nunca más. "Voy a..."
"Jasper, no lo hacen" dijo Alice al ver lo que iba a decir y
sabiendo que no iba a ayudar. "Esto es mi culpa... dejalos que se enojen
conmigo."
Jasper la miró por un segundo antes de que cediera a su deseo.
Edward comenzó a leer de nuevo, la ira estaba clara en su voz.
–¿Qué? –chilló
Rosalie.
Carlisle le dio la
vuelta a la página de modo que todos pudiéramos leerla.
“No traten de encontrarnos, no hay tiempo que
perder. Recuerden: Tanya, Shioban, Amun, Alistair y todos los nómadas que
puedan hallar. Nosotros buscaremos a Peter y a Charlotte de camino. Sentimos
muchísimo dejarlos de esta manera, sin despedida ni explicaciones, pero es el
único modo de hacerlo. Los queremos.”
"¿La única manera?" dijo Rosalie entre dientes, entrecerrando
los ojos.
"¿Advirtiéndonos de hacer que los demás nos sirvan de testigos
cuando ni siquiera estas con nosotros?" cuestionó Edward. "¿Qué
corran riesgo sus vidas?"
"Creo que va a ayudar" dijo Alice cuidadosamente. “No
entiendo... no hay manera de que me vaya... ni quiero arriesgar la vida de
nuestros amigos... tiene que haber más que eso.”
"¿Realmente crees eso?" cuestionó Edward.
Alice miró, y sus ojos estaban llenos de dolor, la preocupación, el
shock, la duda, y una multitud de otras emociones, más de lo que su yo del
libro estaba haciendo y no de lo que ella misma estaba pensando.
"Esperemos que estés en ese momento" dijo Edward; la traición
de Alice dolía más que si alguien más lo hubiera hecho.
Volvimos a quedarnos
paralizados en un silencio sepulcral, salvo por el sonido de los corazones de
los hombres lobo y su respiración. Sus pensamientos también deberían haber sido
en voz alta. Edward fue el primero en moverse otra vez, contestando a lo que
había oído en la mente de Sam.
–Sí, las cosas están
así de peligrosas.
–¿Tanto que tengas
que abandonar a tu familia? –preguntó Sam en voz alta, con la censura implícita
en el tono. Estaba claro que no había leído la nota antes de dársela a
Carlisle. Se mostraba enfadado, parecía arrepentido de haberle hecho caso a
Alice.
La espresión de
Edward era envarada… y lo más probable es que a Sam le pareciera airada o
arrogante, pero yo podía percibir el dolor en los planos endurecidos de sus
rasgos.
–No sabemos qué fue
lo que vio –replicó Edward. –Alice no es insensible ni cobarde. Simplemente
dispone de más información que nosotros.
Rosalie resopló; esa respuesta no la satisfacía a ella.
–Nosotros no…
–comenzó Sam.
–La relación que
mantienen entre ustedes es distinta a la nuestra –lo interrumpió Edward con
brusquedad. –Nosotros mantenemos libre nuestra voluntad.
Sam alzó la barbilla
y sus ojos se volvieron de pronto de un intenso color negro.
–También ustedes
deberían hacer caso del aviso –continuó Edward. –Esto no es algo ene lo que les
gustaría verse implicados, tampoco pueden evitar lo que haya visto Alice.
Sam sonrió
forzadamente.
–Nosotros no somos
de los que huyen –detrás de él, Paul resopló.
–No dejes que
masacren a tu familia por orgullo –intervino Carlisle en voz baja.
Sam miró a Carlisle
con una expresión más suave.
"Parece que todos los lobos han llegado a aceptarte" Esme
trató de decir en su tono de voz normal - un intento de hacer que todos se
relajen, aunque, por supuesto, no funcionó.
–Como Edward a
señalado, nosotros no tenemos la misma clase de libertad que ustedes disfrutan.
Renesmee ahora es tan parte de nuestra familia como de la suya. Jacob no puede
abandonarla y nosotros no lo abandonaremos a él –sus ojos se movieron hacia la
nota de Alice, y sus labios se apretaron hasta formar una fina línea.
–Tú no la conoces
–replicó Edward.
–¿Y tú? –inquirió
Sam con rudeza.
Edward entrecerró los ojos y de repente estaba muy enojado.
Ya me conoces Edward, pensó Alice. No me voy a ir.
Carlisle puso una
mano en el hombro de Edward.
–Tenemos mucho que
hacer, hijo. Sea cual sea la decisión de Alice, resultaría estúpido no seguir
ahora sus recomendaciones. Vayamos a casa y pongámonos a trabajar.
Edward asintió y su
rostro pareció en ese momento menos rígido por la pena. Detrás de mí, podía
escuchar los sollozos sordos de Esme, sin lágrimas.
No sabía cómo se
podía llorar con este cuerpo, porque no podía hacer otra cosa que mirar. No
había aún ningún sentimiento. Todo me parecía irreal, como si estuviera
durmiendo otra vez después de todos estos meses, teniendo de nuevo una
pesadilla.
–Gracias, Sam
–señaló Carlisle.
–Lo siento
–respondió Sam. –No deberíamos haberla dejado pasar.
–Hicieron lo correcto
–le replicó Carlisle. –Alice es libre de hacer lo que desee y yo jamás le
denegaría el ejercicio de su libertad.
Alice bajó la cabeza; podía oír la decepción en la voz de Carlisle
cuando dijo eso.
Yo siempre había
pensado en los Cullen como un todo, una unidad indivisible. De repente, recordé
que no siempre había sido así. Carlisle había creado a Edward, Esme, Rosalie y
Emmett, Edward me había creado a mí. Estábamos físicamente conectados por la
sangre y la ponzoña. Nunca había pensado en Alice y Jasper como entes
separados, como si hubieran sido adoptados por la familia, pero lo cierto era
que Alice había adoptado a los Cullen. Había aparecido con un pasado a cuestas
que no tenía nada que ver con los demás y también había traído a Jasper con el
suyo, y había encajado en una familia que ya existía. Tanto ella como él habían
conocido otra existencia fuera de la familia Cullen. ¿Acaso había escogido
comenzar otra vida después de haber visto que su camino con los Cullen había
terminado?
Alice estaba un poco decepcionada. ¿Realmente piensa que amo a los
demás menos porque yo soy adoptada ?, pensó para sí misma usando las palabras
de Bella. Ellos son mi familia... Yo nunca los dejaría... Nunca seguiría
adelante si algo les llegara a suceder... ¡Nunca!
Entonces, estábamos
perdidos, ¿era eso, verdad? No había ninguna esperanza en absoluto. Ni un solo
rayo, ni un pequeño atisbo que hubiera convencido a Alice de que tenía una
oportunidad a nuestro lado.
El alegre aire de la
mañana se había vuelto oscuro de repente, más denso, como si mi desesperación
lo hubiera teñido de un modo físico.
–Pues yo no voy a
rendirme sin luchar –dijo Emmett entre dientes. –Alice nos ha dicho lo que
tenemos que hacer, así que manos a la obra.
Los demás asistieron
con expresiones voluntariosas y me di cuenta de que confiaban en la oportunidad
que fuese que Alice nos había dado. Y también de que no iban a rendirse por
pura desesperanza ni aguardar a la muerte de brazos cruzados.
Sí, todos
lucharíamos, ¿Qué otra cosa podíamos hacer? Y además, daba la impresión de que
íbamos a arrastrar a otros en nuestra caída, porque eso era lo que había dicho
Alice antes de dejarnos. Pero ¿Cómo no íbamos a seguir el último aviso de
Alice? Los lobos también pelearían a nuestro lado por causa de Renesmee.
Nosotros
lucharíamos, ellos también, y todos moriríamos.
"Esa no es la forma de pensar" frunció el ceño Emmett.
"Es la forma en que ha estado pensando a lo largo de estos
libros" señaló Edward recogiendo el pensamiento de la cabeza de Jasper,
que no se sentía lo suficientemente cómodo en el momento para hablar por sí
mismo.
"Y ella siempre ha sido exagerada" dijo Emmett con firmeza.
"Y también lo es esta vez."
Carlisle no pudo evitar sonreír ante la lógica de su hijo.
Yo no sentía la
misma resolución que los demás, Alice conocía las probabilidades y nos estaba
dando la única oportunidad que podía ver, pero era tan remota que ni ella misma
apostaba a su favor.
Ya me sentía vencida
cuando le di la espalda al rostro crítico de Sam y seguí a Carlisle hasta casa.
Corríamos ahora de
forma automática, sin la prisa llena de pánico que nos había embargado antes.
Cuando nos acercamos al río, Esme alzó la cabeza.
–Todavía está la
otra pista, y aún es reciente.
Ella señaló hacia
adelante, donde antes había llamado la atención de Edward. Cuando nos
apresurábamos para salvar a Alice…
–Es de un momento
anterior. Y era solo de Alice, sin Jasper –comentó Edward con la voz mortecina.
El rostro de Esme se
contrajo y volvió a asentir.
Me dirigí hacia la
derecha, quedándome algo retrasada. Estaba segura de que Edward tenía razón,
pero al mismo tiempo… Después de todo, ¿Cómo había conseguido Alice la página
de uno de mis libros?
–¿Bella? –inquirió
Edward, con una voz tan desprovista de emoción que me hizo dudar.
–Quiero seguir esta
pista –le dije, olisqueando el ligero aroma de Alice que se apartaba del primer
camino que había empleado en su huida. Yo era nueva en esto, pero a mí de olía
exactamente igual, excepto porque faltaba el rastro de Jasper.
Los ojos de Edward
estaban vacíos.
–Lo más probable es
que solo nos lleve de regreso a la casa.
–Entonces, nos
encontraremos allí.
Al principio pensé
que me dejaría ir sola, pero luego, cuando di unos cuantos pasos, sus ojos
inexpresivos volvieron a la vida.
–Yo iré contigo
–dijo en tono tranquilo. –Nos vemos en casa, Carlisle.
El doctor asintió y
todos se marcharon. Yo esperé hasta que estuvieron fuera de nuestra vista y
entonces miré a Edward con una interrogación en los ojos.
–No puedo dejar que
te alejes de mí –me explicó en voz baja. –Me duele solo imaginarlo.
Yo lo comprendí sin
más explicaciones, porque también pensaba en esa separación y me daba cuenta de
que sentiría la misma pena, no importaba lo corta que fuera.
Nos quedaba tan poco
tiempo para estar juntos.
Le alargué mi mano y
él la tomo.
–Apresurémonos –me
instó. –Renesmee debe haberse despertado ya.
Yo asentí y
comenzamos de nuevo a correr.
Seguro que era una
tontería desaprovechar el escaso tiempo disponible para estar con Renesmee
simplemente por pura curiosidad, pero aquella nota me inquietaba. Alice podría
haber tallado sus palabras en una piedra plana o en el tronco de un árbol si no
tenía utensilios de escritura. Incluso podía haber robado un par de Post-it de
cualquiera de las casas que bordeaban la autovía. ¿Por qué mi libro? ¿Cuándo se
había hecho con él?
"Sí, ¿por qué arruinar su hermoso libro?" Emmett se rió entre
dientes.
"Debo tener una buena razón para hacer eso" dijo Alice, esta
vez de manera convincente.
Con toda certeza, el
rastro llevaba hacia la cabaña, pero en una ruta tan enrevesada que se mantenía
bien lejos de la casa de los Cullen y de los lobos de los bosques cercanos.
Edward frunció las cejas confudido cuando se hizo obvio adónde conducía la
pista.
Intentó razonar en
voz alta.
–¿Dejó que Jasper la
esperara en otro sitio y vino hasta aquí?
Casi habíamos
llegado a la casa y me encontré intranquila. Estaba contenta de tener la mano
de Edward en la mía, pero también sentía como si hubiera tenido que venir sola.
Alice había arrancado la página y la había llevado hasta donde estaba Jasper,
lo cual era una cosa muy extraña. Parecía que hubiera un mensaje en su acción,
uno que no conseguía entender en absoluto. Pero era mi libro, así que el
mensaje debía ser para mí. Y si hubiera sido algo que hubiera querido que
supiera Edward, ¿habría arrancado la página de uno de sus libros…?
"Tiene razón" Edward estuvo de acuerdo, aliviado por eso.
–Dame solo un minuto
–le dije, soltando sus manos cuando llegamos a la puerta.
Él arrugó la frente.
–¿Bella?
–¿Por favor? Treinta
segundos.
No esperé a que él
me contestara. Me precipité a través de la puerta, cerrándola a mis espaldas.
Me dirigí recta hacia la estantería. El olor de Alice era reciente, de menos de
un día de antigüedad. Ardía un fuego bajo, pero aún caliente en la chimenea, un
fuego que yo no había encendido. Saqué de un tirón El mercader de Venecia de la estantería y lo abrí por la página del
título.
Allí, pegada al
borde destrozado de la página arrancada, bajo las palabras “El mercader de Venecia, por William
Shakespeare”, había una nota.
Destrúyela.
Y debajo, un nombre
y una dirección de Seattle.
"Está bien, ¿alguien sabe lo que eso significa?" preguntó
Emmett, pero a juzgar por el hecho de que él estaba mirando a Alice cuando dijo
alguien, en realidad estaba hablando de ella.
"Todavía no, pero, obviamente, tengo algo para que ella haga"
dijo Alice.
Apenas habían pasado
trece segundos de los treinta pactados cuando Edward irrumpió en la casa.
Observó cómo se quemaba el libro.
–¿Qué está pasando,
Bella?
–Ella estuvo aquí.
Arrancó la página de mi libro para escribir la nota.
–¿Por qué?
–No lo sé.
–¿Por qué lo estás
quemando?
–Yo… yo… –puse mala
cara, dejando que saliera a mi rostro todo el dolor y la confusión que sentía.
Ignoraba qué era lo que Alice intentaba decirme, solo estaba segura de que ella
había ido muy lejos para que nadie más que yo lo supiera, la única persona cuya
mente Edward no podía leer.
Edward levantó una ceja. "¿Ahora quieres que ella mantenga
secretos para mí?"
La naturaleza casi burlona de su voz la tomó por sorpresa, pero podía
ver que Edward realmente creía que ella estaba planeando algo. "No eres la
única persona para el que esto sería un secreto."
Todo el mundo se quedó sin aliento.
"¿Quieres decir Aro?" dijo Edward. "¿Estás tratando de
mantener esto a salvo de él?"
"Es sólo un pensamiento" se encogió de hombros Alice.
Así que Alice no
quería que él se enterara y lo más probable es que fuera por algún buen motivo.
–Me pareció apropiado.
–No sé qué es lo que
se trae entre manos –dijo en voz baja.
Yo me quedé mirando
fijamente las llamas. Era la única persona en el mundo capaz de mentirle a
Edward. ¿Era eso lo que Alice quería de mí? ¿Su última petición?
–Cuando íbamos en el
avión hacia Italia –le susurré, esto no era una mentira, o quizá solo lo era si
teníamos en cuenta el contexto, –de camino para rescatarte… ella le mintió a
Jasper de modo que no nos siguiera. Sabía que si él se enfrentaba a los
Vulturis, moriría. Y Alice prefería morir antes que ponerló a él en peligro. Y
que muriera yo. O tú.
Alice bajó la cabeza por como Edward y Jasper miraron.
"¿Es eso posible?" preguntó Edward.
"Siento que es más que eso" dijo Alice. "Estoy pensando
en algo más."
"No me dejiste si era eso" dijo Jasper.
"Sí, Jasper" dijo Alice "si lo he hecho” añadió ella
mirandolo a los ojos y con la esperanza de que iba a ver que sabía lo que
estaba sintiendo, que ella haría cualquier cosa para mantenerlo a salvo . Incluso
con ese pensamiento, ella todavía no podía dejarlo de esta manera. "No podría
haber visto la batalla aún..."
"No, hay demasiadas decisiones para que ocurra" Edward estuvo
de acuerdo, con la voz fría de nuevo.
"No tengo ni idea de lo que haría si realmente viera que le pase
algo a Jasper" dijo Alice, y el dolor de decir simplemente eso dolía tanto
que le llevó unos segundos continuar. "Pero sé que no dejaría que sea una
posibilidad"
"Entonces, ¿qué diablos estás haciendo?" dijo Rosalie entre
dientes.
"Algo" dijo Alice. "Simplemente no lo sé."
Edward no contestó.
–Ella tiene sus
prioridades –le dije, y mi corazón paralizado me dolió cuando me di cuenta de
que mi explicación no parecía una mentira en absoluto.
–No lo creo –replicó
Edward, y no lo hizo como si estuviera discutiendo conmigo, sino como si fuera
con él mismo con quien argumentara. –Quizá solo era Jasper el que estaba en
peligro. Su plan podría funcionar con el resto de nosotros, pero él estaría
perdido en el caso de quedarse. Quizás…
–Pero nos habría
dicho eso y lo habría enviado lejos.
Jasper gruñó; no había manera de dejar a Alice en un peligro como ese.
Entonces su rostro se cayó, sintiendo que no había manera de que pudiera dejar
a cualquiera de su familia tampoco. Alice tenía razón, tenía que haber más que
esto, porque sabía como amaba a todo el mundo aquí y ella también, tal vez
incluso más. Él la seguía a dondequiera que iba, era cierto, pero no había
manera de que haga algo que la dejara infeliz, lo que eso supondría. Ella nunca
sería capaz de vivir consigo misma si esto era cierto.
Edward miró a Jasper y sus preocupaciones parecían haberse puesto a
descansar con este pensamiento.
–¿Y Jasper se
hubiera ido? Quizá le esta mintiendo de nuevo.
–Quizá –simulé que
estaba de acuerdo con él. –Vayamos a casa. No tenemos tiempo.
Edward me tomó de la
mano y echamos a correr.
La nota de Alice no
me había dado esperanzas. Alice se habría quedado si hubiera habido alguna
manera de evitar la matanza que se avecinaba. No debía haber visto otra
posibilidad. Así que lo que me estaba dando era alguna otra cosa, no una vía de
escape. Pero ¿Qué otra cosa habría pensado ella que podía desear yo? ¿Quizá una
forma de salvar algo? ¿Es que había algo que yo quiera salvar?
Carlisle y los otros
no habían estado inactivos en nuestra ausencia. Habíamos estado separados no
más de cinco minutos, y ya estaban preparados para marcharse. En la esquina,
Jacob había adquirido de nuevo su forma humana, y tenía a Renesmee en su
regazo, ambos mirándonos a los demás con ojos redondos como platos.
Rosalie se había
cambiado su traje cruzado de seda por unos vaqueros de aspecto resistente,
zapatos de correr, y una camisa abotonada de la tela gruesa que los mochileros
usan para las excursiones largas. Esme estaba vestida de manera similar. Había
un globo terráqueo en la mesa de café, pero ya lo habían estado mirando y solo
nos esperaban.
La atmósfera ahora
era más positiva que antes, ya que les había sentado bien ponerse en marcha.
Sus esperanzas se habían aferrado a las instrucciones de Alice.
"Y Bella va a seguir sin esperanza por el resto del libro"
dijo Emmett. "Esto va a ser más deprimente y estresante de lo que tiene
que ser."
Me quedé mirando al
globo y me pregunté adónde nos enviarían primero.
–¿Nosotros nos
quedaremos aquí? –preguntó Edward, mirando a Carlisle. No sonaba nada feliz.
–Alice dijo que debíamos mostrarle a Renesmee a todo el
mundo, pero hemos de tener cuidado con ello –contestó Carlisle. –Nosotros
esviaremos aquí a quien sea que logremos encontrar. Edward, tú eres el que
mejor sabrá sortear este particular campo de minas.
"Por supuesto" Edward frunció el ceño. Podría leer sus mentes
y medir sus reacciones.
Edward le respondió
con un seco asentimiento, aunque sin mostrar ninguna felicidad.
–Hay mucho campo que
cubrir.
–Nos separaremos
todos –intervino Emmett. –Rose y yo iremos en busca de nómadas.
–Aquí tendrán las
manos muy ocupadas –dijo Carlisle. –La familia de Tanya llegará aquí por la
mañana, y no tienen ni idea del motivo. Primero, tendrás que persuadirlas para
que no reaccionen del modo en que lo hizo Irina. Segundo, debes averiguar qué
era lo que quería decir Alice respecto a Eleazar. Y después de eso, ¿se
quedarán para servirnos de testigos? Todo empezará de nuevo cuando los otros
vengan… Eso, si antes logramos persuadir a alguien para que venga –suspiró
Carlisle. –Tu trabajo seguramente será el más duro. Nosotros regresaremos para
ayudar en cuanto sea posible.
Carlisle puso la
mano en el hombro de Edward durante un segundo y después me besó la frente.
Esme nos abrazó a los dos y Emmett nos dio un puñetazo amistoso en el brazo.
Rosalie forzó una sonrisa para Edward y para mí, le lanzó un beso con un soplo
a Renesmee y le dedicó una mueca de despedida a Jacob.
Emmett se rió, pero el ruido sonaba extraño en la tensión.
–Buena suerte –los
despidió Edward.
–Y también para
ustedes –correspondió Carlisle. –Todos la vamos a necesitar.
Los observé
marcharse, deseando poder compartir con ellos las esperanzas que parecían
mantenerlos en marcha, y deseando también quedarme a solas con el ordenador
durante unos cuantos segundos. Tenía que averiguar quién era esa persona, J.
Jenks.
"¿J. Jenks?" repitió Jasper. "¿Quieres decir el que hace
nuestra documentación?"
"Creo que sí" dijo Edward. "¿Por qué necesitaría ir a
verlo?"
"Sí, no es como que Bella va a necesitar algún documento de viaje
o algo de eso" dijo Emmett.
"Pasaportes..." dijo Rosalie y sus ojos se abrieron.
"¡Eso es!"
"¿Qué?" Todos la miraron confundidos.
"¿Crees?" Edward preguntó, casi sonriendo, con los ojos
mirando un poco aliviado.
"Es lógico. Alice sabría que era algo que todos quisiéramos"
dijo Rosalie, la ira hacia su hermana menguaba en gran medida, aunque no
totalmente.
"¿Me pueden decir de lo que están hablando?" preguntó Emmett
con impaciencia y todo el mundo parecía querer saber la respuesta a eso
también.
"Podría ser que Renesmee necesite algunos papeles para viajar..."
explicó Edward.
"Que ella podría tener algún tipo de escape a... esto" dijo
Rosalie, incapaz de hablar sobre el destino de su familia en palabras.
"¡Guay!" gritó Emmett, y todo el mundo dio una risa
temblorosa, un poco alta con el alivio momentáneo que estaban sintiendo.
"Esto significaría que tendrían que hacerse cargo de Demetri" señaló
Jasper.
"¡Guay!" Emmett repitió, esta vez sonriendo con suficiencia.
Y por qué Alice se
había tomado tantas molestias para que solo yo tuviera su nombre.
Renesmee se retorció
en brazos de Jacob para tocarle la mejilla.
–No sé si vendrán
los amigos de Carlisle. Espero que sí. Suena como si de momento nos superaran
algo en número –le murmuró Jacob a Renesmee.
Así que ella lo
sabía, Renesmee entendía ya con toda claridad lo que estaba sucediendo. El lote
completo de “hombre lobo imprimado dándole todos los caprichos al objeto de su
imprimación” se había puesto en marcha a gran velocidad. ¿Es que acaso no era
más importante protegerla de lo que estaba pasando que responder a sus
preguntas?
Edward se veía en conflicto.
"Creo que es mejor que ella lo sepa" dijo Carlisle. "Podría
sentir que algo está mal."
Miré cautelosa su
rostro y no me pareció asustada, sino que conversaba a su modo silencioso con
Jacob, con ansiedad y muy seria.
–No, nosotros no
podemos ayudar, hemos de quedarnos aquí –continuó él. –La gente vendrá a verte
a ti, no el escenario de los hechos.
Renesmee lo miró con
cara de pocos amigos.
–No, yo no debo ir a
ninguna parte –le estaba diciendo ahora.
"En realidad, sería mejor si el chucho no está allí" dijo
Rosalie. "No queremos ofender a nadie que quiera ayudarnos.”
Y entonces levantó
la vista hacia Edward con el rostro aturdido por la repentina comprensión de
que quizás estuviera equivocado. –¿O sí?
Edward vaciló.
–Escúpelo ya
–replicó Jacob en tono cortante debido a la tensión. También él estaba al límite,
como todos los demás.
–Los vampiros que
vienen a ayudarnos no son como nosotros –le explicó Edward. –La familia de
Tanya es la única, aparte de la nuestra, que siente respeto por la vida humana,
e incluso ellas no aprecian mucho a los licántropos. Creo que quizás sería más
seguro…
–Soy capaz de
cuidarme solito –lo interrumpió Jacob.
–Será más seguro
para Renesmee –continuó Edward –si la posibilidad de creer nuestra historia no
se ve contaminada con la participación de hombres lobo.
–¿Son amigos y se
volverán contra ti simplemente por saber con quién andas ahora?
"¿No es la seguridad de Renesmee más importante que su necesidad
de estar cerca de ella?" dijo Rosalie entre dientes. "¡Esto es
importante!"
–Creo que en su
mayoría serían tolerantes en circunstancias normales, pero debes entender que
aceptar a Nessie no será fácil para ninguno de ellos. ¿Por qué ponérselo
entonces más difícil?
Carlisle le había
explicado a Jacob lo de las leyes sobre los niños inmortales la noche anterior.
–¿Los niños
inmortales eran de verdad tan malos? –preguntó.
–No te puedes
imaginar la profundidad de las cicatrices que han dejado en la psique colectiva
de los vampiros.
–Edward… –todavía me
resultaba la mar de extraño escuchar a Jacob usar el nombre de Edward sin
ninguna amargura.
–Ya lo sé Jake. Sé
lo duro que te resulta estar lejos de ella. Juzgaremos de oído para ver cómo
reaccionan ante ella. De cualquier modo, Nessie tendrá que estar de incógnito
en las próximas semanas. Habrá de quedarse en la cabaña hasta que se produzca
el momento oportuno para presentarla. Mientras te mantengas a una distancia
segura de la casa principal…
–Eso sí que lo puedo
hacer. Tenemos compañía mañana ya, ¿eh?
–Sí. Nuestros amigos
más cercanos. En este caso particular, lo más probable es que sea mejor
descubrir nuestras cartas lo antes posible, así que puedes quedarte aquí. Tanya
sabe de tu existencia e incluso se ha encontrado con Seth.
"Me pregunto lo que pensaría del cachorro" reflexionó Emmett.
"No es importante, Em" siseó Rosalie.
–Vale.
–Deberías contarle a
Sam lo que está pasando. Pronto habrá extraños en los bosques.
"Sí, eso sería bueno" dijo Carlisle. "A los lobos
realmente no les va a gustar tanto."
–Bien pensado.
Aunque tendría que castigarlo con mi silencio después de la última noche.
–Escuchar a Alice es
hacer lo correcto.
Jacob apretó los
dientes y pude comprobar que compartía los sentimientos de Sam sobre lo que
habían hecho Jasper y Alice.
Mientras estaban
hablando, me acerqué hacia las ventanas traseras, intentando mostrarme ansiosa
y distraída, lo cual realmente no era difícil de fingir. Incliné la cabeza
contra la pared que se curvaba alejándose del salón en dirección hacia el
comedor, justo a la derecha de una de las consolas de ordenadores. Dejé correr
los dedos por el teclado mientras miraba hacia el bosque, simulando que tenía
la cabeza en otra cosa. ¿Es que los vampiros hacían algo de forma distraída?
"En realidad no" dijo Jasper. "Aunque hemos recogido
algunos hábitos después de tratar de actuar como seres humanos durante tanto
tiempo."
No creía que nadie
me estuviera dedicando ninguna atención en particular, pero no me volví para
cerciorarme. El monitor volvió a la vida y deslicé los dedos nuevamente por las
teclas. Las golpeé con mucho cuidado y de forma silenciosa sobre el escritorio,
con el fin de que pareciera casual. Una pulsación cualquiera de las teclas.
Observé la pantalla
con la visión periférica.
No había ningún J.
Jenks, pero si un Jason Jenks, abogado. Acaricié el teclado intentando mantener
un ritmo, de modo que pareciera como cuando acaricias al gato que tienes casi
olvidado sobre el regazo. Jason Jenks tenía una web de lo más elaborada destinada a su firma, pero
la dirección en la página estaba equivocada. Se encontraba en Seattle, pero en
otro distrito postal. Anoté mentalmente el número de teléfono y después seguí
acariciando rítmicamente el teclado. Esta vez buscaba la dirección, pero no
aparecía por ninguna parte, como si no existiera. Quería buscarla en un mapa,
pero decidí que estaba abusando de mi suerte. Una pulsación más, para borrar el
historial…
Continué mirando por
la ventana y acaricié la madera unas cuantas veces más. Escuché unos pasos
ligeros cruzando el suelo hacia mí, y me volví con una expresión que esperaba
fuera la misma de antes.
Renesmee quería que
la alzara y le abrí los brazos. Ella saltó para refugiarse en ellos, oliendo
mucho a licántropo.
Rosalie hizo una mueca; que era probablemente una ocurrencia regular.
Y acunó su cabeza
contra mi cuello.
No sabía si podría
llegar a soportar esto. Aunque sentía mucho miedo por mi vida, la de Edward y
la del resto de mi familia, en nada se parecía al terror devastador que sentía
por mi hija. Debía haber una manera de salvarla, incluso aunque no pudiera
hacer otra cosa.
De repente, supe que
eso era todo lo que quería. El resto podría soportarlo de no quedar otro
remedio, pero no podía costarle la vida a Renesmee. Eso no.
"De acuerdo" dijo Edward, y todos asintieron con la cabeza.
La idea de perder a la niña inocente que apenas había tenido la oportunidad de
vivir era insoportable.
Ella era la única
cosa que, sencillamente, tenía que salvar.
¿Había adivinado
Alice cómo iba a sentirme?
"Sí" dijo Alice.
La mano de Renesmee
me tocó la mejilla con ligereza.
Me mostró mi propio
rostro, el de Edward, Jacob, Rosalie, Esme, Carlisle, Alice, Jasper, pasando de
un rostro a otro de nuestra familia con rapidez. Seth y Leah. Charlie, Sue y
Billy. Una y otra vez, una y otra vez. Agobiados, como estábamos aquí. Y sin
embargo, ella solo estaba preocupada. Por lo que pude percibir, Jacob había
conseguido ahorrarle lo peor. Aquella parte según la cual no nos quedaban
esperanzas y cómo íbamos a morir todos al término de un mes.
"Sí, pero que podría ser debido a que no es tan pesimista como
tú" se rió Emmett.
"En realidad, él era una especie de pesimista también, por lo que
podría ser casi tan malo como lo es Bella" señaló Carlisle.
Se detuvo en el
rostro de Alice, confusa y con nostalgia. ¿Dónde estaba Alice?
Alice se mordió el labio y se sentía peor ahora que antes.
–No lo sé –le
susurré, –pero se trata de Alice, y está haciendo lo correcto, como siempre.
O en todo caso, lo
más correcto para Alice. Odiaba pensar en ella de esa forma, pero ¿de qué otra
manera se podía entender la situación?
Renesmee suspiró, y
la nostalgia se intensificó.
–Yo también la echo
de menos.
Busqué una expresión
que concordara con la pena que sentía en el interior. Tenía los ojos extraños y
secos, y pestañeaban ante la sensación de incomodidad. Me mordí el labio.
Cuando inspiré de nuevo, el aire atravesó mi garganta, como si me estuviera
ahogando.
Renesmee se echó
hacia atrás para mirarme y vi mi rostro reflejado en sus pensamientos y en sus
ojos. Tenía el mismo aspecto que Esme esa misma mañana.
Así era como una se
sentía cuando quería llorar.
Los ojos de mi hija
relumbraron húmedos cuando vio mi cara. Me la acarició sin mostrarme nada,
simplemente tratando de consolarme.
La voz de Edward era estrecha al leer esta parte. En cierto modo, esto
era más difícil para él de leer que cualquier otra cosa.
Nunca había pensado
que el rol madre-hija pudiera revertirse en nuestro caso, del mismo modo que
nos había sucedido a Renée y a mí, pero lo cierto es que nunca había tenido una
clara percepción del futuro.
Una lágrima se
desbordó por la comisura del ojo de la niña. Se la limpié con un beso. Ella se
tocó sorprendida y después miró la humedad en la punta de su dedo.
–No llores –le dije.
–Todo va a salir bien. Tú también estarás bien. Yo encontraré la manera de
salir de todo esto.
Y si no había nada
que se pudiera hacer, aun así salvaría a mi Renesmee. Estaba más segura que
nunca de que esto era lo que Alice me había dado. Ella lo sabía. Y me había
dejado una manera de hacerlo.
"Ese es el final del capítulo" dijo Edward, y le entregó el
libro a Emmett.
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