CAPITULO 33: FALSIFICACIÓN
TRADUCCIÓN: Lorena Espinosa.
"Falsificación" leyó Carlisle.
—Charlie, todavía
tenemos aquí ese tipo de compañía de la que es mejor que no sepas nada. Soy
consciente de que ha pasado más de una semana desde que viste a Renesmee, pero
no es buena idea que nos visites ahora.
"Se puede decir que tiene razón una vez más" dijo Emmett
mientras Esme se estremecia. Realmente sería malo si Charlie se presentara en
la casa.
—¿Qué te parece si te la llevo?
Mi padre se quedó callado durante tanto rato,
que me pregunté si había llegado a captar la tensión bajo mi fachada de
aparente tranquilidad. Pero entonces masculló:
—Ya, claro, no es necesario saber, agh.
Emmett resopló.
Y entonces me di
cuenta de que era su cautela frente a lo sobrenatural lo que le había hecho lento
en responder—. Vale, nena —repuso Charlie—. ¿Puedes traérmela esta mañana? Sue
me va a traer el almuerzo. Esta tan horrorizada por mi forma de cocinar como lo
estuviste tú la primera vez que viniste.
"Saben, Sue parece estar dando vueltas mucho en la casa de
Charlie" dijo Emmett, moviendo las cejas. "Creo que algo está pasando
allí."
"Ciertamente parece estar ayudándole a conseguir entender esto"
dijo Esme.
"Hm... entonces Charlie podría no tener mucha ayuda en nuestra
realidad si alguna vez le decimos... er... por lo menos no tanto como
ahora" dijo Carlisle, preguntándose si eso fuera a hacer una gran
diferencia en cómo reaccionaría Charlie.
"¿Por qué... oh, te refieres a causa de Harry, ¿verdad?"
Emmett comenzó a preguntar. "Eso es verdad, tienes la esperanza de que él
podría salvarse."
"Estoy segura de que Charlie estaría bien" dijo Esme. "Y
estoy segura de que Sue le ayudará, incluso con Harry presente... solo tal vez
no tanto."
"Así que supongo que todos estamos pensando que algo está pasando
allí" se rió Emmett.
Se echó a reír, y
luego suspiró por los viejos tiempos.
—Esta mañana me va
genial. Cuanto antes mejor. Ya había pospuesto esto demasiado tiempo.
—¿Vendrá Jacob con
vosotras?
Aunque Charlie no
sabía nada acerca de la imprimación de los hombres lobo, nadie dejaba de
percibir el apego entre Jacob y Renesmee.
Rosalie y Edward hicieron una mueca.
—Probablemente. –No
había forma de evitar que Jacob se perdiera de modo voluntario una tarde con
Renesmee y sin chupasangres.
Todo el mundo, además de Rosalie se rió de eso.
—Quizá debería
invitar a Billy también —musito Charlie—, pero... mira, casi mejor en otra
ocasión.
Sólo le estaba
prestando a mi padre una atención a medias, lo suficiente para notar la extraña
renuencia en su voz cuando hablaba de Billy, aunque no tanto como para
preocuparme por el tema. Charlie y Billy ya eran mayorcitos, si se traían algo
entre manos, se podían apañar ellos solos. Yo tenía demasiadas cosas
importantes con las que obsesionarme.
"Oh, vamos, Bella, me gustaría saber de sus problemas" se
quejó Emmett.
"Yo no" dijeron sus hermanos a coro.
"Pero... Estoy seguro de que es interesante" Emmett hizo un
puchero. "Apuesto a que están luchando por una chica..." agregó con
una sonrisa.
"¿Y eso sería interesante porque...?" preguntó Edward.
Emmett comenzó a poner mala cara de nuevo y Carlisle decidió leer.
—Te veo en un rato —le
dije, y colgué.
El viajecito se debía más
al hecho de proteger a mi padre de los veintisiete vampiros reunidos de una
forma tan azarosa, pues no terminaba de fiarme del todo por mucho que hubieran
jurado no matar a nadie en un radio de cuatrocientos kilómetros.
"Bueno, diez de ellos son vegetarianos, por lo que sólo tiene que
preocuparse por los otros" rió Emmett.
Resultaba evidente
que era buena idea no poner a ningún ser humano en la cercanía de este grupo.
Ésa era la excusa que le había dado a Edward, de modo que no decidiera venir
hasta la casa. Una buena razón para ausentarme, pero no la auténtica en
absoluto.
"Parece que ella está tratando de irse sin ti, Eddy, y en los
primeros meses de su matrimonio" dijo Emmett, sacudiendo la cabeza con
tristeza, pero con una sonrisa. "Pobre, pobre, Eddy".
"Cállate" susurró Edward.
—¿Por qué no nos
podemos llevar tu Ferrari?
"¡Le regalaste un Ferrari!" exclamó Rosalie. "¡Genial!
Me pregunto de qué modelo se trata."
"Bueno, ya que esta es Bella, no creo que vayas a saber" rió
Emmett.
"Ella es un vampiro. Ella puede recordar un nombre de coche” dijo
Rosalie.
"Sí, pero eso no quiere decir que va a hablar de ello" se
encogió de hombros Emmett.
Se quejó Jacob
cuando nos encontramos en el garaje. Yo ya estaba dentro del Volvo con la niña.
Edward le había dado
muchas vueltas antes de enseñarme mi coche «de después»; como había sospechado,
no fui capaz de mostrar un entusiasmo apropiado. Seguro que era bonito y
rápido, pero yo sólo quería que anduviese.
Rosalie sacudió la cabeza, con el ceño fruncido.
La reacción de Edward era la mismo, pero estaba sonriendo. Molesto y
divertido a la vez por la forma en que reaccionó Bella. Además, le gustaba
correr, también.
—Demasiado llamativo
—le respondí—. Podríamos ir a pie, pero eso pondría a Charlie de los nervios.
Jacob refunfuñó algo
para sus adentros, pero se sentó en el asiento delantero. Renesmee saltó de mi
regazo al suyo.
—¿Qué tal lo llevas?
—le pregunté cuando saqué el coche del garaje.
—¿Y tú qué crees?
—me preguntó Jacob a su vez con amargura—. Me ponen malo todos esos apestosos
chupasangres. —Vio mi expresión y habló antes de que yo pudiera intervenir—.
Sí, lo sé, lo sé. Son buenos chicos, están aquí para ayudar, nos van a salvar a
todos y etcétera, etcétera. Di lo que quieras, pero tengo muy claro que Drácula
Uno y Drácula Dos son espeluz-taculares.
Emmett resopló ruidosamente.
"Son más bien inusuales" sonrió Carlisle.
"Bueno, al menos el cachorro está siendo torturado por tener que
estar cerca de todos nosotros 'los chupasangres', eh bebé" Emmett se rió.
Rosalie sonrió ligeramente, pero no dijo nada porque Esme estaba
mirandolo a los dos.
Tuve que sonreír.
Tampoco los rumanos eran mis invitados favoritos.
—En eso estoy de
acuerdo contigo.
Renesmee sacudió la
cabeza, pero no dijo nada, ya que a diferencia de todos los demás encontraba a
los rumanos extrañamente fascinantes.
"Creo que ella ha heredado parte de tu carácter" dijo Esme,
sonriendo a Carlisle.
"Sí, tu piensas que todo es fascinante" agregó Emmett.
"Los niños son curiosos por naturaleza y no importa cómo se
desarrolló Renesmee, ella es todavía un niño" dijo Carlisle, pero aún
sonreía ante el comentario de Esme.
Hizo incluso el
esfuerzo de hablarles en voz alta, ya que ellos no habían permitido que ella
los tocara. Les hizo una pregunta acerca de su piel, tan poco habitual, y
aunque temía que pudieran sentirse ofendidos, me alegré en cierta manera: yo
también sentía curiosidad.
"Y ella podría haber conseguido más que un poco de curiosidad de
su madre” agregó Carlisle.
"Y el descaro para hacer preguntas descorteses de su padre"
añadió Alice, sonriendo a Edward.
Ellos no parecieron
molestarse por su interés, en todo caso, se mostraron algo compungidos.
—Estuvimos sentados
inmóviles durante mucho tiempo, niña —le respondió Vladimir mientras Stefan
asentía, aunque sin continuar su frase como solía—, contemplando nuestra propia
divinidad. Todo el mundo venía a nosotros como muestra de nuestro poder.
Presos, diplomáticos, y aquellos que buscaban nuestro favor. Nos sentamos en
nuestros tronos y nos creímos dioses. No nos dimos cuenta durante mucho tiempo
de que estábamos transformándonos, casi petrificándonos. Supongo que los
Vulturis nos hicieron un favor cuando quemaron nuestros castillos. Stefan y yo,
por lo menos, no continuamos convirtiéndonos en piedra. Ahora, los ojos de los
Vulturis está cubiertos con una película de escoria, pero los nuestros siguen
brillando. Imagino que eso nos dará una ventaja cuando les saquemos los suyos
de las órbitas.
"¡Oh querido!" exclamó Esme. "Realmente no necesito oír
eso y pobre Renesmee... ¿lo que debe estar pensando?"
Por supuesto, al decir esto, Emmett estaba riendo.
Después de aquello
procuré mantener a la niña apartada de ellos.
"Bien" asintió Esme en señal de aprobación.
—¿Cuánto tiempo
podemos pasar con Charlie? —preguntó Jacob, interrumpiendo mis pensamientos. Se
iba relajando a medida que nos alejábamos de la casa y sus nuevos habitantes.
Me hizo feliz que para él yo no fuera un vampiro más, sino simplemente Bella.
"Estoy feliz de que su amistad sobrevivió" sonrió Esme.
"Argh" gruñó Rosalie.
—Pues bastante, en
realidad.
El tono de mi voz
captó su atención.
—¿Hay algo más
aparte del hecho de ir a visitar a tu padre?
—Jake, creo que no
eres consciente de lo poco capaz que eres de controlar tus pensamientos cuando
Edward anda cerca. Alzó una gruesa ceja negra.
—¿Ah, sí?
Yo asentí nada más,
desviando los ojos hacia Renesmee. Ella miraba por la ventana y no podía saber
si estaba interesada o no en nuestra conversación, pero decidí no arriesgarme a
decir nada más.
"Eso es probablemente lo mejor" dijo Alice. "Si se
parece en algo a ti... y creo que todos podemos ver que lo es, entonces esta
muy interesada en esa conversación."
Jacob esperó que
añadiera algo, y entonces su labio inferior se adelantó mientras pensaba en lo
poco que le había dicho.
Mientras viajábamos
en silencio, miré a través de aquellas molestas lentillas hacia la lluvia
helada, aunque no hacía el frío suficiente para que se convirtiera en nieve.
Mis ojos no tenían ya un aspecto tan macabro como al principio y se iban
acercando más al naranja rojizo que al brillante carmesí. Pronto adquirirían el
tono ambarino que me permitiría quitarme las lentillas. Esperaba que el cambio
no molestara mucho a Charlie.
"Probablemente ha notado ya que sus ojos son diferentes"
señaló Carlisle.
"¿Por qué piensas eso?" preguntó Emmett.
"Bueno, los ojos de Renesmee fueron la razón de que Charlie se
diera cuenta de que ella era en realidad hija de Bella" dijo Carlisle.
"Y Alice dice que su color de ojos no estaba tan bien con los contactos...
supongo que él se daría cuenta de la diferencia."
Jacob todavía estaba
digiriendo nuestra conversación interrumpida cuando llegamos a casa de mi
padre. No hablamos mientras caminábamos a un ritmo humano a través de la lluvia
que seguía cayendo. Mi progenitor nos estaba esperando y tenía la puerta
abierta antes de que llamáramos.
—¡Hola chicos! ¡Parece
que han pasado años! ¡Mírate, Nessie! ¡Ven con el abuelito! Te juro que has
crecido quince centímetros y pareces más delgada, Ness. —Me miró con mala
cara—. ¿Es que no te dan allí de comer?
Esme se rió con amor.
"Desde luego, parece emocionado de verla" se rió Emmett.
—Se debe a lo acelerado del crecimiento —mascullé—. Hola,
Sue —la llamé por encima de su hombro. El olor a pollo, tomate, ajo y queso
provenía de la cocina, un buen aroma para cualquiera menos para mí. Y también
olía a pino fresco y a espuma de embalaje.
Renesmee marcó sus hoyuelos. Nunca hablaba
delante de Charlie.
"Supongo que sería un shock el oírla hablar tan pronto" dijo
Carlisle razonable.
—Bueno, venga,
entrad, que hace frío, chicos. ¿Dónde está mi yerno?
—Atendiendo a los
amigos —replicó Jacob y después resopló—. No sabes la suerte que tienes de
estar fuera de combate, Charlie. Eso es todo lo que te puedo decir.
Le di un golpecito
amistoso a Jacob en los riñones mientras Charlie se estremecía.
—Ay —se quejó Jacob
para sus adentros; bueno, pensé que le estaba dando un «golpecito».
Todos los Cullen jóvenes se rieron.
—Charlie, lo cierto
es que tengo que hacer algunos recados.
Jacob me echó una
ojeada, pero no dijo nada.
—¿De compras
navideñas, Bella? Ya sabes que te quedan pocos días.
"Es casi Navidad" sonrió Esme. Sería bueno realmente tener
una razón para celebrar la Navidad. Su sonrisa se desvaneció cuando se dio
cuenta de que era poco probable que la celebrarán en absoluto.
—Ah, sí, las compras
de Navidad —repuse con poca convicción. Eso explicaba la espuma de embalaje,
porque Charlie habría sacado ya los viejos adornos navideños.
—No te preocupes,
Nessie —le susurró al oído—. Yo me haré cargo si tu madre te falla.
Le puse los ojos en
blanco, pero la verdad era que no había pensado para nada en las vacaciones.
—El almuerzo está en
la mesa —anunció Sue desde la cocina—. Venga, chicos.
—Nos vemos luego,
papá —le dije, e intercambié una mirada rápida con Jacob. Incluso si éste no
fuera capaz de evitar pensar en la presente situación cuando permaneciera cerca
de Edward, al menos no habría mucho que pudiera compartir con él. No tenía ni
idea de adonde iba ni en qué andaba yo.
"Pero definitivamente voy a saber que estás haciendo algo"
frunció el ceño Edward.
"Probablemente ya sabías que iba a hacer algo, Bella no es la
mejor encubridora" rió Emmett.
"Y que sólo va a ser más molesto sabiendo que el cachorro sabe
algo" se quejó Edward.
"Tienes que confiar en que es una bueno que no sepas lo que está
pasando" dijo Alice.
"Claro, lo que sea" dijo Edward. "Aunque eso no va a hacer
que sea menos molesto."
Aunque claro, pensé
para mis adentros cuando me monté en el coche, tampoco es que yo tuviera mucha
idea, de todas formas.
Las carreteras
estaban resbaladizas y oscuras, pero conducir ya no me intimidaba. Mis reflejos
estaban más que preparados para hacer el trabajo por mí y apenas le presté
atención a la carretera. El problema era más bien evitar que mi velocidad
atrajera la atención de nadie cuando llevaba compañía, pero quería terminar la
misión de ese día y resolver el misterio para volver a mi tarea vital de
aprendizaje. Aprender a proteger a unos y matar a otros.
"Creo que debe seguir con el escudo" dijo Edward.
"Estoy de acuerdo" asintió Jasper. "Eso es sin duda
donde ella sería más útil."
Edward hizo una mueca a la forma en que lo dijo Jasper, la batalla y
los planes estratégicos que pasaban por su cabeza, pero al menos Jasper estaba
de acuerdo con él.
Cada vez me iba mejor con mi escudo. Kate ya no sentía la
necesidad de motivarme, y no me resultaba difícil encontrar motivos de enojo
ahora que sabía que ésa era la clave; así que generalmente trabajaba con
Zafrina. Ella estaba encantada con la extensión que había alcanzado, ya era
capaz de cubrir un área de más de tres metros durante más de un minuto, aunque
eso me dejaba exhausta. Esa mañana había intentado encontrar la forma de
empujar el escudo totalmente fuera de mi mente. Yo no veía la utilidad de
aquello.
"Creo
que Edward podría encontrarle la utilidad" se rió Alice junto con sus hermanos
de lo atento que estaba Edward.
"Sí" Edward estuvo de acuerdo, radiante.
Pero ella pensaba
que me ayudaría a fortalecerme, como cuando se ejercitan músculos del estómago
y de la espalda además de los de los brazos. La verdad es que puedes levantar
más peso cuando todos los músculos están fortalecidos.
No se me daba nada
bien. Sólo conseguí una vislumbre del río de la selva que ella intentaba
mostrarme.
"¡Sí!" animó Edward y todo el mundo se rió de su excitación.
Pero había otras muchas
maneras de prepararme para lo que se nos avecinaba, y como únicamente quedaban
dos semanas, me preocupaba que pudiera estar dejando de lado la más importante.
Así que ahora estaba dispuesta a corregir ese descuido.
Había memorizado los
mapas apropiados, y no tuve problema en encontrar el camino hacia la dirección
que no existía en internet, la única que tenía de J. Jenks. Mi paso siguiente
sería encontrar a Jason Jenks en la otra dirección, la que Alice no me había
dado.
Jasper hizo una mueca, preguntándose por qué Alice no le dejaría a
Bella la dirección de la calle. Siempre había ido a la oficina.
Decir que aquél no
era un buen vecindario habría sido quedarse corto. El más insulso de los coches
de los Cullen hubiera tenido un aspecto estrafalario en aquella calle, aunque
mi vieja Chevy hubiera encajado la mar de bien.
"En serio, Edward, ¡ella es un vampiro! Nada va a pasar" dijo
Jasper.
"Er... Lo siento" Edward le sonrió con timidez. "Estoy
acostumbrado a preocuparme por ella."
Durante mis años
como humana, habría cerrado todas las puertas y habría huido de allí tan rápido
como hubiera podido. Fuera como fuera, estaba un poco fascinada. Intenté
imaginarme a Alice en este sitio por alguna razón y no lo conseguí.
Los edificios, todos
de tres plantas, todos estrechos y todos inclinándose ligeramente como si los
aplastara la lluvia que caía a cántaros, eran por lo general casas viejas
divididas en múltiples apartamentos. Resultaba difícil decir de qué color era
la pintura de cada fachada, porque todas habían terminado por adoptar alguno de
los matices del gris. Unos cuantos edificios tenían oficinas en la primera
planta: un bar mugriento con las cristaleras pintadas de negro, una tienda de
objetos parapsicológicos con manos de neón y cartas de tarot brillando en la
puerta, un estudio de tatuajes, y una guardería, cuya ventana de la fachada
estaba sujeta con cinta adhesiva plateada. No había lámparas en el interior de
ninguna de las habitaciones, aunque el exterior estaba tan en penumbra como
para que los humanos necesitaran luz. Escuché un murmullo bajo de voces en la
distancia, que sonaban como un televisor.
Había unas cuantas
personas por ahí, dos vagabundeaban a través de la lluvia en direcciones
opuestas y otra permanecía sentada en el porche poco hondo de una oficina de
abogados de ocasión cerrada con tablas, leyendo un periódico mojado y silbando.
El sonido resultaba demasiado alegre en aquel escenario.
Me encontraba tan
desconcertada por el descuidado silbador que no me di cuenta al principio de
que el edificio abandonado se hallaba justo en la dirección que estaba
buscando, por si existiera.
"Eso realmente no importa. Es la misión que estás por cumplir"
dijo Jasper.
No había ningún número en aquel lugar abandonado, pero el
salón de tatuajes situado a su lado marcaba precisamente dos números más.
Aparqué junto al bordillo y dejé el motor en
marcha durante unos segundos. Debía entrar en aquel basurero de un modo u otro
pero ¿cómo hacerlo sin que lo notara el hombre que silbaba? Podría aparcar en
la calle paralela e introducirme a través de la parte trasera. Habría más
testigos en aquel sitio. ¿Quizá por los tejados? ¿Estaba lo suficientemente
oscuro para ello?
"Oh, Bella" dijo Edward, sacudiendo la cabeza.
"Tal vez debería haberle dado un poco más de información"
murmuró Alice para sí misma.
"¡Y perder sus pensamientos sobre cómo introducirse en un
lugar!" se rió Emmett.
—Hola, señora —me
gritó el silbador.
Bajé la ventana del
lado del copiloto como si no pudiera oírle bien.
El hombre apartó el
periódico y sus ropas me sorprendieron, ahora que podía verlas. Parecía
demasiado bien vestido debajo de ese largo guardapolvos andrajoso. No soplaba
ninguna brisa que me pudiera hacer llegar su olor, pero el brillo de su camisa
rojo oscuro parecía seda. Su negro pelo rizado estaba enmarañado y desordenado,
pero su piel morena tenía un aspecto suave y perfecto y sus dientes lucían
blancos y derechos. Una contradicción.
—Quizá no debería
aparcar ahí ese coche, señora —me dijo—. No estará aquí cuando regrese.
—Gracias por el
aviso —repuse.
"Tomalo en serio, Bella" dijo Edward, no queriendo que su
coche sea robado.
"Edward, eso apenas es lo menos importante en este momento"
dijo Emmett en tono similar al de Esme cuando los estaba regañando a ellos.
Edward hizo una mueca y Emmett se rió.
Apagué el motor y me
bajé. Quizá mi amigo el de los silbidos podía darme las respuestas que
necesitaba sin necesidad de forzar la entrada. Abrí mi gran paraguas gris. No
es que en realidad me preocupara proteger el traje largo de punto de cachemira
que llevaba. Pero es lo que habría hecho un humano.
"Argh... total indiferencia por la moda" se quejó Alice.
El hombre entrecerró
los párpados a través de la lluvia al ver mi rostro, y entonces se le pusieron
los ojos como platos. Tragó saliva y escuché cómo se aceleraba su corazón
conforme me acercaba.
—Estoy buscando a
alguien —comencé.
—Yo soy alguien —me
ofreció con una sonrisa—. ¿Qué puedo hacer por usted, guapa?
Edward estaba entre dientes.
—¿Es usted J. Jenks?
—le pregunté.
—Oh —exclamó él y su
rostro cambió de la anticipación a la comprensión. Se puso en pie y me examinó
con los ojos entrecerrados—. ¿Por qué está buscando a J?
—Eso es asunto mío.
—Además no tenía ninguna pista.
Emmett se rió entre dientes.
— ¿Es usted?
—No.
Nos encaramos el uno al otro durante un buen rato mientras
sus ojos agudos recorrían de arriba abajo la ajustada funda de color gris perla
que llevaba puesta. Su mirada al fin regresó a mi rostro.
—No tiene usted la pinta del cliente habitual.
—Probablemente es porque no lo soy —admití—, pero necesito
verle tan pronto como sea posible.
—No estoy muy seguro de cómo hacerlo —admitió
él a su vez.
—¿Por qué no me dice usted su nombre?
Él sonrió.
—Max.
—Encantada de conocerle, Max. Y ahora, ¿por
qué no me dice qué es lo que hace por los «habituales»?
Su sonrisa se convirtió en un ceño fruncido.
—Bueno, los clientes habituales de J no tienen
su pinta. Los de su clase no se molestan en venir a la oficina de este barrio,
se dirigen a la oficina de diseño que tiene en el rascacielos.
Repetí la otra dirección disponible,
convirtiendo la lista de los números de la dirección en una pregunta.
—Ah, sí, ése es el sitio —me contestó, de
nuevo suspicaz—. ¿Y cómo es que usted ha venido hasta aquí?
—Porque ésta fue la dirección que me
facilitó... una fuente de mucha confianza.
"Una fuente confiable que crees que ha huído de la ciudad" se
rió Emmett.
"Emmett, por favor, no digas eso" dijo Esme, con una voz
herida.
"Lo siento" suspiró Emmett.
—Si viniera por algo
bueno, no estaría aquí.
Fruncí los labios.
En la vida se me había dado bien eso de mentir, pero tal y como me había dejado
la cosa Alice, no es que tuviera demasiadas alternativas.
—Quizá no estoy aquí
para algo bueno.
El rostro de Max
adoptó una expresión de disculpa.
—Mire, señora...
—Bella.
—De acuerdo, Bella.
Mire, yo necesito este trabajo. J me paga la mar de bien por andar por aquí
todo el día. Quiero ayudarla, claro que sí, pero bueno... y claro, estoy
hablando de forma hipotética, ¿no?, off the record o lo que le vaya bien
a usted, pero si dejo pasar a alguien que pueda causarle líos, me echa. ¿Ve
cuál es mi problema?
Pensé durante un
minuto, mordiéndome el labio.
—¿No ha visto a
nadie como yo por aquí antes? Bueno, o algo parecido a mí. Mi hermana es un
poco más baja que yo y tiene el pelo erizado y oscuro; negro, en realidad.
—¿J conoce a su
hermana?
—Eso creo.
"Eso no es bueno. Ella está asumiendo que eres tú quien sabe de
J" frunció el ceño Jasper. "Sin embargo, cuando nuestro apellido
aparezca, todo debería estar bien."
Max reflexionó
durante un rato. Yo le sonreí y su respiración se atolondró.
—Le diré lo que
vamos a hacer. Voy a llamar a J. Le describiré cómo es usted. Dejemos que él
tome la decisión.
¿Qué era lo que
sabía J. Jenks? ¿Significaría algo mi descripción para él? Era un pensamiento
preocupante.
"Hm... Yo asumiría que sabe más que la mayoría, pero no todo"
dijo Jasper. "El tipo toma el punto de vista de Charlie, acerca de la
cantidad de información que necesita saber."
—Mi apellido es
Cullen —le dije a Max, preguntándome si no era ésa demasiada información.
"No, es sólo la cantidad correcta de la información" sonrió
Jasper.
Empezaba a sentirme
irritada con Alice. ¿Resultaba necesario que me hubiera dejado a ciegas de esa
manera? Podría haberme escrito una o dos palabras más...
Emmett se rió entre dientes. "Vés, lo ha dicho. Deberías haber
dicho más".
"Creo que tiene un punto" Alice se rió. "Mientras que
consiga lo que necesita."
Edward les gruñó.
—Cullen, ya lo
tengo.
Lo observé mientras
marcaba y capté con facilidad el número. Bueno, podría llamar yo misma a J.
Jenks si esto no funcionaba.
—Hola, aquí Max. Ya
sé que no debo llamarle a este número, salvo en caso de emergencia...
—¿Hay una
emergencia? —escuché de forma lejana desde el otro extremo de la línea.
—Bueno, exactamente
no.
"En realidad, tengo la sensación de que J podría pensar que es
bastante la emergencia" sonrió Jasper.
"¿Y qué significa eso?" preguntó Emmett, mirando divertido.
"Ya verás, estoy seguro" se rió Jasper entre dientes.
—Es que hay una chica que quiere verle...
—No veo ninguna emergencia en eso. ¿Por qué no
sigues el procedimiento habitual?
—No sigo el procedimiento habitual porque ella
no tiene un aspecto habitual para nada...
—¿Lleva placa?
—No.
—No puedes estar seguro de eso. ¿Tiene pinta
de ser una de las chicas de Kubarev?
—No, déjeme hablar, ¿vale? Dice que usted
conoce a su hermana o algo así.
—No es probable. ¿Qué aspecto tiene?
—Ella es... —Sus ojos recorrieron desde mi
rostro hasta mis zapatos con expresión apreciativa.
Edward gruñó y su hermano se rió de su reacción.
—Bueno, parece una «cacho modelo», eso es lo
que parece —sonrió y me guiñó un ojo, y después continuó—: Tiene un cuerpo de
escándalo, pálida como una sábana, el pelo castaño oscuro casi hasta la
cintura, y necesita una buena noche de sueño... ¿Algo de esto le resulta
familiar?
—No, para nada. No estoy nada contento con que
dejes que tu debilidad por las mujeres guapas me interrumpa...
—Vale, ya sé que me comporto como un imbécil
por culpa de cualquier chica bonita, ¿qué tiene eso de malo? Siento haberle
molestado, hombre. Olvídelo.
—Dígale el nombre —le susurré.
—Ah, vale. Espere —añadió Max—. Dice llamarse
Bella Cullen, ¿ayuda eso?
Hubo un momento de profundo silencio y
entonces la voz al otro lado comenzó a gritar repentinamente, usando un montón
de palabras que no se escuchan con frecuencia fuera de los lugares habituales
de los camioneros. La expresión de Max cambió, se desvanecieron todas sus ganas
de broma y se le pusieron los labios pálidos.
"¡Guau!" exclamó Emmett. "¿Qué has hecho con este tipo,
Jazz?"
"No he hecho nada con él" dijo Jasper inocentemente y luego
él y Emmett se rieron.
—¡Porque usted no me
lo preguntó! —gritó Max en respuesta, lleno de pánico.
Hubo otra pausa
mientras J se tranquilizaba.
—¿Hermosa y pálida?
—preguntó, algo más calmado.
—¿No es eso lo que
he dicho?
¿Hermosa y pálida?
¿Qué era lo que sabía ese hombre sobre vampiros? ¿Era él uno de nosotros? No
estaba preparada para esa clase de encuentro, así que apreté los dientes. ¿En
qué lío me había metido Alice?
"Relax, Bella. Yo no te haría eso" Alice rodo los ojos.
Max esperó durante
un minuto a través de otra descarga cerrada de insultos e instrucciones a voces
y después me miró con unos ojos que parecían casi asustados.
—Pero usted sólo ve
a los clientes de los barrios bajos los jueves... ¡Vale, vale! Ya está. —Y
cerró su teléfono.
—¿Quiere verme?
—pregunté con alegría.
Max me fulminó con
la mirada.
—Debía usted haberme
dicho que era un cliente de los importantes.
—No sabía que lo
era.
—Pensé que era usted
policía —admitió él—. Quiero decir, que no tiene aspecto de eso, pero actúa de
una manera muy rara, guapa.
"Sí, eso es Bella. Ella siempre está actuando un poco raro"
se rió Emmett.
"Cállate" susurró Edward.
Me encogí de
hombros.
—¿Narcotraficantes?
—intentó adivinar.
—¿Quién, yo?
—pregunté.
—Claro, o tu novio o
quien sea.
—No, lo siento.
Realmente no es que me gusten mucho y tampoco a mí marido. «Di no a las drogas»
y esas cosas.
Max maldijo para sus
adentros.
—Casada, y no podrá
darse un descanso.
Le sonreí.
—¿La mafia?
—No.
—¿Contrabando de
diamantes?
—¡Basta! ¿Ésa es la
clase de gente con la que trata Max de modo habitual? Quizá necesite un nuevo
trabajo.
Tenía que admitirlo,
me lo estaba pasando bastante bien. No me había relacionado mucho con humanos,
aparte de Charlie y Sue. Era divertido ver cómo ese hombre se quedaba sin
palabras y también estaba encantada de comprobar lo fácil que me resultaba no
matarle.
Emmett se rió.
"No puedo creer que ella sea tan joven" frunció el ceño
Jasper. "Ella ya tiene más control que el que yo pueda llegar a
tener."
"Creo que es gracioso que ella se este relacionando mejor con los
humanos ahora que es un vampiro" dijo Alice. Ella había tomado la mano de
Jasper en su último comentario, y sabía que no sería realmente bueno que nadie
comente lo que había dicho. "Creo que esto es sólo una prueba más de que
Bella fue hecha para ser un vampiro."
—Pues ha de estar
metida en algo gordo. Y malo —musitó él.
—En realidad, no es
así.
—Sí, eso es lo que
dicen todos, pero ¿quién necesita papeles o se puede pagar los precios de J por
ellos? Nadie que se dedique a lo mío, eso está claro —comentó él, y después
masculló la palabra «casada» otra vez.
Me dio una dirección
completamente nueva con instrucciones básicas para llegar y después me vio
alejarme al volante con ojos suspicaces y llenos de pesar.
Llegados a este
punto, estaba ya preparada para casi cualquier cosa, alguna especie de
madriguera de alta tecnología, al estilo de los malos de una película de James
Bond.
"Eso sería increíble" se rió Emmett.
"No va a pasar" Jasper también se rió. "A ella
ciertamente le gusta exagerar todo."
Así que al principio
pensé que Max me había dado una dirección equivocada en plan de prueba. O
quizás el escondite era subterráneo, bajo aquel centro comercial de las afueras
de lo más corriente, anidado en lo alto de una colina con árboles y en un
encantador vecindario familiar.
"Debido a la sencilla explicación no podía ser verdad"
resopló Emmett.
Aparqué en una plaza
y miré hacia la discreta y elegante placa donde se leía: JASON SCOTT, ABOGADO.
La oficina que había
dentro era beis con algunos toques en verde apio, apenas perceptibles y que no
desentonaban. No percibí ningún olor a vampiro por allí y eso me ayudó a
relajarme. Sólo el olor de un humano desconocido. Había una pecera contra una
pared y una insulsa y bonita recepcionista sentada detrás de un escritorio.
—Hola —me saludó—.
¿Cómo puedo ayudarla?
—Estoy aquí para ver
al señor Scott.
—¿Tiene cita?
—No, no exactamente.
Me puso una
sonrisita de suficiencia.
—Entonces puede que
tarde un rato. ¿Por qué no toma asiento mientras yo...?
"Apuesto a que esa sonrisa se limpiará de su cara pronto"
dijo Rosalie sonriendose así misma.
—¡April! —gritó una
exigente voz masculina por el interfono—, estoy esperando que venga la señora
Cullen.
Yo sonreí y me
señalé a mí misma.
—Hazla entrar de
inmediato, ¿entiendes? No me importa lo que haya que interrumpir.
Podía detectar algo
más en su voz además de la impaciencia. Tensión. Nervios.
—Acaba de llegar
—dijo April tan pronto como la dejó hablar.
—¿Qué? ¡Hazla
entrar! ¿A qué estás esperando?
"Que deje de gritarle" bufó Esme, molesta de que el hombre
sea tan descortez con sus empleados. Que sólo estaban haciendo su trabajo como
los había instruido, después de todo.
—¡Ahora mismo, señor
Scott! Se puso en pie, revoloteando con las manos mientras encabezaba la marcha
por un corto pasillo, ofreciéndome una taza de café o de té o lo que quisiera.
—Aquí es —dijo
cuando me condujo hacia la puerta de una oficina que mostraba poderío en todo,
desde su pesado escritorio de madera hasta su pared llena de títulos.
—Cierra la puerta
cuando salgas —ordenó una rasposa voz de tenor.
Examiné al hombre
situado detrás del escritorio mientras April hacía una pronta retirada. Era
bajito y calvo, probablemente en torno a los cincuenta y cinco, con una buena
barriga. Llevaba una corbata de seda roja, una camisa de rayas azules y blancas
y un blazer de color azul marino colgaba del respaldo del sillón. Estaba
temblando y tan blanco que rozaba el tono enfermizo de la pasta, y el sudor le
goteaba de la frente. Me imaginé que había de tener una buena úlcera debajo de
los michelines.
J se recuperó un
poco y se alzó presuroso de su asiento. Me ofreció la mano a través de la mesa.
—Señora Cullen, qué
maravilla verla.
Crucé la habitación
hasta llegar frente a él y le di la mano, aunque la sacudí sólo una vez. Él se
encogió un poco al contacto de mi piel fría, pero no pareció muy sorprendido
por ella.
—Señor Jenks... ¿O
prefiere usted que le llame Scott?
Él se estremeció de
nuevo.
—Lo que usted desee,
desde luego.
—¿Qué tal si usted
me llama Bella y yo J?
—Como viejos amigos
—acordó él, pasándose un pañuelo de seda por la frente.
"En serio, Jazz, ¿Qué le hiciste?" se rió Emmett entre
dientes y Jasper se encogió de hombros.
Me hizo el gesto de
que me sentara y él lo hizo a su vez—. Debo preguntar, ¿finalmente tengo el
placer de encontrarme con la encantadora esposa del señor Jasper?
Sopesé la idea
durante un segundo. Así que este hombre conocía a Jasper, no a Alice. Lo
conocía y parecía temerlo también.
—En realidad, soy su
cuñada.
Frunció los labios,
como si estuviera buscando información de un modo tan desesperado como yo.
—¿Confío en que el
señor Jasper goza de buena salud? —me preguntó con cautela.
—Estoy segura de que
es así. De hecho, en estos momentos está disfrutando de unas largas vacaciones.
Esto pareció aclarar
parte de la confusión de J, que asintió como para sí mismo y tabaleó sobre la
mesa con los dedos.
—Estupendo, pero
debería haber venido directamente a la oficina principal. Mis asistentes la
habrían traído hasta mí, sin necesidad de pasar por canales... menos
hospitalarios —asentí una sola vez. No estaba segura de por qué Alice me había
dado la dirección del gueto.
"Debido a que es más divertido" dijo Emmett.
"Oh, creo que hay una razón más para eso" sonrió Alice. Ella
sabía por qué la había enviado esa manera ahora.
—Ah, bueno, pero ya está aquí... ¿Qué puedo
hacer por usted?
—Papeles —le dije, intentando hacer sonar mi
voz como si supiera de lo que estaba hablando.
"Ah... es por eso. Necesitabas a Max para que le diga que se trataba
de documentos falsificados" dijo Emmett. "Aún así, no veo por qué no
podrías haber puesto simplemente la palabra papeles al lado de J. Jenks."
"Porque, Em, es más divertido de esta manera" se rió Alice.
—Muy bien —replicó
J, diligente—. ¿Hablamos de certificados de nacimiento, de muerte, permisos de
conducir, pasaportes, tarjetas de la seguridad social...?
Inhalé un gran trago
de aire y sonreí. Le debía a Max el éxito en este asunto.
Y después mi sonrisa
se desvaneció. Alice me había enviado aquí por algún motivo, y estaba segura de
que era para proteger a Renesmee. Su último regalo para mí. Aquello que sabía
que necesitaría.
"Es algo que todos quisiéramos" agregó Rosalie.
La única razón por
la cual mi hija necesitaría un falsificador sería si tenía que huir. Y la única
razón por la cual tendría que huir sería si perdíamos.
"Oh, genial, ahora Bella va a estar más deprimida que antes"
se quejó Emmett. "No vamos a perder, la enana sólo quiere que la pequeña
pateadora este segura."
Si Edward y yo
huíamos con ella, no necesitaría esos documentos para nada. Estaba segura de
que Edward sabía cómo echar mano de papeles para identificarnos o bien cómo
hacerlos él mismo y estaba convencida de que conocía maneras de escapar sin
ellos. Incluso podríamos correr miles de kilómetros o nadar a través del océano
con Renesmee.
Eso si estábamos
allí para salvarla...
Y además estaba el
secretismo para mantener esto fuera de la cabeza de Edward, porque había una
gran probabilidad de que Aro pudiera acceder a todo lo que él supiera. Si
perdiéramos, seguramente Aro obtendría la información que codiciaba antes de
destruir a Edward.
Esme se estremeció ante esa imagen.
"Así que es eso" dijo Edward. "Es todo para mantener Aro
afuera..."
Era justo lo que
había sospechado: no podíamos ganar, pero nos apuntaríamos un buen tanto si
matábamos a Demetri antes de perder, ya que de este modo le daríamos a Renesmee
la oportunidad de escapar.
Sentí el corazón
como una gran losa sobre mi pecho, un peso aplastante. Todas mis esperanzas se
desvanecieron como la niebla bajo la luz del sol. Me escocieron los ojos.
¿A quién debía poner
en esos documentos? ¿A Charlie? No, estaba del todo indefenso al ser un humano.
Además, ¿cómo iba a entregarle a Renesmee? No iba a estar cerca de la lucha
cuando se produjera. Así que sólo quedaba una persona. En realidad, nunca había
existido ninguna otra.
Edward frunció el ceño, tenía una buena idea de lo que estaba pensando.
Era una idea incómoda, pero sin duda lo que fuera necesario para mantener a
Renesmee segura.
Pensé todo esto a
tanta velocidad que J no notó mi pausa.
—Dos certificados de
nacimiento, dos pasaportes, un permiso de conducir — repuse en voz baja y
tensa. Si él notó algún cambio en mi tono de voz, lo disimuló.
—¿Los nombres?
—Jacob...
Wolfe.
"¡Wolfe!" resopló Emmett. "Un buen
nombre. Estoy seguro de que al cachorro le va a gustar."
—Jacob
Wolfe y Vanessa Wolfe.
Nessie parecía un diminutivo adecuado para
Vanessa. A Jacob le haría gracia ese rollo del apellido Wolfe.
Su bolígrafo escribía con rapidez en un bloc
de documentos legales.
—¿Segundos nombres?
—Ponga cualquiera.
—Como prefiera... ¿Qué edades debo consignar?
—Veintisiete para el hombre, cinco para la
niña. El muy bestia de Jacob los aparentaba sin problema alguno, y al ritmo al
que crecía Renesmee, más valía calcular por lo alto. Él podía ser su padre
adoptivo...
—Necesitaré fotografías si precisa los documentos
terminados —me dijo J interrumpiendo mis pensamientos—. El señor Jasper
generalmente prefiere terminarlos él mismo.
Jasper sonrió a la imagen de Bella tratando de hacerlo por sí misma...
y cómo iba a encontrar la manera de hacerlo en el primer lugar. "Creo que
los documentos terminados sería mejor para ella."
Bueno, eso explicaba
por qué J no estaba al tanto del aspecto de Alice.
—Espere un instante
—le contesté.
Esto sí que era
suerte. Tenía varias fotos familiares guardadas en mi cartera y una perfecta,
en la cual Jacob sostenía a Renesmee en los escalones frontales del porche,
sólo tenía un mes de antigüedad. Alice me la había dado sólo unos cuantos días
antes... Oh.
"Yo trabajo de manera misteriosa" sonrió Alice.
"Pero esto fue antes de irte... antes de tu visión" dijo
Emmett, un poco confundido.
"Como he dicho, yo trabajo de manera misteriosa... a veces incluso
misteriosa para mí mismo" se encogió de hombros Alice.
Quizá después de
todo no era una suerte en absoluto. Alice sabía que la necesitaría. Quizás
había tenido alguna oscura visión al respecto.
—Aquí la tiene.
J examinó la foto
durante un momento.
—Su hija se le
parece mucho.
Yo me puse tensa.
—En realidad, se
parece más a su padre.
—Que no es este
hombre. —Y tocó el rostro de Jacob.
Entrecerré los ojos
y nuevas gotas de sudor brotaron de la frente brillante de J.
—No. Es un amigo muy
cercano a la familia.
—Disculpe —masculló,
y el bolígrafo comenzó a rascar el papel otra vez—. ¿Para cuándo necesita en su
poder los documentos?
—¿Puede conseguirlos
en una semana?
—Eso es un encargo
muy apresurado. Costará el doble..., pero perdóneme de nuevo. Se me había olvidado
con quién estaba hablando –estaba claro
que conocía a Jasper.
"Claramente" se rió Emmett.
—Sólo déme una
cifra.
Pareció dudar,
aunque estaba segura de que habiendo tratado con Jasper debía saber que el
precio no sería un problema real para mí. Ni siquiera había que considerar las
abultadas cuentas que existían por todo el mundo con los diversos nombres de
los Cullen: había suficiente dinero en metálico por toda la casa para mantener
un país pequeño a flote durante toda una década. Esto me recordó los cientos de
anzuelos que había en el fondo de los cajones de la casa de Carlisle. Dudaba
que nadie hubiera notado el pequeño montoncito que había cogido para el día de
hoy.
"Yo no estaría tan seguro" dijo Edward. "Si bien, no
creo que nadie más este tomando algún dinero de él, con las cosas como estan en
este momento."
J escribió el precio
en la parte inferior del bloc legal.
Asentí con calma.
Había traído más que eso. Abrí el bolso de nuevo y conté la cantidad correcta,
lo que me llevó muy poco tiempo porque llevaba los billetes agrupados con clips
en grupos de cinco mil dólares.
"Ella tan confiada" dijo Jasper, sacudiendo la cabeza.
"¿Qué pasa si él estaba tratando de engañarla?"
"Después de la forma en que reaccionó sólo al escuchar su nombre"
señaló Emmett con una sonrisa, "yo no me preocuparía por eso
tampoco."
—Tenga.
—Ah, Bella, no tiene
por qué darme toda la suma ahora. Es la costumbre que retenga la mitad para
asegurarse la entrega.
Le sonreí al hombre
con languidez.
—Pero yo confío en
usted, J; además, le daré una recompensa: la misma cantidad a la entrega de los
documentos.
"Y ahora estás tirando el dinero" Jasper sacudió la cabeza.
—Eso no es
necesario, se lo aseguro.
—No se preocupe.
"Hum, seguro que no tardó mucho en tener una actitud indiferente
hacia el dinero" sonrió Edward.
Me daba igual el
dinero con tal de poder conseguir esos documentos—. Así que, ¿nos vemos aquí la
semana próxima a la misma hora?
Me devolvió una
mirada apenada.
—En realidad,
prefiero hacer este tipo de transacciones en lugares alejados de mis varios
negocios.
—Claro. Estoy segura
de que no estoy haciendo esto del modo que usted esperaba.
—Estoy acostumbrado
a no tener ningún tipo de expectativas en mis tratos con la familia Cullen.
—Hizo una mueca y de inmediato recompuso el rostro—. ¿Qué le parece si nos
vemos en una semana a las ocho de la tarde en el Pacífico? Está en Union Lake y
la comida es exquisita.
—Perfecto.
Y no es que fuera a
ir con él a cenar. En realidad, a él no le gustaría nada estar cerca de mí
durante la cena.
Me puse en pie y nos
dimos la mano de nuevo. Esta vez no se estremeció, pero parecía tener otra
preocupación en la cabeza. Tenía la boca apretada y la espalda tensa.
—¿Tendrá algún
problema con la fecha? —quise saber.
—¿Qué? —Alzó la
mirada, cogido con la guardia baja por mi pregunta—. ¿La fecha? Oh, no, no me
preocupa en absoluto. Tendré sus documentos preparados a tiempo, sin lugar a
dudas.
Habría sido
estupendo tener a Edward allí conmigo, de modo que pudiera averiguar cuáles
eran las preocupaciones reales de J en ese momento. Suspiré. Guardarle secretos
a Edward ya me parecía bastante malo, pero estar separada de él era casi
demasiado.
"Bueno, eso es bueno saberlo" sonrió Edward.
—Entonces, nos vemos
en el plazo de una semana.
"Ese es el final del capítulo" dijo Carlisle.
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